viernes, 27 de marzo de 2015

JOSEFINA PELLIZA DE SAGASTA [15.300] Poeta de Argentina


JOSEFINA PELLIZA DE SAGASTA

(Entre Ríos, Argentina 1848-1888).


Josefina Pelliza de Sagasta
Por Nelda Lugrin



“Yo conozco un albergue allá en la loma
Que desciende al nivel del Uruguay
Donde las plantas de celeste aroma
Se abrazan con las ramas del yatay”.



Esta estrofa está grabada en una piedra en la Plazoleta de los Poetas en Concordia.

Josefina Pelliza fue la primera poeta que se conoce nacida  en Entre Ríos, nació en una carreta a la vera del Uruguay, el 4 de abril de 1848, a la altura de Concordia, donde se radicó su familia, cuando Concordia era solo una aldea.

Por aquel entonces su padre, José María Pelliza era  coronel del ejército que combatía a Juan Manuel de Rosas y su madre fue doña Virginia Pueyrredón Sánchez, hija de Juan Martín de Pueyrredón; es nieta directa del prócer.

Haber nacido en una carreta a la orilla del Río Uruguay habrá tenido su relevancia, seguramente esto habrá marcado su sensibilidad amante de la naturaleza,  la libertad y el romanticismo.

Pasó la niñez en el marco de la cercanía al río y su majestuosidad que se manifestó en su personalidad valiente y decidida.

Le gustaba pasear en canoa y dejarse estar “acunada” por el vaivén de las pequeñas olas. Amante de las plantas y flores de las orillas del “Río de los Caracoles”, nombre con que daba en llamar al Uruguay.

Desde muy joven se volcó a la literatura. Con elevado romanticismo cantó a su provincia y su ciudad; a esto podemos encontrarlo en una estrofa de «Recuerdos de la infancia», donde  resalta con nostalgia el pasado, cuando ya residía en Buenos Aires. Allí figuran éstos versos:



«¡Oh! cuántas veces pensando en tu hermosura
querida Patria mía, por tí yo deliré;
y cuántas ¡ay! sintiendo tu frescura
del Uruguay al margen estar imaginé.
Muy niña trepaba tus cuchillas
rodeada la cabeza con ramos de arazá,
y alegre y bulliciosa corría las orillas
sin detenerme nunca pensando un más allá”.



Se casó el 28 de febrero de 1867, teniendo todavía dieciocho años, con Félix Sagasta Guerrico. La boda se realizó en la Iglesia San Nicolás de Bari de Buenos Aires, y sus testigos religiosos fueron don Justo José de Urquiza y su esposa doña Dolores Costa de Urquiza.

Su marido Félix Sagasta Guerrico, también era escritor, poeta y periodista, lo cual puede haber dado en favor a la vocación de Josefina Pelliza.

Fue poeta, periodista, esposa, madre y luchadora incansable de una época donde no fue fácil abrazar vocaciones, que estaban prácticamente destinadas a los hombres.

Además  no tuvo reparos en defender sus ideas aun enfrentando mandatos que parecían inamovibles; fue una mujer revolucionaria y muy crítica en su época.

Su lucha constante a favor de los derechos de la mujer no la hicieron entrar en el facilismo de no reclamar esfuerzo, también a las mujeres, para merecer y lograr el espacio que les correspondía, con derechos y también compromisos frente a la sociedad.

Desde el periodismo y las letras, hizo trabajos importantes que aportaron sus ideas y su fuerza para defender ideales que eran mal vistos en la mujer de la época.

Fue contemporánea de Juana Manso, Eduarda Mansilla, Juana Manuela Gorriti y muchas otras que debieron sostener una lucha tenaz contra las ideologías locales puesto que lo que en Europa y Norteamérica se reconocía como una profesión  de honra y de lucro en América del sur era considerado casi un defecto.

También el progreso y la tecnología estaban en sus anhelos, como el invento de la máquina de coser, el logro del telégrafo y de los ferrocarriles, acercándolos a sus poesías:



“Tienes alma, tienes vida,           
Y salvando el tiempo va
Esa aguja enloquecida
Con su raudo pespuntear”.



O estos versos:



El eco que el telégrafo transmite
Y en sus hilos eléctricos encierra
Y la enorme distancia
Cayó vencida al pié de aquel coloso.
Y otros que dicen.
El silbato del tren sobre la pampa
Dejando en el trayecto de su paso
El rastro hermoso que el progreso estampa.



