viernes, 26 de julio de 2013

PAMELA S. TERLIZZI PRINA [10.272]


Pamela S. Terlizzi Prina
Nació el 2 de Mayo de 1980 y es de Adrogué, Provincia de Buenos Aires, ARGENTINA. Es abogada y grafóloga forense, desde temprana edad se relacionó con la Literatura, tanto en poesía como en narrativa. Cursó talleres de cónica periodística y narrativa con Claudia Acuña y Laura Massolo respectivamente.
Es alumna del taller literario de Liliana Díaz Mindurri.
También ha integrado importantes Antologías, como "Borges Cortázar Ad Litteram" de Colisión Libros®, con el cuento "La confesión" y la III y IV edición de la Antología de Cuento y Poesía de esta casa Editorial con los cuentos "Náufraga" y "Si, gradas" y el poema "Unos dedos".En su labor de cronista escribe para la revista digital Culturamas.es desde la redacción Buenos Aires. 



Palabras

No puede haber otra causa 
se han vuelto apócrifas 
tienen nombres falsos 
de cotillón 
o fiesta macabra

Se les ha subido la salinidad 
saturan a grados insólitos 
fríen 
ulceran

No puede haber otra causa
porque las digo y todas se vuelven hormigas
o conejos muertos
o llaves rotas
o mugre

Debe ser eso
que se traducen
en el camino trunco entre la lengua
y tu espejismo
que se les rompen las alas
que con su hilito de voz dicen mal

Será que no pueden ser dichas
porque otra lengua invisible
las tara
las perpetra contra una pared
y ahí se derriten
se secan

Casi les veo los soniditos
haciendo un hueco líquido
en un ángulo cualquiera de la casa

será eso
que son blasfemas
que hay un cielo caníbal
que entran en un abrazo enfermo
y se engripan
tiemblan
dan fiebre
envilecen la voz

Será que esta lengua nos calumnia 
que no significa

Y te veo los ojos de puñal que me miran los ojos de puñal 
como un ruido

pertenece a "Estado de espesura"






MEMORIAL

Ordenan recordar

Estafar con botánica fidelidad
que broten los detalles
la huella las pecas
la escopeta el amor

Estafar
escribir el encastre de los días
meterse en la cama con los huesos audibles
los gritos que no se dicen
los gritos audibles
esos que remiendan

Ordenan contar la verdad
alabar las ruinas del recuerdo
un tercio de la palabra dicha
coserle bisagras a los minutos irresueltos
esos que duran apenas una cucharada de luna
o de flan
o de tuercas
o de rezo
prestar juramento
tiritar con el aspecto deformado de la nieve
que se nos antoje geométrica o vegetal
pero fría
o sudar los tajos de la frente
poniendo un botón dorado en el lugar del sol
en ese dibujo de acuarela
aguado
agujero
agudo
que es la memoria

Mentir

Que sea cierto








LO CIERTO

Hay ciertas lunas que tiemblan,
hay lunas o algo blanco y terrible que tiembla.
Quizás sea alguien.
Blanco,
terrible,
con un temblor circular que me hace un agujero en la paciencia.
Alguien mira la luna o es mentira.
Lo cierto es que es terrible
que perfora.








NADA ES LO QUE LE PASA

Algo dice, estoy segura. Algo que apremia, que la vuelve salvaje de color, embrutecida de agudos. Dice algo o quizás lo calla y a eso se debe la memoria deshecha, o la desmemoria o el deshacer que la obliga a ese tambaleo de campana. Algo dice o dibuja, porque se le ven los dientes y los brazos se le han salido de los hombros, y de los hombros le salen plumas. Se le han salido de batirlos. Se le han salido del viento, de la campana, de los dientes que rechinan, de ese gesto grosero que hace con las comisuras, de una vocal abierta. Dice algo o canta o pinta o es libre. No sé. Le han cosido sonrisas de revistas en el pelo. Las tiene sujetas con cintas, le caen por los pechos, por la cintura, por los muslos. Algo dice a la vez que sangra un verano entero por alguna cavidad secreta. Algo dice pero nada es lo que le pasa. Nada es lo que le entiendo. Me preocupa. Quizás diga la felicidad.









NO ERA

Aquello no era el miedo, ni un fragmento, no. Porque era apenas el cuerpo siendo velocidad o vuelo. Era regarse, plantarse, florecer en cada hueco, practicar una omnipresencia de bolsillo, de cabotaje. Ser un sinfín de uno mismo, un mismo fin, sin el sin. Dar cuenta de. Y que sea de todo. No perder las orillas, los fondos de los vasos, los finales de las hojas. Subirse a la periferia, al horizonte cercano, al animal de caza, al arma que caza, al animal que escapa. Subirse y bajarse por capricho, por lluvia o feria, por una muerte grave o una vida gravísima. Estar en el espejo y no estar en la cama. No era el miedo, porque el miedo es quietud.








PRIMERA MUDANZA

Las puertas no están donde estaban

Se han profugado
o las manos con ceguera
la memoria con ceguera

No están
porque he metido otra
casa
en esta casa
una vieja
casi hogar
casi
casa









LAS MARGARITAS QUE SON ESO

Las margaritas que son eso

Recordar las margaritas
sistemáticamente recordar las margaritas
como un lobo
como el hedor
las margaritas que eran eso
(el pánico)

Recordarlas como al grotesco
maloliente
recordar las margaritas que son eso
(la sangre)

Recordar el tallo inmundo
cada uno de los inmundos dedos blancos
el llanto que huele a tierra
las margaritas apenas ladeadas
ornamento incipiente
impávido
inútil
lábil
labial
lodoso
mientras otro tallo inmundo desgarra
las margaritas que son eso
(la náusea)

Una verticalidad violentada
un responso ficticio
un silencio
un flanco ataviado del apremio
donde hay y no hay unas manos que luchan
ahí donde las burbujas del cerebro explotan

Las margaritas que son eso
(el recuerdo)








TODO ESO

Yo quería decirle lo tergiversado
lo ambiguo
lo taco embarrado
media rota al amanecer
lo roto del amanecer

Quería decirle lo rimmel corrido
lo boca seca
lo trunco
mueca de una falta
neurosis (apenas, instantánea)

Quería lo cavidad vacía
fuera de toda importancia
un berrinche con mocos
una muerte dérmica
un ruido que se escucha lejos por la resaca

(y el sol botón y los olores propios y las lenguas ajenas y el cuerpo recuperado de un embudo con dientes que tiene nombre de mujer y se llama histeria)

Lo temerario











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