miércoles, 15 de octubre de 2014

DIMAS ARRIETA [13.672]


Dimas Arrieta 

Nació en Piura, Huancabamba, El Faique, Perú en 1964. Ha publicado los poemarios: Concierto de la memoria (Ediciones Poiesis 1987), Recuento de las épocas memorables (Ediciones Poiesis, 1989), Orientación de las señales (Ediciones Kotosh 1991), Homenaje para una mujer soñada (Ediciones La Tortuga Ecuestre 1992), y 40 Coros, un solo canto (Editorial Universitaria, UNFV, 2001).

En “Concierto de la memoria”, el poeta, narrador, ensayista, catedrático y periodista, Dimas Arrieta Espinoza ha publicado, en Summa Editores, su obra lírica de 1982 a 2012.

Además, colabora en diferentes diarios y revistas del Perú y el extranjero. Licenciado en Educación. Ejerce la docencia universitaria en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Egresado de la Escuela Universitaria de Post Grado con el Grado de Magíster en Educación en la UPSMP. También es egresado de la Maestría de Literatura, con Mención en Literatura Peruana e Hispanoamericana, en la misma universidad donde es profesor permanente.
Libro de iniciación, que explora el conocimiento ancestral de los sacerdotes guayacundos en la sierra piurana. Revelación y aprendizaje, donde la oralización de la escritura marca las estructuras discursivas de los diversos relatos que el personaje central, el viejo, rotura sobre la base de una unidad temática.
El Capítulo XIII (Historias pegaditas en boca del Callador) son relatos cortos, trasladados del cassete hacia el blanco y negro de la escritura. Este es el primer tomo del proyecto narrativa que en 1993 dio inicio a la saga: CAMINO A LAS HUARINGAS, y diez años después se publicó: En el reino de los guayacundos. El Tercer tomo: El jardín de los encantos, de largo aliento, sobre todo, cierra el ciclo novelístico y espera su pronta publicación.



del poemario 40 coros, un solo canto (2001).



Mujer de ennegrecido vientre

Agresión a tu destino sería consentir
esa mujer de ennegrecido vientre,
desperdicio de tus horas en confiar
en la invasión a los recintos de tu alma.
Hembra que respira por su herida.
Temible fiera en espera de arañar.
Codiciosa hasta el colmo de su orfandad.
Oscila en su destreza convencida
que es dueña del lugar que frecuenta.
Su fuerza, conquista de su vehemencia.
Teje enmarañadas intrigas
con la creencia que le espera el poder.
Anzuelo de su propia ambición.
Pasa el tiempo y ella no lo siente.
Fuga a través de los famosos
pretextos que hilvana.
Llena de intenciones nada buenas.
Espejo de la noche su camino.
Retrato de pobreza espiritual.
Juega doble creyendo no perder.
Estos son los atributos que le sobran.





Pobreza de hombre

Apoderado por el vicio, pobre hombre,
marcado por el castigo de la ebriedad.
Solo una sombra deslizándose, eso es.
No tiene sueños pero gesta pesadillas.
Pierde toda dignidad en cada acto.
Causa y encausa muchas penas.
Con pasos tristes tamborea su destino,
no es su trotar, es la angustia
asentada más y más en su camino.
Pone deslealtad con su talento.
No conoce del afecto, hijo del desamor.
Autoridad en la maldad, su gozo
y reino. Su humanidad en grado
mínimo, nada más, un desgraciado.
Si sientes que viene esto en tu vida,
cierra las compuertas
de tu atención a esa miseria.
Está cabalgando el potro de la traición
Con rumbo equivocado al desorden.
Nunca es grande este instinto,
escalera para descender a la nada.






(DE: Orientación de las señales)


I ALABANZA

Hemos venido sudorosos al borde del santuario
-nada menos que a manifestar nuestras creencias-
así dicen los que miran de reojo los propósitos.

La hilera de las flores pule nuestros gustos
Robándose la atención con esmerada delicadeza,
Y en ellas vienen los perfumes que se extienden
Con el viento que se arrastra con tímido vuelo
Por las mejillas, centinela paciente que alberga
Bajo las alas el ritual de un testimonio milenario.

Cuentan que el tiempo ha estado esclavizado,
-por largas épocas- en estos predios inexplicables,
y que este espacio es dueño de misteriosas revelaciones.
Por eso he visto crecer la fe como una ola en el mar,
y cuántos se han quejado al cielo y sólo mordieron
la flor del sufrimiento –soberbio principio-
con razón he despertado en una conversación silenciosa.

Aquí se han demolido todas mis anteriores confesiones
Con el riesgo de entender y escuchar la voz que canta
Pero no sé dónde, y he caído de golpe en el vacío.

Floreros que se mueven y formas que no han cambiado
Y no veo desistir al encuentro con miles de señales
Veo que me vigilan con el movimiento de los astros.

Hace muchas jornadas venimos insistiendo
Que escampe este cielo y las nubes se sacudan
Y la confianza vuelva a florecer en nuestras almas.

Por eso hemos llegado a la fuente de la iniciación:
“donde todo espíritu bueno se esclarece”
con la fe de todas las edades a beber esas Virtudes.






II ALABANZA

Hay una explosión de locura y tenía que ser así,
Conglomerado de avisos para elegir y acoplarnos,
Propuestas que nos vienen en diferentes señales
Al sumergirnos en la embriaguez de las yerbas.

