miércoles, 9 de noviembre de 2016

NATALIA LEIDERMAN [19.517]


NATALIA LEIDERMAN 

Nació el 31 de octubre de 1990 en Buenos Aires, Argentina. Es fotógrafa y estudia Letras en la UBA.  Participó en las Antologías de «El  Rayo Verde» 2014 y 2015. Asiste a los talleres de poesía de Osvaldo Bossi. «Animales dorándose al sol» (2016)  es su  primer libro publicado. 



equilibristas

somos equilibristas buscamos
la mayor cantidad de placer
la menor cantidad de dolor
dijiste y ahí estamos
caminando en lo alto
por un hilo radiante

aunque el amor
no es cosa mesurada
y vamos a estallar
como bichitos al sol
todo está bien
todo está bien entre nosotros.


sin demasiado fuego de artificio
nos amamos, sí
pero lo decimos pocas veces

sin hacer ostentación del brillo
levantamos la cabeza
para respirar mientras nadamos 
voraces pero instruidos 

la masa dulce leva de a poco
tomo el té, escribo haikus 
hago florcitas de papel 

no hay la urgencia de las grandes ciudades
hay un constante acariciar el lomo
de un animal perfumado

si hay hambre, que espere
soy todos los días santa
y  lenta
una trapecista que busca con cuidado
el momento preciso para dar el salto. 



me repliego como una niña, quiero
que me lleven al cine, a la plaza
que me pregunten por qué no como
quiero ahora que tengo 
el cuerpo inmóvil, quiero
ahora que no tengo
nadie que me haga el amor
quiero el amor de los padres 
espantosamente fiel 
y grande
entre mis manos pequeñas.


los mejores poemas

los poemas pensados un segundo antes 
de dormirme
de acabar
de morir
seguro fueron los mejores

los poemas que arremetieron
insectos salvajes 
cuando menos lo esperaba

me cruzaron el cuerpo 
de lado a lado
me abultaron la carne

me inquietaron:
un gusano brillante en el cerebro
la eléctrica voz de un condenado

me dijeron estás viva
y después plop
se disolvieron furiosos en el aire.



AVANZÁS COMO UN CHICO OBEDIENTE
desde mi boca
hacia abajo

fosforescés el territorio
te apropiás
de a poco

decís que te gusta mi piel
que soy hermosa

bajás con ansiedad
como si te esperara
algún tesoro

te dejo hacer te regalo
la vibración perfecta
de un gemido

creés que esto es sagrado
que conmovemos la historia

Dios se aburre infinitamente.



NO TENGO INDICIOS SUFICIENTES
para creer que mis padres hayan el hecho el amor

mi presencia y la de mi hermano no me parecen 
pruebas obvias
podría tratarse de un truco de magia, un artificio  

los vi algunas veces -contadas-
darse un beso breve, higiénico
eso no me lleva a pensar que pasen otras cosas

intenté imaginarlos pero es ridículo
hay partes que no encajan

cuando mi amiga me cuenta el día
el día terrible, dice
en que encontró a sus padres haciendo el amor 
yo pienso que todos los días de mi vida son días
en que no encuentro a mis padres 
haciendo el amor 

siento entonces un frío leve
un hilo que se tensa
entre mi boca y mi sexo, la urgencia
de concebir mil hijos y de paso 
tener la certidumbre                                      
de que no los concebí mágicamente.     



                    


Natalia Leiderman (CABA), Animales dorándose al sol, El Ojo del Mármol, Buenos Aires, 2016.



alguna vez

1

¿alguna vez escuchaste
esos movimientos microscópicos
que se originan en el aire
y quedan ardiendo en la casa?
¿alguna vez entre sueños
escuchaste el crujir
de los objetos?
parece que se quejaran
pero yo creo que se valen
de la intimidad de la noche
para aliviar su peso
y entregarse.


2

¿alguna vez oliste en tu piel
otras épocas otros temblores?
cuando me pasa pienso
que todo lo que vivimos
se hunde en la carne
a la espera de regresar
algún día
como un destello como una
vez primera.


3

¿alguna vez te sentiste
como en una película?
alguien te está mirando muy fuerte
y alguna conclusión
–terrible o preciosa– 
te espera
cuando dejen de escucharse los pájaros
y se encienda
como una luz blanquísima
el silencio.



la abuela se deshace de a poco de las cosas
cada vez que la visito me regala algo
una caja de cartón, una manta
zapatos de fiesta
para ella todo es lo mismo: basura
cosas inservibles a los ojos de un viejo
procura que tomen en mí
algún brillo
imagino una escena de película:
ella caminando por un puente de madera
en la playa, hacia al mar, desvistiéndose
no pienso en cómo se vería su cuerpo desnudo
su cuerpo solo desnudo y caminando, rápido
porque si bien se queja del dolor, camina rápido
en la escena se difuminan
su piel, demasiado blanda y seca
los pelos blancos de su barba
las verrugas que crecen como animalitos
la abuela camina, todos le regalan
esto y aquello, la visten la abastecen
ella es cortés, acepta
y vuelve a desnudarse.




esto de que me mandes
a la concha de mi madre
me parece inofensivo.
¿nunca quisiste regresar
a la noche tibia y sencilla?
¿no quisiste invertir el camino ir
apoyándote despacio
en la forma blanda de los objetos conocidos
hasta llegar a cero?




del amor extraño esto:
apretarte la cabeza contra el pecho
hasta que parezcas
un pájaro luminoso
buscar todos los días nuevas formas
de tocarte
nuevas constelaciones en tu cara
tener un testigo
de mis representaciones.




IRÁN QUEDANDO PEDAZOS DE MÍ 
A LO LARGO DE LA TIERRA
en los lugares más íntimos y más públicos
de las ciudades del norte
y del sur

siempre es otoño
las finas capas de mis órganos caen
y luego crujen en el suelo
bajo el peso ligero de los transeúntes 

en cada acto de amor estallo
como una granada 
 y después de la sobremesa
-una vez que ya hemos digerido la muerte-
me recolecto, metódica y mansa  

pero estoy empezando a perder la paciencia

tengo un fuego y un miedo grande
por los años futuros:
cómo serán las próximas casas
los próximos almuerzos, sin lengua 
o sin manos

cómo serán los próximos hombres y mujeres
que me desvistan
y qué pasará cuando quiera armarme 
y no encuentre, por ejemplo, el corazón.


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