viernes, 17 de mayo de 2013

BLANCA SANDINO [9839]



Blanca Sandino,  poeta nacida en Oviedo,  vivió en Cádiz, cuyas costas de Chiclana acogieron sus cenizas tras su muerte el 23 de mayo de 2009. 






PLAN DE ATAQUE 

Te recreaste despacio. 
En los sentidos. 
Despacio. 
Muy despacio. 
Suave como el zureo de las piedras, 
en el fondo del cauce de todos nuestros ríos. 





MI ESCRITURA ME CONTIENE 

Desvanecidas en la inercia cómplice del sueño, 
yacen mis manos. Incendio nuevos paisajes: arde 
viscosa, letal, la noche. 

Y me pregunto. A media palabra del otoño de tu boca. 
Pero no sé si quiero conocer la respuesta. 





CUENTA CERRADA 

Suicido recuerdos en mi memoria: 
el tacto de tus manos esbozando, 
apresurando -agitadas mareas, besos alisios- 
la urgencia de mis labios por saberte, 
y mientras me miras, uno tras otro 
tus jugadores de campo 
lanzan palabras al vacío: primera base, segunda; 

y me precipito en el silencio de tu cuerpo. 





STRIKE 1 

Ah, pero si el bateador logra conectar 
con la bola hacia el terreno de juego 
se abrirá un gran abanico de posibles jugadas. 





STRIKE 2 

Y aún no me conoces. 
Y aún me queda escribir huyo sin hache. 
y grabar notas de sangre en el pentagrama de tu boca. 






STRIKE 3 

Aunque dé miedo precipitarse. 
Aunque el corazón resista. 
Aunque, sobre la arena, 
sombra y luz dicten tu rumbo. 
Aunque nadie me busque: 
existo sólo en el doble fondo de tu cartera de piel marrón, 







PORQUE SI LANZO CUATRO 

avanzaré a primera base sin riesgo de ser eliminada, 
y así, sobre el espejo, las sombras y las luces 
mostrarán mi nombre. 

Intactos tú y yo, dices. 
Y el amor, pienso. Y la caricia de los tilos sobre la tierra espesa 
(creo). 
Pero yo sé que la mariposa que un día se llevó el miedo 
de mis ojos 
se nutre de la luz y ocupa mi memoria, 
mis huesos de mineral y musgo. 







BASE (Short stop) 

Me adentro, savia detenida, 
por hallar dónde esconde su inocencia, 
en la inocencia de la luz. 

Me adentro. 
Por alcanzar la infinitud de serlo. 
(home run). 






BUSCO PALABRA GÓTICA

Busco palabra gótica para mi «serestar» hecho de verbos.
Cicuta. La de tu voz, Baudelaire, que espante las sílabas de los

                              fal
                              s.o.s.
                              ver
                              s.o.s.

¿O he de abdicar la emoción, destronar los secretos,
sostener en mis manos vestidas de satén amarillo
(aún te esperan) coronas de laureles carcomidas de gloria,
el rasguño que fui, las brechas de mi infancia?

No. Antes me blanqueo en mercurio,
me transplanto (esqueje sin prender) a tu tierra de lagartos y hormigas:
de mutación en mutación, de estrofa a estrofa;
antes, en firmamento que invente tus tormentas,
¿o acaso...?
¡No!, antes me estrangulo el alma con ramas virginales.

Moriré en blanco y negro,
con el espasmo del sollozo de un niño a media voz:
leve,
ainada.

Con hojas de acanto    y góticas palabras     orlarán mi tumba;
y dibujadas de hoguera    flamígeras mis manos     niña boba 
ahuyentarán espíritus.







MERCURIOCROMO (EL COLOR DEL INFINITO) 

                             Dedicado 



Como una herida mal cicatrizada vives en mí. 
Como una herida mal cicatrizada. 
Como una herida. 
MercuroCromo (el color delinfinito) 


II 

Me preguntaste cuál era el problema 
y me detuve. ¿Cómo podía explicar que había doblado 
el paisaje como una hoja de papel, 
y que desteñido por la lluvia 
se había convertido en un borrón 
lleno de mariposas muertas? Te sentirías culpable. 


