sábado, 10 de mayo de 2014

ERIK VARAS [11.657]




Erik Varas 

Nació en Chillán (Chile) en 1978. Ha publicado DE CONTRABANDO. Ediciones Literatura Americana Reunida (LAR), 2013. Es Poeta, Gestor Cultural y Animador a la Lectura. Ha sido premiado en diversos concursos nacionales e internacionales: Tercer Lugar del Concurso Internacional de Poesía TALLER GREDAZUL y la Sociedad de Escritores de Chile, 2012, Primer Lugar,  concurso “Historias de nuestra tierra” organizado por el Ministerio de Agricultura de Chile, 2012. Primer Premio Concurso literario Gonzalo Rojas Pizarro, Lebu, 2013. Ese mismo año obtiene el Premio Ceres a las Artes Regionales del Biobío en la Categoría Poesía. Ha sido publicado en la Antología Americana: Todas las Voces, por Ediciones Vicio Perpetuo, Lima, y en la  Antología del Mundo Rural 2012 del Ministerio de Agricultura de Chile. Ha hecho presentaciones en el   II Festival Internacional de Poesía ARIQUEPAY 2013, Arequipa, Perú. En agosto 2013 participó en el 2ª Feria del libro y Primer Encuentro Internacional de Escritores de Artistas del Acero en Concepción. Es Diplomado de Fomento a la Lectura y Literatura Infantil y Juvenil de la Pontificia Universidad Católica de Chile, estudia Pedagogía General Básica en Universidad Andrés Bello.



Selección poemas de De Contrabando de Erik Varas
Ediciones LAR, 2013.



CLAUDIA

La abandoné en el Paseo Bulnes:
sentada, no esperaba nada del mundo
y vomitaba juventud a los 30.
Era chilena con un fatal pasado europeo
que no mencionaba por el pudor de los demás,
en ocasiones, cuando se emborrachaba
o tirábamos por varias horas
me decía con dulce agonía
que ella estaba muerta en Bruselas.
Era loca lectora de poesía francesa
encantaba ese vicio suyo por los libros.
Frenéticamente leía a Foucault
pero refulgía como la muerte
entre polvo y polvo
al leer “La casa del incesto” de Anaïs Nin.
Me trasvasijaba hacia ella
cada gemido poema palabra.
Era un manojo atrevido de nervios
que odiaba este país de mierda,
en realidad odiaba todo
en pequeños intervalos de ternura.







EL CONTRABANDISTA

Algún día haré lo que me dé la gana -se dijo-.
Y si algún hijo de puta moralizador se mete, tendrán que sacarlo del río. 
W. S. Burroughs

La encontré en el tiempo en que me zumbaba la muerte
y vivía como pistolero,
apuntándole a la brisa y a la noche
viviendo en una pieza sin ventanas
con un catre de madera, prestado
y un colchón de libros
escritos por muertos.

Se me instaló como humo en los ojos,
como una de mis balas perdidas
asimilada insonora
o inocente dialecto de cárceles.

Aquel tembloroso año
desde la ira hasta la emoción nueva
me volví contrabandista:
Un contrabandista de mí mismo.






EXPLORADOR DE ABISMOS

Ya no seré
explorador del abismo
mi hondura es insuficiente
y el temple, incorregible
apesta a una escala de lutos.

Debimos conformarnos
con la poesía;
nosotros, marginal mezcla
de militancia y ameba
sujetos a la inútil
tentación de decir nosotros.
Pues, de origen y casualidad
se deconstruye el sepulcro
donde se arrojan
nuestros mártires
sobre todo, en estos tiempos
en que la cordura
es un instrumento de cuerdas
desencajado
de tanta música repetida.

 




Palabra, experiencia y territorio en De contrabando de Erik Varas
Ediciones LAR, 2013.

Por Pablo Lacroix


La palabra contrabando hace referencia a la ilegalidad, también a lo prohibido y al concepto de mercancía. La pregunta en este caso es cuál es la mercancía, cuál es lo prohibido y qué es lo ilegal que propone Erik Varas en este libro. Posiblemente, luego de unas cuentas lecturas, el contrabando de Erik sería justamente la palabra, la experiencia de vida y el territorio.

