sábado, 31 de mayo de 2014

MARGARITA FELICIANO [11.852]


MARGARITA FELICIANO

Poeta  italo-argentina, traductora, catedrática y crítica literaria. Cursó sus estudios en la University of California, Berkeley en el área de las lenguas romances. Asistió, además, a la Universidad de  Florencia, Italia, y a la University of California, Los Angeles. A su llegada a la York University, en Toronto, Canadá, en 1969, Margarita Feliciano fue coordinadora de la sección de italiano; también fue Coordinadora del Latin American and Caribbean Studies Programme (LACS), Coordinadora Cultural del Centre for Research on Latin America and the Caribbean (CERLAC), fundadora y editora de la revista literaria INDIGO y presidente de la Literary Translators Association of Canada (LTAC).Actualmente es coordinadora del Certificate in English - Spanish / Spanish-English Translation, Glendon College, York University, y directora de CELEBRACIÓN CULTURAL DEL IDIOMA ESPAÑOL (CCIE), que entre otras cosas organiza un festival anual de las artes hispanas del cual es socia fundadora. Pulse aquí para ver el programa del 21 Festival de la palabra y de la imagen/of images and words/des mots et des images: "De diásporas y retornos" (25 de septiembre-21 de noviembre de 2012). 

En el año 2005 Margarita Feliciano fundó la casa editorial_ANTARES, una casa editorial trilingüe (español/inglés/francés) especializada en textos de crítica literaria, de creación, de traducción y de difusión lingüística. 

Ha publicado numerosos artículos y traducciones, así como obra de caracter creativo. Hasta la fecha ha traducido siete libros, seis de los cuales son de producción poética -editada e inédita- mientras que el séptimo es un libro de enseñanzas religiosas y filosóficas hindúes. 

Margarita Feliciano se especializa en arquetipos mitológicos, poesía y traducción. Ha publicado en revistas literarias y ha participado en lecturas poéticas en Europa y en las Américas.  Recientemente su producción poética ha sido objeto de atención crítica en una tesis doctoral sobre poesía hispano-canadiense. Preparación lingüistica: español, italiano, francés, portugués. 

En 2006, el Registro Creativo dedicó a la CCIE una exposición mural y virtual de poesía y arte, que se puede visitar aquí. 

En 2008, recibió el galardón de "una de las diez personas hispanocanadienses más influyentes" ("10 Most Influential Hispanic Canadians"). 





Penélope

Long, long ago
her body not yet the food of myth,
she sat
and stared,
and her hands were the tools
she used to weave her absent-minded cloth
both shield and stronghold,
talisman to ward off predatory stares,
key to her freedom to look upon the sea,
to hold close to her heart
the broken shells of memories,
to re-create upon the sea waves
the winter goblet of his kisses,
and the look in his eyes
when the boat pulled away from the shore.

And she waited for him
while her hands
churned and unchurned flowers made of thread
her gaze was fixed on the blue horizon
to fathom lacy whiteness of a sail
upon the inky sea.
Her flowing robe floated in the wind
and her heart, a young stallion,
galloped and reeled on the wide expanse.

She came to me upon her lyric chariot,
sister and counter-soul,
shining example of fortitude in love.
And then, did he return?
My hands move absent-minded on my books,
and on the white sea-gulls of the pages,
as I conjure up charms
to keep away the predatory stares,
I see my heart a stallion on the beach
as I look on in my internal sea.





