domingo, 7 de julio de 2013

INÉS MANZANO [10.175]



Inés Manzano

Inés Manzano nació en Buenos Aires, Argentina. 
Murió el 16 Abril de 2016.

Fue poeta y maestra bibliotecaria. Organizaba el ciclo “INTERIORES -poetas del país-", cuyo objetivo es difundir las diversas poéticas que se dan en todas las provincias de la Argentina. Paralelamente, se realizan encuentros especiales de “INTERIORES -poetas de América-", con los poetas del resto de Latinoamérica que están de paso por Buenos Aires. El empeño, el amor y la paciencia que Inés puso en estas actividades, son admirables.


Residía en Capital Federal pero conoce como pocos la poesía argentina más recóndita y necesaria. Su mirada era aguda, abarcadora. Su tarea se realizaba desde la periferia e iluminaba amplios senderos. Tendía puentes, conectaba gente, ofrecía espacios. Madre de dos hijas, Ana y Eva. Y coordinaba, junto a Lidia Rocha, el taller literario gratuito “El tren de la palabra”, de lectura y escritura de poesía.

Dice Gerardo Burton: “Los de Inés Manzano son poemas compuestos desde el desamparo, la exclusión, la marginación. Son la mirada del Otro, que observa desde una situación de indefensión estructural y estructurada, desde una palabra escamoteada y desde imágenes distorsionadas por exageración (hiperbolización) o por casi omisión (diminutivos). Las preguntas, los interrogantes suponen un monólogo que instala justamente esas preguntas en la interpelación ética (¿la justicia, la equidad, la solidaridad?). ¿Dónde está ese universo que se suponía común, que era “lo dado”? En realidad, es lo robado, lo saqueado: tanto el universo de la infancia como el de la familia, como el del amor.”





Estos poemas pertenecen a 
si es puñal que me mate (Papeles de Boulevard 2011)


Serie de la escuela                                                      


Sin tenerla

El ilford satinado no escapa a su congoja

Bruscamente
se ha salido de foco

Ya no sigue aferrado a la maestra
ni a la forma instintiva
en que ella
le cubre la cabeza con las manos

Diciembre
y su pecho es un ahogo de tristeza

Mi padre es ese nene

Huérfano de mi madre
se ha salido de foco

Bruscamente
se arranca el delantal

y se arranca

el aire que respira



Brian

Quisiera devorarme
este pan de los libros
y olvidarme el delantal
arrugado en un pupitre

ya que no tengo

el pan de tu ternura

ni arrugas en la frente
que me indiquen

lo que debo olvidar


Laila

Por favor no me mires
mientras yo me destrozo
la cabeza

o sí

mirame

llevame de la mano
a la terraza
para que yo me tire

       aquí están mis hermanas con
las muñecas rotas y las muñecas
rotas             

miralas
miralas

ah    y no me retes
si me olvido
el cuaderno
en la mochila

todo está en mi memoria

no te aflijas


Alejandro

Mi piel puede quebrarse como la tiza blanca
la merienda se astilla sin llegar a los huesos
la espalda no me alcanza
cuando cargo conmigo y las carpetas

los médicos afirman
que yo no tengo nada
y mi mamá
que ella sabe
lo que más me conviene

pero yo    sé

yo            que en 3º me canso de leer

yo sé

                mi ma má no me a ma



Manual

Debe haber un error
los cardenales no son pájaros

y el cinturón
no sostiene la ropa

sostiene la mano que castiga

Debe haber un error


Escuelita de La higuera

Padrecito
miranos

no tenemos manera
de trepar a los árboles
de arrancar
leche dulce a la higuera

los palotes
apalean la carne
no nos salen las cuentas
sin los dedos

no podemos
atajar la pelota ni las penas
sostener el manubrio    las palabras

hasta el puente
de Martín Pescador
se nos cae de la infancia

borramos la desdicha
con los codos

¿Cómo hacemos la ronda?

