jueves, 4 de septiembre de 2014

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS [13.179]


Víctor Avendaño Porras

Nació en San Cristóbal de las Casas, Méxicoen 1979, ha viajado por varios países, entre ellos, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Argentina, Chile, Uruguay, Guatemala, Japón, España, Francia, Holanda, Canadá, Cuba y Marruecos. Es autor de 6 libros de poesía. Ha sido galardonado con Mención de Honor del Premio Nacional de Cuento en Colombia, Premio Nacional de Poesía “El Timón de Oro”, Premio Estatal de la Juventud en el rublo de Artes, Premio Estatal de Poesía “Ydalio Huerta Escalante” y con el Premio de Poesía “Joaquín Vázquez Aguilar”, así mismo fue Becario del PECDA 2005, Becario del FOESCA 2000-2001 y Becario de la Uniboyacá en Colombia. es Ingeniero de Sistemas por la UNACH (México), Especialista en Suply Chain Management por la OUC (España), Maestro en Comunicación y Tecnologías Educativas por el ILCE (México) y Actualmente es residente de Doctorado en Colombia.

Publicaciones:

Libros

o Sintaxis de lo Nocturno (Ed. Instituto Nacional de la Juventud)
o El día de la Hidra (Ed. Seminario de Cultura Mexicana)
o Gristenia (Ed. Viento al Hombro)
o Los Caminos de Aire (Ed. Coneculta)
o Árbol de Muchos Pájaros (Antología colectiva, Ed. Tinta de Alcatraz)
o Los Abismos de la Palabra (Antología colectiva, Ed. Unich)
o Extracción de un sueño donde el silencio es de oro (Ed. de el Animal)
o El mar océano de la noche de un día después (Ed. Coneculta)
o La rebelión melancólica (Ed. Celali)

Diarios

o La Jornada, Expreso de Chiapas, Tabasco Hoy, Puente Boyacense, Cuarto Poder, Diario Es!, Diario de Chiapas, La republica en Chiapas.

Revistas

o Punto de Partida (UNAM), Va de Nuez, Tierra Adentro, Fin de Siglo, Este Sur, Areópago, La rendija, Hojas del Huitepec, Internos, Unión de Voces.





El mar océano de la noche de un día después (Ed. Coneculta)



¡OH mar océano, mi tierra!
sólo en tu oscuridad es tu sombra clara

Atado a una tabla, boca abajo para que el sol no lo ciegue. El cuello innaturalmente tendido para no beber. Requemado por la espuma, ciertamente febril. Él, tan enfermizo, animal noctívago por natural defecto, no se halla en condiciones de contar el tiempo

En un hálito de gracia, 
en un momento de decisión fugaz,
de donosura,
desaparece al movimiento
de mis alados pies y mi cintura:
mi cuerpo es aire ya: hombre, el viento.
Todo es ser y no ser.
¿Qué es lo que ven los ojos, qué enamora?
si lo invisible es lo real: el aire,
y lo irreal, el mar, océano







El mar se ha sosegado, inmediatamente después de la borrasca que lo ha arrojado del cartucho a su balsa delineada, empujada por los vientos, en un piélago sereno, durante una estación que errante está de costa en costa, en la noche sagrada

¿Qué ha ocurrido?
¿Qué loca algarabía de espacio y tiempo?
sepan historiadores y marinos:
el escritor del mar océano ha descubierto
que no hay tiempo ni espacio:
sólo agua en el mundo,







Él, se ha adormecido y en su nocturno sueño se acerca a la nave, y como a la luz del plenilunio, se ha dado cuenta que está flotando bajo un bauprés, al hilo de un castillo en proa, del que cuelga una escala

¡La escala de Jacob!

Y le han vuelto todos los espíritus
Ser un mar que corre y va,
invisible,
entre los otros mares,
ser el agua contenida en las riberas,
un mar que fluye solitario,
soterrado en un cuerpo.
Todos los escritores
mueren ahogados en los mares,
bellos durmientes que se lleva el agua,






La garganta es un fuego seco y para desceñirse de las cuerdas que le han rayado surcos lívidos, intenta la ascensión. Es el momento en que Él, se convierte en Hércules. Estrangula serpientes en la cuna


Ser y no ser de aire.
Ser de tierra para al cabo, no serlo.
Ser de fuego sin ser fuego;
y de pronto, transparente,
ser agua ya, y no ser agua tampoco,







Un hermoso caso para un náufrago con los pies en lugar sólido y tierra firme, al alcance del brazo

¡Silencio!

como si a bordo estuvieran todos los muertos. Con todo ha
empezado a escribir poemas:


Un hombre vaga
agotado
por el mar océano
y las aguas indulgentes
lo arrojan a un navío
que parece desierto





Escribe:

Un tumor me pudre la lengua
y el tumor que la pudre
me asesina con la perversa
lentitud de un verdugo
de pesadilla

¿Él escribió eso?
El escritor del mar océano
Escribe:

Una risa larga y trastornada
se enrosca en el vientre
del escritor del mar océano







Escribe:

Mi boca no ríe
la podredumbre prohíbe
a mi boca la risa

Es Nicodemo
Quien escribe que un tumor 
Le pudre la lengua
Y una risa larga y trastornada
Cruje en su vientre
En un día de enero
Que llueve
Y que el Invierno
Llega a las puertas 
De una ciudad
Que exterminó la utopía
Pero no su memoria






Déjenme que les recuerde
A esos muchachitos frágiles
De rodillas en la piedra húmeda
Brillosa y suave por el roce
De las rodillas de incontables
Muchachitos frágiles
Y a quienes el sudario
Helado de la madrugada
Les cortaba la nuca
Y que año tras año
Día tras día
Noche tras noche
Elevan sus cánticos
Los ojos legañosos
El sufriente, tiritando de frío
O de sueño, o de terror
O de místico placer
O de extenuación






Déjenme que les recuerde
Sin ánimo de ofender
Al hacedor y sus indescifrables
Mandatos lo que me crece
Entre las piernas
A mí, el escritor del mar océano
Hijo de familia cristiana
Acariciado por las olas:

Recuerdo sin ánimo de ofensa
y quizá con gratitud
los castigos que se descargan
sobre los muchachitos frágiles
cuando sus cuerpos desoyen
lo cotidiano y a veces
crípticos mensajes que marcan
a la carne como fuente de aflicción
suciedad y congoja





Miro mi mano
esta mano
y la pluma invisible que sostiene esta mano
y la letra apretada aún firme que traza
con la pluma
esta mano
en las hojas de un cuaderno
de tapas verdes






Miro al mar océano en el que apoyé
el cuaderno de tapas verdes
y miro
en el mar océano
un tintero con base de agua
y la vela gruesa
que alumbra el cuaderno, las olas
mi frente, mi boca
y mi mano que escribe
y una rama vacía
del otro lado del mar océano
entre la ola y yo





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