lunes, 3 de septiembre de 2012

7682.- MARCEL PROUST



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Marcel Proust nació el 10 de julio de 1871, en el barrio parisino de Auteuil, Francia - 18 de noviembre de 1922, en París, Francia) fue un escritor francés, autor de la serie de siete novelas En busca del tiempo perdido, una de las obras más destacadas e influyentes de la literatura del siglo XX e incluso, para muchos, el máximo genio de las letras desde William Shakespeare.

Proust fue el hijo mayor de Adrien Proust, un famoso epidemiólogo francés, y Jeanne Clemence Weil, judía alsaciana, nieta de un antiguo ministro de Justicia. La familia de Proust acostumbraba ir a la casa de sus tíos Amiot y Elisabeth Proust, ésta última hermana del padre, en temporada de pascua. La casa se encontraba en Illiers (el pueblo de su padre) a unos 25 km de Chartres. Los dos hogares, Auteuil e Iliers, razón por la cual estos dos lugares constantemente serán comparados con Balbec y Combray. Auteuil cerca del Bois de Boulogne, la costa normanda, como Caboury y Trouville será la fuente de inspiración para Proust para Balbec, mientras que Illiers actualmente se llama Illiers-Combray, lugar al cual van los turistas a comprar una taza de té y una magdalena para recordar el famoso pasaje de Por el camino de Swann.
Hacía 1880, cuando tenía 9 años, Proust sufre su primera crisis asmática, razón por la cual las visitas a Illiers se reducen hasta el punto de suspenderse. Esta situación ocasionaría que Proust siempre viera Illiers como un paraíso perdido. En la escuela, Proust siempre fue un niño muy débil y enfermizo, motivo por el que su asistencia al colegio resultó irregular. En el liceo Condorcet tampoco era considerado un estudiante de mucho provecho.
Para el año de 1888, a la edad de diecisiete años, Proust empezó a frecuentar salones donde conoció a una serie de damas de la alta burguesía. Uno de estos salones sería el que regentaba Madame de Caillavet, hija de unos banqueros judíos, que vivía virtualmente separada de su marido y que acabaría siendo más conocida por ser la amante de Anatole France. A través de Madame de Caillavet, Marcel conoció a Anatole, a Dumas hijo, al filósofo Víctor Brochard y a otros intelectuales. Evidentemente esta fue una de las épocas que más definirían a Proust y a su obra, gracias a la formación y aprendizaje, tanto explícito como implícito, obtenidos de los primeros contactos y escarceos con personajes y ambientes refinados, selectos y de cierto tono aristocrático de la vida parisina.
Este estilo de vida refinado, sin embargo, fue breve ya que, en 1889, Proust decidió ingresar como voluntario en el servicio militar. Respecto a este periodo Marcel declaró que fue uno de los periodos más gratos de su vida.
En 1893 conoce al aristócrata Montesquiou, que tendrá una influencia decisiva en la vida y obra de Proust. Montesquiou era un poeta homosexual, altanero, caprichoso y afectado al cual Marcel adularía sin medida. Debido a esta amistad Proust logra introducirse en el faubourg Saint-Germain.
La lista de las amistades influyentes de Proust es muy extensa, como interminable es la lista de sus amigos vinculados al mundo artístico. Esta situación, a diferencia de lo que pensaban sus contemporáneos, de frecuentar salones y círculos aristocráticos de la época provocó, que, bajo la visión científica que le había legado su padre, acopiara diversos materiales para después plasmarlos en su gran obra: En busca del tiempo perdido.
Durante el verano de 1895 emprendió la redacción de una novela que relata la vida de un joven preso de pasión por la literatura en el París mundano de finales del siglo XIX. La novela sólo se publicó postumamente en 1952 por Bernard de Fallois bajo el título Jean Santeuil. La publicación consistió en la organización y edición de múltiples fragmentos, pero no constituye de ninguna manera un conjunto acabado. Allí evoca Proust especialmente el «Caso Dreyfus», del cual fue uno de los actores apasionados. Fue asimismo uno de los primeros en hacer circular una petición favorable al capitán francés acusado de traición y en hacerla firmar por Anatole France. Hacia 1900 abandonó la redacción de la novela.
En 1896 se autopublicó Los placeres y los días, una recopilación de poemas en prosa, retratos y relatos largos en un estilo decadente. Ilustrado por Madeleine Lemaire, dueña del salón que Proust frecuentaba con asiduidad junto con su amante venezolano Reynaldo Hahn, el cual contribuyó al libro con partituras compuestas por él. El libro le atrajo a Proust una reputación de diletante mundano que no se disipará hasta la publicación de los primeros tomos de En busca del tiempo perdido.
Con el paso del tiempo además de los diferentes problemas y la vida social agitada que lleva Proust se va interesando más y más en la literatura hasta que tiene un encuentro tan fuerte con un esteta inglés que cambiaría la orientación de su vida, y esto se vería reflejado posteriormente, a pesar de Proust, en su obra.
