viernes, 13 de marzo de 2015

BERNARDO DE BALBUENA [15.196]


Bernardo de Balbuena

Bernardo de Balbuena (Valdepeñas (Toledo), 20 de noviembre de 1562 - San Juan de Puerto Rico, 11 de octubre de 1627) fue un eclesiástico y poeta español, que en 1619 ocupó la cátedra de Puerto Rico.

Nació en Valdepeñas —actualmente provincia de Ciudad Real— como hijo ilegítimo o bastardo de un indiano (emigrante español en América). Su padre, con propiedades en Nueva España, regresó a Nueva España en 1564. Balbuena se quedó en España con su madre y en 1584 pidió licencia para viajar a México donde llega con 22 años, vive con su padre algún tiempo y se ordena sacerdote.

Esta larga separación de su padre se trasparenta en el tema de la orfandad, principal hilo narrativo de la leyenda de Bernardo del Carpio que habrá de narrar años más tarde en su gran poema de épica culta El Bernardo del Carpio o Victoria de Roncesvalles. En 1585 gana un concurso poético y se instala en Guadalajara; vuelve a ganar otro concurso o certamen en 1590 y en 1592 es nombrado capellán de la Real Audiencia de Guadalajara, donde empieza su gran poema El Bernardo, terminado diez años después. Balbuena vive largo tiempo en el reino de Nueva Galicia (correspondiente a los estados mexicanos de Jalisco y Nayarit), y reside en un pequeño y aislado pueblo cercano a Compostela, San Pedro Lagunillas.

Ya de España traía Balbuena un buen bagaje cultural y, como señala José Rojas Garcidueñas, había preparado con mucha antelación y muy ambiciosamente su carrera eclesiástica. En 1593 escribe Balbuena la Grandeza mexicana, amplio poema en tercetos encadenados en elogio de la capital del virreinato. El libro aparece en 1604 dedicado a Doña Isabel de Tobar y Guzmán, de quien el poeta estaba enamorado. Pero Balbuena tiene ambiciones de otro tipo y viaja en 1606 a Madrid para ya no volver a México, aunque siempre tendrá recuerdos para la tierra donde pasó largos años.

Así, aunque vive brevemente en Madrid y se doctora en teología por la universidad menor de Sigüenza en 1607, publica en 1608 su novela pastoril Siglo de Oro en las Selvas de Erífile, en la figura un pequeño elogio de México, y que sale en dos ediciones, una de ella con un prólogo del dramaturgo Antonio Mira de Amescua, también bastardo como Balbuena y que, aparte de elogiar la obra, aprovecha para hacer un profundo análisis del género.

El libro está escrito en una prosa poética excelente, salpicada de églogas y sonetos que no desmerecerían al mismo Garcilaso y que el poeta había compuesto antes; sin embargo, apenas tiene excusa argumental y supone una vuelta a los modelos italianos del género, cuando ya la novela pastoril se había castellanizado merced a la obra de Gaspar Gil Polo. Empieza a verse en esta obra que el talento descriptivo (ut pictura poesis) es el fuerte como poeta de Balbuena, quien recurre con frecuencia a la hipotiposis y a la écfrasis. En 1608 logra Balbuena que lo nombren abad de Jamaica, donde llega en 1610.

Su intento por convertir Jamaica en obispado fracasa, pero en 1623 alcanza altas jerarquías y es nombrado obispo de Puerto Rico; llega a la isla en 1626, y escribe un informe sobre la isla, donde entre otras cosas se escandaliza por el grado de consanguinidad que encuentra en la misma; antes ha sido durante dos años provincial de Santo Domingo. El Bernardo, escrito como ya se ha visto entre 1592 y 1602, y que intentó publicar en España con anterioridad, aparece al fin en Madrid en 1624.

