martes, 24 de enero de 2017

WALTER LEZCANO [19.896]


WALTER LEZCANO

Walter Lezcano (Goya, Corrientes, Argentina  1979).  Docente de Literatura. Editor en Mancha de Aceite. Periodista freelance.  
Publicó Jada Fire (Difusión Alterna, 2011), Los Mantenidos(Funesiana, 2011), Tirando los perros (Gigante, 2012), 23 patadas en la cabeza (Difusión Alterna, 2013, Eloisa Cartonera, 2015), Humo (Vox, 2013), Calle(Milena Caserola, 2013), El condensador de flujo(La carretilla roja, 2015), Los Wachos (Editorial Conejos, 2015), Fractura expuesta(Interzona, 2015), La vida real(Viajero Insomne, 2015), Suena el afilador de cuchillos (Nulú Bonsai, 2016), 2 Poemas (Ediciones Arroyo, 2016), Working class hero (El ojo del mármol, 2016), Rejas (La carretilla roja, 2016) y Violencia doméstica (Santos locos, 2016).

Participó de las antologías: Esto pasa. Poesía en Buenos Aires (Llanto del mudo, 2015), Nunca seré poesía. Obra poética de Ricky Espinosa (Milena Caserola, 2015), Una remera rockera (ArteZeta, 2016) y Pobre diablo (Pelos de punta, 2016).



El desvelo siempre tiene causas concretas

Me importa muy poco el mundo y las guerras y el hambre:
se me cortó internet mientras buscaba una casa para mudarme.
Ese es mi problema.
Ahora mismo que es tarde
busco paredes nuevas y un techo sano,
un barrio con iluminación y asfalto.   
¿Qué posibilidades tengo de lograrlo?
Todo lo que me pidieron no puedo conseguirlo:
no tengo garantías ni escritura ni dos meses de adelanto
más un mes de depósito
y algunas otras cosas que no me estoy acordando.
Tampoco las tengo.

¿En serio es ese mi problema?
No sé.
Se me cayó la conexión y pienso que mientras la tenía
era feliz.
Es una locura: pero es algo concreto y real.  

Miro mi biblioteca. Necesito hacer tiempo: fabricarlo.
Agarro un libro. Cualquiera.
Yo sé que no voy a leerlo, que me voy a quedar mirando
si viene o no la conexión.
Igual lo abro porque también me gusta mentirme.
Las letras son grandes. Ya no sé qué significan.
Trato de seguir ese dibujo, recordar el sonido del abecedario.
Miro el monitor y vuelvo inmediatamente a la página.
Sin embargo, internet no vuelve.

Me siento como el personaje ese que se la pasaba esperando.
Estragón no. Otro. Era de una novela argentina. 
No importa.
Ya me olvidé de que me quería mudar.
Ahora sólo quiero navegar en Youtube
porque me acordé de un tema que estuve tarareando esta tarde.
Trato de recordarlo. Tarareo cualquier canción menos esa.
Me paro y busco esa melodía en el baño y en la cocina.
Ese es mi problema ahora mismo. 




¿Y si internet no vuelve más?

Me aparece un triángulo amarillo
donde tendría que haber una pantalla libre.
Ese obstáculo me pone nervioso. Incluso me da miedo.
Me domina como me dominaba una novia con el sexo.
Ella me decía que me portara bien porque si no
no me iba a dejar cogerla.
Y yo era en lo único que pensaba: en su concha diabólica.
En meterme en ella como un pecador
que, sin embargo, puede lamer el más dulce de los paraísos.
Entonces me portaba bien.
¿Ahora cómo me estoy portando? 

Quiero llamar a alguien para contarle que no tengo internet
y que tengo problemas reales
y que me quiero mudar
y que no puedo ser feliz.
Pero esas son cosas que la gente ya no hace. 



Los huerfanitos

Como no tengo papá
ni mi sobrino de 9 años tampoco tiene
nos juntamos y fuimos a ver X-Men: días del futuro pasado.
Después aprovechamos un 2 X 1 en Mc Donald.
Ahí hablamos de Wolverine y de Magneto
de mutantes y superhéroes
de poderes y malformaciones genéticas
y de por qué Batman le rompe el orto a Superman. 
Estuvo buenísimo.  
Casi ni nos acordamos de que hoy fue el Día del padre. 

En el bondi camino a una escuela.
Parece que toda mi vida transcurrió en lugares como éste:
llenos de desconocidos con las ilusiones
en terapia intensiva.

