miércoles, 9 de julio de 2014

ÚRSULA CÉSPEDES ORELLANO DE ESCANAVERINO [12.230]



Úrsula Céspedes Orellano de Escanaverino

CUBA, 21 de octubre de 1832 - 2 de noviembre de 1874

Síntesis de la vida de Úrsula Céspedes Orellano de Escanaverino, que está enfocada a sus relaciones familiares. reflejadas de manera fiel a través de sus composiciones poéticas.  Fue escrita por Manuel Aguirre Botello y terminada el 20 de octubre de 2000, en la ciudad de Querétaro México.

AÑO DE 1832

El 21 de octubre de 1832 nace la excelsa poetisa Úrsula Céspedes Orellano, hermana de nuestra bisabuela Antonia Céspedes Orellano, en la “Hacienda La Soledad", muy cercana a Bayamo, en la Isla de Cuba.
Tanto nuestra bisabuela Antonia como Úrsula fueron hijas de Don Manuel Céspedes y Barrero y de Doña Bárbara Orellano, quienes por lo tanto serían nuestros tatarabuelos.

Don Manuel hombre de excelente posición económica y dueño de grandes extensiones de terreno, aparentemente para la cría de ganado, era el propietario de la “Hacienda de La Soledad”, aunque debo de mencionar que en la escritura de División de Bienes de Don Manuel, que se firmo en 1883, no se hace mención a dicho nombre y por el contrario a su esposa Doña Bárbara se le adjudica la “Hacienda Potrero Guajacabito” con todas sus estancias, la casa en Bayamo ubicada en la Calle de la Mendoza No. 1, la estancia de “La Cañada en El Dátil”, la “Estancia de Yamagual” y la “Hacienda de Gutiérrez”. El resto de los hijos y los herederos reciben otras propiedades y ganado, pero en ningún caso aparece el nombre de “La Soledad”.

Don Manuel y Doña Bárbara tuvieron muchos hijos, en total nueve, de los cuales el mayor fue José María Céspedes Orellano, destacado Jurisconsulto que escribió varios libros y que nació en el año de 1829. Por esta razón y de acuerdo a las costumbres de la época, significaría que sus padres se habrían casado alrededor de 1827 o 1828.

Sabemos entonces que Úrsula era tres años menor que José María, pero como la bisabuela Antonia nació en 1846, es muy posible que haya sido la menor pues habría sido 17 años menor que José María y 14 años menor que Úrsula. Nota: Este dato se obtuvo sobre la base de la referencia que se hace en el acta de nacimiento del tío Alfredo, quién nació en 1904, en donde se expresa que Antonia Céspedes era su abuela, que era viuda de 58 años y que vivía en Cuba.

Los demás hermanos, sin conocer sus fechas de nacimiento, fueron otros 3 varones, Manuel, Leonardo y Miguel aparentemente todos ellos fallecidos en la Guerra de Independencia y tres mujeres Digna Teresa, Gertrudis y Francisca Dolores, esta última falleció también a temprana edad en la casa que la tatarabuela Bárbara tuvo en Camagüey, como veremos después.

Don Manuel Céspedes y Barrero murió en el mismo año de 1868 en que Carlos Manuel de Céspedes se levantó en armas en el Ingenio de “La Demajagua” en Manzanillo, visiblemente afectado por la pérdida de todas sus propiedades que fueron incendiadas y confiscados sus bienes por el gobierno español.

Después de esta breve introducción ya podemos saber un poco más de la increíble Úrsula.                                                                 

AÑO DE 1835

José María inicia sus estudios de primaria en el Convento de Sto. Domingo  

AÑO DE 1840

Úrsula realiza sus estudios en su propia casa con la ayuda de profesores especiales que le impartían los conocimientos básicos de educación primaria, idiomas como el francés, labores manuales y música. Contó además con el apoyo educativo que siempre le brindó su hermano José María, facilitándole libros entre ellos una colección de Autores Españoles publicada por Rivadeneira que le obsequió y seleccionando para ella las obras que consideraba adecuadas para su lectura.

La guitarra fue la más fiel compañera de Úrsula, acompañándola en sus soledades de juventud entre bellos bosques, riachuelos y cantos de aves, tal cual los describe en sus inspiradas poesías                       

AÑO DE 1842

José María termina sus estudios de Humanidades y obtiene el título de Bachiller en Artes en la Real Universidad de La Habana.               

