lunes, 4 de agosto de 2014

PATRICIA ALBA [12.653]


PATRICIA ALBA

(Lima, Perú, 1960). Patricia Alba (Lima, 1960) Estudió Literatura Hispanoamericana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado O un cuchillo esperándome (1988). Tiene en preparación el poemario “Restos”, que reunirá su obra publicada e inédita.





Mi venganza, pequeño 

Cuando trates de alejarte del contacto de estas partes
Retirate como se retiran las bestias asustadas: para no volver.
Desclava las manos de mi cuerpo y escucha bien
Todas mis indicaciones
Hombrecito infame.
Reconozco tu manera de durar sobre este feudo
Tu estricta manera de permanecer.
Seres más bellos
Con mil proposiciones dirán: probemos
Y yo no hallaré dónde recostar esta masa que llevo encima.
Mis manos descansarán, sí
Mis manos descansarán en las mejores bandejas del banquete
Y mi cuerpo será gozado
Trecientas veces más de lo que tú puedes
Imaginar

He ahí mi venganza, pequeño
He ahí mi goce. 

(Patricia Alba, de O un cuchillo esperándome)






Jueves nueve de setiembre

¿Esta es la soledad?
Los años van quedando atrás devorados
Por unas cuantas imágenes sin importancia

El peligro despertó en mí al bicho vil que no recuerda
-y podría decirte más o menos lo que está pasando
Lo que entiendo,
Pero la vergüenza y esta maldita confusión
Me impiden abrir los ojos y declarar
No equivocarme
Y de una vez por todas apuntar al enemigo.

(¿Cuál es la clase de injerto que prepara, cuál
El sentimiento que se copia?)

No existe sino una sola respuesta para aquel que entregó su vida
No existe sino un solo e inefectivo grito para quien
como tú
mira a los lados y aparenta serenidad.





DISCURSO

Basta ya de miradas tristes y parpadeos lentos
los tiernos ojos pronto pasarán
dejando el terreno libre a la maldición de la locura.
Tendremos el tiempo insertado en la pupila
y sus formas nos mirarán más con inocencia.
De nada sirve levantar los párpados y mostrar
una lánguida mirada.
Ahora son necesarias las palabras gruesas
los gritos desaforados, los movimientos
y la provocación serán las armas.
Así, mientras estemos malditas
podremos ventilar nuestros cuerpos al sol
y los hombres gozarán como marranos
jugando encima de nosotras.
Ya no tendremos que ocultar lo maravilloso
mientras estemos malditas.




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