martes, 4 de septiembre de 2012

PATRICIO EMILIO TORNE [7.688]




Patricio Emilio Torne

ARGENTINA. Poeta, dramaturgo, artista plástico. Reside actualmente en Villa Mercedes (San Luis). Autor de una obra de teatro  -Circus-, ya representada, y cinco libros de poemas editados -Órbitra de Endriago,1988; Helvecia y otros tópicos, 1988 -Premio de Cultura de a Nación-; Donde muere la lógica, 1992 -mención honorífica Fondo Nacional de las Artes; 
Anacrónica, 2000, Perros, 2010 y Materialismo dialéctico (2013)); y de diversas muestras realizadas de su obra como artista plástico.


Perros

  Nunca podré ver
Las cosas
Con absoluta claridad.

Lamentablemente
Tengo los ojos marrones.



Me aferro a lo que podría
Haber sido ejemplar,
Si no fuera por el fracaso.

Si se pudiera hablar,
No de la felicidad,
Sino
Con felicidad,
No hablaríamos de la
Derrota.




Antes,
Estábamos dispuestos
A morir por la revolución.

Ahora,
Cuando es necesario vivir,
Nos agarra el cagazo.



A pesar de la derrota,
Hablamos con pasión
De nuestros héroes.

De las traiciones
No se habla,
Pero están presentes
Siempre.

Porque la traición
Es más eterna que
Cualquier revolución.




Animales dulces,
Los perros.
Tan fieles a su condición
Que del respeto
Al amor, por ellos,
Hay un solo paso.

Claro,
Los hay falderos
También. Pero esos,
Más que perros
Son, apenas,
Animales domésticos.




Algunos perros
Ya fueron vacunados,
Y esos
Perdieron, para siempre,
La virtud de la rabia.

A otros
Tendrán que atarlos,
Porque hay cierta rabia
Con la que no hay
Vacuna que
Valga




Yo tengo en el corazón
Algunos perros gloriosos,
Que más que nombre de pila,
De guerra tuvieron nombres.
Alias dicen
Sus prontuarios.
Pero eran, como perros,
Sin dudarlo, los mejores.

Indio pancho pasto flaco
Gringa negrita roby cabezón
Pelusa medicoloco pajarito
Zoilo betoven huevito
Pocacosa gallina colorao
Talita Marisol tachuela
Choco paisano ututo
Rojita narigón golondrina
Gordo vasco manzanita
Lucho yacaré
Y tantos otros




En el fragor de la batalla
La consigna
Es un grito,
Es un aullido,

Apenas una queja que se pierde,

Como se pierde
Aquel que la pronuncia
Monte adentro.
Torcido de dolor
Porque le quema
En las entrañas ese hueco

Y vuelve a repetirse
Como quien
Debiera convencer al otro:
A vencer
O morir.
………..
Sin saber
Cuando vino
Todo lo demás.




A ese perro
Tuvieron que estaquearlo
Cocerlo a balazos, tuvieron,
Y antes, para escarmiento,
Le arrancaron los huevos.

Ya ni ladrar podía.

Cuando confirmaron
Que estaba muerto,
Definitivamente muerto,
Temblaron sacudidos
Por la duda:
¿Qué distancia hay
En la historia
Entre la muerte
Y el nacimiento de un perro?




Ayer miraba
Desde la escollera
Barcos en el horizonte.

Lobos marinos
Que saltaban
En la espuma de plata.

Ahora
Me escurro en la maleza,
Huyendo
De los lobos.

Este mar se ha vuelto espeso
Y el miedo
A que me pesquen
Mucho más poderoso
Que el recuerdo.




Roby tengo conmigo
La bala
Que partió tu corazón,
Y la que vos disparaste
Al asesino para que la muerte
Sea perfecta.

