lunes, 13 de octubre de 2014

LUIS BENJAMÍN CISNEROS [13.642]



Luis Benjamín Cisneros

Luis Benjamín Cisneros (Lima, Perú 21 de junio de 1837 - Lima, 29 de enero de 1904) fue un poeta, escritor, político y diplomático peruano. Es uno de los máximos representantes del Romanticismo peruano. Cultivó la poesía lírica y la épica, así como el teatro. Como político, fue de tendencia liberal.

Sus padres fueron Roberto Benjamín y de Nicolasa Cisneros. Perteneció a una estirpe de intelectuales limeños: sus hermanos Luciano y Carlos Benjamín Cisneros sobresalieron como oradores, financistas y parlamentarios.

Estudió en el Convictorio de San Carlos y cuando apenas contaba con 18 años puso en escena una alegoría o juguete escénico titulado El Pabellón Peruano (28 de julio de 1855). Como premio a su precoz talento, el presidente Ramón Castilla le concedió un puesto en el ministerio de Relaciones Exteriores. Allí llegó a ser jefe de la Sección Continental, pero renunció en 1859 para viajar a París, donde siguió cursos voluntarios en La Sorbona y el Colegio de Francia.

En 1861 fue nombrado cónsul en El Havre, donde permaneció hasta 1872, con una sola pausa en 1865, en que desempeño la secretaría de la legación acreditada ante el gobierno de España. En esa época publicó dos novelas, género éste que aún era raro en el mundo literario peruano: Julia o Escenas de la vida en Lima (París, 1861) y Edgardo o un joven de mi generación (París, 1864). Son de inspiración romántica y sobre asuntos limeños.

De vuelta al Perú en 1872, fue inspector de Instrucción, así como gerente del Banco de Lima y de la Compañía Salitrera del Perú (1878). Pero ambos quebraron por efecto de la Guerra del Pacífico (1879-1883) y tuvo que viajar nuevamente a Europa a fin de intervenir en la liquidación de los mismos. Reinició entonces su labor literaria, esta vez enfocada hacia la poesía. Escribió versos de efemérides y algunas composiciones más singulares y ambiciosas, como su excelente elegía A la muerte del rey Don Alfonso XII (1886) y el poema largo Aurora amor (1883-1889), cántico al progreso humano, del que solo pudo concluir 4 cantos.

Fue director interino de la Biblioteca Nacional del Perú en 1892; más tarde, el gobierno de Nicolás de Piérola le nombró director del Archivo Nacional, cargo que ocupó hasta que una cruel parálisis, que le había emergido desde 1888, le impidió continuar.

En tal trance físico la poesía fue su principal consuelo. Su obra fue públicamente consagrada con una simbólica corona de laurel que el Ateneo de Lima le ofrendó por iniciativa de José Santos Chocano y otros poetas. La ceremonia tuvo lugar el 23 de agosto de 1897 y constituyó un hecho notable en un país tan poco dado a reconocer a sus glorias vivientes. El poeta anciano, pobre e inválido, fue objeto de un homenaje auténtico, promovido por los jóvenes y que contó con la participación de toda la ciudad de Lima.

Ya en los postreros años de su existencia, todavía tuvo el aliento necesario para dictar poemas, como el Canto a la paz, con motivo del Congreso hispanoamericano de 1900, y las octavas reales Al terminar el siglo XIX. Falleció el 29 de enero de 1904.

Obras

Drama

Alfredo el sevillano (Lima, 1856), drama ambientado en la Lima colonial y cuyo personaje es un émulo de Don Juan Tenorio.

Cuento o novela corta

Amor de niño: juguete romántico (1864), considerada como su obra cumbre, es un relato lleno de ingenuidad y sentimentalismo, sobre un niño que se enamora de una mujer mayor.

Novelas

Escribió dos novelas de inspiración romántica que pintan las costumbres sociales y los ideales políticos de su época (mediados del siglo XIX):

Julia o escenas de la vida en Lima (París, 1861)
Edgardo o un joven de mi generación (París, 1864)

Poesía

A la muerte del rey Don Alfonso XII (1886), elegía premiada con medalla de oro en los juegos florales realizados en La Habana.
Aurora amor (1883-1889), es un himno de alabanza a la civilización, dándonos una épica visión del progreso científico e industrial del siglo XIX.
Su obra poética fue póstumamente reunida bajo el título de De libres alas (Casa Editora de la viuda de Rosay, Lima, 1912).