Muchos responderán ante el anuncio de la desolación,
-con esto que para ver el día la noche hay que cruzar-
tuvimos plenilunios que se escaparon llevándose
las delicias de los frutos que en las mañanas recogimos
de un estricto silencio donde canta la lluvia.

Una tenaz conclusión ha marcado las épocas
Agonía de un tiempo en crecida zozobra.

Nadie me entregó esta tibia desnudez
A ella se debe el criarse todo lo que parecía acabar
-mis cabellos se asustaban en los primeros acercamientos–
quise disipar este estremecimiento en mí desconocido,
al talar de raíz los heliotropos que cercan los campos
perfumes que seducen y alargan la estadía.






III ALABANZA

Se cubrieron de la llovizna los hombres con los techos,
Era de esperar que así lo establecieran,
De lo contrario su manso laberinto acabaría con los fines
Pero que sintieran a través de sus ventanas
Cómo los campos florecen y resplandecen
Tapizados por una colcha blanca de flores silvestres.

Estuvo muy cerca de irse lo que después se instaló
Como encanto y misterio de un tiempo perdido,
Y me atrae como mariposa a la hoguera
Circulando en el mismo espacio de una larga inocencia.

Irresistible rastros convocan la obsesión de una búsqueda
Piedras cicatrizadas parecen un sueño ordenado.
Aquí la muerte es sólo una célebre imaginación
Tras las huellas infinitas de los trazos y los símbolos.

Era necesario que se redujeran las visitas,
Hay que prepararse para subir a las cimas
Donde el peligro está atento y la locura acecha.
Entonces es inútil descifrara las señales
Con estudios que desconocen y desechan los orígenes,
Porque cada código tiene su clave,
Así como cada maestro su preferencia.

Los astros son sensibles por eso recomiendan
Que sigan a la luna porque conoce los detalles
Para reconciliarse con los espíritus ocultos
Que hay más allá de las aguas y los ritos ancestrales.





IV ALABANZA

La curiosidad como brasas ardiendo me quema
No me atrevo a soplar ni orientarme a esos tizones
Cenizas de un nosotros que tallaron los Cashas
Y hoy viejos sabios testimonian esa experiencia.
Aquí están los lugares sagrados y antiguos tesoros
Perímetros ignotos inaccesibles a cualquier hombre.

Cómo controlar los actos después de realizados
No hay lamento que devuelva y reconstruya el prejuicio
Ni reloj de pare el tiempo para rehacer los fracasos
Por eso me sujeto con la calma con esta orientación
De las señales, donde mi alma renace por esta añadidura.

Pensamientos pedregosos descendieron a nosotros
Pues teníamos que navegar contracorrientes
Sin que recibamos siquiera los enternecedores
Silbos de los pájaros que graciosos nos saludan.

Privados de acercarnos a nuestros propios rostros
Caminamos descalzos por humeantes predicciones
Dictámenes ocultos de precoz purgatorio.

Pecamos en el vicio de mantener quieto el espíritu
Sin movimiento que se empeñe en la resistencia,
Acostumbrados a caer, seguir perdiendo las formas,
Fascinados solo en la reverberación de un pasado.

Y los hombres comienzan a cubrirse de la lluvia
Con el escudo de regresar a cultivar su herencia.





IX ALABANZA

Para Rosana Garrués

El viento que nos clava el miedo en la piel,
retrocede para avanzar con mágicos alborotos,
felizmente hemos acampado muy concientes.

Mis ojos no cesan de mirar interminables constelaciones,
quizá si afino bien el oído escucharé:
los pasos y los gritos de antiguos guerreros
que después de evitar el holocausto llegaban
con mucha reverencia a dar las gracias
por rechazar que la sangre se derrame entre hermanos.

La arbitrariedad fue esa delicadeza en los tratos,
(ante sumisos creyentes ganancias intermediarios),
pero la razón no está sola cuando se tiene en cuenta
que en los tiempos idos un rey blanco pidió la rendición;
y se escucharon nuestras voces en todo el universo:
¡venganza Oh padre sol...dioses de las Huaringas...!

Con toda la fuerza del alma se fritó tres veces,
luego del cielo descendió una flecha hacia el pueblo
y un voraz incendio puso fin a las ambiciones.

Por es aquí tenemos el cerro colorado,
en cuyas entrañas se quedaron para siempre encantados
y los intrusos se convirtieron en piedras invisibles
que en las noches aparecen con ares fosforescentes.

Sintiéndome arrastrado por la corriente de la inquietud,
sobrevuelan los pájaros haciéndome transitar
para que el frío no interceda en estos fieles encuentros.




III

Ahora sé que todo movimiento se puede controlar,
para esto hay que saber manejar nuestros impulsos,
serenos como los grandes ceibos
que esperan morir de pie;
y miren el soberbio lujo de los pájaros
cargarse en sus ramas sabiendo que la brisa los esparce.

Privilegio -también de las aves el volar-
vernos que al caminar sudamos serpenteando los caminos,
siguiendo las señales tatuadas en las piedras;
y ahora si que me agito porque no puedo desistir
ver la luz en estas zonas de variados paraísos.

Aires giratorios que nos dicen bienvenidos,
cielo hundido en las aguas, espejos para limpiarnos
el rostro y la conciencia,
-antes que desmayen los deseos-
olvidándonos de todo porque aquí sí hay humanidad.






No hay comentarios:

Publicar un comentario