lunes, 18 de julio de 2016

ALEJANDRA MARQUERIE MARTÍN [18.942]


Alejandra Marquerie Martín 

(1998) es de Madrid y está sufriendo un segundo de bachillerato de Humanidades, aunque no tiene muy claro qué hacer luego. Le gusta mucho escribir, y ha aparecido en la 10 avenida y en New spleen. Ha disfrutado recitando en los encuentros de Los perros románticos y ha aparecido en artículos de Playground.

Además, estudia teatro y fue nominada a mejor actriz en el Certamen de teatro de la Comunidad de Madrid, con la escuela de Nuria Soler. Ha realizado prácticas en el Museo Nacional Reina Sofía y le gusta mucho, mucho leer.

http://aleatoriamar.blogspot.com.es/



¿Descansar de qué?
Si últimamente de lo único que quiero descansar es
de vosotros, y vosotros sois lo único
de lo que no puedo descansar.
Hambre y deseo por un lado en el corazón,
moral y familia en el otro lado,
cosiendo la libertad en una camisa de fuerza,
en un habitáculo de sed en el que estoy
descansando todo el rato.
CO2 y coches en un lado del pulmón;
literatura en el resto.
Amor en el hígado y melancolía en el estómago y
un páncreas que segrega mierda que la
hace nostalgia
pero no
pero no sé por qué es.
Pendientes y mordiscos en las orejas
el estallido del tímpano que me hace falta
para despertar.
Un ombligo de certificado de que soy
sin saber lo que soy,
igual que los demás,
por una parte.
Y la otra no tiene nada,
porque no hay espacio para ella,
no hay tiempo para ella:
no hay espacio para nadie aquí.
Dedos y falanges para añorar tiempos pasados
horribles y crueles
cuando las piruletas sabían a algo
Y las heridas valían qué;
mejores que ahora,
que no sé dónde vivo.
Una tráquea que no filtra nada de lo que entra
y así estoy
tapando la melancolía con mierda del páncreas
para que no parezca lo que es.
Una tráquea bloqueada por mis dedos presionando mi cuello.
Esta boca y sonrisa que sonríen ante la nada
sin plantarle cara
qué cara.
Este cerebro cobarde que se llama cobarde en secreto:
este cerebro cobarde y estúpido que ordena al páncreas
tapar con mierda los gusanos que me agujerean el estómago.
Una juventud para no hacer nada
hecha de cristal infantil y cristal adulto
en la que no soy esto ni lo otro.
Cristal opresor que se clava al respirar,
que me hace bloquear la tráquea:
bloquéala, bloquea la tráquea
porque no filtra
y ahí está el problema.



Epitafio I


           Buscándote en el laberinto, y allí gritando cerca del monstruo, 
                                                                              tu nombre.                                                                                                                                                   
                                          Leopoldo María Panero 

El cielo de los enamorados no
Me abrirá sus puertas porque
Aún
No he gritado el nombre frente
Al monstruo
Ni he imaginado los ojos ante el temblar
De la tierra.
Porque ante el caos y las bestias:
El gesto más cotidiano y
Vuelta a empezar,
Hasta que amanse a la fiera el
Destello de la postura de sumisión que adopto
Cuando estalla.

El cielo de los enamorados no podrá acogerme
En su tela pegajosa porque
Aún
No soy el fuero fuego que alumbra
Cuando lee
Ni soy nunca esa mano que no conoció otra
Ni soy aquel destello cuando confundo
La sumisión al temblor de la bestia con
El brillo como campo de fuerza en mi cráneo.
Aún
No entiendo cómo llamar amor no
Entiendo cómo asumir el desastre no
Entiendo cómo el fin del mundo puede parecer
Agradable
En tu existencia.
Aún no puedo decir que espero que en mi piel escribas
Todos los sonidos que no recordaré cuando
Esté tirada en el suelo de un cuarto vacío
Con todo lo que altera la realidad para
Hacerla más liviana
Colapsando mis arterias:
(Se muestra más cruel, sin embargo,
con la cara degollada y la cabeza arrancada
de un cuerpo hueco donde resuenan
los crujidos de cuando te ríes, que da vueltas sobre si mismo,
sin espetar nada).
No puedo decir, entonces,
Que espero que mi piel sea cubierta con
Todas tus memorias porque
Ya sabes
La belleza siempre es el comienzo de lo terrible
Y a veces parece que reseñas
Con más y más contundencia
El destino de mi próxima destrucción:
No sé si me explico.



