sábado, 8 de agosto de 2015

MARTA GARCÊS [16.731]


Marta Garcês  

(Barcelona, España, 1984). Estudió la Diplomatura de Pedagogía en la Universidad de Barcelona (UB). En la actualidad es maestra de educación infantil y primaria. Participó en algunas antologías tales como ” Versos desde el corazón” (2015) o “La isla de las palabras perdidas” (2015) con algunos poemas. También colaboró en la revista online Repoelas. En enero del año 2015 salió a la venta su primer poemario “Días de vinos y de espinas” (United pc), pequeñas composiciones poéticas que surgen como grito a la emancipación interior y erótica. Actualmente participa en recitales en su ciudad se origen y tiene previsto el lanzamiento de un nuevo poemario para final de año, así como colaboraciones con poetas y compositores nacionales.





EL HURTO INESPERADO DE MI LUCHA

El hurto inesperado de mi lucha,
frente al dolor,
poder pisar con la venganza
la providencia que me ofrecieron tus ojos.
Y la voluntad pasa en vilo,
y la esperanza se extingue.

Yo era confiada y libre,
en mi lado de la cama,
no me asustaban los fantasmas,
y tampoco reía los sueños,
rezaba entre tu cuerpo
y recorría cada poro de tu mirada.

Un día algo murió,
acodada frente a la infrecuencia de tus Te amo,
transcurría lento el tiempo,
y reía mis desgracias,
y las edades se hacían siglos.

En las cornisas de mi ventana,
los gritos se deshacían en el aire,
en silencio,
una dama mantiene las formas,
una dama responde entre sonrisas,
arrasa eternamente,
entre las estaciones que se suceden,
y estudia fielmente los movimientos
de los corazones dañados.

Una dama obedece entrecortadamente,
y mira con desdén la diferencia,
discreta,
errante,
llega rebosante a la noche y espera.
Pero el hurto inesperado
frente al dolor
se abre como un llanto
y se desangra por mi cuerpo.





CORVA

Corva hacia el suelo la sonrisa,
cortejo de la máscara legañosa,
la locura y su ondulante fama
y yo, pesarosa,
me pongo la tarde a mi espalda.
Y espero el aire con ansiedad
tan sucia y desterrada,
¡Mala vida lleva! Qué banalidad,
recorrer con la mirada
los crujidos de mis pasos.
Y no saber si pienso, vivo o sueño,
y no querer cambiar
con cumplimientos de gloria abnegada,
a aquella que maldigo en el espejo.

Corva hacia el suelo mi espalda,
gritando a voz helada,
temblorosa y conocida,
que la compleja lejanía
que divide mi vida de mi cortejo
(el fúnebre, el feliz),
es el discurso recurrente
de toda melancólica y absurda como yo.

Corva hacia el cielo mi mano,
la derecha, con la que esfumo
en papeles los sueños,
con la que toco mi cara
y consumo un cigarro,
la mano nacida para conseguir
no pisar la hora mala,
la de la vencida risa,
la del amor anillada.

Y si además los juegos del amor son corvos,
los nombres inciertos,
y los estilos del saber estar
atentos y decorosos,
que mi alma permanezca inalterable
ya es un perfecto logro.




EL SONIDO DEL SILENCIO

Interrumpe el sonido del silencio
La señal acordada de los ojos.
Es la hora del amanecer,
Del castigo sin alimento,
Y de los mares sin peces.
Sentir la rabia encogida,
Deshecho que navega perdida,
Bambolea el cariño tan fino
Mientras dejo caer al suelo
Aquel vestido de lino,
Los ojos del buitre acechan,
Aprenden a oler de nuevo,
Mientras los silbidos resbalan
Por el azúcar de mis tobillos.
Espero la señal acordada de los brazos,
Aquellos que tiemblan,
Da igual abiertos o cerrados,
Tu presión los envenena.

La señal de la voz lo dice claro:
Los rostros mienten más que hablan.

Deduzco por el descenso de la temperatura,
Que los besos no tienen la misma calidez.






SOTTO VOCE

Murmura el aliento del aire.
Una tenue lluvia expira
al enfrentarse a los cristales.
Las horas pasan lentamente,
cierro los ojos, alcanzando el ardor de mi codicia.
Silencio.
La lumbre arde con fuerza.
El recuerdo es un triste sueño.
Una cálida voz que
susurraba dulcemente en mi oído,
unos palpitantes labios
que con ansia besaban los míos;
tus manos, ahora espinas,
antes inquietantes pedazos de cielo
que trazaban senderos
por mi cuerpo.
Nubes de tormenta se acercan,
acallado mi dolor,
abiertas todas las heridas
y las frías lágrimas
enlutan mi yerto rostro.
Bajo el silencio de la noche,
aún me parece oír tus hondas palabras,
susurrándome, en voz baja,
mentiras que me harán sufrir
durante el resto de mi mortal vida.
Deslizando la noche,
a través de mis pupilas, de nuevo
en soledad, yo y mi recuerdo.
Se entreabre mi nostalgia,
Se marchita mi dicha.
Sotto voce, tú susurrabas, yo moría…




MÁS ALLÁ DE LOS BAJOS DE LOS PIES

Más allá de los bajos de los pies
Se filtra el hilo de la madrugada.
Desplegando sus dramas viene la dama,
La cólera herida y la cara arrugada.
Un nido de dulzura exhala su alma,
Pese a que el tiempo en su cara
Halla en piedras la mirada,
Y se esconde cual niño bajo la cama.

Apaga la luz y no ve el cielo,
Más allá de la mezquindad: el miedo.
Se derrumban los párpados pesados,
Y los silencios sobreviven airados.

Las bestias jugosas de mi dolor,
Encierran mi paz con su candor,
Las grandes estrellas parecen roídas
Y se expanden al 
olvido encendidas.





No hay comentarios:

Publicar un comentario