miércoles, 18 de febrero de 2015

DANILO UMAÑA SACASA [14.951] Poeta de El Salvador


DANILO UMAÑA SACASA

Poeta, Escritor y periodista salvadoreño. Se define a sí mismo como un optimista patológico, un ermitaño urbano, y como un adicto devoto maníaco de la literatura.

Ha dedicado su vida a la poesía, al periodismo, a la narración, y a la defensa de los derechos humanos. Por eso vive en un palomar adornado con un jardín artificial hecho en Taiwán y cuyos senderos recorre a pie con los ojos cerrados bajo la guía leal de los duendes de la fantasía.

Para Danilo, la literatura no es más que la prótesis que nos permite disfrutar las exquisiteces de la vida; la reproducción ficcionalmente estética de la realidad que nos sosiega.

Pero la libertad es otra cosa: la libertad es la posesión irrenunciable de nuestras ideas, así sea que enfrentemos los embates de la naturaleza o los embates de la clase dominante. Así sea que en vez de vivir con libertad bajo palabra prefiramos vivir con libertad por la palabra.

Ha perdido la cuenta de las personas que ha matado, literariamente hablando, a lo largo del argumento de sus cuentos y sus novelas. Y dado que su personalidad se caracteriza por un fuerte sentido del humor, no sería raro que esta nota se revele a los estigmas que nos impone la seriedad y de pronto se convierta en el producto de una broma.

Su palmarés literario está conformado por una numerosa cantidad de premios entre los que se destaca el Gran Maestre en Poesía, otorgado por CONCULTURA (2004), y Gran Maestre en Cuento (2006). Ha publicado la novela "Los tentáculos del verdugo", con el formato del tradicional libro de papel.





Amor para tres

De sobra es conocido
que el amor se hace entre dos.
Pero cuando lo hacemos nosotros
participamos los tres:
vos,
yo
y tu ternura.





A corazón abierto

Hay algo mejor en la vida
que amarte a cada instante:
dejarme seducir por tu ternura
y hacerte el amor
a corazón abierto.





Para hacerte el amor

Para hacerte el amor
no necesito tu cuerpo,
ni tu flor de cuatro pétalos,
ni tu pequeño cráter
con su magma clandestino.

Para hacerte el amor
no necesito las travesuras
que se irrigan en tus manos,
ni las colinas mellizas de tus senos,
ni la humedad relampagueante
de tus labios,
ni la suavidad que habita
entre tus muslos traslapados.

Para hacerte el amor
me basta conjugar
la colección de tus verbos favoritos,
tararear cualquier canción a plena lluvia,
descifrar el milagroso abecedario de tus sueños,
escalar la explosión de tu sonrisa
o jugar a la escondida
en el laberinto brumoso de tus libros.

Para hacerte el amor
sólo necesito amarte,
envolverte con las alas
de todos mis suspiros,
o diferirte mi ternura unos segundos
aunque corra el riesgo de contraerse
con la frialdad
en que envuelves tu mirada.






Si te tuviera conmigo

Si te tuviera conmigo
bebería cada gota
que viene en la cascada esponjosa de tu miel,
te arrullaría con la sombra de mis poros,
lamería como un ciervo
el manantial de tu aguaclara.

Si te tuviera conmigo
destruiría mi reloj biológico
para prolongar
la duración de los minutos,
quemaría la incertidumbre
de todas las agendas
para que tus labios
sólo pautasen su cita con los míos,
mediría el tiempo
a partir de tus suspiros.

Si te tuviera conmigo
no habría noche
ni existiría el día:
condensaría el pasado,
el presente y el futuro
en el poema
que se mece como roca en tu cintura,
la humedad del invierno
se quedaría para siempre
a unos pasos de tu ombligo,
las llamas del verano
te servirían de epidermis.

Si te tuviera conmigo
mi sosiego continuaría irrumpiendo 
la tranquilidad de tu silencio
hasta que tu hilaridad me derramase
el ternura que ocultas en cada madrugada.
Si te tuviera conmigo
morirías de cansancio conyugal
a cada instante
para resucitar
con el reposo de mi pecho
para siempre. 





Hombre de paz

Soy hombre de paz
y bien lo sabes.

