martes, 11 de abril de 2017

AUGUSTO LEMUS MARTÍNEZ [20.082]


AUGUSTO LEMUS MARTÍNEZ

Manual Augusto Lemus Martinez nació en Guantánamo, Cuba, el 29 de diciembre de un año indeterminado y oblicuo. Ha publicado: Tropismos (Ed. EntreRíos, Los Ángeles-Las Vegas-Miami, 2005), Cartas de odio, amor y de otras nimiedades (Ed. Linden Lane, Fort Worth, Tx., 2011) y En verde iluminado (Ed. Alfabeta, Miami, 2011). Está representado en las antologías Lenguas recurrentes (Ediciones Ego, Guantánamo, 1982), Lauros (Ediciones AHS, Guantánamo, 1989), Epigramas (Ed. Oriente, Santiago de Cuba, 1994), Antología cubana del exilio (Ed. Aduana Vieja, Valencia, España, 2011) y Postales (Ed. Linden Lane, Fort Worth, Tx., 2015).



Carta de presentación

Nacido bajo el signo de Capricornio
en el año de la Cabra
hijo de Abraxas
devorador de mí mismo
ángel de los silencios
y endemoniado verbo
vengo a dejar mi fardo
en tus manos.



En verde iluminado

Esta máscara verde sangra
superficie perfecta de cristal líquido
recipiente idóneo de apariencias.
Sólo tu espalda ancha como el mundo
quebranta la astucia con que sojuzgo al hombre.
Yo miento ellos callan
ellos mienten otorgo yo
sobrevivimos mutuamente la farsa.
Enveneno con mi lengua
al monstruo inasible de las masas.
No hay sorpresas
ellos esperan la palabra yo el silencio.
Soy vino
risa
y máscara
soledad en multitud.




Foto

 A Mercedes Valdés

Ya no soy más ese hombre que sonríe en la foto,
a quien se mira con deseo y maliciosamente,
que se regodea en la posibilidad de la aventura.
Veloz y tierno, apasionado, ardiente
mano que tantea y señorea los abismos.
Vivaldi rosa de primavera,
galán presto a desvestirse y subyugar
las zonas vírgenes de sol.
Un peregrino rumor de sedas y cipreses
fue su voz atrapada en la rueca de los tiempos,
otrora ave-semilla plantada por las manos de Dios.




A un desconocido

    A Maricel Valleux

Está sola sentada frente a mí
contemplando su imagen movediza
en el espejear del vino.
Piensa tal vez en alguien
que tiene un nombre diferente al mío
a quien agobian otras penas
o entona un canto ajeno al de mi estro.
Alguien que cruzaré desandando calles
y no sabrá que pensando en él
he escrito estos versos
frente a un vaso de hastío y vino
en el Bouquet.



Carta de la culpa

     A Minaldi

Qué extraña ironía de memorias
recordar la alevosía de tu carne
el perfil de tu boca
el calor de tu rostro
el olor de tus ojos
la pátina de tus manos
el seísmo de tu cuerpo
el ángulo del delito
el espesor de tu llanto
lo impoluto de tu sangre
la agresión en tu risa
el fragor de tus pechos
el sarcástico alejarse de tus pasos.
Qué extraña ironía de memorias
recordar que no he olvidado nada
nada excepto tu nombre
el miedo en las entrañas
el deseo de lo desconocido
la fe en ganar la vida
el canto adherido al verso
y el dolor de las sirenas en los oídos.
Qué extraña ironía de memorias
recordar que ya he vivido
un día como hoy, que estoy bebiendo.







Estos textos pertenecen al libro Yo Augusto (NeoClub, 2016)



New York

              a Zenaida Manfugás

Antes que los ángeles ungieran
las circunferencias de la cuadratura.
Antes que el acero y el vidrio
fueran fragmento del dolor
fuiste la atónita imprudencia de la vida
la inefable armonía de lo estridente.

Digo mal: eres
      alas de gaviota
      tañer de campanas
      bronce y pluma
simplemente New York
      New York
      New Yooork…

(2001)





Guantánamo

                      a Nidia Zoila Pérez y Pérez de Lemus

Guantánamo es un mundo de colores y sueños
las calles huelen a sexo
y andar por ellas es un desafío a la razón y a la cordura.

Pero estás tú distante en el alcance
presente en el recuerdo
y estoy yo
escribiendo para ti estos versos
mientras el amor nos cobija.

(1988)




Lluvia oportuna

            a Regino

La ciudad es abandono
preñez de olores dulzones
que abanica el guano de los portales en siestas.
Aguaza
declive del iris
salterio del viento
en los penachos de las palmas.
Socorrido pretexto para compartir el paraguas.




Carta del desamparo

              a La Columbié

Abrir el paraguas será un acto de urgencia.
Todo indica que en este día nos amenaza la ternura
y no puedo permitirlo.
Se descubriría que llevo puestas las venas
me verían en “los acuosos ojos del venado”
o me sentirán flotar en el vaho de la poesía.
Quién ha visto que un hombre llore
que se conmueva hasta el paroxismo
cargue con las angustias del Universo
en el afilado estilete de su lengua.
Lo dicho:
presuroso acudo a abrir el paraguas de las ironías.
No podría soportar el peso de la ternura.

(2008)








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