domingo, 2 de octubre de 2016

JAY WRIGHT [19.191]


JAY WRIGHT

Jay Wright nació en 1935 en Nuevo México, y pasó su infancia en Albuquerque y San Pedro, California. Su primera exposición a las culturas mexicanas, españolas y Navajo ha tenido un efecto duradero en su poesía, y la geografía y la cultura son los temas principales en su obra. Wright estudió brevemente química en la Universidad de Nuevo México, antes de que el plazo había terminado, sin embargo, se unió al Ejército de los Estados Unidos, sirviendo durante tres años en el Cuerpo Médico. Después de su descarga, Wright obtuvo su licenciatura de la Universidad de California en 1961, ganó una beca teológica Rockefeller Brothers. Wright pasó a la Universidad de Rutgers para completar su maestría en literatura comparada en 1967 y ese mismo año publicó su primer librito de poemas, La muerte como Historia. También escribe teatro. Es una de las principales voces afroamericanas de Estados Unidos. Obras de Wright, ensayos y poesía se centran generalmente en un redescubrimiento de la herencia afroamericana a través de un estudio histórico y la experiencia personal. Un tema recurrente en la poesía de Wright es el intento de superar un sentimiento de exclusión, tanto de la sociedad o la propia identidad cultural de uno, y para encontrar el crecimiento y la unidad a través de una conexión entre la sociedad norteamericana (la experiencia del presente) y las tradiciones africanas (el patrimonio del pasado). Algunos de sus libros de poesía son: Dimensiones de la historia, 1976; Selected poems, 1987; Transformaciones, 2000 y Máscara de música y medida, 2007. 


noche

soledad clarividente en el filo obsidiana del día.
una luna bermellón enciende la cantera
en un pozo oculto.
es tiempo de reescribir la historia de la oscuridad
y el modo en que la mecánica estelar se fractura
apartando una estrella de la otra.
en este hemisferio
la vía láctea es un río celeste,
hermana de la húmeda estrella que resplandece
en el valle de cuzco.
en este lugar,
una llama, de pie bajo el calor de una estrella,
define la eternidad, y una cruz horadada
orienta el matrimonio del sol y de la luna
en la calle de los muertos.
aquí, no hay misterio en la ausencia de la luz;
solo una voz radiante, que se eleva
desde el tejido suntuoso de un aire liberador.



Saltos

¿Qué sé yo de matrimonios y profecías,
impulsado por un sol que nunca veré?
Despierto cada mañana y vengo
a sentarme en nuestro mundo, el corazón
del árbol más fuerte, saturado de sangre
y noches negras, encendidos los pies por el color del amor.
Y mientras descanso, mi corazón va
hacia la música serena del caparazón de una tortuga.
Fuera, en el río, al amanecer,
los hombres preparan sus redes y de nuevo
comienzan a buscarme.
Mi amor se agotó con el río,
alimentado por la exaltación y por la antigua piedra
                              que da vida a mi cabana. 
Sé que debo solo soñar con la flauta amarilla 
y el día que bañaré mis pies en el nuevo polvo 
de una cabana de amantes.
                        Sé que hay un poder
en esta agua, mayor que los manantiales de las primeras hijas. 
Hoy, desde mi silla,
miro el borde de la suave blanca espuma, como un cangrejo 
en la orilla,
su oscuridad sobrellevada por la plegaria 
que me he esforzado en pronunciar. 
He aprendido a saltar
entre cipreses caídos, nubes de arena espinosa 
y la paja húmeda de fuegos apagados, 
cuando el sol, una margarita deshecha, 
agitó al colibrí que llevo dentro. 
Hay una danza que aguarda
al pescador capaz de reconocerme, 
y un momento en que el fruto seco 
        hablará con la voz del sol. 
Hay un momento en que me reconoceré en armonía
             con el ocre rojizo de la tierra 
que aún lleva el velo azul de un antiguo deseo

(Traducción: Jeannette L. Clariond)



SALTOS

What do I know of marriages and prophecy,
awakened by a sun I will never see?
I awake every morning and come here
to sit on our world—the heart
of the strongest tree, seething with night
and blood designs, the feet lit by love's color.
And, as I rest, my heart moves
to the wise music in a turtle shell.
Out there, on the river, at dawn,
the men embrace their nets and begin
again to search for me.
My love is river-worn,
nourished by exaltation and the aged stone
           that perks my hut.
I know I must only dream of the yellow flute 
and the day I will bathe my feet in the new dust 
of a lover's hut.
              I know that there is power
in this water, greater than the springs of old daughters. 
From my seat now, 
I see soft white foam edge, crablike, 
over the shore,
its darkness overcome by the prayer 
I have struggled to say. 
I have learned to leap 
through dying cypress, clouds, spiny sand 
and the wet straw of dead fires, 
when the sun, a frayed daisy, 
stirred the hummingbird within me. 
There is a dance that waits
for the fisher who would know me, 
and a moment when dried fruit will speak 
            with the sun's voice. 
There is a moment when I will know myself
        balanced on brown-red earth 
that still wears the blue veil of an ancient desire.