Tengo la clase preparada en la mochila
pero no corregí los trabajos prácticos ni las pruebas.
Hay veces en las que sólo soy un fracaso.
Quisiera poder con todo:
agarrar las hojas de mis alumnos de tercero
y darles un reboque y un fino
y al final ponerles un número que los deje contentos.
Pero no: lo real es que anoche
me colgué descargando música.
Algo que también es importante para la salud.

De pronto ocurren dos cosas:
1-El colectivero se pone a hablar por celular.
2-Me sobreviene una erección.

¿Qué hora es?
En fin, es temprano para morir
y para dejar que una calentura fantasma me robe el show.
En cualquier caso,
quiero sobrevivir
porque tengo que dar una clase
porque quiero seguir cogiendo
y porque todavía mis enemigos,
los reales y los imaginarios,
siguen vivos.     




Mi vieja todavía no tiene casa.

No es que viva en la calle
es que todavía no es dueña de ninguna de esas propiedades
que la gente llena de cosas inútiles
y les dice hogar.

Mi vieja alquila
y putea cada día de su vida
porque siente que tira la plata
que la desperdicia
que la regala.

Mi vieja estuvo averiguando
si el gobierno no le regala una casa
o al menos
le da un terreno
pero no tiene suerte con eso.

Mi vieja se muda cada dos o tres años.
A veces consigue casas lindas por poca guita
otras consigue casas que se caen a pedazos por poca guita
y a veces no consigue casa
y para en lo de alguna amiga.

Mi vieja sueña con su casa.
Creo que es lo único que la mantiene viva.
Cuando nos vemos me cuenta de dónde sería lindo vivir
de cómo organizaría los muebles
de cortinas hermosas cubriendo ventanales enormes
de ambientes cómodos
de patios y flores y techos de tejas.    

Yo una vez escribí una novela
para mandarla a un concurso
que tenía como primer premio 50.000 pesos.
Me parecía que con eso le alcanzaría para cumplir
su sueño.
Pero la novela estaba muy mal escrita y no gané ni una mención.

Mi vieja sigue anhelando su casa.
Y yo lo único que pude hacer por eso es escribir un poema.
La poesía no sirve para nada.





Larga distancia. 

La vez que vi 
cómo mi padrastro
arrastraba a mi vieja por el piso 
y yo sabía 
que había un arma en la mesita de luz de él.

La vez que estábamos en un bar
con la cerveza a punto de terminarse
y en la vereda de enfrente 
se peleaba una pareja
a los gritos
y todos nos quedamos en silencio
porque sabíamos que detrás de todo ese ruido
se venía algo peor. 

Ese martes 
que mi vieja se distrajo
y yo me distraje 
y de golpe no la vi mas
sin saber adónde ir, me senté a llorar
preguntándome
¿dónde            mierda                  vivo?

Las noches en las que sentimos algo
y nos despertamos como si el colchón nos quemara
y los dos decimos a la vez
¿qué fue eso?
nos miramos sin encontrar respuesta
pero sabiendo que cuando el sol saliera nos íbamos a enterar
de alguna muerte
y entonces pensaríamos y lo diríamos a la cena
“qué groso sería estar lejos de todos
estos forros de mierda
que nos quitan el sueño”.




Humo (fragmento)

Te decía:
yo por ese entonces
buscaba algo de luz en lugares oscuros,
algo más que sexo gratis
con olor a cerveza y a humo arrodillado.
Me iba de casa a la tardecita,
el sol bajando para que yo suba a una vida mejor,
y salía a cazar cosas con nombres raros.
Amor es una palabra estúpida,
pero si te toca
te arrastra y te arranca la piel del pecho.
(Esta es una metáfora estúpida)
Quería encontrar algo como eso.
Algo que no se pueda nombrar.


Caminé unas cuadras por el barrio
hasta la parada del bondi.
Las calles se confundían con la noche.
San Francisco Solano se desplegaba
en todo su esplendor.
La tierra que nadie sabe dónde queda.
Siempre escucho la misma pregunta:
¿de dónde dijiste?
Y si bien esto es Quilmes
no tenemos nada que ver con Quilmes.
No nos hacemos notar,
pero nos mojamos la oreja, sacamos pecho
y nos mantenemos despiertos hasta cualquier hora
para protestar contra esa fuerza extraña
que nos corta la sonrisa a la altura de la garganta.
Nos faltan un montón de cosas
que ya no importa nombrar.
Nos importa un carajo.
De todas formas jode.
Pero estábamos con el paisaje
y éste no se consigue en el Louvre.
Somos únicos.
Eso es muy importante.
Con el asfalto como utopía,
con un arroyo atravesando el cuerpo de la ciudad,
esa vena coagula agua sucia y restos de comida.
Vas a ver esos barcos de plásticos a la deriva
llamados Figureti, Waldo, Trompis.
 Y cada lluvia
convierte la mugre en lodo
 y eso en pequeños ríos donde los pibes se bañan
los días de calor.
El tema es:
¿Quién se morfa los tesoros?


