martes, 23 de junio de 2015

LARRY J. GONZÁLEZ [16.352] Poeta de Cuba


Larry J. González 

(Los Palos, Cuba  1976). Graduado de Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Miembro de la Uneac. Ha obtenido entre otros reconocimientos, mención en el Premio Nacional de Crítica de Artes Visuales Guy Pérez Cisneros, 2007; beca de Creación Prometeo, La Gaceta de Cuba, 2010; mención del Premio de Poesía La Gaceta de Cuba, 2011, así como el premio David 2011 por su libro La novela inconclusa de Bob Kippenberger. Su libro Osos obtuvo el premio Julián del Casal 2012.




Mi madre va echando a robar tubérculos.
Primero registra en los objetos alrededor del oso - *aquel oso lleno de
exantema en los*
*filos de* *Las Rocosas* - y encuentra mi componedor de primer grado.
Mi componedor mantiene algunas letras.
Puedo formar la palabra casa.
Hileras intactas de corduroy en el estuche.
Puedo formar la palabra *tara*.







RUDOLPH & RALPH

—Nunca experimenté la mínima atracción por animales de compañía. 
Jamás pensé tener un gato o un perro, hasta que me vi hablándole a dos gatos  sobre los ataques de otros gatos que merodeaban la hiedra —respondí a los que preguntaban acerca de la castración en  www.migato.net∕foro∕

(En el patio había dos gatos —Rudolph y Teda— abandonados por la madre. La madre paseaba oronda sobre la hiedra del muro. Teda era una gata enclenque, mientras Rudolph crecía y paseaba por la hiedra como la gata madre. Esa mañana Jorge le acercó a Teda unos mendrugos de picadillo, casi hielo. La gata entró en la casa y Rudolph quedó en el patio a sus anchas. —Los gatos son fuertes —dijo el veterinario ante la imagen tétrica de la gata. Nos turnábamos los viajes para desparasitarla. El veterinario,  después de la última inyección sobre el lomo de la gata, nos aseguró que había un error, 
que éramos dueños de un gato. Jorge cambió el nombre de Teda por el nombre de Rudolph. Me fue difícil subir el nombre del gato del patio encima de un gato enclenque. Rudolph no parecía nombre digno para un gato enclenque. Pero Jorge insistió: era cierto que el gato del patio no reaccionaba ante nombre alguno. Un día comencé a llamar Ralph al gato del patio. 
A veces le echaba comida. Ralph terminó acercándoseme a la mano. 
Lamió mi mano y entró en la casa. Vivimos con esos dos gatos hasta que apareció el salvoconducto que nos llevaría definitivamente a Toulouse. Fue en Toulouse donde el amor por animales de compañía mutó en dos visiones agrias: la sombra de mis gatos sobre todos los gatos del sur de Francia, 
sobre las pelambres disparejas en los torsos de Le Bear’s. Recuerdo la tarde que entré a Le Bear’s y me fijé en un travesti que arrullaba a un gato. 
El gato se llamaba Francesco y le colgaba del cuello una foto enmarcada en plata.
El travesti y el gato quedaban cerca de mí en la barra. 
Solo una banqueta por medio. Francesco vino caminando hasta mí sobre la barra. Le acaricie la cabeza y él la giró hacia un lado, como si se descoyuntara.)  




PREMIO DAVID DE POESÍA 2011

La novela inconclusa de Bob Kippenberger
Larry J. González (Mayabeque, 1976)


Las cartas que Bob le escribiera a Sylvia North


I

Hilera de perros entre las ruedas del Volkswagen.
Más allá del área que ocupan los perros: el equipo de audio con ocho altavoces deja escuhar un tema funky.
Tercer puente —según el conteo de Bob.
Hembras debajo del puente. Como si hubieran salido de la nada perras sarnosas a saludarnos. A rascarse insistentemente las orejas.
Bajar la ventanilla: contemplo vacas
Track  6 ―anuncia el equipo de audio con ocho altavoces del Volkswagen.

Paisaje. Alguna que otra vaca saltando por ahí.



II

Aruña —dice Bob en su perfecto español.
Recojo la blackberry sobre el butacón blanco.
El contraste entre el metal plateado de la blackberry y el butacón blanco hace que la blackberry parezca un hueco sobre el asiento.
La visita entra. Bob lee un artículo en DETAILS. Lee en alta voz la respuesta de Domenico Dolce:  Jewelry, like a gorgeous stone ring or crucifix, is fine on a man so long as it´s his individual style.
El artículo se llama: Dolce and Gabbana on what´s sexy.
Aruño una hora y cuarentaicinco minutos fuera del apartamento.
Me detengo a hablar solo un segundo.
La conversación se extiende un poco. Subo el zipper hasta desaparecer la nuez de Adán.
Frío a la hora de regreso. Arrastro una imagen fría hasta mediación de cuadra.
Al mirar los gansos en la alberca del parque dejo que la cabeza del ganso se aproxime al tintineo de las llaves.
Seguro debajo de los gansos hay algunos peces que te interesan ―hubiera soltado Bob camino a la alberca.

Al final Bob y el Perro Bob se ven felices: —Estábamos a punto de comer sin ti. 



III

Puerta con excrementos de comején del mismo gris que los sobretodos del Bazar.
Las hebillas plásticas ajustadas sobre las espaldas.
Algunos pliegues dispersos.
— ¿El frío? Hubo dos inviernos sin gota de frío. ¿Te acuerdas del perro? Ahí lo ves. En la foto más abajo. Estaba ladrándole a la nieve por la ventana. Esa es la última novela de Bob: Las cartas de Sylvia North. Puedes llevártela si quieres.
El balcón recibe sombra del edificio del frente.
Deslizo el pie adentro de la sombra. Mientras los dedos de él pasan hojas de la novela.

Poemas pertenecientes al volumen merecedor del Premio David de Poesía 2011





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