Una incursión del pirata holandés Balduino Enrico destruye su casa y biblioteca en la capital de la isla, San Juan, perdiéndose gran parte de sus obras, por ejemplo, La alteza de Laura y otro poema épico, El divino Cristiados. Muere Balbuena en San Juan en 1627, el mismo año que Luis de Góngora. Su idea de la poesía se conoce a través de la Introducción del Bernardo y el Compendio apologético en alabanza de la poesía, un erúdito tratado de poética que sostiene una concepción casi parnasiana de la belleza formal.

El Bernardo o Victoria de Roncesvalles

Largo y complejísimo poema de épica culta, especie de libro de caballerías en verso, El Bernardo o Victoria de Roncesvalles consta de 24 libros. Consiste en 40.000 versos de pulida factura en octavas reales, inundados de una imaginación exuberante, sobre todo hacia el principio de la obra. Se inspira sólo en parte en la leyenda del héroe épico medieval Bernardo del Carpio (es en el libro XXIV donde narra la batalla de Roncesvalles), y la contamina con todo tipo de materiales aledaños: alegorías (al final de cada uno de los libros), moralidades, historia, religión, cronologías, genealogías reales e inventadas y episodios mitológicos, fantásticos y maravillosos, en medio de una imaginería deslumbrante y un aunténtico frenesí descriptivo. El verso está tallado en busca de una suma perfección, como el mismo autor declara en su prólogo, y como tal hay que considerarlo el culmen de la épica culta barroca española, de la misma manera que La Araucana es el culmen de la épica culta renacentista, si bien es verdad que también se advierte la influencia de este estilo. Fue alabado por Voltaire y Chateaubriand.

Obras

Grandeza mexicana. México: Melchor Ocharte, 1604 (Hay dos emisiones con dedicatorias diferentes.)
Grandeza mexicana, Saad Maura, Asima, ed. Madrid: Cátedra, 2011.
Compendio apologético en alabanza de la poesía, México, 1604.
Siglo de oro en las Selvas de Erífile del doctor Bernardo de Balbuena. En que se describe una agradable y rigurosa imitación del estilo pastoril de Teócrito, Virgilio, y Sanázaro. Madrid, Por Alonso Martín, 1607 (Hay dos emisiones, una de ellas con un discurso sobre la égloga de Antonio Mira de Amescua.)
El Bernardo, o Victoria de Roncesvalles Poema heroyco Del doctor don Bernardo de Balbvena Abad maior de la Isla de Iamayca Obra toda texida de vna admirable variedad de cosas. Antigüedades de España, Casas, y linajes nobles della, Costumbres de gentes Geográficas Descripciones dellas más floridas Partes del mundo, Fábricas de edificios y Suntuosos Palacios, Iardines, Caças y frescuras, Transformaciones, y Encantamentos De nuevo y Peregrino Artificio, llenos De sentencias, y moralidades. En Madrid: Diego Flamenco, 1624 (hay reediciones de 1808, 1833, 1851, 1852, 1905 y 1914).
Poesía lírica. Edición de Matías Barchino. Ciudad Real: Diputación Provincial de Ciudad Real, 2000.
Grandeza mexicana. Edición de Asima F. X. Saad Maura. Madrid: Cátedra, 2011.



Grandeza Mexicana (fragmento)

¿Pues que diré de la hermosura y brío,
gracia, donaire, discreción y aseo,
altivez, compostura y atavío

de las damas daeste alto coliseo,
nata del mundo, flor de la belleza
cumplida perfección, sin del deseo,

su afable trato, su real grandeza,
su grave honestidad, su compostura,
templada con suave y gran llaneza?

Lo menos de su ser es la hermosura,
pudiendo Venus mendigarla dellas
en gracia, en talle, en rostro, en apostura.

Cuantas rosas abril, el cielo estrellas,
Chipre azucenas, el verano flores,
aquí sse crían y gozan damas bellas.

Estos son de sus bienes los mayores,
y ellas en discreción y cortesía
el esmero del mundo y sus primores.