Ensayo no literario

Ensayo sobre varias cuestiones económicas del Perú (El Havre, 1866), donde reflexiona sobre las innovaciones necesarias para lograr la modernización y el progreso de su país.

Obras completas

Al cumplirse el primer centenario del nacimiento de Luis Benjamín Cisneros, el gobierno peruano dispuso la edición de sus Obras completas (3 volúmenes, 1939), a las cuales se agregó luego unas "Páginas olvidadas" reunidas por Alberto Tauro del Pino (en la revista Fénix de la Biblioteca Nacional del Perú, N.º 10, pp. 261-286; Lima, 1954).

Estilo poético

Luis Benjamín Cisneros se sitúa en un lugar intermedio entre el Romanticismo y el Realismo, acentuando así la relación entre ambos movimientos. Pese a su romanticismo, que se expresa en su gusto por lo exótico y lo medieval, Cisneros no se suele dejar llevar por la exaltación apasionada, y suele preferir la precisión expresiva. Cultivó la poesía lírica y la épica.

Sus "composiciones líricas son demasiada domésticas, con ribetes infantiles; las civiles [épicas], en cambio, revelan una sólida ilustración y un vigor más propio de los parnasianos que de los románticos, hasta por la visible predilección por la forma escultórica, antes que polícroma, y por el motivo inspirador, ligado con la ciencia." (Luis Alberto Sánchez).

Luis Benjamín Cisneros fue un poeta de temperancia y de equilibrio en medio de los románticos. Por eso diría: 

“Pláceme en la alameda solitaria  
cerca del templo de quietud en pos, 
escuchar de los monjes la plegaria 
y al son de la campana funeraria 
pensar en Dios…” 

Cisneros es tanto lírico, como épico y en este campo con visiones bíblicas y también cristiano, social y pacifista como Márquez y anticipo de cierto sector de la poesía inicial de José Santos Chocano.
Augusto Tamayo Vargas




DE MI ÁLBUM ÍNTIMO

Me preguntaste, madre, esta mañana,
Viendo inclinada al suelo mi cabeza,
Cuál es la pena oculta que me afana,
Causa fatal de mi fatal tristeza – 
¿Por qué en la flor de juventud temprana
Ese ceño de tedio y aspereza? –
Ávida y cariñosa me decías,
Clavadas tus pupilas en las mías.ç

¿Por qué si joven tu presente es bello,
Si nadie ve tu porvenir sombrío,
Se encuentra siempre de amargura un sello
Sobre tu frente pálida, hijo mío?
¿Si negro aun ostenta negro tu cabello
Por qué ese aspecto reservado y frío
Como el del viejo que tras largos años
Lleva la cruz de amargos desengaños?

-¡Madre! ¡Piedad! Es una oculta pena
Pero no me hables de su causa impía…
Aquí, ignorada, el corazón me llena
Y al oírte desborda, madre mía,
¡Cierto! No está mi juventud serena,
Tengo en el alma tempestad sombría
Cuya causa fatal; ¡oh, no te asombres!
Es, madre, la injusticia de los hombres.

Soy joven y ambicioso. La sed santa
De acciones generosas y de gloria
Dentro de mí la juventud se levanta
Y he soñado, ¡ay! engrandecer la historia.
Sueño que a mi alma arrebatada encanta
Es legar a la patria mi memoria,
Tener en ella un sosegado asilo
Y hacer el bien… para morir tranquilo.

Sé que en el mundo desvalido gime;
Que cada rey para su pueblo padre,
Se embriaga, goza, y a su pueblo oprime;
¡Y el pan de Dios no es para todos, madre!
La ley que al pobre dolor redime,
Que hace a todo hombre igual, aunque no cuadre
A los que la odian con pavor profundo,
Por eso quiero que ilumine el mundo.

El noble joven, el sincero amigo,
Que ama esa ley de la justicia santa,
Que le da en su alma generoso abrigo
Y su palabra por doquier levanta.

Alma de niño y fraternal conmigo,
Alma que en el mundo y en el cielo canta,
Fue calumniado de servil deshonra
Y alcé la voz para lavar su honra.

Mi noble afán, con rudo menosprecio,
Riendo, vio la sociedad en poco;
Y el mundo, ¡madre!, ¡me ha llamado necio!
Y el mundo, ¡madre!, ¡me ha llamado loco!
¡Loco! Y yo sana tal acción aprecio
¡Necio! Y aquí de mi conciencia el foco
Me dice que hice bien… ¡oh! ¡madre mía!
¿El bien es mal sobre la tierra impía?

