miércoles, 15 de octubre de 2014

ABEL ALARCÓN [13.675] Poeta de Bolivia


Abel Alarcón

Abel Alarcón fue un intelectual y político boliviano, cuya vida transcurrió en su país y en el extranjero, producto de la inestabilidad institucional.


Nació en 1881 en La Paz (Bolivia). Falleció en 1954.
Graduado en Derecho por la Universidad de La Paz en 1903, impartió clases de castellano y literatura en español en universidades e institutos de Bolivia, Chile (1920 a 1922, con motivo de la revolución) y Estados Unidos.

Fue Senador, dirigió la Biblioteca y el Archivo nacionales. Fue secretario de la Academia Boliviana de la Lengua (sección castellano) y secretario general de la Universidad de la Paz, además de oficial mayor de instrucción pública.

Publicó obras de todo tipo: novela, poesía, ensayo, artículos en la prensa, traducciones, etc.

Obra

Pupilas y cabelleras (1904).
De mi tierra y de mi alma (1906).
El imperio del Sol: canto a la confraternidad de Hispanoamérica y homenaje al pueblo de La Paz en el centenario de la independencia (1910).
En la corte de Yahuar Huácac (1915).
California la bella (1926).
Relicario (1936).
Era una vez (1935).
Cuentos del viejo Alto Perú (1936).
A los genios del Siglo de Oro (1948).




La abadesa

Por el jardín paseaba la Abadesa
Leyendo una oración de su breviario
Sus ojos eran de un azul turquesa,
Su tez como el marfil de su rosario.

Así cruzaba la divina obsesa,
Defendida de un mal imaginario,
Por aquel corazón que su pureza
Bordara en su bendito escapulario.

Junto a la hoja sagrada que leía,
Tierna recordación, simbolizada
En una seca flor la entristecía.

Cesó su labio de moverse en rezo,
Su pena se vertió cristalizada,
Y en la cruz y en la flor puso su beso.






Pascua

Elevó, adusto, el sacerdote anciano
de ácimo pan la nítida blancura;
trazo el signo de un símbolo su mano
y consumo la mística figura.

Plegóse en el altar velo liviano
Y ante el pueblo, en beatifica postura,
Fulguró el sol flamante y soberano
De la enorme custodia, su hermosura.

Un torrente de luz bañó las naves;
Hubo explosión de gloria en el himnario;
Surgieron del armonio notas graves;

Cuando entre el humo undívago del ascua
Del coro voló un ave al campanario,
La campana mayor repicó a pascua.






LA AMISTAD

Vuestro amigo, es la respuesta a vuestras necesidades. 
Es vuestro campo, que sembráis con amor, 
y cosecháis con gratitud. 
Y es vuestra mesa, 
y el fuego de vuestro hogar. 
Porque acudís a él para saciar vuestra hambre. 
y lo buscáis en procura de paz. 

Cuando vuestro amigo revela sus pensamientos, 
no teméis el " no " en vuestra propia mente, 
ni retenéis el " sí ". 
Y cuando el guarda silencio, 
vuestro corazón no cesa de escuchar a su corazón. 

Porque en la Amistad, 
todos los pensamientos, 
todos los deseos, 
todas las expectativas, 
nacen sin palabras, 
y son compartidas con callado gozo. 

Cuando os separáis de vuestro amigo, 
lo hacéis sin aflicción. 
Porque lo que más amáis en él, 
puede ser más diáfano aún en su ausencia, 
como para el alpinista la montaña aparece más despejada desde la llanura. 

Y dejad que en la Amistad 
no exista otro propósito 
que el de profundizar el espíritu. 
Porque el amor que busca otra cosa, 
que no sea la revelación de su propio misterio, 
no es amor, sino una red tendida, 
y solamente lo inútil es pecado. 

Y procurad que lo mejor de vosotros, 
sea para vuestro amigo. 
Si debe conocer vuestra bajamar, 
dejadlo conocer también vuestra pleamar. 
Porque ¿qué amigo es aquél 
que tuvierais que buscar para matar las horas? 
Buscadlo con horas para vivir. 
Porque es misión suya 
llenar vuestras necesidades, 
pero no vuestra vaciedad. 

Y, que en la dulzura de la amistad 
haya lugar para la risa, y, 
para los placeres compartidos. 
Porque en el rocío de las pequeñas cosas, 
el corazón encuentra su mañana, 
y, toma su frescura. 


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