La india marfil, la Arabia olores cría,
hierro Vizcaya, las Dalmacias oro,
plata el Pirú, el Maluco especiería,

seda el Japón, el mar del Sur tesoro
de ricas perlas, cácares la China,
púrpura Tiro, y dátiles el moro,

México hermosura peregrina,
y altísimos ingenios de gran vuelo,
por fuerza de astros o virtud divina;

al fin, si es la beldad parte del cielo,
México puede ser cielo del mundo,
pues cría la mahor que goza el suelo,

¡Oh ciudad rica, pueblo sin segundo,
más lleno de tesoros y bellezas
que de peces y arena el mar profundo!



Perdido ando, señora, entre la gente...

Perdido ando, señora, entre la gente
sin vos, sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida:
sin vos porque de mí no sois servida,
sin mí porque con vos no estoy presente;

sin ser porque del ser estando ausente
no hay cosa que del ser no me despida;
sin Dios porque mi alma a Dios olvida
por contemplar en vos continuamente;

sin vida porque ausente de su alma
nadie vive, y si ya no estoy difunto
es en fe de esperar vuestra venida.

¡Oh bellos ojos, luz preciosa y alma,
volved a mirarme, volveréisme al punto
a vos, a mí, a mi ser, mi dios, mi vida!




Bernardo de Balbuena
“ El cantor de la grandeza americana”


Nacido en Valdepeñas (España) fue traído por su padre a México, donde éste residía. Balbuena tenía por entonces sólo dos años de edad ; en consecuencia ,  su  educación fue, de pleno, americana. Sus experiencias llevan el sello casi excluyente de  quien deposita sus energías en alcanzar cargos relevantes  y  en dar rienda a su vocación literaria en medio del ambiente de la corte.

Recibe premios en certámenes de honor y abraza nombrado por el rey, en 1619, la jerarquía de Obispo de Puerto Rico. Es evidente que para esto debía contar con una eximia  preparación  cultural que, de hecho, tenía: al margen de otros estudios importantes, se doctoró en Teología en la Universidad de Sigüenza.

 Hay en sus escritos  una delicadeza  de estilo y una claridad de conceptos propios de un autor que, como precursor del barroco americano,  expone, a  la vez, moderación  y riqueza expresiva, a lo que suma una gran originalidad.  

La principal contribución de la América española al barroco – en literatura –  llegó a través  de  Bernardo de Balbuena.

Pedro Henríquez Ureña afirma: “Balbuena representa en la literatura española una manera nueva e independiente del barroquismo, la porción de América en el momento central de la espléndida poesía barroca, cuando florecían Góngora y Quevedo. Su barroquismo no es complicación de conceptos ni complicación de imágenes, sino, profusión de adornos, con estructura  clara  del  concepto  y  la  imagen ,  como  los  altares barrocos de las iglesias de México: aquí sí existe curiosa coincidencia. Su imaginación inventa poco y se contenta con manejar los materiales que le da el estilo poético español de su tiempo, con sus tradiciones latinas e italianas; pero cuando inventa no es inferior a ninguna”.

Entre sus obras, cabe mencionar El Bernardo o la Victoria de Roncesvalles, un  poema épico culto;  El siglo de Oro en las Selvas de Erifile,  novela pastoril  en  que imita la  Arcadia,  del escritor italiano  Sannazaro, y en la cual se observa una exaltación de la naturaleza de la Nueva España, y Grandeza Mexicana, composición escrita en verso.


Grandeza Mexicana

Este poema es una extensa epístola. Está confeccionado  en tercetos  y  la mira está puesta en la ciudad de México, en esa época capital del virreinato de Nueva España.  El epíteto mismo, “grandeza”,  llena muy bien las aspiraciones del autor en lo relativo a  elogiar a la ciudad por la que siente la afinidad de quien admira la vida urbana, en derredor del clima vivaz  y las costumbres refinadas que la caracterizaban como ciudad de solaz y, por supuesto, como capital del virreinato.