Cómo haremos
con tus manos ahogadas en el río de tinta derramada

Tus muñones golpean gravemente los sueños

Ay Padrecito    al menos
no dejes de mirarnos

no nos dejes

En el asombro

No era aún la estación de la sangre

Nosotros
no debimos saberlo
en el asombro del recreo

pero ellas tomadas de la mano
dibujaban
dolorosos rubíes por sus piernas

un camino de joyas
desprendido
del fruto lastimado

No debimos saberlo en el recreo


Todavía no es la estación de la sangre
y ya estamos perdidas en un bosque

Mamá       cómo decirte
que este animal que nos descorazona
es el mismo que enreda
tu corazón a un yugo
cada noche

y que en nosotras un día y otro
día y otro día
horada un desfiladero que nos duele
para ocultar su filo

Aunque no sea la estación de la sangre
él la hace restallar
en las paredes de los muslos

Mamá       cómo decirte
tu amor nos amordaza

La trampa está en sus besos
que bajan de la frente
desde el ombligo    bajan
y enhebran una hilera
de cristalitos rojos
ahogados en veneno
detrás de su saliva

Mamá       un padre
cazador
nos acorrala

y somos

animalitos ciegos

sangrando en el recreo


El padre

Ni esta agua en que navego
como el mar

tus ojos

Ni el aire en que voy a sostenerme
como un árbol

tus ojos

Ni en que reposo el lecho
pacífico 

tus ojos

Ni el agua    el aire    el lecho

Tus ojos como el mar
como un árbol pacífico 

Tus ojos
               van a ser
                               lo primero que vi


La victoria de la víspera

Este contorno 
que la distancia desmenuza
ni aún remotamente se parece
al perfil de la victoria
                                   perseguida en los sueños
pero guarda
un parentesco secreto 
con el rostro descarado
de una muchacha en La Matanza
                             en Samotracia
con los dedos en V

Bien que somos porfiados

Amanece 
y la distancia nos pisa los talones

Ignora
que al contrario de Aquiles
en ellos reside nuestra gracia

  -alas robadas a los dioses- 

Indefensos y frágiles    sabemos
que el único suceso que nos torna invencibles
es tenernos a mano

Nos bebemos el mar  

y la distancia 
se muda en filigrana 
traspasada de barcos               

Va cayendo en mi boca mientras digo

que yo me la devoro
como una jabalina vence
la copa de los árboles

De este modo burlada     
no puede con nosotros

Bien que somos porfiados
poderosos

Se deshace en el agua


QUE ALGUIEN ME LIBRE


Que alguien me libre

del gesto disciplinado del bonsai
que se acurruca
para no herir el aura
que rodea su frente
Que alguien me libre
del rigor de ser hija de los dioses
sacrificada
por hacerse a la idea
del dedo que la asfixia

Que alguien me libre

de buscar redención en el silencio
Que mis manos
desconozcan el orden 
que me obliga

Que alguien me libre

de agachar la cabeza para ser coronada

Yo tengo la avaricia del lenguaje



*


Engranando el inocente alfabeto de la infancia

me está todo permitido
y yo me lo permito:
desbocarme
atravesar tu nuca de silbidos
robarte del dolor
echarte
sobre la ropa blanca que cruje abajo mío
encontrar el volcán
que traiga a tu memoria
cómo fuiste de frágil una vez
y perseguir la tierna ceremonia
para volverla a hacer


*



El mar se aparta de besarme


¿qué hará cuando descubra

                 - perdida voz -
que ha sido derrotado...?


*



La que no parezco


Dame una edad

porque me pierdo
que sea angosta y sola
                                       para mi pie
que toda vez que tiembla
reconoce el camino
                                       y se desvía

Dame una edad

a cambio
de las monedas breves
                                       bajo el labio
que al mínimo trasluz
se parte y huye
                                      o se concede

Dame una edad

como mi amante
intemporal y áspera
                                    en un cuerpo
que repare el infierno
que te ofrezca la carne
                                    y el insomnio

Dame una edad

que me destruya
que se aloje sin freno
                                               entre los huesos
que derrote a las otras
que arremeta
                                              Una edad
                                                                   sin medida
                                                                                           del daño


Interior


Agazapada en la luz

                                              buscándome
no me hallaba


sólo pude descubrirme

                                               cubriéndome
entre espesura y follaje


 


