martes, 28 de julio de 2015

ANA MERCEDES VIVAS [16.647] Poeta de Colombia


Ana Mercedes Vivas

(Cali, Colombia 1960) Vive en Bogotá. Comunicadora social de la Universidad de la Sabana, con estudios de Alta Gerencia en la Universidad de los Andes y un Diplomado de Narrativa desde las Víctimas para Construcción de Memoria Histórica, de la Fundación Victimas Visibles. 

Inició su trayectoria literaria en 1986, con la publicación de Verso a Verso, editado por el Museo Rayo. Le siguieron: Las Trampas del Amor (1991), Cartas de la Nostalgia, poemario con el que obtuvo el primer premio en el Concurso Nacional Carlos Castro Saavedra (1992), La Noche del Girasol (1996), Material de Guerra y otros Materiales (2001) y Entre la Espada y la Pared (2010). En el 2007 fue merecedora de Mención de Honor en la categoría de poema breve, del Concurso Internacional de Microficción. 

Ha sido traducida al inglés, portugués, francés, alemán y gallego, en antologías diversas. Ha representado a su país en festivales nacionales e internacionales de poesía. 




Las voces del río

Las piedras del río
murmuran
los secretos a voces
de la guerra.
Me dicen
que allá arriba
donde todo es niebla,
bosque y montaña
hay hombres despiertos
día y noche
y que en las sombras
duerme únicamente
el miedo.
Un niño busca
entre las flores
un retazo de infancia,
lo enreda
en el palo del fusil
lo echa a volar
cuando dispara,
mariposa de fuego,
su única cometa.



El patio

Hay tantas ausencias repetidas
que ya no sé nombrarlas.

Llueve detrás de las lágrimas
y en el patio se esparce un aroma
a tierra humedecida y manzanas.

Sólo los fantasmas vinieron
a habitar esta casa,
-espectros hieráticos
despojados de su carne
y su silencio-.

Cruzo los puentes del tiempo,
mientras caen recuerdos,
convertidos en murmullos de piedra.



Días de guerra

(Bojayá)

Los espantapájaros del miedo
acechan las esquinas:
calle por vereda
trocha por frontera
hasta el mar...

Aquí yacen todos los dioses
Hasta Caronte vino
y atravesó
el río de este infierno,
pero también murió.

Desde la orilla
un niño
mira con asombro
esta vena rota
-el río-
por donde sangramos todos.



JARDÍN DE LUZ

 Miro a la joven
que se dobla sobre el banco
a la sombra del árbol,
mientras la temperatura del verano
derrite las horas
y las calles de Sao Paulo.
Observo su pelo recogido,
su cuello blanquísimo,
sus pies  sin zapatos.
Alguien me dice que la chica
es en realidad prostituta
y que el hombre, a pocos metros,
la está promocionando.
Yo prefiero pensar
que es una de las estatuas griegas
que vigilan, un poco más atrás,
el estanque del parque.
Quizás la propia Diana
escapada del mármol
para refugiarse del calor
bajo las frondas de los pau de ferro,
pau mulato  o pau jacaré.
Nombres dulces
como dulce su cobijo y frescura.
Mientras salimos a encontrarnos
con el río humano que baja
a la estación del metro,
ella permanece inmóvil en el banco.
Quizás de nuevo, convertida en piedra,
en silencio, en estatua….




LAS MUJERES DE LA ALHAMBRA

De pronto, entre un corredor y otro,
pude ver el borde de sus sandalias.
Rozaban leves 
el piso blanco del patio de los Leones.

Habrían querido no bajar 
del aposento que las esconde,
detrás de la cuarta celosía, 
que se observa desde el recinto
donde el sultán saluda a los nuevos dignatarios.

Ellas, a las que nadie debe referirse, 
saben callar, pero todo lo conocen.

El agua que corre por las acequias
es su única compañía segura. 
Han aprendido a descifrar sus acentos,
a interpretar su fuente de secretos.
Saben que llegará el día de la espada y el fuego.
Pero no lo dirán, nadie las escucharía.
Huyen entonces. 
Las pisadas se pierden, en la torre de babel
de turistas que es la Alhambra.
Quizás eran Zaida, Zoraida o Zorahaida
Buscando estas palabras que las nombren.




ISABEL

“Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”,
Divisa de los Reyes Católicos

Ella sabía que él, 
la traicionaba.
Apenas si podía esconder
debajo de los ropajes,
su corazón de paloma herida,
su mano de caricia,
convertida en puño. 
Y las palabras de amor
atascadas en la garganta.
El, no sería jamás
totalmente suyo.
Halcón, perro de caza,
jabalí, rey…
dominaba el arte del engaño,
conocía la certera cuchillada
de una noche de ausencia.
Para decir “ te quiero”, ella
descubrió nuevos mundos
y sitió Granada, 
para tenerlo cerca. 
Le tendió al cazador
las trampas del poder, 
las únicas que lograron
atraparlo,
Ella, que sólo quería
que la amaran.





El TAPIZ DE PENÉLOPE

Esta vez
no voy a esperarte
como entonces.
No voy a tejer
ni a destejer
el asombro posible
de encontrarte.

Mi vocación de Penélope
se agotó
en tus silencios.

Ni ovejas quedan
para cardar los hilos
que tejan
tu reiterado miedo
de volver a casa.

Nadie se ha preguntado
cuál era el dibujo
que trenzaba
Penélope
en su tela.

¿Tal vez el rostro
de otro hombre,
diferente de Ulises?




LA NIÑA

Fui la niña
a la que una tempestad
de arena y metralla
le dejó las manos
vacías
de las manos del padre.
Ví su sangre,
Y mi sangre
por las venas sin cauce
como ríos.
A los pájaros sin alas
que extendieron su vuelo
de humo y de ceniza.
Ni el sol estuvo allí
para alimentar
la aurora.





EL REGRESO

Habrá que levantar los muros
quemar la maleza de la huerta
y volver a trazar las huellas del camino.
Pasarán muchas lunas
antes de ver crecer los frutos.
¿Me estarás esperando
cada tarde
a la sombra del árbol,
como siempre?
Traeré flores
lo prometo.






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