lunes, 21 de julio de 2014

JUAN SALVADOR POLIZZI [12.420]


Juan Salvador Polizzi
(Concepción, CHILE       1946)

Escritor, poeta y narrador.  (Concepción, 1946). Activo gestor socio-cultural, uno de los fundadores del Taller Mano de Obra del Tasys (Taller de Análisis Sindical y Social ), espacio cultural de Concepción. por el cual han pasado más de 40 escritores de todas partes del país. La primera publicación del Taller Mano de Obra fue editada en el año 1984. Ha publicado seis libros de poemas, todos autoeditados y distribuidos mano a mano, una característica del escritor de la periferia a los cuales apunta este programa de Literatura en TV.


ELEGÍA

a Domingo Gómez Rojas
poeta anarquista,
muerto en la tortura el año 1920


  
Aquí vamos los viajeros incansables
en brazos de la perpetua sonrisa
tenemos jardines lejanos
y tesoros enterrados en otras islas
vamos siempre tras el mismo norte
desde el primer zarpe, hace tanto tiempo
buscando el mejor lugar para nuestra siembra
encontrando puertos abandonados
donde hombres y mujeres muertos
pasean descalzos por la calle fría
y tañen campanas de duelo en cada esquina
somos nosotros; los malditos
llevamos banderas bordadas en la piel
y la voz gastada de tanto cantar
inmóviles se diluyen los sueños
hay un viento gris que todo lo arrasa
buscamos amor y chocamos con piedras
hay una cárcel en cada alma viajera
que imprime a la vez alegría y tristeza
con tanto viajar almacenando recuerdos
se nos fue la vida sin construir los sueños
y al irnos nosotros no cambiará nada
partirán de otros puertos
los nuevos viajeros a buscar esperanzas
y encontrarán hombres y mujeres muertos
paseando descalzos por la fría calle





NI LOS PERROS LADRAN AL FRÍO    

    Escucho murmullos  
    Sospechas de intenciones obscenas  
    Ponen mi mente y mi cuerpo en alerta  
    Allí van los malos me susurran al oído  
    Y no veo mas que las hojas arrastrando el otoño  
    Me duele la paz que no encuentro  
    Me equilibro en el péndulo del reloj  
    Caigo y la rama que aferro se rompe  
    Sigo cayendo al abismo interminable  
    Donde hierve mi sangre y me duelen los ojos  
    No veo, por ver, por tratar de ver, no veo  
    Me falta el tiempo liviano de la sonrisa  
    Me acorralan estas líneas que pasan  
    Se atraviesan y vuelven y no puedo avanzar  
    Se cortan los caminos en muchos cuadrados  
    En donde no caven los dos pies juntos  
    Hay mil bocas riendo a carcajadas  
    Me salpican sus babas mal olientes  
    Mil, dos mil, tres mil malas intenciones  
    Se cruzan y recruzan, me ponen rejas  
    Me rompen las manos, la cara, los pies  
    Se crispan los odios  
    En el tablero roto de ajedrez  
    Se equivocan las piezas  
    Entre alfiles y peones  
    Se rompe y corrompe el mármol  
    A los pies de Rey y cae  
    En el sopor gris de la tristeza  
    Irene, Irene mi madre me cubre  
    Con el abrigo de grandes solapas  
    Me aferro a su cintura y lloro  
    Un frío de sepultura me llama  
    ¿Será este el último invierno?  
    Un reflejo de asfalto y de tiempo  
    Cubren la noche  
    sin estrellas, sin luna,  
    ni los perros ladran al frío.  
    Y las camelias de Margarita  
    Marchitas en un rincón enmudecen  
    Y aportamos a este juego la pobreza  
    Violenta y necesaria para los que son felices  
    Y ese olor a cesped recien cortado  
    Impregna la plaza mientras arrullan las palomas  
    Y al viejo que luchó toda la vida  
    Acumulando los años y los dolores  
    Y llueven los días en el sur  
    Aburridos de fritanga y vino  
    Y los cerezos en flor a la muerte del invierno  
    En libertad la calle de lo oscuro.  
    Y azotase el barco en medio de la tormenta  
    Agudizando el deseo de hundirse y desaparecer  
    Loco me dicen, porque miro el espejo y me desdigo  
    Buscando las verdades que atormentan  
    Y el mármol blanco te eterniza para amarte  
    Como tantos otros te amaron en el tiempo  
    Y me dicen que olvide y perdone  
    Mientras el mar sigue su baile infinito  
    Y ahora en esta esquina de historia  
    Qué haremos ahora, qué haremos.  




   Casi un Hombre  

    Bajo el manto triste de la lluvia  
    Pasa un hombre casi un hombre  
    Prolonga sus raíces en el cemento  
    El agua invade su pelo, su barba, sus orejas  
    Lleva en la suma de sus heridas  
    El dolor del nido de la calle  
    Las alas de la noche en el alma y  
    El vino que pudre sus entrañas  
    La lengua feroz de un perro azul  
    Lava las huellas de los tiempos  
    Quién podría decir quién es culpable  
    De la tormenta eterna en su destino  
    Al valle silencioso del otoño  
    Arrastra sus pasos ya cansados  
    Las golondrinas en la primavera  
    No serían las mismas que lo vieron  
    Los dioses se ocultan en el bosque  
    Llevan en sus manos los designios  
    Los aromos se esparcen como trigo  
    Manteniendo el ritmo de las aves  
    No habrá ni una cruz de madera  
    En la tumba que culmine su camino  
    No habrán campanas de difunto  
    Ni flores, ni carro, ni palabras  
    Nadie sabra al otro día  
    Que un hombre casi hombre pasó por la vida 
   




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