III 

Tu ausencia curva mis brazos 
como el silencioso azul de Marzo 
como mis criaturas del rocío 
como mis pasos en la niebla 
como mis pasos niños 
como tus pasos cuando te alejas. 


IV 

En alguna parte de ese círculo que soy 
y recorre mi sangre (a veces con desgana) 
se ocultan presagios oscuros como el carbón de hulla. 
Trémolos, y cuando me pronuncias 
-trémolo- 
carbón al rojo vivo. 



Cierro los ojos al roce (tierno desamparo) 
de tu recuerdo en mi alma. Él apaga, estoy segura, 
los ecos de tu voz cuando me duermo. 
Gris, pienso, gris. Juan Gris, para inmortalizar 
este momento, y siento mi alma volviéndose pincel. 
Pincel enseñado por tus manos 
para pintar infinitos azulmente infinitos. 
Mis Infinitos, 
mis azulmente infinitos. 


VI 

¿Sabes?, en algún lugar entre el cielo y la tierra 
nuestras almas continúan conversaciones interrumpidas. 
¿Qué es la distancia 
sino una palabra? 


VII 

Las aceras, bajo las casas, se sueñan paseadas: 
suéñate alma mía, suéñate. 


VIII 

Lo sé, me lo has dicho con frecuencia: no cambio. 
Dices que nunca dejaré de ser una niña 
agarrada a sus juegues, a sus nimiedades. 
Por eso sigo guardando en mis bolsillos 
objetos sin valor: arena, cristales de colores, conchas, 
palabras cuyos significados desconozco, 
y también un «tequiero» para cuando se te pase el enfado; 
no puedo darte la razón en todo: 
no es una nimiedad, te lo aseguro, sentirse viva. 
Sentirse viva entre tus brazos. 


IX 

Cuando los párpados caen sobre los ojos 
descorren aquel tiempo en que nada era 
y el hombre, como un dios, 
re-crea la luz en medio de su sueño. 
Se hace la luz. 
Algo me dice que debería cambiar las dudas por certezas. 



La venda se me antoja paisaje nevado. 
Sobre él hay una lucha encarnizada. 
Finalmente el sol lo tiñe de rojo. 
No, no es mágica mi sangre. ¿O sí? 


XI 

Aparta de mí, me digo, me recuerdas a Judas: 
siempre mojando tu pan en mi plato 
para después traicionarme cuando escribo. 
Intuición. 


XII 

Darme la vuelta a mi mundo 
por recalar en aquellos mis puertos preferidos. 
De la noche, a la marea baja, 
al alba de mí en ti, 
sólo un paso: atracar. «Atracar de puntas y con muerto». 


XIII 

La imagen se difumina 
deja de ser exactamente tú. 
Entonces me arropo con mi única certeza: 
tu voz sobre las otras. 
Cenit. 


XIV 

¿No existe inubicado? Pues así es como me siento 
vestida con mi desganada piel 
de hacer lo acostumbrado. 


XV 

Ya sé por qué escribo. 
Si no existieses, 
te crearía, y tú serías mi protagonista principal. 


XVI 

Sobre un mundo en cenizas, amor, 
me enseñaron tus ojos a 
elevarme hasta el conjuro del ser y la palabra. 
MercuroCromo (el color del infinito). 




SÁBADO DE ISOBARAS

Sin un temblor me aíslo tras el anverso de mis manos:
las palmas empujan el aire (aunque no lo creas, ofrece resistencia).
Mi única salvación es huir.
Huir, antes de que estalle la borrasca que presiento
(mantén la mirada firme -me digo- en una sola dirección).

Pero he amanecido como si me doliera el día,
y el sábado -o el mundo-, entre mis dedos,
no es más que una enorme jaula:
estoy fuera, y no sé cómo volver a entrar.





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