sábado, 13 de septiembre de 2014

JOSÉ MARIANO BERISTÁIN Y SOUZA [13.306]


José Mariano Beristáin y Souza

José Mariano Beristáin y Martín de Souza (22 de mayo de 1756, ciudad de Puebla - 23 de marzo de 1817, Ciudad de México) fue sacerdote, doctor en Teología, orador, literato, poeta, pero sobre todo un eminente bibliógrafo cuya obra Biblioteca Hispano-Americana Septentrional publicada entre 1816 y 1821 fue la única fuente bibliográfica de consulta durante todo el siglo XIX y posterior a él en la materia de producción intelectual que se dio no solo en México sino en la América hispana en el lapso de la dominación española. Muy opuesto, en lo político a los independentistas los persiguió con su oratoria desde el púlpito y con su pluma.

Nació en la virreinal Puebla de los Ángeles; su padre fue Juan Antonio Beristáin y su madre Lorenza Martín Romero. Cursó las primeras letras en su ciudad natal, con los jesuitas del Seminario Conciliar Palafoxiano, y de ahí pasó a la Pontificia Universidad de México, donde recibió el grado de bachiller en Filosofía. Viajó luego a España acompañando al obispo de Puebla Francisco Fabián y Fuero, quien había sido nombrado obispo de Valencia.

Oficios

En Valencia se doctoró Beristain en Teología. Demostró un talento excepcional, y fue nombrado para enseñar la materia en la Universidad de Valladolid. De ahí pasó a ser canónigo magistral en la Catedral de Toledo y luego canónigo doctoral en la de Vitoria.

De regreso a su patria después de haber adquirido fama, ocupó en la capital de la Nueva España los cargos de rector del Colegio de San Pedro, canónigo, arcediano y deán de la Metropolitana, de secretario de Cámara y Gobierno del Arzobispado y Visitador extraordinario de éste.

Perteneció a numerosas academias españolas y mexicanas, fue Caballero de la orden de Carlos III y Comendador de la Orden Americana de Isabel la Católica.

La Biblioteca Hispano-Americana Septentrional

Beristain tuvo sieimpre en mente la misión de conversión de los indígenas y la necesidad de hispanizar y divulgar la cultura. Pero además buscó demostrar en España que los reinos de ultramar no eran simples establecimientos coloniales, y que México y otras ciudades novohispanas eran verdaderos centros de cultura y de gran comercio.

La inconclusa Biblioteca Mexicana de Juan José de Eguiara y Eguren, que cayó en las manos de Beristáin cuando estudiante, fue su inspiración para continuar el estudio del desarrollo cultural novohispano comenzado por Eguiara. En 1790 Beristain se puso a trabajar en su propio catálogo bibliografico, pero un naufragio cerca de las Bahamas durante un viaje a España coartó este propósito, que continuaría una vez que obtuvo el cargo de canónigo de la catedral de México.

Después de recabar todos los escritos de Eguren, Beristain se dispuso a consultar las bibliotecas de las poblaciones novohispanas: Tacubaya, Churubusco, Tepozotlan, Querétaro, San Joaquín, Texcoco y San Ángel, además de Puebla, Valladolid y Guadalajara.

La primera edición de su obra vio la luz entre los años de 1816 y 1821 con el nombre de Biblioteca Hispano-Americana Septentrional o catálogo y noticias de los literatos, que o nacidos o educados o florecientes en la América Septentrional Española, han dado a luz algún escrito, o lo han dejado preparado para la prensa.

La obra bibliográfica de Beristáin comprende a 3,687 artículos sobre autores hispanoamericanos seglares y religiosos y abarca toda la época de dominio español. Uno de sus propósitos principales era desmentir la idea de unas colonias al margen cultural de la metrópoli, la cual las consideraba faltas de ilustración.

La biblioteca es una obra de consulta nutrida de notas bibliográficas; pese a sus inevitables descuidos, incorrecciones, errores y lagunas, sin ella se habría perdido para siempre el nombre de numerosos escritores novohispanos e hispanoamericanos cuya producción tuvo lugar a lo largo de tres siglos.

Obras

Biblioteca Hispano-Americana Septentrional. 3 vols. México, 1816-1821. Imprenta de Valdés.
Oda a Filopatro, ilustradas con notas históricas, poéticas y mitológicas dedicadas al Real Seminario de Vergara.




