lunes, 6 de marzo de 2017

MARIO COBO BARONA [19.988]


MARIO COBO BARONA

Ambato, Ecuador 10 de septiembre de 1930 - 16 de abril del 2007.
Diputado por Tungurahua, Sub Secretario del Ministerio de Educación, Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Director de la Casa de Montalvo, Presidente y fundador del Grupo Cultural “ Destino “, Rector del Colegio Rumiñahui, Vicerrector del Colegio Bolívar, Miembro de número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Miembro correspondiente de la Real Academia Española, Miembro de la Casa de la Cultura Ecuatorian Núcleo de Tungurahua, de la Casa de Montalvo y del Grupo América, del Instituto de Cultura Hispánica, Miembro honorario del Instituto Iberoamericano de Educación y de la Benemérita Sociedad de Escritores de Chile; poeta, dramaturgo, ensayista, escritor y maestro de juventudes.

OBRAS:

Entre sus obras más destacadas tenemos, en poesía “ Las esquinas del agua “, “ Tierra ternura “, ” Los rostros de la tierra “, “ Exodos “, “ Más allá de los tiempos “ etc., en teatro, “ Anversos “, “ Imágenes para un sueño “, “ La prosesión de las cruces “, etc., en ensayo, “ Recados del peregrino “, “ Elegiadas“, “ Censos finitos “, “ Las soledades evasivas “, “ Los oficios puros “, “ Luis A. Martínez, el arte de vivir y morir “etc.



Océano

Es tan cierto que el mar no cree ya en sus peces
que se van en los barcos,
que cuando el pescador le agacha una blasfemia,
resaca del dolor que el mar se traga,
en su puntual idioma de olas
va diciendo que sí: ¡pobres los hombres!

Desertores del agua y sus orígenes
hemos venido a las lejancias penitentes
a tratar de encontrarnos en ninguna parte.
Le compramos a la espuma su inocencia
en su voz de burbujas: libres, lastimosas,
intermitentes, creciendo y fracasando.
Le queremos latir en su bullicio y en sus ecos,
le queremos beber en sus gaviotas,
en sus siempre después, y en su tristeza rota.

No sé si el mar creó al hombre desde el caos,
pero cree en el hombre,
porque su eternidad es regresar. Y se defiende,
y le cuestiona porque está en su adentro.

El mar desde la arena es un ausente
vencido a su costumbre de mareas.
El hombre es en la playa un caminante
tendido a su costumbre de recuerdos.

Pobre del mar: improvisando, emocionando,
contando lo que tiene que hacer.
Pobre del hombre erigido en mar,
por unos cuantos peces y unos sueños,
inventariado entre los arrecifes y las perlas,
siempre ensayando en sus pequeñas vidas,
los osarios sin fondo y sin juicio final.

Pobre del hombre saliendo del mar,
hombre diario y angosto, sin rostro y sin nombre,
perseguido de un perro y su lenta tristeza
y ese fiel animal de la melancolía.
Pobre del hombre fiel a su olfato húmedo, pensando:
cuánto de sal tirita sobre su propia sombra.





MERCADO

Alba roja, grito y poncho,
espalda en derrrumbe, carga:
milenios sacramentales
ayayay de las dulzainas,
cuchillos de sol quebrando
llamaradas miscelàneas, 
huesos de soniddos, imanes
iracundos de las arpas, 
brazos, zanahorias, manos
en la luz desidratada;
pregones, mitos, refranes
rebotando entre las càscaras,
rezos, clamores, arpegios,
algarabìa de enaguas,
condenaciones, proverbios,
superticiones, malvadas.





Más allá de los tiempos

Ahora que con palabras
haces el sol en la arena,
ahora que con el agua
vas al mar de la ideas:
yo sé que tu luz empieza
a ser mágica y eterna,
yo sé que tu luz madruga
en los reinos de las églogas
y va crecida de alondras
 a orbitar rutas angélicas, 
yo sé que tu vida nueva
 iluminará las nómadas
 caligrafías de la era,
se trepará por los vientos
 a recobrar las estrellas.

1981







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