El poema, que abre con una octava que condensa el contenido,  alude a distintos aspectos  de la  ciudad, tales como la ubicación geográfica,  el favorable clima,  la belleza de  los  espacios  verdes  de la periferia, las características edilicias y, desde ya, las costumbres de su gente.



“ Con bellísimos lejos y paisajes,
salidas, recreaciones y holguras,
huertas, granjas, molinos y boscajes,

alamedas, jardines, espesuras
de varias plantas y de frutas bellas
en flor, en cierne, en leche, ya maduras“.


Todo esto aparece  envuelto en un halo de exageración,  típica característica barroca que empuja al lector a asociaciones que rozan lo fantástico.

Afirma Angel Battistessa, en  el libro El poeta  en su poema  -respecto de la mirada poética de Luis de Góngora-: “Cuando no es la forma o el color, es entonces el sonido,  el puro movimiento,  o los aromas  y el regodeo táctil o todo ello concertado”.

Muy bien podría decirse lo mismo de la técnica de Bernardo de Balbuena. Por momentos, abundan los desbordes de elocuencia que tienen lugar en el detallismo de ciertas descripciones y en la profusión de las figuras retóricas:



“Este es el sol que al mundo vivifica:
quien lo conserva, rige y acrecienta,
lo ampara, lo defiende y fortifica.

Por éste el duro labrador sustenta
el áspero rigor del tiempo helado,
y en sus trabajos y sudor se alienta;

y el fiero imitador de Marte airado
al ronco son del alambor se mueve,
y en limpio acero resplandece armado”.



El mundo americano presenta, desde la conquista, elementos naturales, exóticos y bárbaros, que despiertan en quienes los observa  toda  clase de laberínticos  pensamientos.  Ya desde el Diario del primer viaje de Colón, América aparece como  la sede de todas las perfecciones:“ (…) y  a  la rueda  es el arboledo en maravilla, y aquí en toda la isla son todos verdes y las hierbas como en el abril  en el Andalucía ;  y  el cantar de los pajaritos que parece que el hombre nunca se querría partir de aquí…” (Domingo 21 de octubre).

En  Grandeza mexicana,  Balbuena – como los cronistas –  se va a deslumbrar ante la naturaleza paradisíaca y quiere deslumbrar también al lector. (Marino dice: e del poeta il fin la meraviglia  ; el asombro es la finalidad del poeta.

Ese caos primitivo de América , ese mundo en desorden,  ingenuo, desnudo, está animado por un duende, por un espíritu permanente que ha llevado  al   escritor barroco a una constante  relación con esta corriente artística..

Literariamente,  lo artificioso se  da  por distintos caminos : la  sustitución de elementos,  de  ahí  el alto sentido metafórico, y  la  acumulación  a   través  de la enumeración, yuxtaposición y superposición de significados y significantes.


Con aires neoclásicas

Comparte Bernardo de Balbuena, con su sucesor, el neoclásico Andrés Bello, el deseo de  exaltar la naturaleza americana. No sólo comparten la voluntad de pintar la grandilocuencia del terreno americano, sino que seleccionan, para su canto, notas  comunes: la atildada expresión y, como parte de esto,  el cuidadoso manejo  de los términos y el meticuloso empleo de los distintos recursos de estilo.  El siguiente fragmento de Silva a la Agricultura de la zona tórrida, del autor venezolano Andrés Bello sirve de ejemplo para observar una similitud de voces enraizadas en épocas diferentes:


“¡Salve fecunda zona,
que al sol enamorado circunscribes
el vago curso, y cuanto ser se anima

en cada vario clima,
acariciado de su luz, concibes!.
Tú tejes al verano su guirnalda
de grandes espigas; tú la uva
das a la hirviente cuba; (…)”
         


Bernardo de Balbuena también comparte, con los neoclásicos, la alusión a las figuras mitológicas. Dice en su Grandeza Mexicana  (op.cit.)                           

