jueves, 7 de agosto de 2014

RICARDO LÓPEZ LORENTE [12.728]


Ricardo López Lorente

(Pinar del Río, Cuba   1985). Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y del Taller "Dulce Maria Loynaz" de la Unión Nacional de Escritores  y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido, entre otros, los siguientes lauros: Segundo Premio Nacional de Poesía en el Festival Universitario (2009); Mención Provincial de Poesía en el Encuentro de Talleres Literarios (2008 y 2009); Primer Premio Universitario de Poesía por la Universidad “Hermanos Sainz Montes de Oca” (2008 y 2009).




POEMAS de RICARDO LÓPEZ LORENTE 


1

Detrás de aquella gente que levanta la mirada contra el vacío,
nace el sol parpadeando sobre los adoquines;
ese sabor sugiere a la ciudad una enorme condición 
y los desesperados 
que jugaron a bendecir su transformación en pez,
también jugaron a callar como animal temeroso.
La ciudad es una mancha cuando cierran las ventanas
y acercan las cabezas declarando: 
Esos héroes huyen; vuelan a sus más elementales fragmentos,
tan cobardes y absurdos como insectos.
El solo hecho de sentir los sitios inestables de la isla
deja a la noche esposada y descubierta frente al viento:
Ellos confunden el rastro;
llenos de esas líneas que el ocaso (bajo estado hipnótico) fantasea, 
ellos murieron con el final de la tarde.




2

Cuan viejo se ve el horizonte cuando lo parten
y comprimen el cuello esos sabores que deja el hambre;
poco a poco, me rellenan con olor a sangre.
La reina regurgita la costumbre de su encierro 
y amansa el tiempo que con cruces lucha para sostener su mirada al ocaso.
(Hay de mí que no me oculto. Hay de mí.)
El polvo disimula su rabia y acentúa muy bien lo enmarcado en el naufragio.
He detenido la metamorfosis, esta cruel guerra se disipa.
La reina abre sus piernas teatrales en este hueco crecido
aunque lo inyecte de cenizas.
(Estoy seguro que ese no es un parque para visitarlo)
El viento ruge inviernos, y nadie advierte sus luces espectrales.
Desde la máscara porcelana del niño, la ciudad se arroja al mar, 
agujerea su recuerdo: mirada pegada al asfalto, casi el viento en la fotografía, 
casi pienso como la ciega sombra del espejismo.





vacío.

después de sentir como el país destripa
las penas y los cabezazos
contra el mar,
la ciudad ironiza un sepulcral contenedor
envejecido
mohoso.
desprenderle a la educación un no-estadío
es barrer el parlamento,
y empiezo a contar los astros
tú reapareces
construyes la pirámide
obligas a renunciar
¿Cómo decirle a mi hijo que su tiempo no ha llegado?
mis dedos amanecen.
tal vez la ironía son todos ustedes.
una gaita suena para reventarle a los dioses
sus estándares.
su mirada traía culpa
la cabeza gacha
un cantar de flores
y estas allí
al indicio de mi fraude
de un modo u otro
tiempo sobra para que seamos pares.
las calles están sucias
de mi cuerpo.
un mar, unos mares que desoyen a la bestia
que traigo dentro, y muere
duele gritar su muerte y morirse.
mi país es un juguete en el viento.
la ciudad alaba a los cadetes emisarios
y tú eres la vieja enseñaza:
ella es capaz de atender
aquí la solución no es reclamar lo que no dije:
la manzana está en el árbol
de nuestros mástiles
y el muro se pierde en horizonte a la gaviota.






INCISOS O TEMBLORES 

luego de los cañonazos que terminaron con la ciudad
pude ver el horizonte 
haciendo l’acrobacia 
que desplaza desde un círculo morado  
tu temblor 
        aguas 
            que descansas 
                y tensas 
                    Marie  
                en medio 
                        de la  
                            plaza 
golpes castaños  
ruidos quebradizos 
suicidio ambivalente 
un rojo críptico sobre la palabra 
ensimisma el acto del despegue 
plumífero impaciente 

Marie en medio de la plaza 
tocando violines 
escondida dentro de luces cuadradas 
que sugieren el opuesto 
del camino que se abre 
    en medio de la plaza 
            Marie 
                es un pétalo 
                de invierno 
las rejas y sonido de las rejas  
cerrándose a la luz-Marie 
hiriendo la hoja  
que hace fuerte a la palabra 
de todas las sirenas 
y la que avanza 
en medio de la selva 
sugiere que le basta un poema  
para envejecer o recordar 
                llueven 
            soles 
        que descubren 
    una voz 
            alambrada 
                en aquella 
                tormenta 
nadie vendrá a desdecir 
el ritual de flor 







TE RECUERDO

Yo lo vi, era un reptil inmenso

siempre nos queda la gimnasia 
los aparatos 
salir de allí tomando el tren 
sin saber qué exactamente era el tiempo 
la música dispersa por las líneas  
                    blanco 
                        o  
                        blanco 
                            o mejor 
un puente de madera con una rúbrica distinta 
que sugiere el verde 
y el renacer de los contrastes 

siempre nos quedan los auriculares 
las lagartijas 
al fin tomar el tren  
sin saber qué exactamente era el humo 
cóncavo rosa que escupía en alegorías  
                    blancas 
                        o 
                        blancas 
                            o mejor 

siempre nos queda esa alienación 
el escamar 
huir del tren con su humo y su alto detenerse 
sin saber qué exactamente era todo aquello 
mordido hueco en fuga o caprichos de una ciudad  
que jamás nos dejará partir 
                    blanco 
                        o 
                        rojo 
                            o mejor 
urgencias sobre el puente de 1943 
el silbido de una bomba 
la ausencia y la ausencia y la ausencia 

nocturna entre los fuegos 
nadie opondrá los fuegos 
nocturnos 
el ritual de flor



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