viernes, 21 de agosto de 2015

ALFONSO MORENO REDONDO [16.850]


Alfonso Moreno Redondo 

(Segovia, 24 de enero de 1910 - Madrid, 24 de septiembre de 2010) es un poeta español. Fue alumno de Antonio Machado en el Instituto de Segovia. Se licenció en Derecho por la Universidad Central de Madrid. En 1932 ingresó por oposición en el Banco de España como “aspirante a escribiente”, siendo destinado a Granada. En esta ciudad se casó con Carmela Huart y conoció al poeta Luis Rosales, con el que le unió siempre una profunda amistad. En 1940 fue destinado a Madrid, donde escribió su primer libro de poemas, con el que en 1943 obtuvo el premio Adonais en su primera convocatoria, premio compartido sin prioridad con Vicente Gaos y José Suárez Carreño. En la década de los 40 colaboró en diversos periódicos y revistas (dirigió el diario “Patria” y colaboró en el diario “Arriba” y en la revista “Escorial”) y cultivó la amistad de los poetas de su generación (Luis Rosales, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo, José Antonio Muñoz Rojas). En 1946 publicó una antología de la poesía española actual, en la que por primera vez en la España de posguerra se recogían ampliamente obras de los poetas que unos años antes habían defendido la República (Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Miguel Hernández, Pedro Salinas). Desempeñó durante varios años la secretaría de la Comisión de Hacienda del Consejo Privado de Don Juan de Borbón. En 1974 se jubiló en el Banco de España, del que había llegado a ser Subdirector General.

La poesía de Alfonso Moreno ofrece una perfecta construcción formal. En sus libros la densidad del pensamiento se plasma en formas absolutamente clásicas, de gran rigor estrófico.

Premios

Premio Adonais de Poesía, por El vuelo de la carne (1944)

Obra Poética

El vuelo de la carne, Madrid, Ed. Hispánica, 1944.
Los días y las olas (Prólogo de Francisco García Marquina), Guadalajara, Gatoverde, 2001.
Las cuatro estaciones (Prólogo de Eugenio de Nora), León, Ediciones del Lobo Sapiens, 2004.
La novia imposible

Otros libros

Poesía española actual (Selección y prólogo), Madrid, Editora Nacional, 1946.
La Caja de Pensiones de los empleados del Banco de España (Un bosquejo histórico 1794-1952), Madrid, Imp. Imnasa, 1952

Estudios y antologías

González-Ruano, César, Antología de poetas españoles contemporáneos (Barcelona, Gustavo Gili, 1946), pág. 661
Antología de Adonais. Prólogo de Vicente Aleixandre (Madrid, Rialp, 1953), págs. 74-75.
Torrente Ballester, Gonzalo, Panorama de la Literatura española contemporánea (Madrid, Guadarrama, 1956), pág. 426
Antología general de Adonais (1943-68) (Madrid, Rialp, 1969), págs. 34-35
Premios Adonais de Poesía 1943-1993. Autógrafos inéditos(Madrid, Imp.Fernandez Ciudad, 1993), págs.16-17
Pariente, Ángel, Diccionario bibliográfico de la poesía española del siglo XX (Sevilla, Renacimiento, 2003), pág. 214






ANDAR, Y ANDAR

Notas de una excursión
por la Sierra de Guadarrama


ANDAR, andar, andar, solo viviendo;
el mundo es un sendero entre retama...
protesta el corazón: se va sintiendo 
su campana de trapo que me llama.

No hay nadie. Sólo el aire y la fatiga
con que defiende el monte su estatura.
No hay nadie, corazón, que todo siga
andando y nada más, hacia la altura.

El pie, de piedra en piedra, salta ciego,
todo el vivir le sigue peregrino.
¡Ay, potestad del ánimo andariego
que vuelve al hombre esclavo del camino!

Por fin, es el engaño de la cima; 
la mentira que quise. Lo lejano
se tiende en rededor, llega, se arrima,
como a la fuerza del poder lo humano. 

Aquí no hay más que roca y lento olvido,
un vivir mineral sin crecimiento
que hacia la muerte marcha sometido
a su propio pesar, al sol y al viento. 

El suelo acoge mi cansancio de hombre
y hacia dentro del ser la vida gira
como una losa que volviera el nombre
contra la tierra. En la mirada expira

el sol como una caja que se cierra;
ya no es el corazón un prisionero;
todo el cuerpo se apaga y se destierra
de andar, andar y andar, por el sendero.

Poco a poco los aires y las venas
separan sus destinos. Juega el viento
a nacer y a morir; el sueño apenas
va dejando a la sangre movimiento.

¡Oh, andar sobre la espalda de lo oscuro,
sentir la noche, el mar de lo primero,
comprobar que el misterio es lo más puro
y saber que es la luz lo verdadero!

Una nube reciente que anda loca
embiste al «Reventón» en lo más alto,
silba el frío del aire entre la roca
y golpea en mi piel su sobresalto.

Pero no hay nadie. Nadie. Sólo el sueño
que sale de excursión con un amigo.
¡Háblame corazón! Cegado isleño.
Yo solo quiero conversar contigo.

¡Háblame corazón-! ¡Somos hermanos!
Mira que estoy colgado de la vida,
mira que están sangrándome las manos
y es mi cuerpo la causa de mi herida.

Mira que mi esperanza es una gota
colgada de lo cierto a lo temido.
¡Háblame corazón! Y deja rota
la duda que me tiene suspendido. 

Silencio y soledad sobre la siesta.
¿Es que lo humano preguntar no puede?
Un callar de aire y roca es la respuesta.
Pues, entonces, ¿Por qué el Señor concede

la sed a quien se encuentra maniatado?
¿Por qué Tu resplandor llega y me engaña
si el corazón es un reloj mojado
latiendo y nada más en la montaña?

¡Perdón, Señor!; pregunto para verte,
ya sé que estás en mí, callado y nuevo,
y para distinguirme de la muerte
es solo Tu silencio lo que llevo.

No preguntaré más a quien no sabe.
Tu voz sé que la muerte la levanta,
pero decirlo, al corazón no cabe
con demasiada sangre en la garganta.

¡Que vuelva, ciego y duro a golpearme;
puede batir mi pecho cuanto quiera;
se tomará la pena de dejarme,
cuando llegue a ese llano que me espera!

Ahora empieza el regreso: estoy de vuelta;
bajo como un arroyo sin remanso.
La vida es en verdad cosa resuelta:
andar, andar, y andar, hacia el descanso.

La Granja, 28 de julio de 1950. 










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