jueves, 5 de septiembre de 2013

ADOLFO GONZÁLEZ [10.465]




Adolfo González 

Nació en Avilés (Asturias) en 1982. Autor, entre otros poemarios, de Matasellos, El gorrión pasa página con el pico o Música, religión y gimnasia, también está incluido en un par de libros colectivos, ha colaborado en unas pocas revistas literarias y ha dado algunos recitales.




FABULACIÓN

Calla, Cabra, tú calla
si nos dicen que estamos como cabras.

Que no te importe,
porque ayer vimos
a uno de esos mamíferos
rumiantes en el monte.

Y recitaba
un breve, revelador, simbólico estribillo
que alegre decía a sus semejantes:

Cabras, cabrones, estáis
de locos como el homo sapiens.

(Del libro Cabra)






FUNCIONARIO DEL POEMA 

Me hicieron fijo,
en esta ruinosa oficina de la lírica,
mis azarosos pasos:
mi destino.

Oposité leyendo días ilegibles:
oposité viviendo libros muertos.

Funcionario tan sólo del poema
vivo sobre esta piedra
mortal fragmento de aire
oro en la nieve de mi lengua.

(Del libro Matasellos)






BILOCACIONES

Alguien llama a la puerta.
Miro por la mirilla.
Soy yo. No sé si abrir.

***

Por puro amor al arte, esta tarde estoy trabajando de canguro del niño que fui yo. Ahora mismo, mientras come el bocadillo de foie-grass que acabo de prepararle tras leerle dos poemas -uno de Rosalía y otro de Bécquer-, estoy sentado a su lado, en el sofá de mi infancia, viendo un capítulo de Tom y Jerry.

***

También es casualidad que justo ahora, al asomarme tan tranquilo a la terraza de mi corazón, me vea en la tumbona del jardín.

(Del libro Un surtido)









ESA DEFENSA

Apretar los dientes
y reír
por no llorar.
Apretar los dientes:
morder la lagartija de la pena
hasta que deje de mover la cola.

(Del libro El gorrión pasa página con el pico)




BUENA PREGUNTA [1]

Por favor que nadie me moleste esta tarde. Si mañana no llevo hechos los deberes del verano, las musas me castigan sin recreo toda la semana. 


4

El ritmo se quita la chaqueta de payaso y se pone la camisa hawaiana.


9

Recular al alba
de la noche futura.


10

Tres interludios:
el mediodía
y los crepúsculos.


13

Con la oreja de la música.


21

a)Si uno canta a la sombra del árbol
es el árbol quien canta a su sombra.
b) El cantor es cantado.


23

Casita en el monte
         +
Luna amistosa
         …………………………………..
Un poema chino


26

Que la religión te practique.


30

Conviertes a una vaca en otro animal o en otra cosa que no deja de ser la misma vaca con otro aspecto.


34

El ritmo se ha puesto a tomar el sol.


40

Acercarme a ese tipo que soy yo
a pedirle que pinte un monigote.


42

La cigüeña le trajo un verso rechoncho, con la lengua fuera. (No le cabía en la boca).


44

Esa manía de pintar a los místicos con cara de estar pasando las de Caín.


48

El regate del ritmo juguetón
a la mala defensa de la melancolía. 


59

Saltar las vallas
de la pereza.

61
La vida y la muerte
como un dueto.


66

La memoria
como una guitarra
fabricada por el tiempo.


67

La distancia
como una flauta
fabricada por el espacio.


68

Recorrer un kilómetro en apenas un decímetro de frase.


69

Un día
decidió perdonarse, perdonarlos, perdonarnos.
Y fue una decisión irrevocable.


71

Funcionario tan sólo del misterio.


72

mira cómo se tira de cabeza
                                                    a
                                                       la
                                                          piscina
                                                                       de
                                                                            una 
                                                                                   lágrima


77

Buena pregunta.

(Del libro Música, religión y gimnasia)



[1] Nota: aquí sólo van algunos de los 77 fragmentos que  componen este texto







Editorial Isla de Siltolá: El poema que surge. 



AHÍ ESTÁ

Concederte una página
entera para ti sola,
                               humildísima
florecilla sin nombre que has llamado mi atención
en las inmediaciones de la Puerta de Alcalá.



PLANES PARA UN DOMINGO VERANIEGO CON LA NOVIA

Ahora que don Amor ya hizo con nosotros,
igual que con dos palos, un fuego no visible,
y que de las cenizas hemos, ducha mediante,
resurgido como el Ave Fénix,
vistámonos con lo primero que encontremos
y, sin más historia, salgamos a la calle,
comiendo algo de fruta,
con la intención de ver tranquilamente, sentándonos
en un banco cualquiera, la Eternidad,
                                                            esa carroza
de cuento
que pasa y se queda, que no deja de pasar, que
moviéndose
se está siempre tan quieta.
Clarividentes, casi
casi se diría que sabios,
                                       veremos
que en su interior nos paseamos como reyes,
saludándonos con la manita
a nosotros mismos, que -fuera- estamos como pobres
mortales de la plebe humana.
                                                Entonces
hablaremos de banalidades trascendentes
(o tal vez al revés)
y compraremos helados, o refrescos,
si nos viene en gana. Sí:
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías.
                                               Nosotros,
ciudadanos por un día del famoso poema gongorino
-tú la mantequilla y yo el pan tierno-,
estaremos contentos y tranquilos,
en paz nuestros deseos con los hechos que ocurran.
Qué bien cumpliremos, nena, nuestra misión
de dejar hacer a la Vida,
qué buena arcilla seremos
para sus largos dedos.
Después, si es que Ella quiere,
cuando nos hartemos de estar ahí
iremos a comer un restaurante
-mira en mi cartera, por favor, estoy ocupado-
y, ya en la tarde como abejas en la flor,
a charlar con el río.
                                Allí
atestiguaremos que es dulce su voz
-agridulce, tan sólo, en ciertos tramos de la memoria-
y nos visualizaremos,
como en el estómago de una rana,
en el misterioso país de la Belleza.
No sé, preciosa mía,
si todo esto te parecerá un plan sugestivo
hasta la puesta de sol.
                                   Ésta
podemos contemplarla ya en casa, en la terraza,
discutiendo si cenar coliflor o huevos fritos
o advirtiendo, si cabe, que en el crepúsculo tan sólo es triste
la tristeza que a veces le ponen como guinda
nuestros ojos.
                       Y así, en un plis-plas y prácticamente
sin darnos cuenta, llegará enseguida
la medianoche, habremos sumado un ayer
y restado un mañana, a nuestras espaldas tendremos
un poco más de muerte, pero mirando a la luna
podremos sonreír, seguros de que vale la pena,
a la que aún nos queda por delante.



HAIKU

(Invierno, Parque de Ferrera)

Nadan los dos:
el cisne en el estanque,
el frío en mí.



¡QUÉ EXTRAÑO GOZO!

¿Cómo es posible,
amor,
que esté escuchando
aquí,
en el silencio,
que esté escuchando
yo,
sin el que escucha,
las seis oscuras cuerdas
de la luz?









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