viernes, 14 de diciembre de 2012

MARÍA DE LOS ÁNGELES POPOV [8823]


María de los Ángeles Popov


MARÍA DE LOS ÁNGELES POPOV
Roldanillo, Valle, 1969


María de los Ángeles Popov, no tan menuda, negra brillante y abundante, es una poetisa flamante. Tiembla en el aire su semblante y hace azogar la garganta. Nació en Roldanillo y mostró sus dotes en el Encuentro de Mujeres Poetas Colombianas del Museo Rayo. Sus senos revolucionan sus versos, su sangre hierve y en sus líneas se siente el sexo.



Esta negra linda y de dientes blancos, parece emanada de alguna novela de Amado. ¿Será la Tieta de Agreste o la Flor que gusta a maridos o será Gabriela con sal y canela? Parece la negra Braga que cuece y guisa el mejor plato que puede servirse: la mujer de camisón abierto y de pecho de flores negras, de móviles caderas, con una rosa roja en su pubis de sol.



María de los Ángeles hace desaparecer el miedo a ese objeto obsceno y oscuro que se apellidó deseo. Lo convierte en juego, laberinto y mesa de rico manjar. Con fresco lenguaje, su lengua y palabra pintan en las mentes imágenes vivas, rojas y moradas, lilas y mojadas. Más que poeta, es cinceladora de curvas, venas y entretelas, vueltas y revueltas, ritos, posiciones, clímax y erecciones.



Aprendió con Freud que el tabú y el tótem habían cerrado las puertas de la sagrada alcoba. En ella el sexo no es el gran sacrificio, ni execrable vicio. Por arte de su magia ella convierte el pan en exquisito vino y el dolor humano en gozo supremo. Sustituyó el morbo en lúcido verso y la libido por fin levitó de su pesado sopor en sus poemas de espeso sabor.



Esta negra es el rescoldo de los últimos Ángeles que el Olimpo nos dio. Con fuerza y belleza, el sexo en sus carnes y timbre de senos tintinean al aire. María, María de los Ángeles, campanas de fuego que a un infierno bueno invita en sus versos a gozar por siempre. ¿Cuándo una mujer montó en potro desnuda como hizo otrora el Fauno griego y corrió por valles y salas en agitada danza? Sólo esta mujer, valiente amazona, ha sido capaz de mostrar sus talentos sin freno y disfraz. Sólo esta mujer, de la escuela de Safo, aprendió que el sexo es música, paraíso y digno manjar para el hombre. Por eso lo canta, lo ofrece y lo sirve para quien a probarlo se atreva sin traba.



María de los Ángeles anda de Recital en la Feria Libro Pacífico. Los labios de la Popov se abrieron y ya su palabra hendió su veneno en el éter. Una pócima nueva ha compuesto esta alquimista del sexo. Hermosa hechicera de luna y ébano, urde una llamarada para alumbrar la caverna y despejarla de absurdas telarañas. La ha trocado en espléndida sala para que Sheherezada se despoje otra vez de sus velos y nos devuelva al sortilegio.



De nuevo, Schahriar está de fiesta. Sus deseos preparan el diván y los ungüentos en la recámara. Las fibras están templadas y pasos de gacela negra pronto se oirán en la mullida alfombra del silencio y el placer.



Por Leopoldo de Quevedo y Monroy







Vagina nube

Puerta semicerrada,
Cortina de vellos amarrada,
dormidero de sentidos arrepentido,
ventana de palabras,
casa de movimientos,
cuarto de remojo,
sala de momentos,
lavadero de sexo,
estregadero de recuerdos,
patio donde se extienden los cuerpos,
se destienden los besos
y queda la cuerda sola por algún
tiempo.






Posición sexual

La mesa
se pone en cuatro
cuando te sientas.
Se cuadra y se enmantela
por si le gustas.
La mesa
es de madera
por si acaso
te quieres volver gorgojo.







Torta de solterona

Un beso de limón rallado,
la cama clara de canela.
Esencia sin sexo de vainilla.
El amor no vino
se quedó esperando nuezmoscada,
se volvieron longevas las pasas,
el vestido de novia, mantequilla
y harina de trigo las palabras.






