viernes, 12 de junio de 2015

AMAL YARRAH [16.248] Poeta de Siria


Amal Yarrah

Poetisa siria. Ha publicado hasta la fecha dos divanes: Cartas de una mujer damasquina a un fedayín palestino, 1969, y Gritó un ruiseñor en el bosque, 1978.

Es autora, asimismo, de una novela, Cógeme entre tus brazos. Su poesía se configura, claramente, como el estallido de una emoción, y ello puede explicar en buena parte la escasa atención que presta a los aspectos formales.

En sus últimos escritos se muestra decidida protagonista del 'poema en prosa', género que considera especialmente adecuado para abarcar por entero el drama del poeta, en toda su profunda dimensión.




Amal Yarrah incluye el poema “Apuntes de la guerra de Junio” en el diván Las cartas de una mujer damasquina a un fedayín palestino; en él dibuja la esperanza y el miedo de una sociedad solidaria en el trascurso de la guerra, la amargura y la vergüenza por la derrota de 1967 y el orgullo por el fedayín mártir, que no regresa con los derrotados:


1. 

El estanque estaba lleno de patos.
El niño tiró una piedra, y el estanque se transformó en blancas alas.
Las ondas de la esperanza perdida se queman bajo el sauce.
El jardín está lleno de mujeres y niños,
pero los hombres no volvieron aún de la guerra.


2. 

Estoy desesperada.
Vivo en uno de los viejos barrios de la ciudad.
Las gentes de todas las casas forman una sola familia
que se prestan unos a otros el pan de la tarde
y se reúnen por la noche junto al que tiene televisión.
Y que todos los jueves
preparan una fiesta en la que bailan las niñas.
Empezó la guerra,
y hoy no ha venido aún el que quiere mi alma.
Empezó la guerra:
Ayer despedimos a un mozo del barrio,
Y hoy no vino mi amado todavía.
Yo estoy desesperada:
Lloran todas las cosas.
El cielo arde. La tierra arde.
Y en los ojos de los niños anida un terror loco.


3. 

La guerra continúa todavía,
y tú sigues aún lejos de la familia blanca.
Mi melena siente nostalgia de tus dedos,
y mis cejas calientes,
de tus labios.
Me quedo mirando fija, temerosa, en un rincón del cuarto.
Y en mi oído resuenan solamente explosiones.
También yo estoy a punto de estallar
de lo que te deseo


4. 

Lloraron las mujeres
en el barrio, los viejos y los niños.
Con las cabezas bajas, y una horrible vergüenza en los ojos.
retornaron los hombres, algunos.
Retornaron los hombres:
Con la escopeta a rastras,
las ropas desgarradas,
sin suelas los zapatos.
¡Y cuánto me alegré, cómo canté,
porque en la larga fila no volvía
mi amado,
para vivir por siempre aquella vil derrota!


5. 

Y todas las mañanas
visitaré tu tumba.
Te dejaré un clavel.
¡Te gustaban tantísimo, amor mío, los claveles! 






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