jueves, 26 de junio de 2014

NINA VILA [12.055]


Nina Vila

Nina Vila (CHILE  1910 - 1999). Poeta. Publicó, “Cartas a España” (1939), “Coral de otoño” (1961).

Fuente: “La conquista del mundo”. Por Eugenia Echeverría. (Rocinante, N° 83, Santiago, Septiembre 2005).


ALGUNAS IDEAS EN TORNO A LA POESÍA DE NINA VILA.

Por Oscar Barrientos Bradasic.



En este "país de poetas", horrible lugar común que confirma lo poco o nada que se les lee y reflexiona, algunos autores y grupos humanos insisten providencialmente en recordarnos que la buena poesía sobrevive a pesar de que otros se empeñen en relegarla a la periferia de los discursos sociales.

Sin ir más lejos, la poesía femenina, en nuestro país, es un concepto con una sólida tradición que urge asumir en su verdadera dimensión. Gabriela Mistral está más vigente que nunca y también habría que sumar a Winett de Rokha, Olga Acevedo, Teresa Wilms Montt, Chela Reyes, Stella Díaz Varin, Delia Domínguez y tantas más que enriquecen ese complejo sistema llamado "poesía chilena", con nuevas miradas al momento de problematizar el género desde el cual construyen su identidad.

Por ello, es loable y alentador el trabajo que ha realizado el sello "El Guardián de la Memoria" al editar Poesía toda de Nina Vila. Se trata de una bella edición facsimilar que reúne la obra poética completa de una de las voces femeninas más genuinas de la poesía chilena.

La poesía de Nina Vila (1910-1999) irrumpe en 1939 con la publicación de Cartas a España, uno de los textos más desgarradores que se han escrito desde Chile en homenaje a la República Española. Allí su prosa poética crea lazos con el dolor del pueblo combatiente y sus versos enjuician a Franco por traidor a las condiciones esenciales de España, por mistificador de una utopía nacionalista interesada y ahistórica, que incluía entre sus múltiples falacias, la defensa del cristianismo occidental. En el prólogo de este enérgico libro, Ángel Cruchaga Santa María esboza algunas ideas que bien definen la poética de Nina Vila : "Todo es vacío en esa terrible soledad en la que se debatió aquella que nombramos con los ojos húmedos de impotencia y de ira".

Luego en 1961 editó "Coral de otoño" en Editorial Nascimento, dando continuidad a una poesía evocativa, de trazos seguros, transfiguradora.

Mucho de los poemas de Nina Vila tienen una estructura clásica que se amalgama con formas más experimentales, es decir, se trata de una lírica afincada en el canon pero abierta a la exploración de nuevas alegorías, por ejemplo, en el poema "El charlatán" donde bosqueja como en una remota postal, el oficio de la ficción interesada, pero paradojalmente necesaria.



"Ahí en la acera
como penitente
como pentecostal
de la mentira
Trepándose a la magia
lentamente
poco a poco
subiendo por las sílabas
Empinado en el muro
de mirones
va elevando hacia el cielo
su estatura".



Pero también su poesía entrega un mundo que acaba de inaugurarse y que se articula sobre la personificación. Lo telúrico, el paisaje de las olas reventando contra el roquerío en la costa horconina es fabulizado, protagonizando una historia personal- digamos más bien una mitología- donde el objeto contempla, sufre y percibe el paso inexorable del tiempo.



"Era una loba
junto al mar
la roca echada mansamente
varada al borde de los siglos
duerme su sueño indiferente
Nadie conoce su mirada
ni sus deseos de vagar
nunca se ha visto atormentada
porque no pueda caminar
Pero ella moja en las historias
que escucha siempre por azar
su corazón petrificado
que rompe en olas cantar".





A medida que las páginas avanzan su poesía se va volviendo más personal, arroja señales de un imaginario que describe los paisajes interiores. De pronto, casi en un gesto pendular, su poesía se vuelve política, enarbola épicas, enjuicia a los traidores.

De hecho pienso que el poema "A corazón abierto" dedicado a 10 poetas anclados en París, debiera considerarse en las antologías más importantes de la poesía chilena. Allí, la carta al hijo se funde con una reflexión sobre el oficio poético, en tanto compromiso con la palabra que exige lucidez y emotividad, dos nociones diferentes pero que en este texto poético adquieren un carácter de simbiosis, de encuentro conceptual.



"El corazón en los zapatos
en los cordones en el pelo
en la mochila del exiliado
en el color del basural que crece
en el hambre y el niño
en la gaviota que muerde sal y espanto
el corazón de los que están parados
frente a la tierra
porque no tienen lengua ni palabra
ni miel ni hiel
cabalga sus gargantas
son así
son los hombres de la tierra sin héroes
los héroes se inventan
cuando nos crece el miedo de ser hombres
con los bolsillos llenos de recuerdos
cada uno salvando sus fetiches".