Te contaba:
cada casa,
 ¿se puede llamar “casa” a esas cajas de madera,
a esos alambrados tambaleantes?
¿Y esos pozos mutilados que están al frente
y algunos llaman jardín?
Cada una tenía prendida un foquito de 60 watts,
la tele  sobre el plato,
y algo perdido o esquivo.
La felicidad es un buen chamuyo
del que alguna vez oímos un silbido,
esa lejanía que te empuja una mueca
muy parecida a una sonrisa.
Pero no es ni ahí.
Levanté la vista:
el cielo estaba a punto caramelo.


Mientras esperaba,
mientras el tiempo se deslizaba suave
saqué un pucho que le robé a mi novia.
La recordaba colocándose el tabaco entre los labios,
chupando,
consumirse la garganta a través de un papel
la hacía sentirse suicida.
Pero nos morimos a cada momento.
Lo miré un segundo y lo guardé.
Yo no fumo.
Nada más me gustaba tenerla cerca de esta manera.
Esa pequeña cosa inflamable sin sentido
era un pequeño santo al que ella le rendía tributos
 y devociones,
y largos besos también. 
Llevaba su marca,
la llevaba a ella
o eso quise creer.


Llegó el colectivo.
Me subí.
Saqué boleto de uno diez
cuando tendría que haber sacado de dos pesos.
Los asientos estaban sucios:
no me llamó la atención para nada,
 por estos lugares
a nadie le importa dónde apoya el culo.
Me doy cuenta
al ver esas nenas desbordadas por su cuerpo,
panzonas,
preñadas.
El manoseo es un camino peligroso,
lo sé porque yo nací de una noche indeseable.
Los veía mientras doblaba el colectivo.
Eran tantos,
aún son demasiados,
todavía niños contra el paredón:
fusilándose.
Ella con el clítoris al palo,
él que no puede controlar sus manos
parece no creer lo que está viviendo
porque necesita comprobarlo con el tacto,
los hombres somos así.
Un toque,
apenas un roce.
Lo demás es un exceso innecesario.


¡Qué locura creer que la noche enseña algo!
La escuela de la calle es una mentira,
siempre lo supimos,
pero las mentiras
te bancan la parada cuando todo se apaga.


El bondi me deja cerca del lugar:
voy al recital de un amigo.
Mi amigo toca la guitarra,
la enchufa a dos veinte y lo que se escucha
es pura electricidad,
hace ruidos con ella:
sonidos que se chocan, expanden,
se contraen, ensucian.
Dice que eso se llama rock.
Cree que está contribuyendo  a una causa.
Esa música, ¡por dios!
viene arruinando vidas
desde que nació.
No hace falta dar apellidos
no soy buchón.
Los jóvenes siguen confiando,
tocando
pagando
soñando
viviendo
en nombre del rocanrol.
Me pregunto
si hay esperanzas para ellos
si hay esperanzas para nosotros
si hay esperanzas para alguien.


Camino  dos cuadras oscuras
y llego al lugar.
En las esquinas los pibes se reúnen
alrededor de la angustia,
que parece alegría desquiciada,
euforia envasada y efervescente.
Estoy viejo.
¿Qué importa?
Mis sueños son imposibles,
eso me da soltura y tranquilidad.
Puedo pensar, entre otras cosas, que mañana
el día será una parada más de esta gira interminable.
Pero estábamos con los pibes,
¿Quién más puede ser tan arriesgado,
tan temerario a esa hora imprudente?
Vi a un grupito:
chicos, chicas y todas las posibilidades,
estaban tomando algo extraño en una botella de plástico.
La búsqueda inagotable de certezas, ¿no?
Se frotaban las manos,
yo me subí el cuello de la campera
y sentí un ligero escalofrío.
Estaban desabrigados
pero hermosos.
Ser joven es ser hermoso.
Son esos años donde la ansiedad
te come los codos.
El futuro es todo lo que está por venir
y no un espejo maltrecho del pasado.
Los miré,
ellos  quieren cargarse de recuerdos
de momentos inolvidables.
Y tal vez lo hagan,
pero pasarán.