AÑO DE 1845

La poetisa Úrsula comienza a escribir, un soneto a Jesús Crucificado y unas octavas a La Luna y serventesios  a La Muerte, a los 13 años de edad y sus trabajos fueron publicados por dos periódicos de Santiago de Cuba, “El Redactor” y “Semanario Cubano”. Tiempo después sus obras fueron publicadas en el diario “La Prensa” que se publicaba en La Habana.          

Carlos Manuel de Céspedes le escoge el seudónimo de "La Calandria" y ella lo cambia más tarde por el de "La Serrana".                                 

AÑO DE 1846

Nace en Bayamo precisamente en el callejón de La Mendoza No. 1, la bisabuela Antonia Céspedes Orellano, hermana de Úrsula y José María Céspedes Orellano y con parentesco, aunque lejano, con la familia de Carlos Manuel de Céspedes.

AÑO DE 1848

De las primeras poesías que Úrsula escribe a los 16 años, aparece la denominada  "El Arroyo".

AÑO DE 1850

José María estudia en Madrid la carrera de Leyes y obtiene título de Bachiller.

AÑO DE 1851

De gran sensibilidad, como ya expresé Úrsula domina el arte de la guitarra desde niña y en 1851 a los 19 años escribe un  poema alusivo, denominado "A mi Guitarra". 




A mi guitarra

Dulce encanto del alma, tú eres sola
la compañera de mis tristes penas:
tú acompañas mi voz, tierno bien mío,
     cuando yo canto.

   Tú eres mi amor, mi dicha y mi esperanza:
sólo en ti encuentro una ilusión ardiente,
y siempre sueño, cuando estoy dormida,
     que estoy cantando.

   Si en otros brazos te contemplo triste,
siento que el alma se desgarra y llora.
porque conozco, dulce lira mía,
     que estás gimiendo.

   ¡Oh! nunca, nunca permitid, amiga,
que recorran tus cuerdas otras manos;
yo sola quiero sostener tu mástil
     entre mis brazos.

   Tú gimes, lira, cuando yo suspiro,
melancólicamente entre mis dedos,
y parece que gozas cuando alcanzo
     algún contento.

   Tú eras alegre y bulliciosa a veces,
otras tu son es lúgubre gemido,
luego parece que entusiasta expresas
     dichas de amor.

   Ya es tu sonido dulce y melancólico,
era furioso, irresistible y fuerte,
amargo y triste cuando a mi alma roe
     dolor profundo.

   ¡Ah! Nunca debo permitir, bien mío,
que otros tus tonos deliciosos vibren;
mis dedos sólo tus divinas cuerdas
     recorrerán.

Bayamo, 1851




AÑO DE 1852

Por mala salud, José María regresa de Madrid a La Habana y estudia el sexto año de Leyes para obtener la Licenciatura en Derecho.

AÑO DE 1853

José María abre su Bufete de Abogado en Bayamo, pero decide trasladarse después a Villaclara.

AÑO DE 1854

Úrsula pasa varios meses en la casa de su hermano José María en Villaclara. Allí Úrsula conoce al joven maestro y periodista Ginés Escanaverino de Linares quién prendado de su belleza decide cambiar su residencia, para estar mas cerca de ella.

AÑO DE 1855

Ginés se establece en Manzanillo y funda el periódico "El Comercio", en unión de Bartolomé Masó. Manzanillo que es un puerto, se encuentra relativamente cerca de Bayamo y había una comunicación fluvial a través del Río Cauto.

José María recibe la investidura de Doctor y ejerce su carrera en Colón, lugar donde ostenta el cargo de Síndico y Teniente de Alcalde del Concejo Municipal.

La literatura en la Isla, servía por entonces como un medio de expresar el sentimiento de cubanía que identificaba al pueblo. En ese año aparecen los Cantos del Siboney de Don José Fornaris, gran amigo de Carlos Manuel de Céspedes. El formato de estos Cantos está escrito en verso, y como tuvo tanta demanda se publicaron 5 ediciones de ellos.

Los versos se declamaban en las reuniones caseras, en las fiestas populares y en las peleas de gallos, propagándose un sentimiento de amor por lo propio, por lo cubano.

Es evidente que todo este ambiente debe de haber influido en los trabajos literarios de Úrsula.

Las poesías de ella son el reflejo de su propia vida y del amor que sentía por su propia tierra, por el bello sitio donde había nacido y por todo aquello que le recordara su infancia entre palmeras y flores.

Enseguida aparecen unos fragmentos de su poesía dedicada Al Campo:




AL CAMPO
    
Yo he nacido en el campo, y fue mi cuna
  de verdes ramas y laurel tejida,
     y fue mi alma infantil, sin pena alguna,
   el canto de las aves adormida.
       