Estas palabras, a manera de reflexión sólo intentan describir- en breves términos- la altura y trayectoria de una autora que no debe estar ausente en las antologías, que debe albergarse en nuestras bibliotecas, que debe leerse como una experiencia poética singular y reveladora.




Coral de otoño
Autor: Nina Vila
Santiago de Chile: Nascimento, 1961

CRÍTICA APARECIDA EN EL MERCURIO EL DÍA 1961-12-24. AUTOR: NICOMEDES GUZMÁN
La distancia es una especie de enemiga del olvido. Y ello, porque los que saben recordar no podrían apartar de su memoria ciertos hechos que los han conmovido y les han remecido la emoción.

Hay por ahí un libro de Nina Vila: “Cartas a España”, que subsiste como aquellas cosas que se mantienen a costa de lo que impusieron en cuanto a meditación.

Es un precedente sobre el cual habría que tomar nota muy seria, en los momentos mismos en que tenemos en nuestras manos un nuevo libro de Nina Vila, “Coral de otoño”. Libro que va más allá de su hermoso, tranquilo y original título. No recordamos que alguien haya relacionado el mar con el otoño. El título consigue un poder líricamente impresionista que acerca la obra a la pintura.

El otoño fue siempre motivo de poetas, narradores y pintores. Nina Vila, con una intuición decididamente airosa, toma un objeto marino y lo acerca a lo tradicionalmente terrestre al llamar a su libro “Coral de otoño”. La transposición anima las energías imaginativas y se piensa que pudo haberse llamado “Primavera en las algas”, por ejemplo.

Pero hay que ingresar un poco a las vibraciones humanas del nuevo libro de Nina Vila. La dedicatoria nos da el rumbo.


“Amor, toma ahora las páginas del llanto
y escucha cómo te aman mis heridas”.


Y hay otra dedicatoria: “...para los que llevan en la sangre la desvelada mariposa del amor y el ensueño...” Y más aun: “sin otra pretensión que abrir mis horas al escurrir del tiempo...”

No creemos muy recomendable, cuando se habla de un libro en particular, recurrir a las comparaciones. A fin de cuentas, toda obra es independiente. La libertad más pura la da la práctica de un arte. Y si en los trascendentales estudios literarios lo comparativo se hace necesario, cuando se trata de una determinada manifestación escrita, mejor es observar el paso del poeta, para nuestro caso, en sus propias maneras.

Quienes se dispusieran a adentrarse en forma verdaderamente crítica a “Coral de otoño” es seguro que no dejarán de recordar de súbito a Sor Juan Inés de la Cruz, o a Gabriela Mistral, o a Pablo Neruda. La profundidad permanente de estos no está falta de correlación con la profundidad que tan a menudo pone de relieve Nina Vila en su “Coral de Otoño”.

A la común ligereza con que los jóvenes poetas chilenos afrontan su faena en estos días. Nina Vila impone su trabajo de orfebre en que las palabras y las frases adquieren casi constantemente un enorme y a la vez repujado sentido plástico:



“Tuve mi pan de sal
que por mujer me toca,
tierna seguí al destino,
herida tras herida”.



Este sentido no es propiamente de carne afuera, sino de entraña, y se muestra de un modo acompasado y continuado en la poesía de Nina Vila, a la que no le es extraño el afán místico de decir la vida, y místico no en el aspecto religioso, sino en el ímpetu de la comparación hacia sí mismo y hacia los demás:



“El abandono fue
mi único muro
en que pude tender
la niebla de mis yedras”.



Y aquí, leyendo y releyendo “Coral de otoño”, llegamos algo tan importante como la simpleza y la profundidad. Cuando un poeta sorprende con palabras como estas: “...la niebla de mis yedras”, significa que le asiste una sensibilidad que lo llevará por los mejores caminos de la poesía, y que no debe descuidar una vocación que tiene mucho de celestial y de hondura en todas las dimensiones.

No ser analista ni crítico provoca el peligro de la dispersión. La crítica, en esencia, es una disciplina de las más rigurosas. Sin embargo, como el entusiasmo frente a ciertas obras no debe soslayarse, nos parece de mucho menester inmiscuirnos en estas hermosas páginas de “Coral de otoño”, porque ellas nos comunican con una sensibilidad luminosa, cálida, tierna y a veces de ruda sinceridad.

Hay que llamar la atención acerca de “Coral de otoño” en razón de que, a pesar de su brevedad no es de aquellos libros que se encuentren a cada hora. Y no está de más rubricar estas notas con un verso de Nina Vila, que acaso corrobore lo que hemos dicho:


“Y si me fuera dada
la gracia de escoger,
yo solo pediría
ser de nuevo mujer...”



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