Quetzal


Ay pájaro de hermosa pluma

que me quitas el sueño

Desvariaba mi trino

en noche oscura
sin alcanzar tu rama

Cada intento de vuelo

era un ardid

Cada celo carnal

era celada

Ay pájaro

que me das de tu pico
a beber
la sed y la zozobra

Que en fulgores inciertos

te propagas

Que con músicas sutiles

me desvelas

Ay pájaro

que no ves...........y muero
sin habitar la altura
de tu fronda esmaltada




LOS POETAS RECUERDAN A INÉS MANZANO


Inés Manzano se fue de este mundo pero nos dejó sus poemas, su amor, su militancia, su lucha por enaltecer la poesía como expresión cultural. Nosotros la levantamos como bandera. A continuación, compartimos algunas reflexiones de poetas de este colectivo que la conocieron y dan testimonio del valor de esta enorme escritora argentina.


La poesía era una fiesta

Por Gito Minore 


Esa tarde tenía un entusiasmo que me lo pisaba. La reunión era en una oficina de la Conabip y eso además de ser una palabra mayor, era un motivo padre para, entre otras cosas, entrar transpirado al lugar. Hacía unos días me había citado Julia Magistratti para proponerme hacer Poesía bajo la autopista en un Mega festival de poesía que se iría a realizar en Tecnópolis, lo cual significaba un paso gigante para el grupo nuestro. Al entrar Julia estaba con otra mujer a quién me presentó diciéndome que era una gran poeta y amiga, que además de que haría su ciclo, estaba ayudando de manera “voluntaria” con la organización de semejante festival.
Es cierto, la reunión fue hiper sucinta. Combinamos fecha, hora y formato en un tris y de ahí quedamos en vernos ya en el festival del cual, recién con el tiempo me daría cuenta de la magnitud que revestiría. Era un momento bastante especial. Justo en esos días, estaba tratando de cerrar una antología de carácter federal, que me había encomendado la Editorial Punto de Encuentro, desde hacía ya unos meses. La ocasión me parecía que ameritaba. No sabía cuántas oportunidades como esa tendría así que, ahí nomas se me dio por “manguearle” unos poetas para la obra a la susodicha a quién, por el lugar que estaba ocupando en ese momento, se me presentaba como la más indicada.
Sin embargo, en el mismo instante que enuncié mi pedido, Julia se dio vuelta e incluyó a su compañera en el convite.
-Para lo que querés hacer, la más indicada es Inés. Ella trabaja mucho con poetas de todo el país. Su ciclo se llama “Interiores”
No hicieron falta más preámbulos. Inés sonriendo, me preguntó de qué provincia me faltaban. Le dije de Tucumán, Chaco y Santiago del Estero. Pero también estaba corto de otras. Barajó un par de nombres, los cuales anoté con premura y soltó amablemente “Escribime y te paso un par más”.
Esa misma noche entablamos contacto. Me pasó varios contactos. Le pregunté si no le molestaba si a los que les escribía les decía que era de parte suya. Para nada. No tuvo ningún problema.
Lo digo porque es cierto. Como todo lo cierto que pasa en la poesía. Sucedió como un embrujo. Fue cuestión que proclamara su nombre en el mensaje y cada poeta a los que accedí no solo me contestó enviándome sus versos sino que me envió otros posibles participantes. La poesía me llegaba, no solo de las tres provincias que más me faltaban, sino de los demás lugares que estaban medios chuecos. En cuestión de 15 días terminé de armar el libro que hacía un año infructuosamente había empezado. Con la mejor poesía de todos los lugares de la Argentina. Por los cruces que se daban, los encuentros y desencuentros de caminos, lo titulamos Rutas. Nos parecía que así representaríamos mejor su espíritu. Queríamos hacer una constelación, un diálogo, que se yo.
Fue todo un despelote. Estuvimos 20 días en Tecnópolis, hicimos el ciclo y de paso otras fechitas menores, donde nos reunimos a “firmar” nuestros libros, pero sobre todas las cosas, lo más importante, cumplimos en no faltar al lugar. Estar en el puesto con la editorial y el cuerpo haciendo el aguante. Además, en el medio de toda esa vorágine, se estaba armando el libro de marras y había que cumplir con la escuela y las obligaciones que hacen que uno llegue a fin de mes como cualquier cristiano.
