viernes, 12 de octubre de 2012

8037.- ALEJANDRO MÉNDEZ





ALEJANDRO MÉNDEZ
Nació en Buenos Aires, ARGENTINA en 1965
Publicó los siguientes libros: Variaciones Goldberg (Ediciones del dock. Bs.As.); Tsunami (Crunch editores. México); Medley (Suscripción/Larga distancia. Barcelona); Chicos índigo (Bajo la luna. Bs.As.). En la actualidad estoy trabajando en dos libros, uno que tentativamente se llamará: Cosmorama, y el otro: Pólder.
Es el coordinador de Las elecciones afectivas / Las afinidades electivas.




Los poemas de Hannelore Kohl

I

Sonámbula tropiezo
con el felpudo,
roído por el
afgano
-regalo de Chirac-

afuera los gritos
se mezclan
engañosamente con
la estricta fragancia
del potaje preparado
por Clara,
nacida en la Selva Negra,
"Black Forest"
como le gusta decir
a mi pequeño nieto
bilingüe.

"Hemos amurallado la
casa para vos
Hannelore",
así
me lo repite
todos los días
el bueno de Helmut,
carcomido por la
alta política
europea y
sus intrigas palaciegas.

Deambulo por la
casa
asediada por la
luz,
mejor dicho,
por las filtraciones.

Es impredecible la luz,
se cuela por todos lados.

Ayer tuvimos que
tapiar el botiquín,
tenía una pequeña
hendija
por donde se colaba
el sol de Ludwigshafen
un sol de verano
directo y mortal,
tal como suele
decirme mi
herr doktor.


II

Mascarón de proa
y anteojos negros.

Rompecabezas letal
esparce la letanía
del dolor
punzante de la luz.

Parapetada en el
el refugio anti-misiles,
recuerdo de guerras pasadas
y advertencia para las futuras.

Aún en contra del
precepto del padre faústico,

rápido
rápido

más silencio,
más oscuridad.


III

Suspendido
el incesante
rumor
sinéstesico,

desbarranca
la visión
enturbiada
por endebles conjeturas.

Este túnel,
que es mi casa,
estos ojos que
indagan la
sutileza cromática de
la noche
-su único reposo-
esta locura,
que pestañea
ante la llegada
mortífera
del
alba.


IV

Expulso
recuerdos cromáticos

táctil y nocturna
así me quiere
él.


V

41 años

allí me detendré
para brindar con el
extraño
golem
de luz

Aniversario
de cieguitos
improvisados

ya morí
para el radiante
día,

sobrevivo en
el cadáver
noctámbulo
de las
rosas.

[DE Medley]




Nina (5 años)

Ajena a la gran historia,
sucumbe en el drenar
intermitente
de recuerdos digitales.

Su puro avatar
es puñal pretérito,

olvido a la deriva
cómica
de sus gestos.

Enaltece plegarias
inaudibles,
volcánicas cenizas
esparcidas.

[de Chicos Índigo]





Féretros alegóricos!
Sótanos metafóricos!
Pocillos metonímicos!
Ex-plícito !
Hay Cadáveres
Néstor Perlongher.


Autopista

Hay cadáveres
resuena la sentencia
mientras esparce su himno
en campo minado.

¿Quién restituirá
al ejército de zombies
nombres como marcas
del aliento original
desvanecido?

Pronto, pronto
la carne cederá
su materialidad histórica
a expensas del
espíritu insepulto.

Se pierden las líneas
de diálogo.

Terreno inestable

(para segmentos isomórficos
de cemento y asfalto:
corazones desfallecientes).

Es el doble reclamo
de la muerte
y de sus muertos.

Los carteles publicitarios
de Adidas
-sobre la autopista-
son los deletéreos mensajes
del otro mundo:

Impossible is nothing.

[de Cosmorama]







Brasilia

El atardecer en Itamaraty
se refleja en los ventanales,
y en las siluetas
de los funcionarios del P.T.

El polvo de los Sin Tierra
llegó a la que alguna vez
fue la ciudad del futuro.

Alguien dijo que era poesía concreta,
mientras las pasarelas de Niemeyer
conducen, directo, al cerebro negro
de Piranesi.

Racionalismo tropical
o Bauhaus à la Carmen Miranda.

Dizem que minhas maos falam.

Algo vivo que sepultado
se agita desesperadamente;
algo del sueño de Kubischek
y sus celdas comunistas;
algo de la ausencia picnoléptica. 6

Dizem que minhas maos falam.

Para suplir este pliegue del tiempo,
una compañía alemana ya está
vendiendo celulares para acompañar
al muerto, con batería suficiente
para varios meses…
…si sus manos llegaran a hablar.

La risa solar
atrapada en la fragua del cemento.

Nadie se pierde en los jardines de piedra
de Burle Marx.
Todos los caminos conducen
al Planalto y a nuestra Señora de la Aparecida.

Gran plato volador, Brasilia desplegando
su forma de avión o de mariposa
en la supercuadra 202 Norte.

La risa solar
atrapada en la fragua del trópico

[de Cosmorama]







Espinas y traducción

Espinas y traducción

La mano me sostiene en el avión,
y las alas perforan la niebla.

El anuncio del capitán, en el aterrizaje,
es el inverosímil cordón umbilical
que va del padre al hijo.
Un registro del desplazamiento de tu voz,
sus condiciones de producción
en el reino de la muerte.

Un caballo pasa por la casa de la infancia
y asoma su cuello a través de la reja.
Una flecha atraviesa el suburbio y se abre en flor
hasta deshacer el corazón desorbitado.

Enhebrar los pedazos dispares.

Un hilo de vida recorriendo
como ambrosía el frío en los huesos.
Los objetos polvorientos, el ruido de las puertas,
la mugre en los rincones, la decisión de existir
en tibias exhalaciones, el dominio modesto
de cinco monedas envueltas en el recibo de jubilación.

Pero no es letra muerta, son los hitos de tu Vía Crucis.
La casa de la que saliste atravesado de dolor,
hasta la cama de la clínica donde te disolviste magnánimo.

Recupero el excedente en forma de espinas y traducción.

[de Pólder]







Knock-out

Esos huesos
la espina dorsal completa
y todas sus costillas en préstamo
para armar un niño lánguido
empecinado en estudiar francés
en la casa del dobermann azul
la maestra con medias negras
y cigarrillos sobre la gramática elemental
el ruido del viento
los ladridos del perro francés
casi ningún signo vital
las palabras nasales
y el perfume de ultramar

[de Pólder]







Bajo los tilos

Me mostró la carta del cementerio
y agitó el papel con vehemencia. 
Era necesario levantar tus huesos, 
ya vencida su estadía terrenal. 

Ella había asegurado el pedazo de tierra 
con una hilera de tilos.

No entendía bien la naturaleza de los actos 
que íbamos a representar; tu nueva categoría
de insepulto.

La casa estaba helada y una sola lámpara 
encendida. La impaciencia nos llevó en vilo 
hacia el muro detrás de las vías.

Un cicerone municipal señaló la cruz
apoyada en la tumba vecina.
Cerré los ojos y busqué refugio 
en la avenida bajo los tilos.

Se escuchó el estruendo de la pala 
en la madera podrida del cajón.

Por fin te iba a conocer.

Como un prestidigitador el empleado separó 
la osamenta y extrajo una media negra. 
La exhibió a la luz del sol casi con orgullo. 

Ella me tomó de la mano; 
por las dudas te negué tres veces.

El montículo de tierra, las flores secas. 
Todo daba vueltas.

El centro del mundo 
en la avenida bajo los tilos.

[de Pólder]




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