“y el fiero imitador de Marte airado
al ronco son del alambor se mueve (…)”



Con elementos prerrománticos

Es una nota romántica el tópico que privilegia la relación hombre-naturaleza. Esta  relación subyace en el poema de Bernardo de Balbuena. Y  con la relación se entretejen, además, las imágenes sensoriales que le otorgan, al poema, un perfil cinematográfico, una plasticidad ilimitada.


“ Mándasme que te escriba algún indicio
de que he llegado a esta ciudad famosa,
centro de perfección, del mundo quicio;

su asiento, su grandeza populosa,
sus cosas raras, su riqueza y trato,
su gente ilustre, su labor pomposa”




Con atisbos modernistas

Su concepción del mundo americano, de lo que modernamente se dio en llamar “mundonovismo”, lo coloca en el siglo XVII como un precursor de nuevas tendencias.

Expone en sus obras  anticipaciones modernistas  con  juegos de colores, búsqueda  de lo exótico,  presencia  de  cisnes simbólicos, etc.  La naturaleza  salvaje  de  América, vista  con  ojos deslumbrados, el encuentro  con  un mundo nuevo y lleno de imágenes, dan, a su barroquismo de Indias, un aspecto atrayente, a través de un estilo profuso en adornos y de una estructura de conceptos clara.

Están presentes, en La grandeza mexicana, características que hacen a los hitos básicos de la escuela modernista:  los   procedimientos impresionistas  a  la  hora de describir  la naturaleza, la  musicalidad de los versos (además de poseer un contenido significativo son musicalmente atractivos),  preferencia por los temas decorativos, pintorescos y exóticos.  Podemos afirmar que hay espacios en los que se aprecia cierta fantasmagoría ilusionista :   



“clérigos, frailes, hombres y mujeres,
de diversa color y profesiones,
de vario estado y varios pareceres;
…………………………………………...................
Y todos por atajos y rodeos
en esta gran ciudad desaparecen
de gigantes volviéndose pigmeos”.

En síntesis, de filiación marcadamente barroca, el poeta Bernardo de Balbuena  abre,  en  sus escritos, una  policromía de estilos que nos permite visualizar un campo rico en matices estéticos.

La siguiente cita final, de un autor americano, expresa  las  razones del triunfo del Barroco en América. Quizás, en estas palabras quede involucrada la pluma de Bernardo de Balbuena quien, no habiendo nacido en América, quedó atrapado en su belleza y, con tarea de orfebre, la interpretó con el pincel barroco.  

“Nuestro arte siempre fue barroco, desde la espléndida escultura precolombina y de los códices, hasta la mejor novelística actual de América, pasándose por las catedrales y monasterios coloniales de nuestro continente. Hasta el amor físico se hace barroco en la encrespada obscenidad del guaco peruano. No temamos, pues, el barroquismo en el estilo, en la visión de los contextos, en la visión de la figura humana enlazada por las enredaderas del verbo… el barroquismo nuestro, nacido de árboles, de leños, de retablos y altares, de tallas decadentes y retratos caligráficos hasta neoclasicismos tardíos; barroquismo creado por la necesidad de nombrar las cosas…”, declaraciones hechas por Alejo Carpentier, novelista cubano nacido en 1904.. 

Bernardo de Balbuena parece construir una épica de la naturaleza.  No se detiene en la fría descripción de una natura-leza polimórfica, sino que alcanza un tono de celebración en el diseño de la pintura del escenario americano. La visión resulta totalizante; por eso, cuando aparecen los hombres, la creación se convierte en un universo rico y  diferente, dinámico y colosal. La palabra poética ha cumplido su función esencial: revelar al hombre el misterio de la creación ,  desde la música verbal.

