miércoles, 23 de enero de 2013

NIKOS LYGERÓS [9055]



Nikos Lygerós 


(Volos, Grecia, 1968) es profesor de matemáticas, de informática, de epistemología, de  lingüística y de bioética. Ha impartido y sigue impartiendo clases en las universidades de Lyon, de Atenas, de Tracia y en la politécnica de Xánthi. Como científico ha conseguido varios records mundiales  en el sector del álgebra, de la teoría de números y de la combinatoria. Es consejero estratégico y profesor  de Geoestrategia  en la Academia de policía, en la escuela de Seguridad Nacional, en la de reclutamiento, en la de las Fuerzas Aéreas Griegas y en la  de Defensa Nacional en Grecia.

También es escritor, director de teatro, poeta, pintor, profesor de niños dotados, intérprete experto y traductor en los tribunales franceses, consejero científico de la Organización de Caratheodory, cuyo propósito es la distinción de la figura científica  del mayor matemático de la Grecia actual.

Ha publicado más de 8.500 artículos, poemas, textos de literatura sobre los siguientes temas: matemática, intelecto, física,  filosofía, educación, mitología, religión, historia, cine, pintura, música, política, estrategia, administración, economía, sociología y arqueología, entre otros. 





Nikos Lygerós - La Masacre de los Inocentes II
Tinta china sobre papel satinado (29,7 x 21cm)





Las cabezas de Ponto

Estábamos todos juntos
con las cabezas bien altas,
sin cuerpo.
Habíamos sido decapitados
por los bárbaros del olvido
pero teníamos todavía
nuestra lengua.
Y ella después de muchos años
rompía nuestros huesos
para escribir la historia.
Así fuimos liberados.

Traducción al español de Olga Raptopoulou


Τα κεφάλια του Πόντου

Ήμασταν όλοι μαζί 
με τα κεφάλια ψηλά 
δίχως σώμα. 
Μας είχαν αποκεφαλίσει 
οι βάρβαροι της λήθης. 
αλλά είχαμε ακόμα 
τη γλώσσα μας. 
Κι εκείνη μετά από χρόνια 
έσπαζε τα κόκκαλα μας 
για να γράψουμε την ιστορία. 
Έτσι απελευθερωθήκαμε.




Nikos Lygerós - "Superviviente Judío"
Carboncillo sobre papel blanco natural (32x41)

MONÓLOGO SOBRE EL GENOCIDIO

¿Quién puede soportar la existencia de un genocidio? Silencio. ¡Nadie! Tiempo. Pero entonces, ¿quién?Tiempo. ¡Los monstruos! Sí, ellos pueden... Si aguantan todas las injusticias humanas… ¿Por qué no las inhumanas también? Claro, ¿por qué no?… Al fin y al cabo, ¿los necesitamos para algo más? Tiempo. Por supuesto que no… Basta con que se resistan a los animales y salven a los seres humanos… Pero ¿esto es vida? ¿Quién podría soportarlo? Silencio. ¡Nadie! Tiempo. ¿Y la alegría? Pausa. Ellos no están destinados para ella… Si no comparten el dolor, ¿para qué compartir la alegría? La alegría es humana, ¿no? No la necesitan. Su existencia se deriva de la necesidad. Si las personas no fueran la fuerza del sistema, si los animales no fueran las herramientas del sistema, ¿quién encontraría útiles a los monstruos? Silencio. ¡Nadie! Tiempo. Una pregunta sólo… Ahora que lo pienso, ahora que estoy solo, ahora que no tengo familia, ¿cómo he conseguido ser un ser humano? ¿Quién me ayudó? ¿Lo he conseguido solo? Ojalá pudiera decirlo con certeza… Sí, ojalá. ¿Acaso los monstruos? Tiempo. Pero es que ellos, como que... ¡no!Pausa. ¿Por qué? Tiempo. Sí, ¿por qué? Los monstruos son así desde el principio. Han nacido monstruos; para ayudar a los seres humanos... Y ¿por qué? ¿Por qué? Silencio. ¿Cuál es la verdadera razón de este papel? ¿Cuál? No sé, sinceramente no sé… Silencio. A menos que… Tiempo. A menos que sea la humanidad. Entonces todo se explica. 