   Un plácido arroyuelo, un verde prado,
 donde en las tardes del abril florido,
   tranquilo pace el bienhechor ganado,
      lanzando de placer recio bramido.
            
     Hallé un mundo, a mis ojos extendido,
    de arroyos de frescura y de verdores;
 y nací, oyendo el mágico zumbido
    de abejas, cañas, céfiros y flores.

                   BAYAMO 1855                   


AÑO DE 1856

Finalmente Ginés de Escanaverino decide trasladarse a la ciudad de Bayamo y allí funda el primer periódico de dicha ciudad, en el cual colabora Úrsula con sus poesías, dicho diario llevó el nombre de "La Regeneración".  Úrsula escribe su poesía "El Amor de la Serrana"

AÑO DE 1857

Úrsula se casa con Ginés de Escanaverino y decide dedicarse al magisterio a los 25 años de edad. Se somete a dos exámenes, para obtener el título de Maestra de Primaria y después fundan en Bayamo la Academia de Santa. Úrsula, para niñas y señoritas, primer Colegio de su tipo en esa ciudad. En ese año escribe su poesía "La Serrana y el Veguero".

Como Úrsula le llevaba 14 años de edad, a la bisabuela Antonia tendría por entonces 11 años de edad.

AÑO DE 1858

Úrsula basa la disciplina del plantel que fundaron en el cariño y respeto entre profesores y alumnos y en vez de ser la maestra adusta y autoritaria tan común del siglo XIX se convierte en buena amiga y consejera de sus discípulas. Ella decía: "Lo importante no es lo que se aprende, sino la preparación espiritual para comprender las bellezas del bien, del arte y de la naturaleza".                          

Úrsula se adelantaba desde un rincón de la Isla, a lo que desde las capitales de Europa se aconsejaría después como normas eficaces del proceso de la educación primaria. Una de sus más excelsas virtudes siempre fue la caridad, la cual siempre inculcó entre sus alumnas, que en general eran de clase acomodada.

Úrsula escribe la poesía "A mi Esposo" y "Los Negros del Palenque"        

AÑO DE 1859

Nace la primera hija de Úrsula y lleva el nombre de Luisa. Úrsula escribe su poesía "La Muerte de una Tórtola"

AÑO DE 1860

Muy de acuerdo al pensamiento de Carlos Manuel de  Céspedes, Úrsula sigue escribiendo poemas y decide editar su primer Libro. Recurre a la experiencia de su tío lejano y le pide que escriba el Prólogo de ese que fue su primer libro, Ecos de la Selva.

Conozca de la relación familiar entre Úrsula y Carlos Manuel de Céspedes.

Conozca los comentarios sobre el Prólogo en la biografía de Carlos Manuel de Céspedes.

En ese año, escribe "El Tiempo", "Horas de Soledad", "La Calle", "La Casita Sola" y "Esta Dormida", esta última en la corona fúnebre de una de sus discípulas.

José María su hermano, se traslada de Colón a la ciudad de La Habana

AÑO DE 1861

Úrsula publica su primer libro denominado "Ecos de la Selva”, de 182 páginas impreso en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes le escribe el prólogo.    
                          
AÑO DE 1862 

Nace su segundo hijo Andrés Pablo, también en Bayamo. Úrsula escribe su poema "El Sordo"

José María ya es catedrático en la Facultad de Derecho de La Habana, publicando para sus alumnos la obra "Elementos Teórico-Prácticos de Procedimientos Civiles con Aplicación a la Isla de Cuba.

AÑO DE 1863

Úrsula escribe en Bayamo su poema "Meditaciones"
José María Colabora en Colón, Villa Clara y Guanabacoa en los periódicos titulados Progreso y funda el periódico La Idea, sobre Instrucción Pública.

AÑO DE 1865

La salud de Úrsula decae y los vientos de rebelión cargan de peligro la vida de los que llevan el apellido Céspedes, deciden quitar la Academia y dejar Bayamo.
Úrsula y Ginés, se trasladan con sus hijos Luisa y Andrés Pablo a La Habana.          

Ginés obtiene por oposición, el cargo de Director de la Escuela Superior para Varones, Úrsula escribe en La Habana sus poemas "El Cementerio de La Habana", "¿Qué Soy?, ¿De donde Vengo?, ¿A donde Voy?",  "Mi Pensamiento" y "Presentimientos".                   

Por este año, o un poco antes, deben haber contraído matrimonio la bisabuela Antonia Céspedes Orellano con Don Luis Betancourt, originario de Puerto Príncipe, hoy Camagüey, pero no tenemos datos a la fecha. La bisabuela tenía entonces 19 años de edad.                         