Martha Susana Desimone


NOTA DEL EDITOR
Las fechas del nacimiento y de la llegada a México de Bernardo de Balbuena varían según los diferentes autores que escribieron sobre él. Hasta la fecha de su muerte varía en dos años . Los más apuntan 1627, pero un periodista del siglo XIX: Manuel Fernández Juncos, que dice haber investigado sobre su vida, escribe que murió en 1625. Este mismo escritor da como fecha de su nacimiento, el 22 de noviembre de 1568.



LA GRANDEZA MEXICANA DE BERNARDO DE BALBUENA
Por  Javier Ponce


     
Aunque nació en España, a Bernardo de Balbuena se le considera mexicano, ya que su padre los trajo a la Nueva Galicia (hoy los estados de Jalisco y Nayarit) cuando tenía dos o tres años. Entre 1585 y 1590 estudió Artes y Teología en la Universidad de México; en esa época participo en tres certámenes literarios en los cuales obtuvo premios. Después de concluir estos estudios fue capellán de la Audiencia de Guadalajara y cura de San Pedro Lagunillas, cerca de Compostela, Nayarit, donde pasó más de diez años. Impulsado por el deseo de destacar, decidió buscar un cargo eclesiástico en una ciudad importante donde pudieran apreciar sus escritos y donde, además, le publicaran su obra poética.

De tal manera, se trasladó a la ciudad de México en 1602, donde ya era conocido. Allí escribe y en 1604 publica La grandeza mexicana, su poema más importante y del cual comenta Menéndez y Pelayo, "si de algún libro hubiéramos de hacer datar el nacimiento de la poesía americana propiamente dicha, en éste nos fijaríamos".

Aunque pudo publicar, Balbuena no obtuvo en México el puesto deseado, por lo que viajó a España hacia 1606 y ahí obtuvo el grado de doctorado en Teología por la Universidad de Sigüenza. En 1608 editó Siglo de Oro en las selvas de Erífile, novela pastoril con poemas eglógicos intercalados, que el autor dedica al conde de Lemos. Gracias a sus constantes gestiones ante la corte fue nombrado Abad de Jamaica. En 1610 se trasladó a ese lugar, donde escribió El Bernardo o Victoria de Roncesvalles, libro que se publicó en Madrid en 1624. En 1919 es nombrado obispo de Puerto Rico y en 1622 deja Jamaica para asumir su nuevo cargo.
     
En 1625 el puerto de San Juan fue tomado y saqueado por corsarios holandeses y Balbuena sufrió la pérdida de su grandiosa biblioteca al ser saqueado e incendiado su palacio. Murió en esa ciudad en octubre de ese año.

                     LA GRANDEZA MEXICANA

     
De acuerdo con el poema, éste fue escrito para Doña Isabel de Tobar y Guzmán, la cual pidió al narrador se hiciera un "perfectísimo retrato" de la grandeza mexicana.
     
La representación dada no se refiere al país, sino a la ciudad, que es mostrada a través de diversos tópicos a lo largo del texto. Considerado por algunos críticos como uno de los primeros poemas en que se muestra un nacionalismo incipiente de nuestro país, "La grandeza mexicana" es un poema completamente descriptivo que narra con constante asombro y alabanza cada uno de los elementos allí presentados. Si pudiéramos decir que existe un elemento que se manifiesta a través de todo el poema, éste vendría a ser la grandilocuencia. La exageración en este sentido se da en gran medida. Todo en la famosa México es grandioso; desde las cosas más pequeña hasta las gentes que ahí viven.
      
