lunes, 19 de enero de 2015

JÖRGEN LIND [14.531] Poeta de Suecia


Jörgen Lind

Nació en 1966 en Umeå, Suecia, ahora vive en Gotemburgo, es un escritor sueco.

Actualmente reside en Gotemburgo. En 1997 apareció su primer libro, Ararat. Recibió el premio Nöjesguiden por su segundo libro, Minaret, en 2002. 

Bibliografía 

Ararat 1997
Minaret 1999
Musik för ett nytt samhälle 2002
Här kommer de varma strömmarna 2004
Villa dei Papiri 2006
Hägn 2008
Saskatoon 2011






Selección de poetas suecos, por Hebert Abimorad.



1.

Primera persona del singular es una mentira.


2.

Las puntas de los dedos secas se deslizan en la columna vertebral y oscilan. El tono oscuro es la sangre que corre. Lo luminoso son los nervios que friccionan otros nervios: cuerpos que empujan cuerpos y piensan en la corteza. Tú sabes cómo  se formó el corazón. Coordenada añade coordenada: laringe, estructuras de sonidos, rociando flujo de grano de arena entre el intestino y madera y latón.


3.

Tú lo dices y se ve como se rompe. Dos pequeñas manchas en la planta de la planta del pie izquierdo. Mayores partes entre los omóplatos. Tengo miedo. Tengo mucho miedo, dices tú. No debes tener miedo cuando se rompa, le digo.


4. 

Ahora. Pronto sucede. Ya van dos días que el niño se retuerce de dolor. Ella sangra cuando se vacía. Ayer, debimos esperar. Hoy no resiste más. Ella grita. Tiene dolor. No come. La sostengo, paso mi mano sobre su cabeza, está en otro lugar. No. No sé tampoco dónde. Empiezo nuevamente. Me acaricia a lo largo del brazo, la calma en su interior, luego duerme su sueño profundo. Ve las represas, también lo que rompe en ella. Se estremecen los brazos, lo que hay allí es inaccesible. Me acerco y susurra: Pronto verdean los abedules en la granja.


5. 

Fluye, fluye. No puedes detenerlo. Esperas, cuenta tus dedos, comienza otra vez, es demasiado movimiento. Dedos y árboles nubes y rocas. No hay nada en particular: una manzana, un niño, son los dedos que brillan. Brillante piel, concha, entrañas brillantes. Continúa contando. Es demasiado movimiento. Manzana como niño como nube en el cielo: nadie nace, nadie muere. No hay ningún nacimiento. No hay ninguna muerte. Estás tan cerca.
Estás tan lejos. El árbol es la cabeza es vapor y humedad es: nadie viene y va. Hay demasiado movimiento. Fluye, fluye. La congoja  es el cerebro son ríos y delta: ningún calor, ningún frío. Son los dedos que se mueven. Es la manzana y el niño y la nube que se mueven. La nube está inmóvil. El niño está inmóvil. La manzana es el árbol y el agua que se mueve y estremece. Hay demasiado movimiento. No hay tristeza. No hay dolor. Fluye, fluye. Sólo tú puedes detenerlo. No puedes detenerlo. No puedes otra cosa: detenlo, cuenta, es demasiado movimiento.


6. 

Empiezo otra vez, leo que los rumanos bajo la dictadura de Ceaucescu estaban obligados a registrar sus máquinas de escribir como si se tratara de armas mortales, también que cada año tenían que presentar dos páginas mecanografiadas en las que se utilizarían todas las teclas, de este modo se podría rastrear al propietario. Me imagino los archivos, las salas heladas, arrastrando  los pies  entre los ficheros. Los ojos  y las manos, las  dedos anónimos,  hojean  y
hojean , hace mucho tiempo ahora. Documento. Duplicadores. Esto continúa.


7.

En todo lados brotes y hojas endebles. Ella viene a intervalos, tratando de gritar allí dentro. Lo veo. Quiere agua y sabe muy poco. Le doy agua pero no quiere. Tú no entiendes que algo que es tan perfecto ya no funciona. Cuentas todos los dedos de las manos y de los pies, pero no existe ninguna suma para el dolor. Debes de aprendértela de memoria.  Yo también me preparo.


8.

Le doy a mi hijo una mano. Mis tres manos. Les doy todas las cinco. No tomo nada y me acuesto en el oscuro derrame.


9.

Mira, decías tú, entonces también vi, árboles, se alzaban, abedules, robles, tilos. Los vi, ritmos, chocante, el verde en lo verde, verde frondoso. Pero no había apoyo, y regresaste, y contigo el verde fuera de lo frondoso, el árbol dentro del árbol, retrocedió, despareció.


10.

Se debe  sentir  ahora. No compro  ningún  alivio. El sufrimiento es  salvaje, lejos de cualquier conciliación. Tenemos que asumir las consecuencias y ver adónde va a parar. Continúa. Nos mantenemos juntos. Fuerte. Tenemos siempre acercamiento al consuelo, sus  dilataciones. Lo que  se mete dentro de mí. Sucede. Ahora. Recibe nutrientes  en gotas, tres bolsas de sangre. Fluye, Fluye. Es la historia de un antiguo sufrimiento, las mismas palabras, nuevas condiciones. Las delgadas hojas atraviesan todo.


11.

Despliegas una mapa y señalas con el dedo índice a lo largo de una serie de salidas. No. No eres tú misma aquí. No es  ninguno de nosotros. Una mezquita explota en Samarra. El motivo puede se muy transparente. Pero cualquiera puede tener un motivo. La escoria de la vida. La escoria de la palabra. La furia continua. Aprendo nombres que no significan nada. Pero nada puede solucionar esto desde las nuevas maneras del significado. Las imágenes horribles adjuntas a la reconciliación. Es posible tomar lo que se necesita. Ahora lleva un nombre. Podría llevar cualquiera. Ahora te lleva también a ti.


12.

Tú cuentas sobre lirniki y bandurusti, canciones populares desde tiempo inmemoriales que interpretaban los caminantes y los ciegos, indefensos administradores de tradiciones, cada uno con su propio museo. Eran intocables, había que  alegar por sus límites. A mediados de 1930 se anunció el primer congreso de los trovadores en Moscú. Con el pretexto que reunirían un gran inventario llegaron a Moscú desde pequeños y casi olvidados pueblos. Yo los veo, el contingente de ciegos, como  irrumpieron al mismo tiempo en una canción.  Y les tiraron a casi todos, al resto lo testigos, eliminaron la canción.


13.

Cincuenta mil palabras. Cincuenta  mil traducciones. Escribo en la oscuridad. Es como es.


                                         Del libro Hägn, Kabusa, 2008






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