AÑO DE 1866

El 20 de septiembre, nace en Bayamo la abuela Delfina Betancourt Céspedes, la bisabuela Antonia tendría 20 años de edad.                                    
Luisa la hija de Úrsula tiene para entonces 6 años de edad y su hijo Andrés Pablo 4 años.
Úrsula escribe en La Habana sus poemas "Mi Alma" y "Consejos de un Guajiro".                              
AÑO DE 1867

Úrsula escribe "Obras de Misericordia" y  "Adelaida Ristori".                                    

AÑO DE 1868

La guerra repercute en la familia, Don Manuel de Céspedes y Barrero (nuestro tatarabuelo) es sorprendido, vejado y encarcelado, su casa de Bayamo es incendiada y confiscados todos sus bienes y destruidas las cosechas. Tanta saña, humillación y maltrato, dieron al traste con su vida y muere en Bayamo en ese mismo año.                             

Todo esto ocurre a finales del año de 1868, pues el levantamiento de La Demajagua fue en el mes de octubre.
A esta pena infinita, agregaba Úrsula la  pérdida de varios hermanos y parientes que se habían unido al ejercito libertador, además de la muerte de una de sus hermanas llamada Francisca Dolores. Los hermanos muertos en la guerra habrían sido Manuel, Leonardo y Miguel Céspedes Orellano, pero no tengo mas datos de ellos a la fecha.                                  

En medio de aquella tragedia, nace el tercero de sus hijos llamado Antonio y se trasladan a la casa de su madre, (la tatarabuela)  Doña Bárbara Orellano, ahora viuda, y que había cambiado su residencia de Bayamo a San Cristóbal, cerca de Cienfuegos. Allí escribe Úrsula su poema "A mi Madre".   




A MI MADRE   
  
Madre mía; tu fuiste desgraciada;
  en tu pálida sien de blanco lirio,
     dulce emblema de amor, jamás ornada,
    aún se mira la huella ensangrentada
     que imprimió la corona del martirio.
            
   Tú que el pan de los pobres conseguiste
 mojado en tu sudor y amargo llanto,
 en el mísero hogar donde naciste,
  nunca, madre, infeliz, nunca pudiste
  alzar de paz y de ventura un canto.
            
  Eras hermosa, como dicen que era
en el lugar de Nazaret, María,
   y tu fresca y lozana primavera
 cubrió de soledad una ribera
   bajo su niebla silenciosa y fría.
            
   Has sido aborrecida y calumniada
     por los que vieron mejorar tu suerte,
   y tú, dulce, paciente y resignada,
     ni contra el débil te volviste airada
      ni tu voz levantaste contra el fuerte.
            
    Ya por fin, tu cabeza atormentada
     refrescaba la nieve del invierno,
       y al descansar la angelical mirada
     en tu familia próvida y honrada
       latió feliz tu corazón materno.
            
     Mas, no bastaba aún si en otras veces
    el cáliz del dolor habías probado
       sin que nunca el destino maldijeses;
      aún faltaba apurarlo hasta las heces
     para arrojarlo al fin despedazado.
            
  ¿En donde están tus hijos? ¿A qué puerto
  han llevado su mísera barquilla?
  Unos viven, tal vez, otros han muerto;
   el hogar de mi padre está desierto,
 y una lágrima eterna es tu mejilla
            
 Pues bien, mansa mujer, tú a quién impía
  estrechó la desgracia entre sus brazos
sin jamás blasfemar en tu agonía,
   ven y dame un consuelo, madre mía,
   yo tengo el corazón hecho pedazos.
            
 La historia que llorando referiste
 a la luz del hogar, y a la memoria
  de tus hijos, confiar solo quisiste
    temerosa del mundo, no es tan triste
    como un solo episodio de mi historia
            
  Yo que sólo del mundo a la grandeza
 mi parte de aire y luz he reclamado,
  un lugar medio oculto en mi maleza,
 un árbol donde apoye mi cabeza
    y un pedazo de cielo sonrosado.
            
  ¡Ay!, todo lo perdí, no tengo nada;
       cenizas por doquier de lo que ha sido
   sólo encuentra mi vista fatigada;
   la llama de mi pecho derramada
     todo en redor de mí lo ha consumido.
            
Ven y estréchame más, tu blando seno
me da valor para sufrir mi suerte;
  yo quisiera dormir! Si el ronco trueno
  sigue bramando de furores lleno,
   pídele al cielo que jamás despierte.
            