En ese contexto juntamos 100 poetas de todo el país y metimos en la imprenta el sexto título de Rescate poético. En ese elenco estaban muchos de los más representativos poetas de la Argentina.
¿A qué viene todo esto? A comentar un error que me parece que, en lo formal, cometí. A que aquella persona que por el simple amor a las letras me abrió un abanico importantísimo de poetas, no se me ocurrió pedirle un poema suyo. Más no sea para congraciarme.
Vamos, a esta hora de la noche lo puedo decir sin vergüenza. ¿Quién que estuvo a cargo de armar una antología no publicó gente por el simple hecho de que le hayan pasado contactos o recomendaciones? Es medio un lugar común, un paso obligado.
Y la mayor parte de las veces, la obligación viene acompañada de la “sugerencia” del propio consultado, enviando como postulante su propia obra. Eso, pone en vereda a todo incipiente antólogo y ahorra de paso, futuras recriminaciones.
No sucedió así con Inés.
Inés Manzano me ayudó a armar un libro que en algún momento pensé imposible y lo hizo simplemente por amor a la poesía. Porque consideraba que los poetas que me proponía eran los mejores en su género. Y vaya si lo eran.
No necesitó autobombearse, ni imponerse, ni nada. Hizo lo que todo buen poeta debe hacer. Hacerle honor a la poesía.
En ese momento, obvio, enquilombado en las millones de cosas en las que siempre me enquilombo, no me di cuenta, ni lo pensé. Salió el libro y ya.
Pero hace unos días, no muchos, la volví a ver a Inés y caí en cuenta. Esta vez, espléndida como se la aprecia en las fotos, entró al local. Era una fecha chiquita, ni me acuerdo cual. Si la primera, la segunda o la tercera del año, no viene al caso.
Estábamos medio por la mitad del encuentro y ella, había venido a escuchar a uno de los poetas que venía a leer por primera vez. Al verla, me acordé de todo esto que ahora escribo y con cierto cargo de conciencia sumado con la inevitable curiosidad de conocer sus escritos la invité al escenario. Entonces, entre un poeta y otro, me acerqué y le dije que si no tenía inconvenientes la quería incluir en el escenario. Ella me contestó, con la humildad que luego supe que era característica:
– Sí, si hay micrófono abierto me sumo.
Entonces, antes del final la llamé a que suba a leer. En la presentación que hice de ella recordé algunas de estas cosas. No todas, no. Sí algunas cuestiones, sobre todo, el recuerdo imborrable que tengo de aquellos días que estuvimos en Tecnópolis y esa sensación que me quedó o nos quedó, de que aquel año, no tan lejano, la poesía, nuestra poesía, era una fiesta.
Ella, bellísima y sonriente levantó sus dos dedos en V, cuando en algún momento del recuerdo, dijimos que teníamos que volver. No sabíamos cómo ni cuándo, pero volver a ese maravilloso tiempo.
Ahí nomás subió al escenario y recitó de memoria, cerrando los ojos, un par de versos pausados, super dulces. Parecía que se iba en cada palabra. Que la saboreaba como si fuera un manjar. El instante, literalmente, se detuvo en aquella noche, mientras los autos iban y venían por la autopista que teníamos sobre nuestras cabezas.
Fue inesperadamente único, inigualablemente único, desgraciadamente único.
Hoy, a un ratito de enterarme que su cuerpo no está entre nosotros, entre el dolor y las ganas truncas de haber conocido un poco más de ella, me resulta interesante pensar ¿Cuántos de nosotros podríamos hacer como ella? ¿Quién no caería en la tentación propia de la avaricia y el ego y no haríamos de la poesía un lugar para el aplauso y la vanagloria personal?¿Cuantos nos preguntamos que es la poesía? ¿Cuántos abrimos nuestro corazón a la poesía? ¿Cuántos? ¿Cuántos? ¿Cuántos de nosotros aceptamos la poesía como una fiesta en la que participamos todos?
¿Cuántos de nosotros podemos vivir la poesía como la vivió Inés Manzano?




¡Inés Manzano, Hasta la Victoria Siempre, Compañera Poeta!