En “Conferencias Educacionistas y Filosóficas” dice:



“El amor al trabajo, el respeto a los ancianos y la urbanidad para con todos, es la base sobre la cual el individuo forma parte de esa gran familia que es la sociedad. Las buenas costumbres se adquieren con el buen ejemplo y desde la edad más temprana”.

“La vida y las virtudes de los jefes de una familia es el libro donde estudian sus hijos”.

“El hombre jamás concluye su educación, pues cada noche registrará en su memoria, que ha adquirido un nuevo conocimiento”.

Estas frases dichas el siglo XIX por esta pensadora, sirven hoy en el siglo XXI para repensar nuestra sociedad actual.

Así como tuvo críticas favorables de grandes hombres de las letras y políticos, también las tuvo en su contra, y resistió los más enérgicos reproches de hombres de  entonces, y hasta de mujeres, espantadas por los cambios que proponía y el reclamo a éstas de hacerse cargo de la responsabilidad de educarse para educar mejor a sus hijos.

Dos son sus poemarios mas reconocidos, Pasionarias y Lirios silvestres. Entre sus novelas se destacan Margarita, La Chiriguana y El César. Dirigió un período de la revista “La Alborada del Plata” en la que realizó sus más conocidas críticas y reclamos sociales; también escribió en otras revistas porteñas, abordando temas filosóficos, históricos y educativos con ideas de avanzada, aunque a diferencia de otras contemporáneas como Juana Manuela Gorriti, ella no pedía la emancipación de la mujer sino los derechos de instrucción y civiles  igualitarios a los de los hombres.

Dijo: “La mujer rehabilitada, no emancipada, esto es, dependiente del hombre, pero no envilecida por él, compañera, no sierva.”                                                                                    

En el seminario de Lea Fletcher; “Mujeres y Cultura en La Argentina del Siglo XIX”  ella  se pregunta:

“¿Qué pasó en el siglo XIX en la Argentina? Sabemos que era difícil que la mujer escribiera, pero no puede ser que no haya escritoras; te pones a revisar y te das cuenta  que son muchas más de las que se conocen. Pero si estos textos estaban editados, y fueron publicados, ¿Qué pasó después? ¿Por qué no ingresaron a los catálogos escolares? Así como leíamos un poema de Esteban Echeverría, ¿Porqué no podíamos leer un cuento de Juana Manuela Gorriti, una obra de teatro de Juana Manso, leer a Josefina Pelliza de Sagasti? ¿Qué pasó en la historia? Se pregunta.

Puede parecer una mirada demasiado crítica o desconfiada pero esta referencia no logra escapar de mi observación. Yo encuentro esta respuesta: pasó que mucha de esa literatura fue poco menos que escondida, desde una desvalorización tal vez no intencionada pero seguramente machista. Sin olvidar que no es “monopolio” del hombre serlo, encontramos hasta hoy, también mujeres “machistas” y, aunque lo nieguen “hilando fino” como acredita el dicho, podemos encontrar mujeres que no aceptan una taxista, una conductora de micros y mucho menos una cirujana. Hay cantidad de ocupaciones más  en las cuales hay mujeres que no se sienten seguras conducidas por sus congéneres;  complejo es de reclamar a los hombres, si vemos estas conductas también entre nosotras.                                                                               

Fácil es imaginar cómo esos lugares de nuestras escritoras no fueron resguardados y, pensando en esto, me remonto al reclamo de Juana Manuela Gorriti o Juana Manso sobre el lugar que debía conseguir la mujer valorándose desde la libertad y el compromiso.                                                                                 

Josefina Pelliza fue admirada por su belleza y talento por ilustres como Sarmiento, Mitre, Guido y Spano, Olegario Víctor Andrade, Ricardo Gutiérrez, Dardo Rocha y muchos otros.

Su nombre figura en un libro de Antonio P. Castro donde hace una evocación a la primera poetisa de Concordia, diciendo:

“¡Grande debió ser la lucha interior de la valiente hija del guerrero ilustre, para arrostrar, en 1865 la crítica severa, agria y virulenta de sus iguales! Una mujer que escribe y una mujer bonita por añadidura, debió haber constituido un caso extraordinario en la pequeña aldea concordiense (y aún en la grande porteña) y  es de imaginar la lucha que debió sostener y soportar Josefina Pelliza”

Sus obras y sus trabajos periodísticos que han perdurado, nos dejaron huellas de sus ideales y su importancia.