 Úrsula Céspedes de Escanaverino

      San Cristóbal, 1868
                  

Compárese el fervor patrio que embargaba por esos días el alma de Carlos Manuel de Céspedes, con la tristeza que demuestra Úrsula Céspedes por la pérdida de sus hermanos levantados en armas para apoyar la justa causa de la rebelión y por el dolor tan terrible que tuvo que sufrir su madre al quedar viuda como consecuencia de lo mismo y por si fuera poco perder todos sus bienes convertidos a cenizas por las llamas. La propia pena de Úrsula no era menor que la de su madre, pues la enfermedad que padecía lentamente y sin remedio la iba consumiendo.

AÑO DE 1870

Úrsula escribe en San Cristóbal su poema "Desaliento", clara muestra de sus más íntimos pesares, por la muerte de muchos de sus seres queridos y en especial de su padre, arrollados por la guerra de independencia, pero además supongo yo, por la triste enfermedad que paso a paso, lentamente la iba conduciendo al final de su vida.



AÑO DE 1871

Úrsula escribe su poesía "En la muerte de mi Padre", conmemorando el tercer aniversario de la muerte de su padre, en la que no pudo estar presente. Es una sentida descripción del terrible sufrimiento que vivieron. 
      
AÑO DE 1873

Úrsula escribe en San Cristóbal, "La muerte del niño" y "La muerte de una Madre" y en Regla, posiblemente muy enferma escribe "La sombra de mis recuerdos"   y "El ángel de la Muerte".


LA  SOMBRA DE MIS RECUERDOS
            
            ¿Qué me quieres?, ¿por qué vienes 
            a turbar mi pensamiento
            que dormitaba tranquilo
            bajo una capa de hielo?
                        
            ¿Por qué vienes con tus huestes            
            de alborotadores genios
            a interrumpir el reposo
            de mi corazón desierto?
                        
            ¿Por qué vienes con tu rostro           
            siempre apacible y risueño,
            a comparar la de ahora
            con mi vida de otro tiempo?
                        
            ¿Por qué arrancas con las yemas
            de tus sonrosados dedos
            los que se han tornado blancos           
            entre mis negros cabellos?
                        
            ¿Quieres renovar latidos
            en un corazón ya muerto?
            ¿Buscas risa en unos labios
            descoloridos y secos?
                        
            ¿Buscas ansias amorosas
            y mundanos devaneos
            en unos ojos marchitos 
            que se fijan en el cielo?
                        
            Pues bien, acércate y oye,
            aunque rueden por el suelo
            tus tiernas flores de mayo
            bajo mis soplos de enero;
                        
            Aunque tus alas celestes
            se plieguen con desaliento
            al tocar la dura escarcha
            de mi cansado cerebro.
            
            Escucha: todas mis horas
            resbalan en el silencio
            arrulladas por la triste
            monotonía de mis rezos
            
            Ya no hay sonrisa en mis labios
            y en mis ojos ya no hay fuego;
            pero en aquellos hay quejas
            y lágrimas siempre en éstos.
            
            Mi frente yace doblada
            bajo el formidable peso
            de una amargura infinita
            y de un infortunio inmenso....
            
            Mas, ¿dónde está? Ya no existe
            se ha ido desvaneciendo
            como esas nubes ligeras
            que se evaporan al viento;
            
            ¿Con que ella también me deja
            sin escuchar mis acentos?.....
            En verdad era tan triste
            lo que le estaba diciendo.
            
            ¿Y quién es ella tampoco
            para durar mucho tiempo?
            La quimera del pasado
            la sombra de mis recuerdos.
            
            Regla, 1873   (un año antes de su muerte)





     EL ÁNGEL DE  LA MUERTE
            
            Pálido, triste, la sonrisa helada
                      los labios sin color,
            indecisa y opaca la mirada
                      la palabra sin voz.
            
            El cuerpo lacio, que dirige lento
                      el vacilante pie,
            el cabello terroso, amarillento
                       y pegado a la sien;
            
            así te veo venit, ángel que allegas
                       el postrimer adiós;
            te paras ante mí, las alas plegas
                        y miras en redor.
            
            ¿Lo ves?, yo no estoy sola, aquí a mi lado
                         hay tres flores de abril;
            son mis hijos; si muero, infortunado
                         será su porvenir
            
            Los he criado en mi seno; en mis rodillas
                          aprendieron a hablar,
            y del más ternezuelo, en las mejillas
                          siempre mi labio está
            
            Jamás tuvieron hambre, ni de frío
                          los han visto temblar,
            que aquí estaba su seno junto al mío,
                          y era suyo mi pan.
            