La mugrosa puerta de entrada del local
estaba rodeada de afiches que nombraban el pasado:
Pobres dementes, Motor Loco, Destrucción masiva,
Los leches, A-D 90, y así.
Cuánta gente haciendo cosas,
peleando contra el viento
justificando su existencia ante la nada.
Esta es la prueba de que el tiempo existe
o de que ninguno va a sobrevivir
a la acumulación de días y horas
y momentos desechables.
Me cobraron la entrada,
sonreí ante tamaña injusticia
porque el arte
ahora tiene marcas indeseables.
No importaba,
todavía alcanzaba,
iba a tirar de la soga a fondo,
buscarle el límite y pasarlo.


Entré:
la oscuridad es un color tan luminoso
y tan atractivo
que podría vivir en él todo un sueño.
¿No comprendés que la repetición
es la forma más sutil del olvido?
Esas baldosas
en las que apoyé orgulloso mis pies
me daban seguridad.
Con tantos rieles encima,
historia nocturna y eterna, 
estaban, estábamos, escribiendo el futuro.
Y ojalá el futuro
no venga nunca
que nos divirtamos toda una vida,
una vida que dure una noche eterna y fugaz
así no me aburro,
así nos damos cuenta
que nada se repite
 y todo es hijo del tiempo,
de esos momento en donde
la vida se aleja de la realidad.
¿Vos me entendés? ¿No es así?
Si,
nos estamos entendiendo.





Violencia doméstica
“Los imprescindibles” - Santos Locos – poesía - 2016


Los criminales
escuchan música romántica
pagan sus impuestos en fecha
lloran con el final de la novela
toman birra del pico de la botella
y se cansan cuando van al gimnasio.

La gente especial
es aquella
que logra curtir
en Año Nuevo
no se impresiona por el cinismo
y trata bien a los peces.

A veces caigo en la trampa
de buscarle
sentido a todo.
Sos caótica.

Otra vez
me pedís que te pase
la lengua por el ano.

Llueve.
Sigamos en la cama
un rato más.//





Estuve tratando
de recordar
los apellidos
de mis maestras.
Fue imposible.

Ahora lo entiendo:
tampoco recordaba
sus rostros.

Lo que sí
tengo presente
es el pelo rojo
de una suplente.
¿Qué será de ella
ahora que estoy tratando
de salvarla?

Suena el timbre de casa.
Voy a hablar de esto
con los evangélicos
que siempre vienen a esta hora.//





Hikikomoris en Solano

Pongo miel
en uno de tus pezones.
El izquierdo.
Succiono.
Mi vida está en juego.
Cuando termino
le toca el turno
a tu otro pezón.
Cuando ya no queda nada dulce
te cuento mis peores miedos,
mis mayores alegrías.
Hablo de mis padres y de la pobreza.
También te cuentos de bandas y de Salinger y de Wes Anderson.
Después te toca a vos
hacer todo eso.
Y a mí otra vez.

Así
hasta que
-por suertenos
morimos.// 



Siete episodios ordinarios


1

no sé si existe el paraíso
no sé si este cielo es
fruto del calentamiento global
pero me gustaría decirte
que mientras te bajaba le calza
para chuparte la concha
un rato largo
y después cogíamos con fuerza
de parados en la cocina
me sentí muy bien
porque el tiempo se detuvo
fue casi
como lograr un milagro
o vencer eso que nos hace viejos
y nos deja al costado del camino
mientras la vida pasa
bueno, lo logramos
ahora voy a probar con otros milagros
como por ejemplo
aprenderme tu número de documento
comprarte cremas humectantes de tu marca favorita
y decirte te amo
cuando estás despierta


2

si vas a hablar de monogamia
dejame que te cuente de algunos terremotos
si vas a nombrar al destino
dejame que te hable de ciertas tormentas
si vas a pronuncias la palabra “corazón”
dejame que te describa la cara del infierno

las iglesias y los trabajos
nunca nos dieron las respuestas
esperadas
nuestros padres tampoco
por eso cogemos
y por eso hacemos silencio
después de acabar
y de probar nuestra transpiración
porque no hay forma de vencer la soledad
y sabemos que a veces
-muchas vecesnecesitamos
de alguien más
que a nuestro ego.

yo te vi de frente y desnuda
y quise morirme ahí mismo
ahora estoy despierto
con la palabra belleza en la punta de la lengua
esa misma lengua 
con la que te lamí las tetas, las axilas,
los talones, el cuello
todos esos lugares donde me gustaría irme a vivir

suena un celular
nadie lo atiende
la estamos pasando bien
la mejor parte es cuando volvemos a coger
y sabemos que el porno no nos enseñó nada
que nos dejamos llevar por la piel
el jadeo
las rodillas
y la presión de nuestros puños
el placer es así
no dejar que el mundo entre
a esta cama