Fui fiel a la amistad y me insultaron;
Defendí la virtud y me ofendieron;
Dije lo que sentía y me befaron;
Hablé con humildad y me escupieron;
Y nada de esto, madre, contemplaron,
¡Con los malos después me confundieron!
Pero no guardo dentro del alma encono
Y como tú lo harías, yo perdono.

Por eso, como el viejo fatigado,
De pensar y vivir, doblo la frente
Y llevo el corazón despedazado,
¡Cáliz de hiel que desbordar se siente!
Los nobles sentimientos que han formado
Hasta hoy mi juventud, ¡no más aliente!...
Sin porvenir, sin esperanza alguna,
Morirán, como un águila en su cuna!






CANTILENA

Cuando el ángel de la vida
Te trajo al mundo tan bella.
Pálida, pura, dormida
Surgió en el cielo una estrella.
¡Oh! déjame, bien querido,
(Perdona si así te llamo)
Deja decirte al oído
Que te amo.

Es vaga si se te nombra
La armonía de la fuente;
No tiene el cielo una sombra
Tan pura como tu frente.
¡Oh! déjame, ángel querido,
(Perdona si así te llamo)
Deja decirte al oído;
¡Yo te amo! 





¿POR QUÉ?

Mil veces triste en mi abrasada mano
Mi frente joven recliné abatida;
Y he preguntado a mi conciencia en vano
El último secreto de la vida.
¿Por qué el hombre y un Dios? –Siempre ese arcano
Quise sondear, y la razón perdida,
Sin fe ni luz, retrocedió aterrada
Ante el vértigo horrible de la nada.

Y otra vez, a los dieciocho años,
Se dobla entre mis manos mi cabeza,
Sacudida por vértigos extraños,
Bajo el peso fatal de la tristeza.
De mi niñez recorro los engaños,
De mi infancia las horas de pureza,
Y viendo huir mi juventud florida
Me pregunto sonriendo: - ¿qué es la vida?

¿Por qué vivo? ¿Qué soy? – Nací del seno
De una mujer que me llamó su hijo,
Y cuyo labio de ternura lleno
Besó mi frente y mi existir bendijo.
¿Mas dónde voy? ¿Por qué tras de este cieno
Llevo el anhelo de otro mundo fijo,
De bien sin mal, y me revelo insano,
Contra el destino del linaje humano?

¿Por qué se pasan mis floridos días
Buscando el porvenir de lo presente,
Y no busco las vanas alegrías
Tras las que va la juventud demente?
¿Por qué creo quimeras y armonías
Conque delira el corazón ardiente
Y de la noche, obscura y solitaria,
Pláceme oír la funeral plegaria?

¿Por qué ante el cielo mis fantasmas bellas
Evoco desde el seno de mí mismo,
Y al pálido fulgor de las estrellas
Pensando en Dios y en su poder me abismo?
¿Por qué siguiendo las fugaces huellas
De esos astros sin fin y sin guarismo
Hallar la clave, en su armonioso vuelo,
De la existencia y lo infinito anhelo?

¿Por qué gasto las horas de mi vida
Ansiando triunfos y soñando amores
O en las memorias de mi edad perdida,
Mezcla fatal de lágrimas y flores?
Y rota fibra apenas desprendida
Del arpa universal de los dolores
¡Oh! ¿por qué es, si aun a vivir
Empieza,
Mi corazón un himno de tristeza?

¿Por qué cual los demás indiferente
No corro en pos de la mundana escoria
Y me devora esta ansiedad, ardiente
Sed de llenar el porvenir de gloria?
¡Ah! ¿por qué sueña mi abrasada frente
Con un renombre enaltecer la historia
Y, pobre insecto de la raza humana,
No me conformo con morir mañana?






PASIÓN

Fundió Dios el firmamento
Azul, en noche tranquila,
Con la luz de astros sin cuento;
Condensólo y, ¡oh portento!
Hizo tu dulce pupila.

Cuando en el valse revuelta
Tu falda de aéreo encaje
Pasa ante mí, vaga y suelta,
Se va toda mi alma envuelta
En las ondas de tu traje.

Ola de aroma es tu aliento,
Mi altar el sitio que pisas,
Tu rostro mi firmamento,
Mi aurora tu pensamiento
Y mi iris tus sonrisas.

Tu voz es música que encanta,
Tu corazón fresco azahar,
Y tu alma… cual hostia santa
Que el sacerdote levanta
Ante el ara del altar.







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