Traducción al español de 
Eduardo Lucena González y Olga Raptopoulou







GENOCIDIO Y COMPASIÓN
Nikos Lygerós - Petite victime du Holodomor
Carboncillo sobre papel blanco natural (41x32 cm)


¿Por qué el genocidio de los ucranianos permanece desconocido en Grecia y en Chipre? Recientemente ha sido reconocido por España y Argentina. Ya ha sido reconocido por 24 estados. En cambio, el genocidio de los Pontios ha sido reconocido sólo por Grecia, Chipre y Suecia. ¿Siete millones de víctimas no son suficientes para un reconocimiento? ¿Qué más queremos? Si no reconocemos por nuestra parte los genocidios que han sufrido otros pueblos, ¿quién reconocerá el nuestro? Mientras hay conspiraciones entre los bárbaros para exterminar pueblos enteros, rara vez las víctimas se apoyan mutuamente. La barbarie se esfuerza por aislar a las víctimas y estas se sienten efectivamente solas. En todo caso tienen que demostrar lo que han sufrido. El genocidio de los judíos y el de los armenios muestran cómo funciona la metodología del reconocimiento. En efecto el genocidio de los armenios nos permite asegurar formas de reconocimiento, incluso en los casos en que el culpable no admite su culpabilidad. Estamos al tanto del desarrollo de los hechos pero no estamos en estado de alerta. Sólo conocemos la fase de espera. Todos y cada uno de nosotros nos ocupamos de nuestro trabajo, que por lo general es nuestra única vida, porque carecemos del alcance y de la grandeza para agacharnos a ver el dolor del otro. Aguardamos que las comunidades lleven a cabo el trabajo del reconocimiento. Sólo que estas comunidades, sobre todo cuando aún están en fase de migración económica, son incapaces e ineficaces considerando estos temas, en los que se necesitan conocimientos técnicos de derechos humanos. En consecuencia, no debemos esperar el uno al otro. El trabajo del reconocimiento es demasiado grande para una persona, incluso si esta persona es un ser humano. Es necesariamente un trabajo colectivo. Por tanto, no debemos esperar sólo que los ucranianos avancen en Grecia y Chipre, donde existen aún complejos económicos debido al reciente desmoronamiento del sistema soviético. Nosotros debemos ayudarles de todos modos: traduciendo al griego material que condene la barbarie, publicando artículos que informen a la población griega, dando charlas que expliquen los acontecimientos históricos de 1933. No podemos simplemente esperar a los demás, porque puede que estos hagan lo mismo y de esta manera podamos encontrarnos en un inútil “equilibrio de Nash”, mientras que podríamos lograr un efectivo “equilibrio Pareto” de tener un marco de cooperación contra la barbarie. Cada genocidio nos enseña algo y nuestra resistencia hace que nuestra compasión crezca. Basta con que lo queramos.

Nikos Lygerós

Traducción al español de 
Eduardo Lucena González y Olga Raptopoulou



LA CONTRIBUCIÓN DEL GENOCIDIO

Por Nikos Lygerós

Tout notre héritage culturel est le fruit des apports de toutes les nations. Nous comprenons ceci d’autant mieux lorsque nous pensons combien appauvrie eût été notre culture si les peuples condamnés par l’Allemagne n’eussent point été capables, tels les Juifs, de créer la Bible ou de donner le jour à un Einstein, à un Spinoza; si les Polonais n’eussent été à même d’offrir au monde un Copernic, un Chopin, une Curie; si les Tchèques n’eussent produit un Huss, un Dvorak; si les Grecs n’eussent donné un Platon ni un Socrate; si les Russes n’avaient offert au monde un Tolstoï et un Rimski-Korsakov; les Français un Voltaire, un Montesquieu, un Pasteur; les Hollandais un Erasme, un Grotius et un Rembrandt; les Belges un Rubens et Maeterlinck; les Norvégiens un Grieg; les Yougoslaves un Negosti; les Danois un Kierkegaard. 
Raphaël Lemkin