En ese entonces se volcó hacia la obra del esteta inglés John Ruskin. Este intelectual que prohibió que se tradujera su obra mientras viviera fue descubierto por Proust a través de la lectura de artículos y de obras como Robert de la Sizeranne y Ruskin et la religion de la beauté. La muerte de Ruskin en 1900 fue aprovechada por Proust para iniciar la traducción de su obra. Para este fin emprendió varios peregrinajes ruskinianos al norte de Francia, a Amiens y sobre todo a Venecia, en donde residió una temporada con su madre. El hecho está registrado en Albertina desaparecida. Los padres de Marcel jugaron un papel determinante en el trabajo de traducción: el padre lo aceptó como un medio de poner a trabajar a un hijo que se rebelaba contra las funciones sociales y que acababa de abandonar un trabajo no remunerado en la biblioteca Mazarine. La madre influyó más aún: Marcel no dominaba el inglés, así que ella realizó una primera traducción literal del texto. A partir de allí Proust pudo «escribir en excelente francés ruskiniano», como anota un crítico ante la aparición de la primera traducción. Aún cuando las dos primeras traducciones (siendo Sésame et les lys, de 1906, la segunda) fueron alabadas por críticos como Henri Bergson, la elección de las obras traducidas no resultó acertada y constituyó un fracaso editorial. Sin embargo, ésta fue la etapa de la carrera en donde se afirmó la personalidad de Proust. En efecto, acompañó sus traducciones de un abundante aparato crítico, con largos y ricos prefacios casi tan extensos como el texto mismo y con múltiples notas. A medida que traducía a Ruskin, Proust tomaba distancia de las posiciones estéticas del autor inglés. Esto es particularmente evidente en el último capítulo de su prefacio a la primera traducción, en donde alterna entre la admiración y la confesión de distancia con respecto a las traducciones anteriores.
Tras la muerte de sus padres, sobre todo la de su madre en 1905, su frágil salud se deterioró en demasía a causa del asma y la depresión por la pérdida materna. Permaneció recluido en el 102 del Boulevard Haussmann en París, donde hizo cubrir las paredes de corcho para aislarse de ruidos y dedicarse a su trabajo. Vivía exclusivamente de noche tomando café en grandes cantidades y casi sin comer, según cuenta Celeste Albaret, su criada en esos años, en un libro de memorias.
Hacía 1909 después de haber leído mucho y de haber obtenido aún más información, parece ser que Proust se entrega a su obra maestra. No sale de casa, trabaja durante la noche y duerme de día. Para sus respectivas necesidades alimenticias tiene a su servicio a un joven matrimonio de criados. Nicolas y Céline Cottin.
En 1912 aparecieron varios fragmentos de su novela en Le Figaro, y por esta época, según sus cálculos, el libro daría dos volúmenes de setecientas páginas cada uno; esto demuestra que Proust en un principio no tenía considerada la gran extensión de En busca del tiempo perdido.
Finalmente Por el camino de Swann se publica en noviembre de 1913 con dinero del bolsillo de Proust, apareció fragmentada en tres partes, aunque a Proust le hubiera gustado publicarla todo en una unidad. La segunda parte saldría unos meses después, meses que la primera guerra mundial de 1914 convertiría en años. Proust siente ganas de ir al campo de batalla pero su salud no se lo permite y es declarado inútil para el servicio, mientras a su hermano Robert, se le asciende a capitán y varios de sus amigos mueren en el campo de batalla. A cambio de no ir al servicio Proust presta ayuda desde su casa en todo lo que se le solicita.
Mientras Europa estaba en guerra Proust se dedicó por completo a su obra rehaciéndola y así alcanzando la extensión que hoy tiene. En estos años a Proust se le llama “Proust el del Ritz” debido a que frecuenta mucho este hotel, donde conoce a nuevos y jóvenes escritores. Apenas terminada la guerra se publica el segundo volumen de En busca del tiempo perdido, A la sombra de las muchachas en flor, que al año siguiente obtendrá el premio Goncourt, no sin cierta controversia debido a la decisión del jurado. En 1922 se publica Sodoma y Gomorra. En el mes de septiembre sufre de crisis asmáticas. El 10 de octubre fue la última vez que salió a la calle, y una semana después de declararse una neumonía, murió, el 18 de noviembre de 1922. Todavía pasaron cinco años antes de que se terminaran de publicar las demás obras: La prisionera (1923); La fugitiva (1925) y El tiempo recobrado (1927).
Su obra principal, En Busca del Tiempo Perdido, se publicó entre 1913 y 1927, siendo el primer tomo publicado por su cuenta en la Editorial Grasset. Rápidamente, sin embargo, la editorial Gallimard reconsidera su rechazo inicial, responsabilidad única de André Gide; el cual apenas leyó un poco el principio, y acepta el segundo volumen: A la Sombra de las Muchachas en Flor, por el que recibió en 1919 el premio Goncourt, después de que el propio Proust movilizara sus influencias pese a no ser ya un joven escritor como rezaban las bases del premio.