            Aún no saben sufrir, porque en llorando
                           les acaricio yo,
            y sus labios sonríen semejando
                           la lluvia con el sol.
            
            Si los dejo, me llaman y no puedo
                           a su voz contestar;
            si me buscan, no me hallan, tendrán miedo,
                            rompería a llorar.
            
            Un violento pesar el alma siente,
                            me duele el corazón
            y al brotar, se congelan en mi frente
                             las gotas de sudor.
            
            Nunca me he separado de esos seres
                            que nacieron de mí;
            ¿a qué, pues has venido?....¿qué me quieres?
                            ¡yo no me puedo morir!
            
            Regla, 1873


Es evidente que se refiere a sus tres pequeños hijos, Antonio de 5 años,  Andrés Pablo de 11 años y Luisa de 14 años. Úrsula tenía entonces apenas 41 años y su poema nos muestra que sentía rondar el ángel de la muerte muy cerca de ella, siendo su mayor preocupación la futura suerte de sus pequeños hijos.                                                                                                     
AÑO DE 1874

En ese año escribe uno de sus últimos poemas dedicado a su hija Luisa, que se llama "El ángel". Luisa apenas tenía 15 años, cuando muere su madre.

Esta última poesía, escrita en el año de su muerte, nos sigue mostrando la terrible preocupación que encerraba en su alma, al dejar a sus tres pequeños hijos y sobre todo a su hija Luisa de apenas 15 años de edad  sin el amparo de una madre.

En aquella reducida, pero hospitalaria sociedad de Santa Isabel de las Lajas, pasó sus últimos días, llorando sin consuelo, lo irreparable. Úrsula muere el 2 de noviembre de 1874, en ese lugar.

Al inicio de la República de Cuba en 1902, los socios del Liceo Santa Isabel promovieron en toda la Isla, una suscripción pública para que con su producto se levantara un hermoso monumento funerario en aquel pueblo agradecido. En el se destacan, en piedra, unos significativos versos de ella misma y que corresponden a la parte final de su poesía “El Cementerio de La Habana”, escrita 10 años atrás y que dice:

..yo no quiero en mi cuerpo más que tierra
    empapada en el llanto de mis hijos,
un árbol y una flor!

Dejó además al ocurrir su fallecimiento varias poesías y trabajos inéditos, con los que podría formarse un abultado trabajo. De éstos y en un volumen póstumo denominado "Cantos Postreros, su esposo hizo una  muy reducida edición.           

El trabajo literario de Úrsula, salvo el prólogo de Carlos Manuel de Céspedes y las publicaciones que hizo para muchos diarios de su país y algunos del  extranjero, como fue "La Moda Elegante" de Cádiz en España y algunos diarios de México, no tuvo el debido reconocimiento en vida de la poetisa.           

Enrique José Barona dice de ella: "¿Quién ha sido más espiritualmente material  que Úrsula Céspedes, cantora de todos los amores, y, sobre todo, del puro y sacrosanto amor maternal, en sus esperanzas, en sus temores, en sus ilusiones, en sus angustias, en sus crisis supremas, hasta en el paroxismo de la muerte?” 

En el año de 1948, la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación del Gobierno de Cuba, reconoce el valer de esta excepcional mujer y edita el libro "Poesías", con Prólogo de Juan J. Remos, en el cuál se describe su vida y se muestran las mejores de sus poesías.                                  

AÑO DE 1883  

Al devolverles los bienes confiscados en 1868, la familia Céspedes Orellano hace el reparto de bienes de Don Manuel de Céspedes y Barrero (tatarabuelo) entre su esposa Doña Bárbara Orellano Vda. De Céspedes y sus 9 hijos de los cuales solamente vivían 3 en ese año, José María, Gertrudis y la bisabuela Antonia.    
Los demás hijos ya fallecidos, Úrsula, Digna, Leonardo, Miguel, Manuel y Francisca, fueron representados por sus herederos legales. La escritura fue firmada por José Maria, el 20 de abril de 1883.
En ese mismo año José María publica su libro "La Doctrina Monroe"      

AÑO DE 1894 
                                                   
José María publica su libro "Elementos de Derecho Natural"                                                                                                          
AÑO DE 1895  
                                                  
José María publica su libro "Discursos, Estudios y Artículos", último de la serie.     
    
      
AÑO DE 1911  

Muere Don José María Céspedes y Orellano




¡Está dormida!

(En la corona fúnebre de mi querida y malograda

discípula, la Srta. doña Eudosia Palma y Pérez.)



