jueves, 14 de febrero de 2013

ALEJANDRO PALACIO [9223]




Alejandro Palacio  nació el 26 de noviembre de 1981 en la ciudad de Medellín. Hizo parte de la organización del encuentro anual de poetas de la Zona nor-occidental en la Biblioteca Comfenalco Castilla. Es licenciado en educación básica con énfasis en humanidades: Lengua Castellana de la universidad de Antioquia y trabaja actualmente con el municipio de Medellín dando  clases como maestro. Su libro de poemas Hechizos ojos para las cosas innombrables fue uno de los premiados en el Primer Premio de Poesía Joven ciudad de Medellín y del Valle de Aburrá. En su obra se refleja un trabajo con el lenguaje de gran depuración formal y sentido rítmico del poema. Con su primera obra se abre un camino de creación poética que enriquece el devenir de la poesía de Medellín en el momento actual.



Exordio

Siempre hay algo innombrable
al comienzo y al final de mi voz
por eso una palabra parecida a la memoria
me fue sorbiendo, y cuando no hubo un nombre 
tuve que ser magia: existía y nombraba con los misterios del tiempo
Así me hice hombre, llamando lo innombrable a través de la ceguera.







Si escribir pudiera
y armarme de hojas
clandestino árbol
vomitar girasoles tiempos
o al menos un gorrión de lluvia
Pero no puedo
Soy estanque o escama de algo silencioso

Estoy ardido de fiebres
fiebres nocturnas:
callo los poemas
que disparo al cielo

Porque soy estrofa sin verso:
laurel de penitencia
Apenas rasguño
 algún lado mudo
de palabra sempiterna

Secuestro el símbolo
y lo dejo desfallecer en mis ojos

Si escribir pudiera
movería las manos
orquestando el cosmos
mientras me enferma una sabiduría insondable:
arañas ojos incapaces de atrapar poesía  fluctuante
a este lado de la Estigia
Estos dedos escamotean una profecía
desgastada y todavía mentirosa
son candados cerrando mis visiones
no escriben poemas
sólo una fuerza habla

y se atraganta en esta voz

que no escribe

esta estridencia incómoda
violación de una antigüedad prestada
como un llanto o un suicidio

Abortar el silencio
si escribir pudiera.






El premio

Ahora la parafina
a veces agua y otras sello
se interrumpe en llamas
rumbo a la tiniebla

No hay mesa para indefinir
el circuito universal
a través de mis palabras
implorando hechizos

Solo por hoy escribo
eternos poemas cuadrados
expropiados de exactitud
como corrigiendo la vastedad del horizonte

 Cortándoles bellezas
 frutos, nimbos

Poniéndolos en su pobre
desgastado ruido
botándoles la más extrema antigüedad

¿Qué me pertenece
si no es la envidia?

 Una vela
 que he prestado a la última bitácora

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ESCUCHANDO TU REZO

A Viviana Restrepo

Mi oración ya no es una barca
que borrascosa cruza peticiones

                       Porque mi voz estrecha
                       gime ausencias perdidas
                       y se acomoda en mi oído

¿Dónde estás con el brazo firme
                                              y remando mi nombre?

¿Dónde está el ojo
que indómito fulmina la entraña
o la órbita de sulfuro
en lágrima ausencia?

Mi oración es un fusil
o un pedazo de liturgia nueva
Arde  mi conexión al fruto
de un poema bailado
en el disparo de una palabra inexorable

Mi plegaria se desploma en altares suicidas
canta  a los no dioses,  a hombres desnudos
espira cansancios primigenios
coronas y ceniza de tu polvo

Rezo  un trozo de tu vientre
como invocando la noche
traspasando los límites de la humedad
con esta oración dura y erguida

Pido a la Suprema Fuerza
que mi descomunal interferencia
sea un mapa que recorra metafísicas prestadas

Pido un arpa que grite muerte a la muerte
exhorto a la magia a que se funda
en esta reverberación nimia

Y en un coro de cuerda
la sonoridad del rezo
murmure piedad:
perdón coagulado
voz de anciana
estrella del labio
estridencias
arrepentimientos
     ¡ah!



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