Su homosexualidad, inconfesable en la sociedad de la época, está latente en su obra, sobre todo en el tomo de Sodoma y Gomorra, donde analiza tanto la homosexualidad masculina como femenina. Trabajó sin descanso en los seis libros siguientes de En Busca del Tiempo Perdido hasta su muerte en 1922, víctima de una bronquitis mal tratada. Fue enterrado, junto a su padre y su hermano, Robert Proust, en el cementerio parisino Père-Lachaise.

Obra

Los placeres y los días (1896)
La Biblia de Amiens, traducción libre de la obra de John Ruskin: The Bible of Amiens (1904)
Sésamo y Lys, traducción libre de la obra de John Ruskin: Sesame and Lilies (1906)
En busca del tiempo perdido (1913-1927)
Por el camino de Swann (1913)
A la sombra de las muchachas en flor (1919)
El mundo de Guermantes I y II (1921–1922)
Sodoma y Gomorra I y II (1922–1923)
La prisionera (póstuma, 1925)
La fugitiva (póstuma, 1927)
El tiempo recobrado (póstuma 1927)
Parodias y misceláneas (1919)
Celos (1921), el propio Proust la publicó como Novela inédita y completa, constituye una variante de "A la busca del tiempo perdido", concretamente del cuarto tomo, que el autor anticipó en parte en esta versión.
Crónicas (1927)
Jean Santeuil (póstuma, 1952)
Contra Sainte-Beuve (póstuma, 1954), ensayo.
una pescadora. cuento





Chopin 

Chopin, mar de suspiros, de quejas, de sollozos
que mariposas cruzan en un vuelo sin tregua
jugando en la tristeza o danzando en la ola.
Sueñe, ame, sufra, grite o calle, encante, meza,
entre cada dolor siempre interpones
el raudo y dulce olvido de tu juego
como de flor en flor las mariposas vuelan.
Cómplice tu alegría de tu pena.
A raudal más gozoso, mayor la sed de lágrimas.
Pálido y dulce hermano de la luna y del mar,
príncipe del dolor, gran señor traicionado:
te exaltas todavía, más bello cuanto más pálido,
ante ese sol que inunda tu habitación de enfermo
que llora de sonreírle y que sufre de verle:
¡sonrisa de pesar, lágrimas de esperanza!