                      No hagáis ruido, callad... está dormida
     como un ángel de paz;
apartad esa luz enrojecida
     de su cándida faz;

echad un velo, transparente y blanco
     por su sien virginal,
mientras me acerco y de su mano arranco
     el cirio funeral.

¿Por qué sollozos exhaláis del pecho,
     si en cruel ingratitud
la pasáis de su dulce y blando lecho
     a ese duro ataúd?

A qué abrir la ventana, ¿no es locura
     exponerla al terral
que barre el suelo de la calle obscura
     y traspasa el umbral?

Mas, perdonad mi delirante empeño,
     haced lo que queráis;
yo velaré su misterioso sueño
     que vosotros lloráis.

Ninguna nube, el azulado cielo
     se mira obscurecer,
las blandas auras con su raudo vuelo
     susurran como ayer.

Nada ha variado; con igual verdura
     los árboles se ven;
y esa niebla que flota en la llanura,
     flotó anoche también.

Mas suena una campana, da las once
     con fatídico son;
¡ay! el agudo resonar del bronce
     me rompe el corazón.

Pronto las cinco sonarán, la hora
     que la hace despertar,
encendiendo la luz arrobadora
     de su dulce mirar.

¡Oh!, yo la espero con los ojos fijos
     casi fuera de mí,
como esperaban a Moisés sus hijos
     al pie del Sinaí.

¿No es verdad que a las cinco, vida mía,
     te vas a despertar,
como despiertan a la luz del día
     las aves del pinar?

Yo no puedo partir si no te llevo;
     por eso estoy aquí:
¿cómo el trabajo emprenderé de nuevo
     si no estás junto a mí?

Cuando las gotas de sudor helado
     resbalen por mi sien,
en tu rostro, risueño y sosegado,
     resbalarán también.

Torna a mis ojos la perdida lumbre,
     disipa mi ansiedad;
tu mirar de infinita mansedumbre,
     de inefable piedad.

Mas, ya me canso de esperar: despierta
     ¡oh!, despierta, mi bien,
que ya del sol en la región desierta
     los albores se ven.

Todo mi cuerpo desfallece y muere,
     se hiela mi canción;
¡ay!, no sé lo que siento que me hiere
     y arranca el corazón.

Ya es hora de partir: mi bien, despierta:
     sólo espero por ti;
pero, ya lo recuerdo: estaba muerta
     y yo no lo creí.

¡Muerta!; mentira... perderé la vida
     si lo llego a pensar...
No hagáis ruido... callad... está dormida
     como un ángel de, paz...!
Bayamo, 1860.





El cementerio de La Habana

                      Aquí está el cementerio; mas en vino
buscan mis ojos en redor siquiera
     la sombra de un ciprés;
aquí están los sepulcros, y mi mano
no halla una flor con que vestir pudiera
     su estéril desnudez.

Ningún rumor se escucha; las abejas
de esta inmensa colmena, se han dormido
     en sus celdas sin miel;
¿qué importan de los céfiros las quejas
entre las ramas del laurel florido,
     ni qué el mismo laurel?

¡Muertos!, la paz que disfrutáis, empero,
en este rico panteón, me aterra,
     me hiela de pavor:
pues yo para mi tumba mejor quiero
que estas puertas de jaspe, una de tierra,
     un árbol y una flor.

¡Oh!, cuán solos estáis, qué silenciosa
ven de las tumbas vuestros ojos fijos
     reinar la obscuridad!;
¡qué lejos está el esposo de la esposa!
¡qué apartada la madre de los hijos
     que dejó en la orfandad!

¡Oh!, cuán solos estáis; la santa ofrenda
que a vuestro umbral depositó una madre,
     la llevó el aquilón;
no hay un sollozo que las piedras hienda,
ni un dolor que los mármoles taladre
     de esta yerta mansión.

Si abren las flores su argentado broche
y el Euro blando silencioso orea
     las ramas de la vid;
si la lluvia de mayo por la noche
en vuestra losa sepulcral golpea,
     ¿qué os importa, decid?

¿Qué os importa, decid, que suave y lenta
resbale por los aires una nota
     del arpa universal;
si sólo el estridor de la tormenta
o el granito que en mármoles rebota
     pudierais escuchar?

¡Muertos!, la paz que disfrutáis, me aterra;
esos sepulcros en el muro fijos
     me hielan de pavor:
yo no quiero en mi cuerpo más que tierra
empapada en el llanto de mis hijos,
     un árbol y una flor!

Bayamo, 1864.





