viernes, 17 de octubre de 2014

ALBERTO ORDÓÑEZ ARGÜELLO [13.704]



Alberto Ordóñez Argüello

Alberto Ordóñez Argüello (Rivas, Nicaragua, 16 de marzo de 1914, y San José, Costa Rica, agosto de 1991), fue un escritor, periodista y editor centroamericano. Integró el Movimiento de Vanguardia poética en su Nicaragua natal. Fue uno de los intelectuales centroamericanos de mayor vocación unionista. Tuvo una destacada actividad política combatiendo las dictaduras mesoamericanas.

Nació en Buenos Aires, Rivas, Nicaragua. Estudió los colegios Salesiano de Granada y La Salle de Managua. Hacia 1930 incursionó de pleno en las letras y en el periodismo, publicando en la ciudad de Managua las revistas literarias Nicaragua, 1937 y 1938. Trabajó también en las revistas Vanguardia y ¡Ya!

Formó parte del Movimiento de Vanguardia de Nicaragua, donde también militaron los poetas José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, Luis Alberto Cabrales, Joaquín Pasos Argüello, Luis Downing Urtecho, Octavio Rocha, Manolo Cuadra y el caricaturista Joaquín Zavala Urtecho, entre otros. Primo hermano y amigo fraternal de Joaquín Pasos Argüello. De este grupo se nutrió la generación posterior integrada por Ernesto Mejía Sánchez, Ernesto Cardenal y Carlos Martínez Rivas, que fue también su amigo.

Por su posterior enfrentamiento a la dictadura de Anastasio Somoza, rompe con la gente de Vanguardia y emigra a Costa Rica en 1942, en un exilio que duraría el resto de su vida. Desde entonces mantuvo una beligerancia constante contra las dictaduras latinoamericanas a través de la prensa y otros medios. En San José da inicio su larga amistad con Francisco Amighetti, León Pacheco y Arturo Echeverría.

Residió luego en Guatemala- Preso y deportado por Ubico, regresa para colaborar con el gobierno de Juan José Arévalo y la Revolución de Octubre. Se nacionalizó guatemalteco. Gran amigo del doctor Arévalo, de Miguel Ángel Asturias (Premio Nóbel de Literatura) y de Carlos Wyld Ospina. En 1946 residió en México por un año. Colabora con la Legión del Caribe, que buscaba la democratización de la región. Junto con el profesor Edelberto Torres Espinoza y otros exiliados nicaragüenses en Guatemala, crea la Junta Defensora de la Soberanía de Nicaragua. Compañero de Adolfo Ortega Díaz en actividades políticas y literarias.

Luego vivió en El Salvador y Honduras, donde colaboró como funcionario de publicaciones de los gobiernos electos de Óscar Osorio y Ramón Villeda Morales. Compartió afanes poéticos y amistad con Serafín Quiteño, Salarrué, Claudia Lars, Alberto Guerra Trigueros, Claribel Alegría y Clementina Suárez.

Ordóñez Argüello siguió la vena unionista centroamericana de un Francisco Morazán. Entre 1944 y 1949, editó la revista cultural La Estrella de Centroamérica, con el fin primordial de la divulgación unionista centroamericana, cuyo director honorario fue don Francisco Gavidia.

En 1958 y desde Lepaguare, Honduras, participó en una frustrada acción armada revolucionaria contra Somoza, terminando preso. Cubrió por seis meses el triunfo de la Revolución Cubana, como corresponsal y representante del exilio nicaragüense.

En 1959, contrae matrimonio con María Eugenia Chacón Jiménez, pintora y profesora de arte costarricense, con quien tuvo cuatro hijos. Anteriormente, había procreado una hija en El Salvador.

De 1963 a 1972 trabajó en Guatemala, El Salvador y Costa Rica para la Secretaría de Integración Centroamericana (SIECA), como jefe de publicaciones y consultor. Elaboró los Anales completos de la Integración Centroamericana. Adversó al régimen sandinista de Nicaragua. Compuso varias canciones de tema centroamericano, algunas de las cuales fueron prensadas en disco sencillo. Vivió en San José de Costa Rica los últimos veinte años de su vida.