Si un genocidio contribuye a algo eso es, sin duda, a la conciencia de la pérdida. Sin embargo, la pérdida tiene que ser perceptible e imaginar su descripción tangible, en el caso de que haya sucedido. Incluso en el margen de nuestra lucha por el reconocimiento del genocidio olvidamos a menudo darnos cuenta de la ausencia de aquellas personas que no nacieron nunca debido a la muerte de sus antepasados. Pensamos especialmente en unas personas, algunas veces personas concretas, siempre y cuando sepamos sobre su obra y su contribución al desarrollo de la Humanidad. Pero ¿quién entre nosotros piensa en las personas que no tuvieron esta posibilidad? La respuesta es muy fácil: Raphaël Lemkin. Se trata del creador de la noción de la palabra “genocidio”. Pero él lo profundiza más. Mediante sus escritos nos muestra el camino humano privado de la voz en la sociedad del olvido. Separa de las naciones sus frutos para donarlos a toda la Humanidad. Por lo tanto, las personas son regalos para la Humanidad. En este margen nuevo, la noción del genocidio obtiene una nueva dimensión que paralelamente incumbe a la negación del genocidio. Los genocidios ya no son unos hechos aislados en el tiempo con impacto local, a pesar de su horror. Se trata de un crimen que se perpetúa al pasar el tiempo siempre y cuando no esté reconocido. Y esta es la razón por la que un crimen tal contra la Humanidad sigue siendo tan abominable. Porque no deja de herir a la Humanidad. Esta se encuentra en la posición de la madre destruida por el bárbaro que le arrebató a su hijo para decapitarlo. El crimen se concibe dejando un estigma indeleble a lo largo del tiempo y por la incapacidad del niño de preservarse en la memoria de su madre eviscerada. Por eso el asesinato cometido es doble. No consigue sólo la herida sino su permanencia. No se limita sólo a lo simbólico, sino que anhela la estigmatización también. La crucifixión no es suficiente para el verdugo porque tiene miedo de la resurrección. La problemática sobre el genocidio estriba en la duración de la acción, siempre y cuando tendamos a considerarlo como un simple hecho. Es que nos olvidamos de los descendientes de las víctimas y sobre todo de su posible contribución a la evolución de la Humanidad. Esto es lo que el texto de Raphaël Lemkin nos recuerda. Al darnos los nombres de los seres humanos que ayudaron a la Humanidad, nos hace comprender de manera tangible la pérdida que representa el genocidio para la misma. Además, nos permite darnos cuenta de que no incumbe sólo a la Humanidad del presente sino a la del futuro, que no tendrá la oportunidad de nacer, vivir, crear. Raphaël Lemkin insiste mucho en este hecho para que podamos comprender la importancia de la condena de este crimen contra la Humanidad. Por otra parte esto nos indica que no podemos limitarnos al reconocimiento. Es necesario pasar a la fase de penalización para condenar a los que querían decapitar al niño aun cuando la madre fue ya eviscerada. Por lo tanto el reconocimiento no puede constituir sino el primer paso en el proceso de reparación, ya que el crimen fue cometido a través del tiempo. Por eso el problema verdadero del genocidio, en dimensiones humanas, no es su historicidad, ya que es indiscutible, sino el rasgo diacrónico mediante el genocidio de la memoria. El crimen contra la Humanidad no tiene lugar sólo en contra de los que fallecieron sino, sin duda alguna, también contra los que vendrán. Esto es lo que siempre debemos tener en cuenta al examinar el genocidio y esta es su contribución. 




Cuando naciste después del genocidio

Cuando naciste después del genocidio
no contaste que tú también
debes luchar
por el reconocimiento de la evidencia
y sin embargo, después de tantos años de lucha
ya piensas en cómo seguir
y mostrar a los demás
que todavía son indiferentes
que es lo debido para la memoria.





No mires a tu genocidio solo

No mires a tu genocidio solo
hay otros también; no te olvides
porque si cada uno reconoce
la memoria de los demás que no se han olvidado
las víctimas se unen
y crean pedazos de humanidad
para soportar juntos los crímenes
de la horrible barbaridad
sin esta acción
cada uno está aislado.


Traducción del texto y de los poemas: 
Eduardo Lucena González y Olga Raptopoulou 






En la casa armenia


En la casa armenia
decidimos juntos
ayudar a las otras víctimas
sin esperar
que lo llevaran a cabo
solos los asirios
porque todos sabíamos
que son menos
y aunque sufrieron lo mismo
y sobrevivieron duramente
a un genocidio
nadie escuchaba
su historia
y su dolor
por mucho que su civilización
fuera y siga siendo
muestra de compasión,
así jóvenes y ancianos
quisieron con su voto
demostrar
que de verdad son
sus prójimos.

Traducción al español de Eduardo Lucena González y Olga Raptopoulou





Soy un asirio


Si cada uno de nosotros,
por compasión,
por sentir en sus adentros
toda la Humanidad,
se da cuenta entonces
de que las víctimas
de un genocidio
son su prójimo
y de que es su deber
lidiar por su reconocimiento
sin tener cuenta
su número,
así nosotros también
decidimos
decirles
a todos
y especialmente
a los genocidas
sólo un mensaje:
“¡Soy un asirio
y estoy vivo!”. 

Traducción al español de Eduardo Lucena González y Olga Raptopoulou





Sé qué me vas a decir

Sé qué me vas a decir, y cómo es posible,
tú que tienes una vida
completamente normal,
que puedas salvar
hombres muertos
del genocidio de la memoria,
pero te olvidas de que nadie
pidió que te hicieras Santo
sino sencillamente permanecer
siendo humano a la hora
de la verdadera necesidad,
sin arrodillarte
cuando te presionen
en vivir con el verdugo,
la muerte de la víctima,
y en que no te resistas
ante el crimen abominable
contra la Humanidad,
porque no eres sólo uno
sino otro también,
no eres sólo ser humano

sino prójimo también.

Traducción al español de Eduardo Lucena González y Olga Raptopoulou





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