martes, 17 de febrero de 2015

DOLORES CAMPOS-HERRERO [14.911]


DOLORES CAMPOS-HERRERO 


(Arona, Tenerife, 1954 - Las Palmas de Gran Canaria, 2007)

Fue una de las más reconocidas autoras canarias contemporáneas. La lectura de su obra es fundamental para entender el panorama literario actual en el ámbito insular. Licenciada en Ciencias de la Información combina la labor periodística con la literaria. En 1988 hizo su primera incursión en la ficción narrativa con Daiquiri y otros cuentos, al que siguieron Basora (1989), Fieras y ángeles. Un bestiario doméstico (2004), Veranos mortales (2005), Santos y pecadores (2006) y Eva, el paraíso y otros territorios (2006).

En el ámbito poético ha publicado libros como Chanel número cinco (1985), Siete lunas (2002), Otros domingos (2003) y Noticias del paraíso (2005).

También ha escrito cuatro libros de literatura infantil: Azalea (1993), obra por la que obtuvo en 1995 el Premio Atlántico de Literatura Infantil , Arajelbén (2005), Rosaura y los autómatas (2007) y El viaje de Almamayé (2007).

Su obra está recogida en diversas antologías y libros colectivos, entre los que cabe destacar Reincidencias (2000), Los mejores relatos canarios del siglo veinte (2004), Cuentos de la Atlántida (2005) o Ínsulas encantadas (2005).

Respecto a su quehacer periodístico hay que señalar que ha trabajado en diversos medios de comunicación como Televisión española en Canarias, Canarias 7, El País, El diario de Las Palmas, La gaceta de Canarias.





CONTRACUENTO

Cuando crezcas,
serás una niña triste.
Fea, sin los ojos de almíbar.
Sin grandes salones
ni prudencia.

Cuando crezcas
se te resistirán los nombres,
las palabras, la voluntad
de un niño, la vida entera.

Pasarán los años y, un día, te casarás
con un zapatero torpe, maloliente
y pobre.  Y quizá, por un error estúpido,
pasarás tres inviernos de hambre
y de miseria.  Pero eso no será todo
porque esto también
es lo que te dice el cuento:
Que una noche, cuando estés
a punto de dejar tu condición
de gleba, te pincharás con
el huso de una rueca.
Y dejarás de crecer para habitar
el olvido.  Y nadie sabrá nunca
de tu cuna de reina.





y ese caimán oscuro
nadando en el Zambeze de tus ojos.

Nicolás Guillén.


1

Un boabad y tigres
y una noche muy antigua...
Arribé a tus ojos
bajo el sol del verano
y con un temblor levísimo
cercano a la muerte.



2

Has bajado a la calle
con el tupé canalla
con el brillo metálico
de tu estrella calibre nueve.
Caminas despacio
y cuando sólo eres una sombra
entre los soportales
me dejas elegir la retirada
más dulce.
Sólo te interesa mi guita.
Por suerte
para mi sonrisa intacta.



3

Esperas la noche
(el cigarro encendido
el callejón turbio)
y miras sobre el cielo
una luna triste.
Esperas paciente el rumor
apagado
de mis zapatos,
y ensayas sonrisas,
ademanes,
dulces ternuras de cachemir.
Pero esta vez
no me robarás el corazón
a punta de navaja.



4

De madrugada
el viento agita las hojas
cuerpos vencidos
los niños azules sueñan
con un país lleno de ríos
y sobre la ciudad
los primeros resquicios de luz.



5

Tus dedos de mirto
sobre el cristal tallado
se elevaban discretos
y ya nos invitabas con el gesto
y todos, unánimes, bebíamos
el oro finísimo de aquella luz.
En vano me acerqué a ti,
avergonzado,
como el último de tus lacayos.



6/ Bordadora

La aguja, enhebrada de colores,
y las puntadas, graciosas y atrevidas.
Lo que bordo no puede deshacerse:
en el reloj, las horas
marcan otro día.

(fuente: Cuaderno de Arte y Literatura Azul, Cabildo Insular de La Palma 1993)



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