Obra Literaria

La novia de Tola. Teatro folklórico nicaragüense, 1941.
Poemas para amar a América. Poesía. Premiado en el Concurso Literario Centroamericano. 1951. Editorial de Educación Pública, Guatemala, 1952.
Ébano. Novela sobre el atlántico nicaragüense. Ministerio de Cultura, El Salvador, 1954.
Tórrido sueño. Poemario al alimón con Serafín Quiteño. Segundo Premio Centroamericano de poesía. Ministerio de Cultura de El Salvador, 1957.
Invocación a Centroamérica. Primer Premio Centroamericano de poesía, VII Certamen nacional de Cultura, Ministerio de Educación, El Salvador, 1962.
Amor en tierra y mar. Poesía. Colección Caballito de mar, Ministerio de Cultura, El Salvador, 1964.
Cantos verdes de Costa Rica. Poesía. Ministerio de Cultura, Costa Rica, 1974.
Del Azar y del Presentimiento. Poesía. Libro póstumo. Co-edición Editorial Lunes - Estrella de Centroamérica. San José, 1993.
Referencias[editar]
"Encontré a Alberto Ordóñez Argüello como se encuentra un botón de cuello perdido. Si no le hubiera encontrado, me sentiría impreciso, desabrochado; me molestaría la garganta como en la ausencia de las personas amadas cuya falta molesta por ser imprescindibles como el botón del cuello". Joaquín Pasos Argüello (agosto de 1932).

"A Alberto Ordóñez Argüello, que une la canción a la idea, su vida bohemia al fino equilibrio del verso" Miguel Ángel Asturias (dedicatoria en libro).

"A través de los años, la vibración de tu sensibilidad sigue igual, llena de júbilos secretos y de inagotables motivos de realidad y sueño" Miguel Ángel Asturias (en carta del 6 de mayo de 1965)

"A Alberto Ordóñez Argüello, compañero y guía primero; quien, con su poesía nicaragüense, contribuyó a forjar la conciencia increada de nuestra Centroamérica". Carlos Martínez Rivas (dedicatoria en libro).

"Su palabra y su amistad han sido siempre benéficas para los que sabemos cuánto talento y cuánta pureza revolucionaria hay en usted". Juan José Arévalo (en carta del 26 de julio de 1954).



Canciones cimarronas de Alberto Ordóñez Argüello:

«Yo soy don Pedro de Urdemales
Tú eres la Juana sin Tripas
Yo, cierto-güís que te canta.
Tú, la gallinita loca
      cacaracá
      ponedora
      cacaracá
      huevos de oro».

Alberto Ordóñez Argüello, poeta del ostracismo


Por José Danilo Centeno, México D.F. (Especial para La Nueva Prensa)

A cinco kilómetros de la ciudad de Rivas, entre los municipios de San Jorge y Potosí, hay una población llamada Buenos Aires. En ese pueblito rivense en el que había media docena de casas principales, una iglesia y una plazuela en la que se paseaban los muchachos los domingos, nació en 1914, Alberto Ordoñez Argüello poeta, dramaturgo y periodista nicaragüense.
     
Fue este Ordóñez una de las voces prominentes de la poesía vanguardista en Nicaragua y Centroamérica. Su obra hundió sus raíces en el folclore, en las tradiciones nicaragüenses y por eso cultivó una poesía robusta, coloquial, pletórica de color, vitalidad, panteísmo y musicalidad, inspirada en los cantares del pueblo y en combinación con formas más elaboradas, todo esto sin perder originalidad ni altura literaria.
    
Entroncar lo nicaragüense con la tradición hispánica y con el tiempo que le tocó vivir, es decir con «su actualidad», y alcanzar la universalidad partiendo de lo local es el reto que se propuso este vate, en cuyos versos lo individual y lo social se funden indisolublemente. En lo político fue un opositor a la dilatada dictadura de los Somoza, manía esta que le llevó a vivir en el exilio la mayor parte de su vida.
    
Para Alberto Ordóñez Argüello el lenguaje que le presentaba la poesía en aquel entonces era un medio de expresión limitado, por eso echó mano del elemento lúdico, del lenguaje cotidiano, de la imagen transgresora, de la riqueza verbal que captaba a su alrededor saltando entre el pueblo mismo, con la frescura y naturalidad de un arrollo; el poeta pugna por la libertad a través de la subversión y el rechazo al materialismo imperante en ese mundo que propone la burguesía floreciente y que representa la alienación, el alejamiento de la naturaleza y del hombre mismo. 
    