La novela “La Chiriguana”  fue escogida por la universidad de Texas en 1948 para reeditarla, en un deseo de conservar voces valiosas de Latinoamérica que se estaban perdiendo en el olvido. Años después la subieron a Internet, poniéndola al alcance de todos. Esto posibilitó encontrar ese material.

Lamentablemente sus obras originales se han perdido casi en la mayoría. Yo recuperé un original de Margarita que fue su primer trabajo editado: data de 1875, lo que con sus 136 años lo hace una verdadera reliquia.

 Allí en la dedicatoria hecha a su prima y amiga del alma, Florencia Pueyrredón de Castro se puede ver su decisión de luchar por su ideal literario cuando revive un diálogo tenido años anteriores cuando esta novela estaba sólo en sus anhelos. Aquí muestro unas frases:

“Me miraste riendo y me dijiste en son de burla: ‘Querida mía, cuando escribas por la noche, después de un día de tareas en que apenas habrás tenido tiempo de tomar algún alimento, tomarás la pluma y luego arrojarás pluma, tintero y novela y, sin pensar en nuevas creaciones, volverás a la realidad de la vida, con ese materialismo que tanto te disgusta y que, sin embargo, es necesario á la existencia; apoyarás la cabeza en la almohada, y dormirás tranquilamente hasta que el canto del grillo te despierte. (canto del grillo, refería al hijo)

Yo también me reí, pero te prometí que la primera publicación, de cualquier género que fuere, te sería dedicada para que te convencieras de que una mujer, por más que sea madre y esposa, tiene tiempo, si sus ideas y su corazón la inclinan a ello, para escribir y hacer versos”.

En Margarita la primera novela de Josefina Pelliza de Sagasta encontramos un gran romanticismo y abundancia de descripciones, que, si bien era la modalidad de entonces, allí es muy notable.

Ella en las descripciones se esmeraba en mostrar el paisaje, la naturaleza y los habitantes de América; también instaba a los demás escritores para que lo hicieran, buscando una literatura americanista, criticando lo que venía de Europa sobre América,  que generalmente debía ser traducido, alejándolo aún más de la realidad del nuevo mundo.

Fue una entrerriana de aspiraciones y fortaleza, pudo criar a sus hijos y además dedicarse a la literatura. Conservando el ideal de la mujer como madre, compañera, esposa y educadora, afirmaba que en manos de la mujer estaba la esperanza de mejorar el mundo.

En las conferencias de “El libro de las madres” (1885) reclamaba la  necesidad de reformular leyes que protegieran el derecho de las  madres y sus hijos, la igualdad legislativa  de los derechos tanto económicos como de potestad de los hijos.  

En “La Alborada del Plata” Pelliza afirmaba que desde la educación la mujer estaría menos desprotegida y expuesta a desconsideraciones de un mundo machista donde desde la ignorancia tenía muy pocos horizontes de superación.

“No es culpa del hombre, pero si es cómplice, él la ayuda con su indiferencia”. “La instrucción, la ilustración, bastaría para salvarla -les dice-; el hombre lo sabe, lo ha pensado, pero lo teme, por eso echa llave a su  biblioteca y deja sólo a la mujer el devocionario cotidiano”. 

Fue una pensadora futurista comprometida con la realidad social de su país y de América;  buscaba la unificación latinoamericana como  mirada hacia el futuro, para contar con la fuerza que da la unión y la hermandad. También máxima aspiración de muchos de nuestros próceres.

Josefina Pelliza no ignoraba que en Europa y Estados Unidos ya la mujer tenía un lugar más relevante, donde no era mal vista por incursionar en las letras, el periodismo o las investigaciones como todavía pasaba en Latinoamérica.

Murió el 18 de agosto de 1888, con sólo cuarenta años.

Hay una poesía que escribió pocos días antes de su muerte; se dice que soñó su propia muerte y al despertar en un presentimiento pavoroso escribió estos versos de presagio:





MUERTA

¡Se oscureció mi vida en la tiniebla!
Sentí como si el mundo vacilara
Y me erguí como se yergue la serpiente
Que frío hierro mata.
Entreabrí la ventana: no hallé cielo;
Volví los ojos; no encontré la tierra;
Palpé bajo el sepulcro de mi pecho
Y me ericé de frío: ¡Estaba muerta!