Aquel tembloroso año
desde la ira hasta la emoción nueva
me volví contrabandista:
Un contrabandista de mí mismo.

(De EL CONTRABANDISTA, pág. 16)

De contrabando es un poemario que trabaja la escritura bajo tres perspectivas cruciales; la experiencia del autor con el entorno, con su pasado y con su labor literaria. Podemos observar, que el gesto poético se entrelaza en gran parte con las correferencias de autores guía, como son Baudelaire, Antonio Cisneros, Burroughs, Auster, Luis Badilla, Roberto Bolaño, Pablo de Rokha y Martin Sheen, elementos intertextuales que dirigen la lectura, la complementan y potencian.

Con turbia sed de altares
en el bar donde moran los pobres
o sobre el rumor de bodegas
meaderos y vómitos
naufraga en seco
el lenguaje del vino.

(De EL LENGUAJE DEL VINO, pág. 30)

El territorio y la experiencia de un sujeto acomplejado por el vivir, acomplejado por el habitus, es uno de los temas que más preocupa al sujeto lírico. El vino, en este caso, se transforma en lenguaje y spleen, en melancolía y retórica, en recurso lingüístico para enfatizar un estado barroco, contradictorio y de excesos. De alguna u otra forma, lo líquido en este libro cobra un rol protagónico, como una sustancia sostenedora, como un campo discursivo que sustenta el mundo de las ideas.     

La palabra
al otro lado de la imaginación
es la tierra
al otro lado del mar.

(De PALABRA ROBADA, pág. 32)

La maquinación retórica de Baudelaire sobre el vino en este libro se aplica con agudeza. El brebaje, como fértil instrumento de escritura, aquí se relaciona con el simbolismo cristiano en tanto reflejo de destrucción, de tragedia y extinción de la vitalidad. Como escribió Baudelaire; “No vale todo ello, oh botella profunda, /el penetrante bálsamo que tu fecundo vientre / ofrece al corazón del poeta abrumado”; pero también ofrece, esa clarividencia fulgurante, como en el poema El barco Ebrio de Rimbaud, o como en el poema 7 DE JUNIO 2011de Erik Varas:  

Ayer alcancé a Cristo en su revolución
y como una secante atravieso, prófugo, la edad del mundo.
Ágil engatuso la escritura mural
y la palabra alcohólica
con las que remilgo
el contrato de mi pasado.
Ya no quiero ser el héroe a sorbos de hastío.
Ya no puedo ser Rimbaud en el matadero.

(De 7 DE JUNIO 2011, pág. 33)

El barco como navegación, el Cristo como estaca, la palabra como arqueología del pasado. Sin embargo, esa navegación también circula por los planos de paisaje, por los territorios de la infancia o esa vida ya perdida, la que se guarda en la memoria. Aparecen en este libro, referencias a tres ciudades, una de ellas es Lebu; “te llamó la voz aborigen / hermana del kultrún /que talló su sonido /en la púa del alambre /mordiendo el laurel” (25), a Chillán; “Chillán es el fuego /de los amigos muertos” (37) y también a Pemuco “las huellas digitales de carretas y mitos; /olor a paisaje / atraviesa el cristal /como el dolor de deudos / atraviesa cementerios” (41). Todas bajo una estética melancólica, bajo un foco retrospectivo y suave. Como una brisa que se unde con la memoria, moviendo los hilos, arremetiendo contra la tristeza. 

Sin lugar a dudas, De contrabando es un poemario certero, preciso en su estética, directo y fino. Pulcro en su enunciado, con carácter al momento de fijar el objetivo, el modo en que trabaja la palabra, la experiencia de vida y el territorio. Como golpe Knock Out, el hablante termina con una sentencia, a modo de Epílogo, de finalización de al menos este proceso de escritura, una sentencia que nos remece como lectores y nos define una de las tendencias literarias más poderosas y antiguas de la literatura, la poesía:

“El Poeta es un contrabandista de sí mismo con la realidad”

(De EPÍLOGO, pág. 46)

De Contrabando es, a fin de cuentas, una obra que sitúa al lector en una poderosa corriente de experiencias fúnebres, de amores descompaginados, de retóricas abyectas y figuras que reflejan el habitar de la memoria, como un soporte doble, como un oleaje destructivo y a la vez conciliador.


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