El movimiento de Vanguardia

Hacia finales de la década de los veinte José Coronel Urtecho y Luis Alberto Cabrales regresan a Nicaragua provenientes éste de París, y aquél de California. Cada uno trae la idea de aplicar en su país, de manera creativa, las ideas en boga en Francia y los Estados Unidos, respectivamente. A estas corrientes hay que sumar la tradición de la literatura hispana.
     
Estas tres corrientes convergen, pues, para dar impulso al movimiento de Vanguardia nicaragüense que se aboca a la creación de una literatura que da la espalda a la parte más superficial del Modernismo, y se propone dotar de identidad nacional a la literatura, echando mano del neo-popularismo, como lo habían hecho en España García Lorca, Vicente Alexandre, y el resto de la Generación del 27.
    
El grupo vanguardista fue creado por José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Joaquín Pasos Argüello, a ellos se adhieren Luis Alberto Cabrales, Manuel Antonio Cuadra Vega (conocido como Manolo Cuadra), Octavio Rocha, José Román Orozco, Salvador Cardenal y el caricaturista Joaquín Zavala Urtecho. La capital literaria del movimiento fue Granada, cuna de la «aristocracia» nicaragüense.
    
Y así se divulga en el país, a través de excelentes traducciones, la obra de Walt Whitman, Carl Sandburg, Ezra Pound, Marianne Moore, Thomas Stern Eliot, Jules Supervielle, Valerie Larbaud, Jean Cocteau, Blaise Cendrar y Charles Cross.
    
Alberto Ordóñez Argüello se unió al movimiento desde su natal Rivas. Su oposición a los Somoza lo llevó muy pronto al exilio, vivió en todos los países de Centroamérica, y estableció contacto con la intelectualidad centroamericana. Escribió un poema al alimón con Miguel Ángel Asturias, escribió el poemario TÓRRIDO SUEÑO en coordinación con Serafín Quiteño. Finalmente se asentó en Costa Rica hasta el día de su fallecimiento el 24 de agosto de 1991.
    
El poeta y su obra

A él se debe una de las obras cimeras, a decir de los entendidos como Socorro Bonilla, de la dramaturgia nicaragüense, LA NOVIA DE TOLA, 1941; y una novela que aborda la explotación de las compañías norteamericanas en la Costa Atlántica con la complicidad el somocismo, ÉBANO (1954).
    
Sin duda fue la poesía la que acaparó el quehacer literario de Ordoñez Argüello. Su obra poética está reunida en los libros Poemas para amar a América (1952); INVOCACIÓN A CENTROAMÉRICA (1962), Primer Premio Centroamericano de Poesía compartido con Isaac Felipe Azofeifa; TÓRRIDO SUEÑO, escrito con el salvadoreño Serafín Quiteño, 1957 (Segundo Premio Centroamericano de Poesía); AMOR EN TIERRA Y MAR (1964); CANTOS VERDES DE COSTA RICA (1974); DEL AZAR Y DEL PRESENTIMIENTO (1993).
    
Tras su muerte, su obra ha sido relegada al olvido por cuanto gobierno ha habido en Nicaragua. Las nuevas generaciones desconocen la labor periodística y literaria de este bardo, sus sueños centroamericanistas, su oposición a las intervenciones extranjeras y a la implantación del somocismo en el suelo patrio, los años vividos en el ostracismo y el abandono del que su obra aún no ha podido salir.




POEMAS DE ALBERTO ORDÓÑEZ ARGÜELLO


«SONETO DE LA SOMBRA»  
                                                                
Y a vivir en la sombra acongojada.
Y a morir en la yerba desyerbada.
Donde siembras tu pie, Amor se atreve.
Amarga soledad cuando no llueve.

Albahaca de llanto despeinada.
Perfume de cristal, alero leve.
Nada, nada, hada. Nada y sombra.
Un milagro de bien que huele a hada.

El paso de tu ser por una alfombra.
El silencio es la sombra de la Amada.
Y hay luz en la presencia acongojada.

Mi voz sin voz en el callar te nombra.
Sombra de la perdida enamorada,
Recuerdo en flor de la perdida sombra.

Alberto Ordoñez Argüello y Miguel Ángel Asturias






ELEGÍA DE PANCHO

Era el rancho de Pancho
paloma de la loma.
Ventana de la oscurana.
Y ajuar del claror.