México es "centro de perfección, del mundo el quicio"; se encuentra ubicada fuera de la razón; pero a la vez está situada en un lugar privilegiado, similar en cierta forma al Paraíso. La famosa México es el espacio donde todo se da en abundancia: la naturaleza es rica en productos y las cosechas rinden por meses; los metales preciosos van en "recuas, carros, carretas, carretones"; abundan razas, formas de pensamiento, oficios, clases sociales, lenguas, propósitos, fines y deseos, y aún, a veces, leyes y opiniones. La abundancia no sólo se da en las cosas comunes; el exotismo es algo que prolifera en este lugar. A la ciudad llegan cosas de muchos países del mundo:



     De España lo mejor, de Filipinas
la nata, de Macón lo más precioso,
de ambas Javas riquezas peregrinas;

     la fina loza del Sangley medroso,
las ricas martas de los scitios Caspes,
del Troglodita el cínamo oloroso;

     ámbar del Malabar, perlas de Idaspes,
drogas de Egipto, de Pancaya olores,
de Persia Alfombras, y de Etiopía jaspes.




     
"La grandeza mexicana" es un poema épico en el que se pueden descubrir varias influencias. Entre ellas se encuentran la evidente relación que existe con la poesía renacentista italiana y la cultura humanística que existía en ese tiempo presentada a través de la constante alusión a los clásicos griegos y latinos.

A lo largo del poema se van desarrollando los diversos temas anunciados en el argumento. El principal viene a ser, como ya se había mencionado, la grandeza de un lugar llamado "la famosa México". Al rededor de éste giran otros que siempre están en función a primero: la riqueza económica, la naturaleza pródiga, la prosperidad cultural y religiosa, la nobleza de sus gentes, el acertado gobierno y, finalmente, la gran variedad de oficios.
     
El discurso se vuelve una constante alabanza en la que se emplea la retórica de la época, proyectando sobre una realidad distinta a la europea los mismos halagos y frases que se podrían aplicar a la realidad literaria de este continente. Como ejemplo se pueden citar los siguientes versos: "labrada  en grande proporción y cuenta de torres, chapiteles, ventanajes, su machina soberbia se presenta". Incluso, la ciudad llega a compararse en varias ocasiones con Venecia: México es la prolongación del Renacimiento.
     
La grandeza mexicana no se refiere nunca específicamente al pasado histórico en el que se desarrolló la cultura prehispánica. Más que una alabanza de lo que era propiamente México parece una apología de una España en América:


     ¿Quien no creerá que las consejas crecen,
si oye que en menos tiempo de diez años
ganó España en las Indias que hoy florecen

     dos monarquías a su riego y daños,
y en cien reinos de bárbaros valientes
dos mil leguas de términos extraños,

     abriendo en suelo y climas diferentes
de docientas ciudades los cimientos
que hoy las poseen y gozan nuestras gentes?


     
Si bien es cierto que los bárbaros son valientes, también lo es que quien los vence es superior al caído. Así, la famosa México se convierte sólo en una prolongación de España. De tal manera, importan mucho más los antecedentes europeos que los propiamente americanos. Los intereses que los españoles tenían fue la causa principal de la prosperidad de la cultura americana. El Interés es uno de los principales móviles que crea, mantiene y promueve las rígidas estructuras sociales: "si unos a otros se ayudan y obedecen, y en esta trabazón y enga[r]ce humano los hombres con su mundo permanecen".

     
En la ciudad todos sus personajes cobran importancia; pero fuera de ella aún los más importantes se transforman en seres menores:



     y todos por atajos y rodeos
en esta gran ciudad desaparecen
de gigantes volviéndose pigmeos.

     ¡Oh inmenso mar, donde por más que crecen
las olas y avenidas de las cosas
si las echan de ver ni se parecen!


     
Lo externo a la ciudad es el mar, lugar donde todo lo grandioso se hace insignificante. De acuerdo con el texto, la ciudad es una isla de abundancia y fuera de ella todo se encuentra en la barbarie.
     
En México todos los elementos citados forman parte de un orden armónico sumamente importante para el desarrollo de la vida cotidiana. Las relaciones que se dan entre los diversos personajes mencionados y la naturaleza -hombre y mundo- son la base de la permanencia del hombre en la sociedad. La variedad produce la riqueza y de esta forma cada uno debe asumir el papel que le corresponde en esta compleja red de relaciones sociales.








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