El Hombre y la Alondra

Era un domingo claro y luminoso
perdidos andábamos,
alegremente perdidos por el mundo
entre los simulacros
de un jardín de ruinas
donde lucían al sol
frontispicios y capiteles
de antiguos templos helénicos,
y rosetas de piedra gris,
sus pétalos levemente carcomidos por la intemperie.
Y el sol se volcaba pecho afuera,
como un pichón recién nacido,
sobre las cornucopias inmóviles,
sobre el moho gastado de las inscripciones,
y nos traía jirones de luz
a las manos ateridas
e invisibles espuelas a los pies.
Avanzábamos, tú y yo,
hacia la blanca escalinata,
impelidos por el deseo de encontrar un refugio
un oasis de nieve,
donde pudiéramos saborear
nuestra intimidad
y seguirle la huella
a un contacto iniciado
en la penumbra azul del cuarto.
Tú y yo avanzábamos hacia el banco,
cara al sol,
resguardados por el escudo
que una vez señoreó con su alarde de piedra
sobre algún edificio de noble venalidad.
En la distancia se recortaban
las tupidas siluetas de los pinos
contra el cielo,
su negro verdor estallaba
con voces y presagios inmanentes
y la primera alondra
escondía su grito,
emitía su mensaje vital hacia nosotros.
Entonces tú, contagiado de inocencia,
hablaste en el lenguaje
primeval de la alondra.
Se sucedían los llamados
en corriente alterna
no se sabía hasta qué punto
tú te habías vuelto pájaro
ni tampoco si en la voz escondida
se vislumbraba un embrión de hombre.
Y así seguía el vaivén de los llamados
estremeciendo toda la mañana,
echando a andar al mundo
con la ternura animal del primer día.
Y yo, limpia de engaños como tú,
presenciaba el milagro
y veía renacer el mundo
movido por el eje del amor,
ese amor que salía de las ruinas
y se esponjaba a la luz del sol.





Un Día

Un día quedarán nuestros cuerpos inmóviles,
endulzados por espaciosa claridad,
el sol se colará por las rendijas,
la tarde, en su llegar, no nos hará violencia,
y la noche nos traerá sus alfileres
de cisnes extasiados
en la contemplación de su sombra.
Un día quedarán nuestros cuerpos inmóviles,
nuestros labios musitarán palabras mudas,
de una aureola de hierba coronadas las sienes,
de un voluptuoso arrobo entornados los ojos.
La casa en que vivimos cobijará el sonido,
pasos apresurados se oirán por los cuartos,
y nosotros, tú y yo, tomados de las manos
navegamos callados por un mar de sargaso
entre algas huidizas y peces movedizos
mástiles y gaviotas vislumbradas en lo alto
y el rotamen de velas, crujiendo contra el viento
nos columpiará ese día
en que quedarán inmóviles los cuerpos.







Regreso
(A F.A.)

Cuando vi las luces del puente
yo supe, amigo
haber alcanzado la perfección de los ciclos completos.
De tus ojos emanaban
miradas de ternura
y se alojaban en mi ser
al buscar las palabras oscuras
que una vez nos dijimos.
Oh, amigo mío,
tú que me tienes de la mano
y compartes conmigo la alegría secreta
de los que aprendieron a sufrir,
veo que cambió tu cara
y que tienes los ojos
empañados de pena
y que tu compasión humana
se transformó en exuberancia tranquila,
en sabiduría mesurada
mientras escuchas.
Aquí en esta mesa frente al mar
con los focos que brillan como lunas pequeñas,
me siento en paz porque me comprendes,
soy feliz y con ganas de cantar.






El Granjero Audaz

Con tu rostro azotado por ráfagas de nieve
Te imagino sonriente;
tu cuerpo inmenso ágil,
generando calor,
calidez de ternura animal
que se esponja por dentro
y se te escapa por los poros,
subiendo liviana
hacia zonas heladas.
Te veo trabajar apaleando la nieve,
subiendo y bajando,
dueño y señor de tu elemento,
sumido en ese mundo,
la granja tu epicentro,
con esas extensiones tan propiamente tuyas
que ahora van cubiertas de nieve,
y que luego, otros días,
serán verdes,
fecundadas
por tu señorío,
por esa sonrisa dulcemente audaz
que se irradia en tu rostro.







Tango

Uno de estos días
el recuerdo andariego gira
en volutas de humo
en el cerebro
calcinado por la fatiga,
 despliega su arabesco monótono
relame su lengua rasposa,
húmeda,
en los antros de mi ser,
se tuerce y se retuerce
insistencia de feto que viene a la luz
El cielo se ahoga en el mar de la luna.
El monte recoge sus faldas,
las seca y las reseca
las saca y las resaca
y sacude su crin.
Sedienta, yo
saco secos sacos de rocas.
¡Ay amigos! ¡Qué tango que es la vida!






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