lunes, 18 de mayo de 2015

JUAN JOSÉ CAÑAS [15.995]


Juan José Cañas

Juan José Cañas (n. San Miguel, El Salvador, 19 de enero de 18261 - m. San Salvador, El Salvador, 10 de enero de 1918) fue un poeta, militar, político, y diplomático salvadoreño. Fue el autor de la letra del Himno Nacional de El Salvador.

Nacido en una familia de limitados recursos económicos en la ciudad de San Miguel, Cañas logró estudiar por un tiempo en la Universidad de León, Nicaragua. Para el año 1843 retornó a El Salvador donde estudió Filosofía, y posteriormente obtuvo el grado de Bachiller en Guatemala, siempre en dicha rama. Allí también estudió la carrera de Medicina, la cual no terminó. A finales de 1847 se prestó, junto a otros pacientes, para un ensayo del éter sulfúrico como anestésico en el Hospital San Juan de Dios de Guatemala, siendo el primer experimento de su tipo en la región centroamericana.

Para el año 1848, Cañas se embarcó a California, Estados Unidos, en vista de la Fiebre del Oro, pero retornó en 1852 sin haber tenido suerte en la aventura. Debido a un poema dedicado a un presidente costarricense en el exilio, obtuvo el grado de coronel, pero se convirtió en un verdadero militar con grado de General de División del ejército salvadoreño cuando acaeció la Guerra Nacional de Nicaragua. En dicho conflicto, el 24 de agosto de 1856 comandó el bergantín nicaragüense Centroamérica que junto a otras naves partió desde La Unión al Puerto de San José, Guatemala, para el embarque de tropas.

Junto a David J. Guzmán, Cañas fue nombrado comisario de El Salvador en la Exposición Internacional de Santiago de Chile en 1875, y a los tres meses recibió la credencial de enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante ese país. En Sudamérica logró ser parte de diversas asociaciones científicas y literarias como la Academia de Bellas Letras de Santiago de Chile o la Academia Colombiana de la Lengua. Retornó a El Salvador en 1877.

En esos años, el Presidente Rafael Zaldívar comisionó a Cañas y al músico italiano Juan Aberle la composición del Himno Nacional de El Salvador por medio de un acuerdo oficial. Por ese trabajo ninguno de ellos recibió remuneración. El Himno Nacional de El Salvador fue estrenado la mañana del 15 de septiembre de 1879 cuando se conmemoraba el 58° aniversario de la Independencia de Centroamérica. Sería hasta el 4 de abril de 1902, durante la administración pública de Tomás Regalado, que ambos autores —Cañas de la letra, y Aberle de la música— recibieron una medalla de oro en solemne acto. Según el decreto ejecutivo, era "un deber de estricta justicia premiar los méritos de los buenos servidores de la Patria".

Entre los años 1882 y 1883 residió en El Salvador el joven poeta nicaragüense Rubén Darío. Allí trabó amistad con Juan José Cañas quien le convenció de dirigirse a Chile, y para ayudarle en su estadía le dio cartas de recomendaciones dirigidas a personalidades influyentes de ese país. Darío, que partió el 5 de junio de 1886, anotaría en su autobiografía:

Hombre de verdadero talento, de completa distinción y bondad inagotable. Chilenófilo decidido desde que en Chile fue diplomático allá por el año de la Exposición Universal. ‘Vete a Chile -me dijo-. Es el país adonde debes ir’. ‘Pero don Juan -le contesté-, ¿cómo me voy a ir a Chile si no tengo los recursos necesarios’. ‘Vete a nado -me dijo-, aunque te ahogues en el camino’. Y el caso es que entre el y otros amigos me arreglaron mi viaje a Chile."

Cañas fue uno de los miembros fundadores de la Academia Salvadoreña de la Lengua, la cual fue creada en 1875. Presidió dicha entidad en 1915 cuando ocupaba la silla N. En esa época también formaban parte de dicho organismo personalidades como Francisco Gavidia, Román Mayorga Rivas y Alberto Rivas Bonilla. En cuanto a funciones gubernamentales, se desempeñó como comandante del Puerto de La Libertad, Gobernador del departamento de San Salvador en 1872 y también como diputado de las Asambleas Constituyentes de 1872 y 1880.

En cuanto a su actividad literaria, Cañas dio a conocer sus primeros escritos a los diecisiete años y ha sido reconocido como el precursor del Romanticismo en El Salvador. Fue amigo personal de reconocidos autores como José Martí, Juan de Dios Peza y Enrique Gómez Carrillo, y en los últimos años de su vida reconoció el talento literario de la joven poetisa Margarita del Carmen Brannon, posteriormente conocida como Claudia Lars, a quien publicó —sin el consentimiento de ella— el folleto Tristes Mirajes. Por su parte, Cañas nunca publicó un libro que reuniera sus composiciones poéticas, y gran parte de su obra quedó en antologías de la época, periódicos y revistas, tales como la Galería Poética Centroamericana y la Guirnalda Salvadoreña. Rubén Darío le llamó "El patriarca de la poesía de Centroamérica", y José Martí, "Veterano de la lira y de la espada".


BENJAMIN VICUÑA MACKENNA

Aun contemplando por espacio breve
De este escritor la escultural cabeza,
Del Chimborazo se halla la belleza
Con su melena de brillante nieve.

Y como aquél, ostente de relieve
Entre muchas grandezas su grandeza,
Pero a esta excepcional naturaleza
Nube ninguna a oscurecer se atreve.

E su mente activísima lumbrera
Que de luz va dejando un gran reguero
De las letras fecundas en la esfera.

Y a quien pregunte, hipócrita o sincero,
¿Do lo negro dejó su cabellera?
“¡Aquí!” dirá al instante su tintero.    





Letra del Himno Nacional de El Salvador


CORO:

Saludemos la patria orgullosos
De hijos suyos podernos llamar;
Y juremos la vida animosos,
Sin descanso a su bien consagrar.

PRIMERA ESTROFA.

De la paz en la dicha suprema,
Siempre noble soñó El Salvador;
Fue obtenerla su eterno problema,
Conservarla es su gloria mayor.

Y con fe inquebrantable el camino
Del progreso se afana en seguir
Por llenar su grandioso destino,
Conquistarse un feliz porvenir.

Le protege una férrea barrera
Contra el choque de ruin deslealtad,
Desde el día que en su alta bandera
Con su sangre escribió: ¡LIBERTAD!

SEGUNDA ESTROFA.

Libertad es su dogma, es su guía
Que mil veces logró defender;
Y otras tantas, de audaz tiranía
Rechazar el odioso poder.

Dolorosa y sangrienta es su historia,
Pero excelsa y brillante a la vez;
Manantial de legítima gloria,
Gran lección de espartana altivez.

No desmaya en su innata bravura,
En cada hombre hay un héroe inmortal
Que sabrá mantenerse a la altura
De su antiguo valor proverbial.

TERCERA ESTROFA.

Todos son abnegados, y fieles
Al prestigio del bélico ardor
Con que siempre segaron laureles
De la patria salvando el honor.

Respetar los derechos extraños
Y apoyarse en la recta razón
Es para ella, sin torpes amaños
Su invariable, más firme ambición.

Y en seguir esta línea se aferra
Dedicando su esfuerzo tenaz,
En hacer cruda guerra a la guerra:

Su ventura se encuentra en la paz.









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