Lo digo,
No por peso o comparación de valía,
Sino por lo significativo
De ese acto
En la escena final,
Antes de los créditos,
Donde tu partida
Será la marca
Diciendo
Cómo hasta el último instante
Es posible batir al enemigo.



LOBO POR CORDERO

Quien confunda
lobo por cordero 
quedará sin paraíso,
esa bóveda azul pródiga de luz,
su entramado de fulgores 
y constelaciones 
que alimentan la inocencia
y alguna vez hicieron que creyeras
en cuentos chinos.
El que se equivoque
y crea que es vellón 
lo que en realidad
es mata de pelo, 
no pasará el invierno.
Perderá el músculo sustancial 
de sus pulsiones.
Nadie habrá que lo salve.
Los errores del tacto
han de pagarse muy caro.
Nada impedirá 
que se vuelva pasto
de los que se alimentan
de carroña.



Táctica

Tensar la cuerda hasta saber que el vértice opuesto,
es tanto o más resistente que la intención puesta en evidencia.
Probar el grado de vulnerabilidad que hay en el aire.
Después, igual que polen cuando cae la tarde,
dejar que el cuerpo ceda, como quien se deja estar,
apenas a ras de tierra.
El guerrero piensa en cómo encontrar las formas
de llevar el pan, el guerrero se cansa, tiene hambre.
El guerrero sabe que no es lo mismo hacer el amor
que ser un pastor de dios,
los pastores son amorosos y merecen ser amados, lo sabe,
pero él prefiere hacer el amor, y de eso nunca habla.
Aunque piensa muchas veces en el amor,
sabe que debe encontrar la forma de no sentirse
derrotado antes de ver el pan.
Como quien tiene la certeza de saber
que hay un carozo en el medio de la pulpa,
o flechas prestas para el arco.
Así el guerrero, con la parsimonia de un monje,
pensará en los pros y los contras del acto a seguir.
De ser abatido, no ha de ser Goliat,
habrá de erguirse como David.
Si por el contrario, es suya la contienda,
será el viento quien esparza la buena nueva.
Por sobre todas las cosas, el guerrero sabe
que toda gloria es pequeña para cabalgar en ella,
que todo gesto, como toda cuerda, debe ponerse a prueba.



Matadero

Filoso
como el cuchillo del matarife
el modo
con el que abordamos
cuerpo a cuerpo
la razón y lo bestial.
Alimento ha de ser
lo que viene a despostarse,
alimento
que no apaciguará
el apetito carnal
que nos mantuvo en vida.
Eso que se comiera
con los ojos
pero de tanto desearse
ya fue pasto de las fieras.
Eso que de tantas ganas
se ha vuelto charque,
carne seca que alimenta,
mantiene en vida,
pero ya no satisface.
Como media res
pendiendo de su gancho,
el corazón,
a la espera
del primer corte
que venga a separarlo
definitivamente
de su cuerpo.



Buzos
(Un ecologista a punto de quebrarse)

Me importa el mar,
su salinidad y la vida en las profundidades.
Pero mucho más me importan
tus piernas
y esas formas que marean
próximas a las aguas
de nuestro propio mar.
Regresando de una exploración,
Cousteau nos advirtió
que la vida en los océanos
ha disminuido en un cuarenta
por ciento desde los cincuenta
a esta parte, debido a la pesca
en demasía y la contaminación.
Pero tus piernas y lo que sostienen
contaminan mi espíritu ecologista
obnubilando mis pensamientos.
Otro investigador, a propósito
de la contaminación, predijo
que en veinticinco años los océanos
quedarían sin vida. Dijo incluso que
por su poca profundidad, el mar Báltico
sería el primero en morir.
Me asustan dichas predicciones,
ese futuro donde los hombres
son los que cierran
las puertas enclaustrando
las sirenas hasta matarlas,
pero antes que el habitad
de las aguas salobres
y sus habitantes
me preocupa este deseo torrencial,
y temo morir ahogado
sin poder abrazar tus piernas.












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