sábado, 24 de mayo de 2014

IVONNE GRIMAL [11.803]



Ivonne Grimal

Poeta y narradora chilena, nació en Chillán y actualmente reside en la ciudad de Santiago.
Grimal ha participado en talleres literarios tales como el Taller Nueve, bajo la dirección del poeta Miguel Arteche y en los talleres de narrativa de la escritora Ana María Güiraldes.
Tiene publicados numerosos libros de poesía: Noche llamada del mar, Taller Nueve, 1983; Cuando la noche, Edición Correo de la Poesía, 1989; Girasol en el espejo, Edición La Trastienda, 1992; Poesía picaresca, Ediciones Alta Marea, 1994; En la escala del aire, Ediciones Zona Azul, 1995 y Meridional, Editorial Puerto de Palos, 2006.
En España, el año 1997, fue premiada y publicada por la Asociación Prometeo de la Poesía. Ha recibido Menciones honrosas de poesía y cuento.
Bajo el sello de Editorial Forja, publicó su primera novela: Mi Mamita Julia.





ISLA NEGRA

La brisa del mar talla la empalizada:
ojos encandilados por la misma luz,
manos que se reconcilian.
Todo surge de las barcas:
la marea de los años,
la presencia del pez
suspendido en una rosa de los vientos.
Con un trozo de carbón
termino de grabar las siete palabras.






LA CASA AZUL

Atardece. Las gaviotas, en su último círculo,
se deslizan por los surcos del viento.

De la madreselva asoman flores de carámbanos.

Los rayos del sol como dardos
por entre los pitosporums.

Al otro lado del umbral , las olas vigilan.

Su tamborileo envenenado de puñales. Avanzan
y se retiran erizando nuestros músculos,
bloqueando nuestros sentidos.

Una voz enciende el faro.

Tal vez fue ayer. Quizás se hizo blanca
la luna del espejo.

Pero el mar se cubre de noche y las olas reflejan
el rito seco del amor.





EL MADERO

Cuando caían los verdes de los pinos y los grillos cantaban bajo las hierbas, el viento soltó su cabellera y un olor a mar llenó el instante inmenso. Las sombras del sol en los espacios perdidos parecían altos monjes tocando antiguas campanas bajo la niebla. Un cielo tranquilo era remanso del aire sobre el atormentado mar.
Una larga ola como pez plateado anunció su presencia. Tomé el madero cubierto de silencio, mientras la ola regresaba su sonido entre los rayos del sol. En la orilla del agua las gaviotas desplegaron sus perfiles y la tarde se despegó redonda.

El viento durmió en la historia, las abejas formaron panales sobre el sembrado, y el madero se hizo estrella en la negra distancia.

El silencio vela mi morada. Pero de cuando en cuando el mar despierta las antiguas campanas y en el espejo de mi habitación se mece el viejo pino que guarda la casa.






TENTACIÓN

Desabrocho mi blusa
con la calma de la luz solar.
Considero mis debilidades.
Me detengo en el Último botón:
los tormentos del cielo
y los placeres del infierno
están conmigo.





SOY LA QUE TOCA EL AGUA

Soy la que toca el agua y la canta.
Soy el cuerpo que despierta y te contesta.
Soy el tiempo de la lámpara en tus ojos.
No tiene fin el tiempo.
Los muertos y los vivos moramos en su espacio.






LA ARAÑA

Huye la tarde sin cerrar la puerta
y a solaz el otoño en alborozo
deja su blanca sien bajo el rebozo
de una luna bucólica y despierta.

En silencio llegó la tarde yerta
hincada sobre el agua de aquel pozo,
junto al membrillo que gallardo y mozo
vierte su cabellera de aire abierta.

El búho teje su rumor: callado
pliega la sombra de silencio amado
junto al dormido y transparente lirio.

Absorta y sin dormir, va indiferente
bordando lianas negras de su frente
junto al jazmín, la araña en su delirio.




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