Fallecida a tan temprana edad, cuando aún conservaba su radiante belleza Olegario Víctor Andrade dijo:

“Ella se ha ido, juventud hacia la eternidad; belleza hacia lo ideal, esperanza hacia lo cierto, amor hacia lo infinito, perla hacia el océano, espíritu hacia Dios”

A su muerte el Consejo Deliberante de Buenos Aires por decreto destinó cuatro lotes en  La Recoleta para erigir un monumento fúnebre.

Pasados muchos años una nieta logró que la en su momento Municipalidad de Buenos Aires colocara una placa que la recuerde al frente de la casa donde vivió y murió (calle Charcas y Agüero).  




A MI ESPOSO

Yo encontré en ti un algo indefinible,
Que en otros hombres no encontré jamás;
Un algo regio, puro, indescriptible,
De altivez y dolor sobre tu faz.
Yo encontré la expresión de un sacrificio
En la dulce tristeza de tu voz;
Y en la frente la huella de un suplicio,
Que comprendió mi amante corazón.
Yo te encontré tan bello, tan perfecto,
Cual la imagen purísima de Dios;
Te di mi adoración y el santo afecto
Que profesan los fieles al Señor.
Tú comprendiste mi cariño santo …
Comprendiste mi loco frenesí:
Me adoraste, y fui tu dulce encanto,
Y haciéndote dichoso, soy feliz.

(“Lirios silvestres”, 1877)




HOJA DE LAUREL

CANTO V

La Plata se levanta ufana y bella,
y destellando luz, nace a la vida;
Su solo nombre la esperanza encierra
donde la fe del porvenir se anida.

Fija allí la mirada del que espera.
La realidad le ofrece en el futuro,
bajo el jirón azul de la bandera
Sobre la entraña de su suelo puro.

¡Allí está, joven, virgen, prometiendo
un mundo de misterio y de grandeza!
Al empíreo sus brazos va tendiendo,
cubierta con la fe de sus promesas.

!Es una hija argentina! y ha surgido
de la noble intención de un pensamiento.
Del siglo moribundo ella ha nacido
como un astro de luz del firmamento.

¡Salve, virgen ciudad!, tu nombre bello
se inscribirá sobre la patria historia,
Y el amor de tus hijos pondrá el sello
al nuevo timbre de argentina gloria.

Tomado del "Libro de los poetas que le cantaron a La Plata"
Este poema fue depositado en la urna fundacional el 19 de noviembre de 1882.



Josefina Pelliza en Parnaso arjentino

Josefina Pelliza Pueyrredón nació en 1848 y murió en 1888. Fue nieta del militar y político argentino Juan Martín de Pueyrredón, e hija del Coronel José María Pelliza, enemigo del dictador Juan Manuel de Rosas. En 1867, con tan sólo 18 años, contrajo matrimonio con el escribano Félix Sagasta Guerrico, quien también compuso algunos textos literarios. 

Pelliza fue la única escritora que figuró en Parnaso arjentino. Poesías líricas, publicado en 1873 por José Domingo Cortés. La otra mujer, “Ema A. Berdier” fue invento del escritor y pintor Bernabé Demaría y Juana Manuela Gorriti. Más adelante hablaremos de Berdier y Gorriti en este blog.


Pelliza participó de forma muy activa en el entorno cultural de su tiempo. No sólo fue una notable defensora del derecho de la mujer a la educación, tema que revisaba a menudo en sus conferencias, sino que dio a luz numerosos textos en publicaciones periódicas y aun en libros individuales. Esto último suponía un privilegio para las escritoras del siglo XIX. Pocas de ellas alcanzaron a publicar un libro de su exclusiva autoría; la mayoría se conformaba con publicar en periódicos, revistas y libros colectivos. Llegó a ser directora de la revista La Alborada del Plata en 1878, cuando Juana Manuela Gorriti -de quien hablaremos en otra ocasión- tuvo que delegar la Dirección debido a problemas de salud.


A continuación ofrecemos los poemas de Pelliza que Cortés incluyó en Parnaso arjentino.











https://escritorasah.blogspot.com.es/2016/09/josefina-pelliza-en-parnaso-arjentino.html#more


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