SEXO CLIMÁTICO

Sábanas,
huracanadas,
caderas climáticas,
clímax,
del tiempo caliente.
Vientos de besos,
nubarrones erectos,
nubes de areolas mamarias.
Vientre cálido,
templado tu sexo,
cuarto climático,
piso púdico térmico.
Uretra lluviosa,
semen parcialmente nublado,
sábana tropical semidesiértica,
ombligos modificando
según la temperatura,
sudores de vegetación,
páramo o nieve perpetua.
Coito soleado,
mi superficie terrestre
cama ciclónica,
caliente mi boca,
lenguas atmosféricas.
Temperatura reinante
24 Grados bajo tu
Espalda.
Relieve de pasión,
orgasmos de arco iris,
extensas llanuras excitadas.
Mi clima,
sobre tu clímax,
mi cuerpo
sobre tu tiempo.
Se acaba la temperatura,
nieve perpetua.






ANTOLOGÍA SOMÁTICA

Recuerdo cuando cocinaban los fríjoles en leña.
Recuerdo cuando mi madre con sus manos tiznadas
me hacia una larga trenza.
Recuerdo cuando ladraban los perros, le latían
al hombre, a la miseria.
Recuerdo los pollos negros picando harina
en la cocina de tierra.
Recuerdo a mi padre: a esa sombra negra, alta,
esbelta, dura como piedra.
Recuerdo sus manos gruesas, sus uñas 
partidas ennegrecidas por la tierra.
Recuerdo mis hermanas, a todo ese poco 
de negras, con sus ojos vivos como la candela.
Recuerdo el canto de los pájaros afónicos por
el humo de la cocina de mi abuela.
Recuerdo sus cantos, sus latidos, sus quejas.
Recuerdo mi madre cosiendo las medias a mi padre 
sentada en una banca vieja.
Recuerdo a esa vieja, esa banca, a esas
negras medias.







CASA PALABRAS

Mi casa es la casa de las palabras.
Es una vivienda asonántica.
Los gatos son negros
y blancas las almohadas.
Mis hermanas son felinas
e infieles las sábanas.
Mi casa es un sol lluvioso
con arco iris en las camas.
Mi casa es de verbos defectivos
nosotros felices,
vosotras emocionadas,
ellas no conjugadas.
Ana es de zapatos vulgares,
de cordones ardientes y un escote
pospretérito en la espalda
Ana sustantivo,
oración no adjetiva,
presente madre,
pasado virgen,
futuro casada,
pretérito su sexo,
pospretérito amada.
Ana es la casa pélvica 
de las palabras.








RECUERDO DE PALABRAS

Los recuerdos lloran 
y remojan el polvo 
de la casa de paja.
Los recuerdos me cuentan la historia
de una negra embarazada.
Los recuerdos huelen, besan,
hablan, cantan.
Los recuerdos me muerden la ausencia,
me visten de negro, me dan nostalgia.
Los recuerdos me peinan
y despeinan la palabra. 
Los recuerdos son olores
con sabor a nada.
Los recuerdos,
me pintan de noche lo amarillo
y de azul la madrugada.
Los recuerdos son,
negros dormidos en la playa.
Los recuerdos son 
palabras esdrújulas,
con acentos en la última sílaba.







LADO A LADO

Al otro lado de mi cuerpo, hay un rio.
Un pedazo de tierra, un monte público.
Al otro lado de mi cuerpo sueñan grillos.
Se siembra arroz ardiente, tilo, sexo, trigo,
besos aromáticos, manzanilla,
té mestruado, anís, vino.
En medio de mis piernas, corren los ríos.
Mis caderas en forma de cascada,
y un hombre doméstico.

Al otro lado de mi cuerpo 
se podan cidros, se injertan ombligos, 
la tierra suda con el agua.
La luna tiene coito con el verano,
mi boca poliniza tu oído. 
Para pasar mi cultivo atraviesas el río.
Un canalete erecto y un bote ebrio.
Te bajas del bote de un brinco.
No mojes tu destino.
Quieres buscarme, ubícame en tus sentidos.
Gusto para abrazarme,
vista para sexuarme,
tacto para escucharme,
olfato para mi cosecha arrodillada.
Al otro lado de mi cuerpo hay un río…







MI CASA

Mi casa,
es una casa, grande, de caza,
donde los gatos se comen la tarde.
Mi casa,
es un reguero de palabras,
donde se escucha la tijana
filtrándose en el aire.

Mi casa
es de perros y de gatos verdes
y cuando duermen
hacen fotosíntesis sus sueños.

Mi casa,
es una danza sumadora,
múltipla,
habitaresta,
dividida,
por negros fraccionarios,
con vestidos ordinarios
con un medio de palabras,
un tercio,
entre la espalda,
un cuarto para su sexo,
un quinto orgasmo,
un sexto entre su vientre,
Un séptimo beso ardiente
en,
te,
en,
tre,
el agua ardiente.






1 comentario:

  1. ¡Cómo adoro esta poeta! ¡La adoro!!!! Me declaro su lúbrica fanática.

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