3

ahora que aprendí
que la saliva
sirve para esto
siento que el sol
brilla con más intensidad

todo sería inútil
si no pudiese
obedecer tus órdenes
que me dicen uno o dos dedos más

el calor es todo
lo que tenemos
en este momento
es nuestra cuenta de ahorro
nuestro futuro
y además será nuestro recuerdo
de la vez que cogimos
en una plaza
y después la seguimos
en el baño de casa

pero eso es el mañana
ese tiempo al que llegaremos
destruidos
pero con algo para contar
como por ejemplo
esa vez que cogimos en la plaza
y la seguimos en el baño de casa. 


4

te cuento de mi día
mientras preparás
unas milanesas
martes
de cosas ordinarias
como un choque
entre la combi y una ambulancia
¿cuántas milas te comés?
me preguntás
y te miro la bombacha
cocinás así
casi sin ropa
y el mundo mejora a cada puto segundo
no me gusta responder nada
porque me hago el rocker
que tiene problemas con la autoridad
por eso meto la mano ahí
para tocarte
acariciar donde me dejes
vos sos la jefa
yo me arrodillo
primero te huelo
es posible que ya tenga una erección
y no me importe tanto
como esto de aprender a chupar bien, con ganas y con inteligencia
te acomodás
y el planeta gira a tu alrededor
qué cosa increíble estar vivo
en una cocina
donde el olor a fritura lo inunda todo
y de golpe
pinte una concha y que mis pupilas gustativas
capturen
este instante inoxidable

acabás
soy malo en cualquier trabajo
pero te hago acabar
esa es mi fuerza productiva

¿cuántas milas te comés?
me preguntás
ahora sí te quiero contestar
te contesto lo que quieras

prendés la hornalla de siempre
ponés la sartén con aceite de oliva
y metés la primera milanesa
sonreís
después me pedís
que lave la verdura
está perfecto
hago lo que me pidas 


5

no sé si te acordás
de esa madrugada
que me despertaste
con una chupada de pija
y un beso en la boca
yo me acuerdo de todo
y más esta mañana
que te fuiste muy temprano
y me dejaste solo
con internet
y un picadillo de hígado
en la heladera

son cosas
que no podés hablar con nadie
para eso existe la poesía y el sexo
para darle forma a lo inconcebible
para estar solo y no morir

cuando volviste a la tarde
yo me hacía el escritor
pero sólo había escrito
dos oraciones muy malas
en una novela imposible

te hiciste un té verde
sacaste de la cartera unos bizcochitos de grasa
y antes de darnos cuenta
estábamos garchando
-esa es la palabra exactaen
el sillón
amarillo del estudio
se cayeron algunos libros
que me dejaron marcas en la espalda
pero es parte del asunto:
nadie sangra
nadie se levanta antes de que acabe el otro
nadie pierde las ganas de vivir

después limpiamos el quilombo
completamente desnudos
ya era de noche
nos preguntamos
si llegábamos a fin de mes
si íbamos a poder pagar el alquiler
antes de respondernos pasó
otra vez
lo de garchar
lo de vivir
lo de saber que la poesía
es contar lo que no se puede
hablar con nadie


6

era navidad
fue hace mucho
nos acostamos
en la cama de una plaza
en una pieza inmensa
cuando todavía
sonaban los cohetes afuera
y el cielo
no era tan jevi
yo estaba tímido
porque dormir en casa ajena
es enfrentar fantasmas de otros
en fin
la vida es un infierno
en todos lados
hace mucho
fue hace mucho
estábamos más cerca
que nunca
-nunca es una palabra que odio
pero acá queda bienvos
me pusiste la mano en el pecho
creí que se venía temita
romántico
besitos en el cuello
y todo eso
pero no
se vino lamida de glande
y mis testículos en tus manos
cada tanto mirabas la puerta
para ver
si alguien
entraba de golpe a la pieza
si el peligro que nos
encontraran era real
yo no sé qué es la realidad
pero en ese momento
entendí que el peligro
es algo dulcísimo
y que la oscuridad es un oceáno
en el que aprendés a respirar
de a poco
no tengas miedo
me dijiste
y supe exactamente
a qué te referías


7

me gusta la cera
sólo cuando te depilás
te la ponés en la piel
la sacás con fuerza
después cogemos
y al final
vemos documentales
sobre los nazis en history cannel

la piel es algo increíble
delgada y perfecta
se lleva bien con la lengua

no existen
los días perfectos
existen los días







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