LUNES A LA UNA

La insensibilidad de la naturaleza toda
Parece así colmar de nuestros corazones el vacío.
Decepcionante juego de la ciega materia
En el ópalo y el cielo y los ojos donde, victorioso
Y alternativamente herido, soñar parecía el amor.
La forma de los cristales, el pigmento de las pupilas,
Y el espesor del aire nos engañan sucesivamente,
Tratando de engañar nuestros dolores eternos
Con la naturaleza, y la mujer, y los ojos;
Y la delicadeza del azul pálido
Es una mentira en el ópalo
Y en el cielo y en tus ojos.







TODO LO BORRA EL CIELO DE MI MEMORIA

(Fragmento)

Todo lo borra el tiempo como las olas borran
Los trabajos infantiles sobre la allanada arena
Habremos de olvidar estas palabras tan precisas, tan vagas,
Tras las que el infinito sentimos cada uno.
Todo lo borra todo el tiempo mas no apaga los ojos
Sean de ópalo, de estrella o de agua clara;
Bellos como en el cielo o en un lapidario
Para nosotros arderán con fuego alegre o triste.
Unos, joyas robadas de su vivo joyero,
A mi corazón lanzarán sus duros reflejos de piedra
Igual que un día en que engastados, sellados en el párpado,
Brillaban con un fulgor precioso y frustrante.
Otros, dulces fuegos robados también por Prometeo,
Chispa de amor que brillaba en sus ojos
Y que para nuestro amado tormento hemos llevado,
claridades demasiado puras o joyas demasiado preciosas.
Constelad por siempre el cielo de mi memoria
Inextinguibles ojos de aquellas que amé.
Soñad como los muertos, fulgid como aureolas,
Como una noche de mayo brillará mi corazón.
Borra como una bruma el olvido los rostros,
Los gestos adorados en otro tiempo a lo divino,
Por quien locos estuvimos, por quienes fuimos sensatos,
Fascinación del error y símbolos de fe.
Todo lo borra el tiempo, la intimidad de las noches,
Mis dos manos en su cuello como la nieve virgen
Sus miradas que acarician como un arpegio mis nervios
Mientras sobre nosotros sus incensarios la primavera agita.
Otros, los ojos sin embargo de una mujer alegre,
Así como las penas eran vastos y negros.
Espanto de las noches, de las tardes misterio,
Entre esas mágicas cejas estaba su alma toda.
Y su corazón era vano como una mirada alegre.
Otros, como el mar tan cambiante y tan dulce,
Nos extraviaban hacia el alma en sus ojos hundida
Como en esas tardes marinas a que lo ignoto nos empuja.
Sobre tus claras aguas navegábamos, mar de los ojos.
Henchía el deseo nuestras tan remendadas velas.
Y las tempestades pasadas olvidando, partíamos
Sobre las miradas para descubrir las almas.
Tantas miradas diversas, las almas tan parejas,
Qué decepción para nosotros, viejos prisioneros de los ojos.
Habríamos debido quedarnos a dormir bajo la pérgola.
Pero os habríais marchado igual de haberlo sabido todo.
Para tener en el corazón estos prometedores ojos
Como un mar de atardecida que sueña con el sol
Inútiles gestas habéis realizado
Para alcanzar el país soñado que, bermejo,
De éxtasis gemía más allá de las verdaderas aguas
Bajo el arca sacrosanta de una nube que creíamos profética,
Pero es dulce tener para un sueño estas heridas,
Y vuestro recuerdo como una fiesta fulge. 




2 comentarios:

  1. Ojo , el poema de lástimas a la muerte, aunque trata sobre Proust, no es de este autor, sino de Álvaro Mutis. Saludos cordiales.

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  2. GRACIA MIL, CORRIJO INMEDIATAMENTE
    ABRAZOS
    FERNANDO

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