Por Natalia Molina 


En el Festival Federal de Poesía/II Encuentro de la Palabra de marzo del 2015 en Tecnópolis, Inés Manzano me regaló su libro “Si es puñal que me mate.” Estaba escuchando a poetas leer, y esperando mi turno para ir al micrófono sentada en el pasto entre las hamacas paraguayas. Se acerca Inés y me da algo “a escondidas” y dice:-quiero que tengas mi libro, no tengo para darle a todos. La abrazo, me toca el turno de leer, leo un poema que dice “viva evita montonera”, “el peronismo no se explica, como el amor, como el silencio”, revoleo las hojas en el piso porque no encuentro cómo acomodarlas, la miro a Inés: me sonríe y aplaude en gesto de alegría y complicidad.

Termino de leer, voy casi corriendo a “La palabra nunca” organizada por Poetas Peronistas, en el camino leo la dedicatoria que me regaló Inés: “Para Natalia: estas voces tomadas por los otros/ esta vigilia en la orilla de los sueños/ estas batallas./ Con ternura y afecto/ por una pasión doble que nos une.”
Entro al auditorio, lleno, lleno de amor, de pasión, de resistencia, de lucha. En una mesa militante de lectura de poesía por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Hijos, Madres, Abuelas, Nietos. Lloro. Lloro conmovida. Otra vez la Poesía viene a confirmar que la memoria no es un ejercicio de nostalgia, sino de militancia. Ahí está la compañera Natasha, jovencísima, que armó una mesa de homenaje a las víctimas del terrorismo de estado. De homenaje desde la acción militante.
La pasión doble que nos une. La que menciona Inés en su dedicatoria: Poesía y Peronismo.
Poesía y Memoria, Verdad y Justicia.
A estas pasiones les agradezco el haberme encontrado con compañeros y compañeras que son mejores que yo, que me enorgullecen, que aunque ni lo sepan me sostienen en las batallas.
Un abrazo infinito para las amistades y familiares de Inés. Fue-Es savia y sabia en su siembra.
En cada festival, en cada lectura, en cada resistencia, Inés Manzano estará entre su gente querida.

MANZANO

Por Víctor Cuello (Pajarito)

es muy triste saber

que tus ramas no pueden

quedamos huérfanos



el otoño nos dejó sin abrazos







.

1 comentario:

  1. INÉS, DEL INTERIOR PROFUNDO

    La muerte está loca de amor por la poesía, y se está llevando a los poetas más entrañables: hermanos queridos, gente indispensable para hacer que los días pesen menos. Recién venimos de enterrar a Francisca y me avisan que con ella no le alcanzó, que también se llevó a Inés Manzano. La querida Inés, con la que hace tan poquito, junto a otras voces amadas, fuimos compañeros en la mesa de lectura del Festival de Paraná Poesía. Allí Inés no leyó, Inés entró en trance, y con una voz imposible de describir, nos iluminó y elevó a todos diciendo sus textos de memoria. Ese día, más que un acto poético, ella hizo un acto religioso. Recuerdo las caras consternadas de Paula Aramburu y Maria Paula Alzugaray, también compañeras de mesa. En ese instante, nos tocamos con María Paula como para confirmar que lo que estaba sucediendo era verdad.
    Hablar de la inmensa generosidad de Inés es entrar en el terreno de lo redundante, pero sé que ya no habrá nadie como ella para recibir a los poetas del interior: su abrazo, su sonrisa, su ternura, y esas palabras dándote aliento como si estuviese recibiendo al más grande de los poetas vivos. En eso ella era una más del interior profundo, en eso ella no era porteña. Todos los que fuimos “bendecidos” por su candor, sabemos muy bien a qué me refiero.

    En el sepelio de Francisca, sus hermanas de congregación, rezaban algo que a mí me resultó más poético que religioso: “¿Quién es Esta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla?”. Valga también esta oración, para la amada Inés Manzano

    -Las fotos que acompañan estas palabras pertenecen, la primera al Festival de Paraná Poesía, donde está junto a dos poetas queridas: Marita Balla, una de las responsable de la organización, y Maria Paula Alzugaray , el resto son de la muestra de “cajas-objetos” que los integrantes del grupo de Producción de Textos de Villa Mercedes hizo en el 2015 con los poemas de Inés-.

    -Pato Torne-

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