Con el canto del gallo se abrían las pitahayas.
Un perro vigilante rondaba en los papayos.
Una vaca tranquila suspiraba por Mayo
cuando el hijo vendría como suspiro o flor.
Ya estaban par entonces sazonando los mangos.
Del río iban las mozas al mes de abril cantando
con sus tinajas rojas, pocitas de cuadril.
Lamía el sol con lengua de fuego en la sequía. 
Un recuerdo de invierno remoto se entreabría.
Y en los lejanos llanos silbaba la perdiz. 

De pronto, como un viento huracanado y feo,
en la campiña quieta se percibió un tropel.
¡Oh escolta que buscaba reclutas campesinos!
Un pavor de matanza retorció los caminos.
Al dolor de la suerte gritaron los destinos.
Y el eco fue un lamento de aquel atardecer.

Hoy el rancho de Pancho
es escombro en el hombro
de una loma que asoma su faz hacia el lar.
Ronco son de cañones retumba tras el monte.
Un pajonal de balas inflama el horizonte
donde empezó la siembra de la muerte fatal.

No hay un rumor de vida que alegre la alquería.
Las vecinas son sombras de sigilosa vía  
que en sus rebozos negros llorando esperarán.

Ya Pancho, muerto un día, no volverá. 
¡Lo juro! Por ser gañán de arrestos
hoy muerde el suelo duro.
Y en el futuro olvido su nombre no será.

¡Qué cuadro más tremendo! 
La perra de la guerra ladra bajo la noche serena de esta tierra,
ladra sobre los vientos que cruzan el erial.
Ya no quedan las aves de los bosques amigos.
Ni las parvas doradas de fantásticos trigos.
Ni la res retozona, -novia del manantial.

Ya este rancho de Pancho
es espanto del llanto.
Vallado abandonado, triste voz de dolor.
Un árbol sólo queda: fragante limonero
que esparciendo con copos de flores el sendero,
nos conduce al recuerdo del humilde ranchero
que jamás retornó.




Alberto Ordoñez Arguello, In Memoriam

Por Jaime Ordoñez

Mi padre, Alberto Ordóñez Arguello (poeta y dramaturgo, nacido en Nicaragua el 16 de marzo de 1914 y fallecido en San José, Costa Rica, el 24 de agosto de 1991), hubiese cumplido un siglo de vida hoy domingo que escribo estas líneas. Me he tomado una pausa larga esta mañana para aquilatar su figura, como gran intelectual y patriota centroamericano que fue, y también como padre. Lo hago con el amor y el cariño del hijo que siempre le recuerda y le extraña. Y también con la distancia que el tiempo otorga y permite ver a un hombre que perteneció a una excepcional generación de centroamericanos, hoy prácticamente extinta.

Como escritor, formó parte de ese extraordinario grupo de poetas del Movimiento de Vanguardia que incluía a José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, Luis Alberto Cabrales y a Joaquín Pasos- Argüello, su primo hermano. Fue un poeta poderoso y creativo, Primer Premio Centroamericano de Poesía en 1964 por “Invocación a Centroamérica” (el cual compartió con Isaac Felipe Azofeifa), ganó otro premio centroamericano por los poemas al alimón escritos con Serafín Quiteño. Escribió doce libros, dos novelas, y una excepcional obra de teatro, “La Novia de Tola”, que es consustancial a la tradición vernácula de Nicaragua. Compartió amistad y trabajo creativo con los principales intelectuales de la Centroamérica de su época: con Carlos Martínez Rivas, con Edelberto Torres Espinoza y Torres Rivas, con Francisco Amighetti, León Pacheco, Claribel Alegría, Claudia Lars y con su gran amigo Miguel Angel Asturias (Premio Nobel de Literatura), con quien compartió el exilio en México.

Como político y luchador cívico, desde muy joven salió de Nicaragua por su enfrentamiento con la dictadura de Somoza y sus pasos lo llevaron por varios países del mundo, en un exilio que duraría el resto de su vida. Vive en El Salvador y llega Costa Rica en 1942. Desde entonces mantuvo una beligerancia constante contra las dictaduras latinoamericanas a través de la prensa y otros medios. Residió en Guatemala, donde fue preso y deportado por Ubico, habiendo regresado luego para colaborar con el gobierno del Presidente Juan José Arévalo, de quien fue amigo personal. Junto con Edelberto Torres Espinoza y otros exiliados nicaragüenses en Guatemala, crea la Junta Defensora de la Soberanía de Nicaragua. Luego vivió en El Salvador y Honduras, donde colaboró como funcionario de los gobiernos electos de Óscar Osorio y Ramón Villeda Morales. Fue fundador y miembro de la Legión Caribe, y ayudó a conseguir las armas para la revolución de José Figueres en 1948. A pesar de que fue un ferviente anti-somocista toda su vida, en sus últimos años adversó el sandinismo por considerar que había traicionado los principios de una revolución cívica y democrática. Fue uno de los hombres más puros, idealistas e inchantajeables que jamás conocí.