Ojos

Antigua luz, en esta profundidad, conoce 
el velo de la decepción, el valle de agua 
entre saltos y divisiones.
Así que aquí, a medida que el viento del sur alerta al cuerpo 
un cambio de estación, la hoja 
del álamo escarlata va de un lugar a otro, 
cuerpo inestable que busca anclarse 
                 a un espejo diferente.
Un ojo como este puede estar ciego al mundo 
al filo de la muerte. Un ojo como este 
puede ser solo una pluma de pavo real, 
un botón en la poda o una tesitura 
distinta en la voz de la tierra. 
Hay un mercado en Suffolk 
donde los huesos y urnas y monedas romanas 
delimitan un suelo sagrado con el sonido de una visión. 
El tiempo nos dirá todo acerca de la sensación 
y el modo en que nos reconciliamos
                 con nuestro fracaso
para ver todo menos el punto azul del deseo 
                que nos conduce a casa.

(Traducción: Jeannette L. Clariond)



EYES

Old light, at this depth, knows
the veil of deception, the water valley
through which it leaps and divides.
So here, as the south wind alerts the body
to the season's change, the scarlet poplar
leaf runs, from point through point,
a topsy-turvy body to be fixed
          in a different mirror. 
An eye, such as this, may be worldblind 
in the lode-break of dying. An eye, such as this, 
may be no more than a peacock's tail, 
the infant bud in a cutting, or the different 
curve of a voice in the earth. 
There is a market town in Suffolk, 
where the bones and Roman urns and coins 
mark a sacred ground with the sound of vision. 
Time must tell us everything about sensation 
and the way we have come to terms
              with our failure
to see anything but the blue point of desire 
             that leads us home.




Jay Wright, el “Charlie Parker” de la poesía afroamericana

Por Juan Carlos Plata

El espíritu sensible e inteligente y el carácter intercultural de la obra de Jay Wright hace que su poesía sea para las letras afroamericanas modernas el equivalente de lo que la música de Charlie Parker y John Coltrane fueron para el be bop y el blues, aseguró Jorge Brash durante la presentación de la edición que la UV hizo del libro Boleros.

Publicado en inglés en 1991, Boleros refleja la gran influencia que han tenido México y Escocia, países en los que Wright ha residido de manera constante desde 1964, como escenarios y como motivos de varios poemas.

Miembro de la Academia de Poetas Americanos desde 1995, Wright ha obtenido diversos premios entre los que destacan el de la American Academy and Institute of Arts and Letters Literary, el de la Ingram Cerril Foundation, el Oscar Williams y el Gene Derwood y este año recibió el Yale University’s Bollingen Prize for American Poetry y fue uno de los más importantes representantes de la poesía afroamericana del siglo XX.

Gran parte de la obra publicada de este poeta fue escrita durante 1960 y 1970, periodo en el que fue muy notorio el interés por las raíces africanas en la experiencia literaria afroamericana.

Dueño de una prosa rítmica y fluida, que le ha valido ser comparado con poetas de la talla de T. S. Elliot y Walt Whitman, Jay Wright en Boleros describe con lucidez y detalle escenas costumbristas y deja en clara evidencia las raíces negras de su obra.

Jay Wright nació en Albuquerque, Nuevo México, en 1935, fue beisbolista profesional, jugó en ligas menores para los Padres de San Diego y en la liga Mexicana del Pacífico, para las Águilas de Mexicali.

En 1954 se alistó en el ejército y sirvió en Europa durante la posguerra, en 1964 viaja a México y años después visitaría Escocia, lugares que han influido en buena parte de su obra.

Durante la presentación de la edición de Boleros hecha por la uv, llevada a cabo en el Aula Clavijero de la Unidad de Posgrado, el propio Wright, antes de iniciar la lectura de algunos poemas aseguró que en Xalapa, en México “estoy en casa”.

Jorge Brash, director de La palabra y el hombre, dijo que del espíritu sensible y del carácter intercultural de la poesía de Jay Wright, surgen posibilidades espirituales infinitas que hacen a su obra verdaderamente trascendente.

Es de destacar la búsqueda de Wright por establecerse como un artista-portavoz de las culturas con las que se siente identificado (afroamericana, africana e hispana). La obra de Wright es una búsqueda de identidad para encontrar entendimiento histórico.

Y dentro de todo esto, las figuras de jardines jarochos con olor a café y a mar, borregos con cara de estofado de las verdísimas campiñas escocesas, las disyuntivas entre casarse o abrazarse son protagonistas.

Según Jay Wright, los corazones trashumantes saben que en cada puerta no está una rosa a la espera, la obra de este gran poeta, afortunadamente, tiene mejor suerte.
 




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