domingo, 17 de julio de 2016

MORALES MONTERRÍOS [18.933]


MORALES MONTERRÍOS

Roberto Morales Monterríos. Poeta. Nació en Pueblo Hundido, Chile, en 1970.
Premio Municipal Gabriela Mistral 1998 y participante en 1997 del Taller Literario José Donoso de la Biblioteca Nacional, dirigido por Raúl Zurita.
Ha publicado los libros: Príncipe de Chile (2000), Antichton (2004), Pantheon (2004), Hécate (LOM Ediciones, Entre Mares  2009).



Del primer número de Revista CONTRAFUERTE LITERARIO


Lope de Aguirre.



Para que haya orden y reinen cristo y la iglesia

Más importante que la justicia  es la victoria

Más importante que la verdad es el poder


Santo Oficio






VASCO

Vasco

Vasco

Conchetumadre

Que maldigo a mi tierra madre

Y a mi padre

A mi madre

Y a todo aquel que haya rodeado

Mi vida antes de haber nacido de nuevo

En Tierra Firme y maldigo también

A quién se acerque a Chile

Porque de esta provincia tomé mi nueva sangre

Entendieron

Entendieron

Que en estos carajales y en estas rutas sin trazo

Fui hundiéndome hasta encontrar mis bolas bastardas

Soy el desvergonzado

Me senté en la corona

Soy LOPE de AGUIRRE

Entendieron

El que hecho cuartos

Formó las cuatro esquinas del Reyno

Soy el Hombre de esta tierra

Lope

Soy quién les enseñó a mentir a los ojos

Y a matar mirándote

Aguirre
el de las manos sucias

Príncipe de los Pringados

Por amor

Y por amor

Soy el padre de esta tierra

Entonces

SIGO



Felipe hijo de Carlos el invencible

¿Has comido carne humana Felipe?

Mascado carne cruda

Te has chorreado sangre por la comisura

Y sacado la lengua para saborearla

Pues la carne cruda
sabe a mi nombre

Robé el poncho de Castilla

Y lo puse en el cuerpo mordido del diablo

Lope de Aguirre

Fuerte caudillo de los invencibles marañones

Nómbrame
conchetumadre

Lope de Aguirre

Que la ira de Dios resuene en los troncos vocales

Que la sangre humana

La carne cruda

Cruja entre tus dientes

Que el nombre te seguirá donde quiera que vayas

Seguirá a tus hijos

Y los hijos de tus hijos

Porque la medida de mis palabras

No es el oro maldito cabrón
sino la sangre

La Sangre perfumada

Perfumada que baja tibiecita por los ojos del Salado

Mi nombre está en tu sangre




Aguirre

El Traidor

La Ira de Dios



La Mordedura del diablo



Parece que mearan sentados 
todos estos cronistas

Sentados en esas apostasías llevando una vida de cojín y culo Nunca verán sustraerse el verdadero espíritu de la aventura

Qué son los bellos textos de este mundo

Sino Ir

Ir sobre uno mismo

Y subírselo al lomo

Y subirse los latigazos

Seguir de a pie y a pelo muerto

Seguir

Con espada y a pulso

Tuerto

Viudo

Cojo

Seguir

Seguir

Si el hombre es polvo

Esos que andan por el llano son hombres

Firmes como el suelo que los parió

LAS FUERZAS MÁS SALVAJES ABREN CAMINO

Parece que mearan sentados todos estos cronistas

En el grupo de Hurtado venía un cabrón que se quejaba por todo, los mosquitos la comida la lluvia el calor

-Quiero volverme a españa al grupo literario mandril, decía-

Conchetumadre

Qué a punta de patada en el culo te enseñé a escribir

Aquí te enseñé a botar los dientes de leche

Y a caminar como un hombre

Erguido enfrentando

Las tormentas de Dios con la frente en alto



Nos comimos la montura

Y con los zunchos fermentados con saliva

Hicimos el mejor licor que he probado durante años

Siempre soñé con llegar a Chile  Ursúa

Siempre

Y mira qué extraños son los caminos







Lope de Aguirre. Príncipe de Chile de Morales Monterríos.

Lope de Aguirre, es un personaje histórico que ha sido recurrentemente retomado tanto por la literatura (Arturo Úslar Pietri o el argentino Abel Posse escribieron novelas sobre él) como por el cine (donde Aguirre, la cólera de Dios de Werner Herzog es la película que primero viene a nuestra memoria). La recuperación de un personaje perteneciente al discurso de la historia, por lo general, se actualiza en el arte a manera de reconsideración de la historia misma como verdad definitiva y sirve para dar luces sobre la situación contextual de producción. Simón Villalobos Parada en su reseña sobre el libro de poesía PRINCIPE DE CHILE (Ed. Cuarto Propio. 2007) del poeta Morales Monterríos, reconsidera tal perspectiva en relación a un personaje que deja de ser el Lope de Aguirre para transformarse mediante el juego del lenguaje en un chileno más, que no por eso deja de ser el príncipe que se autoproclamó. Continúa leyendo la reseña de Simón Villalobos.