Formó parte de la generación de centroamericanos que sentó la base de la SIECA, liderada por intelectuales como Pedro Abelardo Delgado; Jorge Sol Castellanos; Dante Ramírez, Carlos Manuel Castillo y Roberto Mayorga Cortés. Una generación extraordinaria que, en efecto, creía en el afán morazánico de una región unida. Hoy—cuando Centroamérica es básicamente un exitoso proyecto comercial—mucho le haría falta un proyecto de integración de derecho público similar al que diseñaron ellos.

Sus exilios lo llevaron a Costa Rica, donde se casó con una gran mujer de Cartago, mi madre, María Eugenia Chacón Jiménez—a quien aún tengo viva-- pintora, de la primera generación de discípulos de Margarita Berthaeu y don Paco Amighetti. Y así se define la vida. Mis hermanos y yo, nacidos aquí en Costa Rica, somos en consecuencia puros hijos de exilio, resultado de esa Centroamérica fragorosa y sangrienta del siglo pasado. Alberto Ordóñez Arguello era, además, uno de los hombres más vitales, simpáticos y alegres que he conocido. Su carcajada estruendosa era capaz de levantar un vuelo de palomas, de cortar el aire y de llenar de alegría a todo quienes tuvieron la gran fortuna de conocerle.

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Sobre el autor...

Jaime Ordoñez es Doctor en Derecho Internacional por la Universidad Complutense de Madrid y Master en Ciencia Política por The George Washington University, Washington D.C. Ha sido profesor invitado de las universidades de Columbia, New York, Maryland y Tulane, New Orleans en E.E.U.U, asesor del Banco Mundial, del BID, del PNUD, del CEPAL-ILPES, del Gobierno de Noruega, del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), de UNICEF y ACNUR. Es Director de la Cátedra de Teoría del Estado de la Universidad de Costa Rica y miembro de la Comisión de Dirección de la Maestría Centroamericana de Ciencias Políticas. Ha publicado 12 libros y más de 60 artículos en revistas especializadas en América Latina, EEUU y Europa. Actualmente es Director del Instituto Centroamericano de Gobernabilidad (ICG) y del Programa Observatorio de la Democracia en Centroamérica, con sede en San José, Costa Rica.




5 comentarios:

  1. El Movimiento Artistico Cultural Alvaro Urtecho. le celebró un homenaje al gran poeta Bonarense Alberto Ordoñez Arguello en el Marco del Festival Internacional de Poesia Capitulo Rivas. ya que el poeta pertenece a una Antologia de Poetas rivense 1950. Alberto Ordoñez Arguello es un orgullo Nacional nacido en Rivas

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    1. Gracias por el homenaje. Don Álvaro era muy amigo de mi padre. Busqué información del homenaje en la página de Uds. pero no la encuentro. ¿Hay alguno reseña por internet del evento? Muchas gracias. Mauricio Ordóñez (hijo), desde Costa Rica.

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  2. https://youtu.be/4iJt0a-VmQA
    IV FESTIVAL DE LA POESIA CAPITULO RIVAS EN HOMENAJE A ALBERTO ORDOÑEZ ARGUELLO
    SEMBLANZAsu sentimiento rivense, su vibración por la tierra del cacao y de los mangos, la tierra del… MI CORREO leonellacayom@hotmail.com, muchos gusto Mauricio.

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  3. IV FESTIVAL DE LA POESIA CAPITULO RIVAS EN HOMENAJE A ALBERTO ORDOÑEZ ARGUELLO https://youtu.be/4iJt0a-VmQA
    SEMBLANZAsu sentimiento rivense, su vibración por la tierra del cacao y de los mangos, la tierra del dialogo.

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  4. https://youtu.be/4iJt0a-VmQA
    IV FESTIVAL DE LA POESIA CAPITULO RIVAS EN HOMENAJE A ALBERTO ORDOÑEZ ARGUELLO

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