Rechazo las armas
y cualquier tipo de guerra,
incluso la que tendría que hacer
por defender
los derechos sagrados de mi pueblo.

Soy hombre de paz,
y lo reitero.

¡Pero adoro con toda mi alma
el fuego con que
me seducen tus pistolas!






Preferencias

No me basta tu cuerpo
para hacerte el amor,
ni me basta el amor
para recorrer tu cuerpo.

Pero moriría sin tu cuerpo,
y sin tu amor entre mis manos
preferiría que me instalasen
una bomba incendiaria
que me estalle en el ombligo. 





Todos tenemos un secreto

Todos tenemos un secreto a flor de piel
para revelar lo que ocultamos,
un secreto quemándonos las uñas,
un secreto evaporándonos la sangre,
un secreto hurgándonos las sienes.
Todos tenemos un secreto desperdigado
para darle la cara a la gente,
para mantener los oídos bien cerrados,
para mordernos los labios con paciencia,
para mantener los ojos en su vaina,
para que los otros nos piensen sin pensarnos.
Mis secretos, por ejemplo,
se asoman a mis ojos
como niños en vitrina navideña,
van por mi piel como vehículo
cruzando veloz las carreteras,
como van las aves por las ramas
enjuagándose las manos,
como van los peces por las nubes
evadiendo la carnada criminal en los anzuelos.

¿Cómo serán tus secretos?
¿Serán como aurora boreal
iluminando el tragaluz de tu cabello?
¿O será un conjuro para encantar a los poetas?
¿Cómo serán tus secretos cotidianos?
¿Serán refugio de tristeza emancipada?
¿O serán como capullos transparentes
para convertirte en mariposa de rosal?

Todos tenemos un secreto
para revelar lo que ocultamos, 
para olvidar nuestros olvidos,
para cicatrizar las cicatrices
y bebernos las heridas del naufragio.
Todos nos convertimos un día
en el secreto más iluminado. 





Lo que sabemos de nosotros

Sé tan poco de ti
que temo escribirte este poema.
Acaso el tejado
que cubre tu tristeza,
acaso el adoquín
en que resbala tu sonrisa.

Tú sabes tan poco de mí
que temo que leas el poema.
Acaso el jardín de mis defectos,
acaso el corredor
por donde corren mis angustias.

Es tan poco
lo que sabemos de nosotros
que no nos alcanzó para vivir
en el sereno nido
de nuestro propio augurio.
Excepto para entrar
por la puerta principal de los caprichos
y salir intermitentes
por el buzón de la nostalgia. 






A veces la soledad

Se me antoja creer
que a veces la soledad
es como un premio,
como una antorcha
en una calle a media noche,
como carbón encendido
para calentarnos los suspiros.

Se me antoja creer
que a veces la soledad
ocupa la inmensidad de los vacíos
para disiparse en los jardines.

Se me antoja creer
que a veces la soledad
es como un grito
que se repite con el eco,
como una toalla tibia
para secarnos la humedad de la tormenta,
como un sillón mullido
para reposar por la refriega.

Se me antoja creer
que a veces la soledad
es como un barco
para iniciar un nuevo viaje,
como un ramo de rosas
para continuar con el camino,
como un faro que ilumina los senderos.

Se me antoja creer
que a veces la soledad es bendición, 
es una ficha cantada,
el presagio de una fiesta inesperada. 





Certeza y sospecha

La única certeza entre nosotros
fue la incertidumbre
que sembraste con tus besos.

Lo demás fue pura duda,
banalidad de toda entrega,
juegos de espermas disecados,
droga de aliento y desaliento,
celajes que se tornaron nubarrones.

La única sospecha entre nosotros
fue la seguridad
de amarnos para siempre. 





Quisiera ser

Quisiera creer que mis insomnios
son eficaces para conciliar el sueño,
y que mis sueños son perfectos
para despertar la realidad.

Quisiera creer que mi vigilia
me enreda en sus quimeras,
y que mi desesperanza
es una mezcla de ilusiones.

Quisiera creer que mi nostalgia
llega envuelta en alegrías,
y que el dolor es una experiencia
que la vivo a puro gozo.

Quisiera creer en estas cosas
para formar el conjunto de mis dudas,
para seguir creyendo que tu olvido
es otra forma de estar en mi memoria. 





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