LOPE DE AGUIRRE.

Príncipe de Chile.

El Dorado es el nudo mítico del espíritu aventurero del siglo XVI y posteriores, a partir de las ataduras de la conquista, descubrimientos y enfrentamientos varios disgregados por América, este templo o palacio simboliza o concentra la imaginación de la riqueza sin fin y la maravilla medieval proyectada en la vastedad americana. Sin embargo, el Dorado siempre está un paso más allá del alcance de quien lo desea, es un objetivo en constante desplazamiento, su principal característica es la de cegar con su ausencia al espíritu emprendedor que colapsa, conspira o medita temeroso en el senda hacia él, inventando los monstruos que lo cercan. La aventura americana, esto es, la aventura occidental en América, es el recorrido de o hacia este mito, desde el primer avistamiento de Colón, que inaugura el conocimiento de las indias occidentales, hasta la United Fruit Company, la explotación del caucho por la Firestone en Brasil y, por último, la individualización de ese tesoro, odisea y guerra en la acotada geografía personal de cada uno.



Lope de Aguirre fue uno de tantos soldados que viajó a América a principios del siglo XVI para luchar en favor de la corona española, propietaria del continente, buscando enriquecerse, como tantos otros, en esa lucha. Sin embargo, este personaje es un punto de inflexión en la historia de la conquista. Luego de sus primeros avatares, asesinatos, condenas y castigos; luego de las múltiples batallas entre españoles y contra los alzamientos indígenas, envejecido -cercano a los cincuenta años-, con sus miembros lesionados y aún pobre, decide enrolarse en la expedición que se interna en la selva hacia el Dorado. En medio de la previsible catástrofe de esta empresa, proporcional a su internación en la selva, Aguirre asume protagonismo en las conspiraciones que en cierto sentido fueron -o son- la salvación frente a la necedad de sus dirigentes. Aguirre asume el lugar del rebelde, pero también del loco y del asesino estratega y del asesino ensañado, en fin, del peregrino americano que antes de hundirse, hunde toda la estructura que lo hiere. Asesina a los líderes de la expedición, uno tras otro -aunque él mismo nombrara a los sucesores uno tras otro- y se alza lanzando un desaforado desafío al rey Felipe II mediante una carta en la cual lo desacredita diciendo: no puedes llevar con título de Rey justo, ningún interés destas partes donde no aventuraste nada, sin que primero los que en ello han trabajado sean gratificados. Firma esta carta el Príncipe de la Libertad de los Reinos de Tierra Firme y las Provincias de Chile. De esta manera, guía un ejercito de vencidos españoles, pobres cansados en los frutos y réditos desta tierra, exigiendo a su rey: igual justicia, premio, paraíso e infierno para cada hombre que se ha esforzado en la conquista española. Justamente cuando ni premio, ni paraíso había sido encontrado, Aguirre se adelantaba a recibir su cristiano infierno.

El otro polo del Dorado es justamente Chile, territorio en los márgenes del virreinato del Perú, notablemente menos rico, y al cual Aguirre nunca llegó, pero cuya imagen alejada, por azar del nombre y la historia, permite enlazar la identidad de quien habla en los poemas de Morales Monterríos, nada menos que un príncipe. El juego textual que soporta al Aguirre de estos poemas, surge con la historia de la búsqueda del maravilloso tesoro americano, sigue con la disgregación del cuerpo satanizado del traidor (Que nadie se acerque porque en esos huesos / Anduvo  Lucifer) bajo sus cuatro banderas, cada una con su estandarte de espadas y la leyenda del peregrino sumido en el descontrol de la aventura: SIGO. Su imagen sigue con su cabeza sacada en procesión cada aniversario de su muerte dentro de una jaula (Para que no los mordiera) desde la iglesia que la contiene. Y por azar de la escritura y de la historia y del nombre, termina con un chileno -pero nada menos que un príncipe- hablando en la jerga que ha adoptado en la aventura -la única completamente efectiva en su violencia- acerca de su reinado que se anega y su destino: JURO / NO DEXAR EN ESTA TIERRA COSA / QUE VIUA SEA.
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Simón Villalobos Parada: Santiago, 1980. Poeta y Director de Revista Contrafuerte. Ha participado en varios talleres de poesía. Fue director y editor de la revista Estrago durante los años 2003 y 2004. Ha publicado poemas en Desencanto Personal (Editorial Cuarto Propio, 2004). Obtuvo una Mención de Honor en el Concurso de Poesía Carlos Pezoa Véliz, razón por la cual fue incluido en la antología Selección de Poesía 2005 (Fundación Nueva Poesía, Santiago). Es Licenciado en Literatura y Magíster © en Literatura.








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