*



El cielo de los malditos puede esperar
porque voy a estar labrando todos los epitafios que necesito
para mis múltiples muertes.
Entonces no veo la diferencia: malo o maldito. Maldito:
no me hago responsable, no cruzo el umbral entre
la tierra y el árbol.
Hago malabarismos en un escenario manejada por
un dios ruinoso y endeudado. Pero
mi papel es otro, no puedo ser títere de
trapo que cubra
con sus payasadas
la deuda de los dioses,
mi papel es otro.
No dejo que corten los hilos que
sostienen en tensión el yunque:
aún no he llegado al sitio establecido para su caída.

El cielo de los inocentes aguarda
mi llegada: la ataraxia a la que me someto cuidadosamente
no es más que el principio de la reseña, mi próxima destrucción,
el reflejo que me avisa:
Y el viento te lo advirtió transportando
hojas podridas hasta los pies de tu cama.
La prolepsis que me encierra: el habitáculo en el que desarrollo todas
mis acciones de rebeldía ante los círculos viciosos
va estrechando sus paredes con
cada vez más contundencia.
Entonces
quién me oirá cuando la prolepsis deje de serlo
quién oirá mis lamentos enquistados en
un pulmón
quién leerá el asombro de mi epitafio:
tengo una lápida desflorada en cada cementerio.



Cause all I want is the moon upon a stick.

De modo que las jaulas donde revolotean

los dioses infantiles,
humanos cosificados
y
piedras antropomórficas
se balancea al ritmo de los bailes
de una luna que marca
si estás o no fuera;
se balancean al ritmo de la luna sobre
un palo que da vueltas
 floreciendo grotesca:
no tiene labios y sus ojos están
cosidos.
luna cuerda,
que mueves el mar,
que no ves, y aún así decides
animal, cuándo estamos fuera.


***


No recuerdas cuando nos caímos
en la hierba y
mirando el sol
no pudimos vernos despúes:
hay colores que tapan tu cara.


***


De manera que estamos girando
bajo colores
y mis ojos
están sellados con colores
y no eos veo la cara
porque estoy mareada,
estoy fuera;
animal grotesco
lleno de colores.


***


De manera que la luna ciega
se enfrenta a un sol mudo
que se agita
sujeto por hilos florecientes
procedentes de la hierba.
y cuando ella rasga sus ojos
cosidos
(qué fea imagen)
(qué esto, lo de fuera)
el mudo habla
y habla
y dice colores que los enjaulados entendemos
y alegres danzamos
movidos por destellos florecientes
(qué grotesco: nos sangra la boca).
la sorda rabia: no ve los colores,
no entiende
no baila.


***


De modo que la vida es eso:
balancearnos enjaulados por una
luna ciega y sorda que decide,
animal,
cuando te quedas fuera.

Bailamos y esperamos. es grotesco:
nos sangra la boca. 



Tengo el TOC sin el TOC, tengo el transtorno del no-transtorno.

                                                                   
De tu muerte nace mi sangre.                                                                             
Cuida de mi piel cuando yo no esté para                                                               hacerlo,                                                               
cuida de mi piel cuando yo esté                                                               
concectada a unas máquinas:                                                               
respiración electromagnética.                                                            
Cuida de mis libros en mi                                                                   
  ausencia:                                               
no se los dejes a nadie,                                                 
o bien regálalos todos.                                                           
Toca la espuma de mi cadáver cuando                                                   
esté a punto de chocolate,                                                             
  y cuando eclosione,                                                            
monta una fiesta a la que acudan                                         
todos los gatos de la zona:                                                 
  esa es mi familia                                                  
  esa es mi culpa                                                 
  esa es mi muerte






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