El tiempo

(Fragmentos)


                        Vuelas ¡ay!, vuelas incansable y mudo
Como la eternidad que te circunda,
Con los brazos abiertos y extendidos
Para abarcar la inmensidad con ellos.
Minero infatigable,
Cada grano de arena que desprendes
Una sonrisa de placer te arranca,
Porque pasan los siglos y al fin miras
Desmoronados a tus pies los muros
Sobre mudos escombros levantados
De otros muros que fueron
Y vacilaron y a su vez cayeron.

   Al pasar por su lado, silencioso,
Te saludan los bosques seculares
Inclinando sus copas, agostados
Por el gélido soplo de tu aliento;
Los peñascos vacilan en su base
Y rodando al abismo
En arena y en polvo se convierten,
Las aves descendiendo de las nubes
Desfallecidas sin aliento caen
Y se mezclan al cieno;
Las fieras de las selvas enmudecen
Y sin dientes ni garras
Abandonan las cumbres alterosas
Y se arrastran gimiendo por los valles;
Y a tus torvas miradas
Se derriban las torres desquiciadas.

   Todo sucumbe; tus pisadas sordas
Marcan del hombre la orgullosa frente,
Que impávido se lanza,
Ya cubierto de gloria en los combates
De sangre y de matanza,
Ya de púrpura y oro en los salones,
De harapos y miseria entre la plebe,
De ignominia y baldón en las mazmorras.
Siempre soberbio y arrogante siempre,
Sigue midiendo su tortuosa vía,
Y aun encorvado por tu enorme peso,
Y la frente marchita y coronada
Por las hebras plateadas de tu manto,
Vuelve el rostro arrugado
Hacia los gustos del amor pasado,
Hasta que siente resbalar su planta
En los húmedos bordes de la tumba
Y ve que el astro de la suerte asoma:
Entonces fatigado
En tu profundo ceno se desploma.

   Nada en el mundo tu poder resiste,
Impune delincuente,
Tus grandes alas impasibles bates
En la atmósfera helada de tus reinos,
Y en tu inmenso taller forjas los días,
Los años y los siglos
De escombros y de huesos coronados,
Que llegan silenciosos
Los unos tras los otros alineados
Al gran teatro del soberbio mundo
Contemplándole absortos los primeros,
Apagando las luces los segundos
Y los terceros como hambrienta hiena
Tragando espectadores,
Candelabros, actores,
Sangrientos dramas y terrible escena.

   ¡Padrón del infinito!
¿Cuántos crímenes, dime, has presenciado?
¿Cuántos grandes y reyes sepultados
Bajo ruinas de alcázares y tronos
Has visto sucumbir bajo los golpes
De alevoso puñal y del veneno?
Dime ¡cuántas supremas desventuras
Y bárbaros martirios han sufrido
Las míseras criaturas
Desde que el mundo germinó del caos
Y los hombres salvajes se internaron
En las selvas oscuras,
Donde rugiendo de impotente ira
Disputábanle al tigre y al leopardo
Los palpitantes restos del cordero,
Hasta que llenas de esplendor brillaron
Las luces del saber, y los humanos
Difundieron las leyes,
Reyes haciendo y destronando reyes?

   Y vuelas ¡ay! y aun vuelas
Por los yermos espacios de los cielos,
Y rasga las tinieblas
La segur corruscante de los siglos,
Y con tus alas cobijando el mundo
Vuelas ¡ay! vuelas y mis tristes ojos
Doquier tus huellas sigilosas miran,
Mientras tétrica y muda
Espero que a su vez mi frente caiga
A tu golpe fatal; y cuando ansioso
Hayas sorbido los revueltos mares,
Pulverizado los eternos bronces,
Roído huesos, demolido escombros,
Y en sus ejes, impávido, hayas visto
Vacilar carcomido el Universo,
Desprenderse y rodar a los abismos
Con horrísono estruendo, dime Tiempo,
¿En qué te ocuparás? ¿dónde tu vuelo
Tenderás silencioso y vagabundo
Con doliente gemir? ¿tus mismas armas
Contra ti volverás, y condenado
También a perecer, daráste muerte...?
¡Ah! no ¡tiempo implacable!
Tú, sacudiendo las enormes alas
Llegarás ante Dios, y allí postrado
Con sorda voz le contarás tus triunfos;
Y él, al ver tu misión ya terminada,
Como a nuevo Luzbel hará que gimas
Del ángel vengador bajo las plantas
Sujeto eternamente;
Porque no mine su brillante trono,
Siempre incansable, tu terrible diente.





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