Oración eucarística
José Mariano Beristáin de Sousa


Oración eucarística que en la solemne acción de gracias que tributaron al Todo Poderoso El Capitán, Oficiales, Tripulación y Pasajeros de la Fragata Correo de S. M. la Diana, por haberles salvado del naufragio padecido en los Bancos de Bahama, y restituídoles al Puerto de la Coruña, a los siete meses de haber salido del de la Habana, dijo, el día primero de julio de este año, en la Iglesia de S. Agustín de la Coruña, El Doctor Don Josef Mariano Beristáin, Canónigo Lectoral de la Iglesia de Vitoria, Pasajero en el expresado Buque. Con licencia. En Madrid, por Pantaleón Aznar. Año M.DCC.XCII.



                                        Dios, principio y fin de todas las cosas.            
El día 27 de Diciembre consagrado a S. Juan Evangelista
del año de 1791.
Llegaron náufragos a este asperísimo sitio
68 españoles,
que caminando a su patria desde el puerto de la Habana
en la fragata correo llamada La Diana
teniendo bravos y contrarios vientos
dieron en las peñas y escollos
llamados Las Maravillas,
a las 8 de la noche del 12 de dicho mes,
en que se les rompió, arrancó
y perdió enteramente el timón,
golpeándose siete veces en tierra
la quilla del barco.
 
Pero con el favor de Dios óptimo Máximo,
y por la intercesión de la Virgen María
salvaron todos las vidas.
     Si acaso llegas aquí,
náufrago infeliz, detente;
y sirva a tu quebranto de consuelo,
que otro antes que tú pisó este suelo.
¿Te admiras? Pásmate también.
     Pues, para ti,
unos debilitados españoles
desnudos, hambrientos, sin armas y sedientos,
rompiendo con heridas plantas
tanta piedra y duro pedernal,
ese camino hicieron bien igual:
     Para ti,
rompiéndose los brazos,
con pinos que arrancaron,
esas chozas o casas fabricaron:
     Para ti,
en tiernas hierbas y palmitos tiernos,
con que la selva abrasando,
dos meses la vida mantuvieron,
dulce manjar y viandas previnieron:
     Para ti,
media legua hacia el sur de aquí distante
dejaron agua dulce en una fuente,
si buscada con ansia,
hallada felizmente:
     Para ti, finalmente,
por mar y tierra muchos contratiempos
con singular paciencia resistiendo,
y siempre despreciando
infinitos peligros de la vida
con increíble fortaleza de ánimo:
poniendo la esperanza del remedio
en Dios Providentísimo,
Rector del universo sapientísimo,
y por ancla a María,
decretando devotos verdaderos
en cuantos riesgos fieros
fluctuaron noche y día,
de virtud, religión, piedad constantes
dejaron los ejemplos más brillantes.
     Preguntas ¿dónde estás?
en la Gran Bahama,
por todas partes isla anegadiza,
airosa, pedregosa, inculta,
donde ni pueblo hay, casa, ni fruta,
donde cotorras hallarás muy pocas,
mas zarzas, muchos pinos,
venenosos muchísimos mosquitos.
     ¿Deseas marchar de aquí?
del mar la orilla corre
a una y otra parte,
hogueras muchas encendiendo y grandes:
vendrán a tu socorro ligerísimos
pescadores ingleses humanísimos,
que te llevarán gustosos a la isla
llamada Providencia,
que está de aquí 120 millas.
Da crédito a quien habla de experiencia,
y vete con presteza.
¡Quiera Dios te suceda felizmente
como a la española gente!
que salió de aquí toda
en el día veinte y cinco de Febrero
de 1792,
que al bienaventurado
Sebastián de Aparicio es dedicado,
de cuyo casto cuerpo unas reliquias
a España conducía
José Mariano Beristáin, presbítero,
de Victoria en la Iglesia lectoral,
y en suerte tan fatal
y naufragio fiero
triste compañero,
que por encargo de Manuel de Abona,
capitán comandante
de la dicha fragata naufragante,
este recuerdo hacía
a la posteridad y lo escribía,
y en botija de barro lo encerraba,
y del Pino Atalaya lo colgaba.






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