domingo, 8 de febrero de 2015

MANUEL GONZÁLEZ [14.752] Poeta de El Salvador


Manuel González

Cojutepeque, 14 de diciembre de 1978. Poeta, dibujante y pintor, periodista egresado de la Universidad Tecnológica de El Salvador. En 2003 se incorpora al Taller Literario de  la Unidad de Cultura “Roberto Armijo” dirigido por la poeta Silvia Elena Regalado.

En  2004 obtiene el segundo lugar en poesía en el “Festival Verdad” de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Colaborador del grupo de teatro Caligary.

Entre su trabajo poético se encuentra: “Semáforos”, “Ciudad” y “Tránsito y objetos”. La mayoría inéditos.






Retazos de asfalto en penumbras, Manuel González, Editorial EquiZZero, 2014.

Manuel González pertenece a esa nueva generación de escritores que, a principios de siglo XXI, van ir adquiriendo renombre entre sus contemporáneos, y cuyo trabajo plástico va  acorde con su vocación literaria: Efraín Caravantes, Jesús Gabriel Alvarado y Nestor Torres también forman parte de ese grupo, y son ellos quienes confluirán, en su momento, en los talleres literarios de la poeta Silvia Elena Regalado y Roberto Laínez, ahí se gestará la primera semilla.

Podría decirse entonces que Manuel González llegó a la pintura a través de la poesía, porque antes de convertirse en artista plástico Manuel tenía como canvas al papel,  fue a través de la palabra escrita donde su ideal gráfico toma forma y consistencia, de manera que sus primeras pinturas llegaron a nuestros oídos en forma de poemas.  Son estas dos facetas las que el autor ha sabido fusionar para crear Retazos de asfalto en penumbras, libro finalista del Segundo Certamen de Poesía Ipso Facto 2012, y a nuestro parecer uno de los mejores.

Omar A. Chávez
Editorial EquiZZero



Blanco sobre blanco pizca negro

Busco tus calles de sangre a través de mi memoria
no encuentro tus rostros
me salpican tus gritos
Hoy no quiero verte
que me beban las gotas de lluvia
quiero permanecer desnudo en mis telarañas
que se vayan tus miserias a los centros comerciales
Hoy mi sitio es una silla
y una caminata entre los botones del control remoto
al otro lado de la ventana también es de día
sin embargo
la noche
en la palabra
en los pasos
y las siluetas amargas que atraviesan el ruido
y ese rumor de espina inconfundible
Hoy mi sitio
es una botella
transparente
absorta
vacía
donde cabe con todas sus sombras la ciudad




Azul sobre verde

Soy rito que crece en la noche
verbo tejedor de alas
multiplicador de labios en la tierra
Hablo desde lo verde del maizal
atravieso el polen de las calles
derramo estrellas
en el breve sembradío de voces
que duramente sobrevive entre las grietas del asfalto
Soy el danzante jaguar en el último piso del huracán
los restos blancos que se desgajaron del tiempo
para venir
con este murmullo
a enterrar la tormenta
en este rito de sueños azules




Azul sobre amarillo Vi

Viajo a través del cabello húmedo de las pasajeras
me detengo en lo más dulce de un almendro
reanudo el viaje en mi partícula de polvo
cuestiono el amarillo de un grafiti
que me lanza un adiós con su carcajada negra
con tan certera puntería
que derriba mis harapos que van cantando por las calles




Azul sobre negro  X

Y fue la llovizna
y vinieron los locos
y bailaron con el cielo en el centro de la ciudad
y vinieron los pájaros
y tejieron sortilegios de luz en la boca
y vinieron las melodías cabalgando sus colores
Era de noche
las estrellas anduvieron desnudas derramando sus dones
y fue la hora de desatar todos los sueños
y fue
que muchos no pudieron desatarse de las tumbas




 Verde sobre pizca gris

Hoy
lo único que necesito
es estar a solas con mis pantalones rotos
con mis camisas que huelen a ciudad
quedarme aquí
a disfrutar mis telarañas
revolcarme con dos o tres canciones
sacudir un poco mis sueños
buscarme piojos en el alma
Mi ventana
está huérfana de pájaros
de flores
sin embargo
la brisa revolotea
me deja una caricia de fragancias en el pecho
abro mis sabanas
hoy mi sed sabe a hojas  brotadas del rocío




Verde sobre amarillo marrón N

En algún rincón de la tinta
he guardado el carbón de mi palabra
con su llamita que será incendio
cuando brote su grito en la boca de las piedras
desde la cumbre del silencio
porque es necesario socavar la sombra que nos persigue
Desde las axilas de los funcionarios
he recostado la mirada
en las manos abiertas de la luz
para amanecer mañana
en la desnudes más blanca de las multitudes




 Rojo sobre rojo marrón

Cuando tus piernas besan el cielo
se me antoja deslizarme hasta el centro de tu sonrisa
toda esa tela que te persigue
que no te deja
piedra inmensa sobre la carcajada de tu piel
ahí deben cantar los frutos
ahí los colores brotan entre las alas que se abren al vuelo
quiero incendiar la raíz de mi sangre
allí donde te recorren desnudos los sueños




Amarillo sobre pizca rojo verde

Cuál es la primera letra
la primera palabra
para incendiar la memoria
para acudir al llamado de sus llamas
donde arden todavía
los brazos
las miradas
el agua
que alguna vez nos arrancaron de la muerte.





Marrón sobre marrón gris

Dame motivos
para escucharte en las mañanas
para visitarte entre los días
sólo el agua que me recorre el cuerpo
me redime de esperarte en las esquinas
y espero la lluvia
espero que venga cargada de historias miserables
para tomar nota en la hoja gris de mis huesos
para guardar datos
para coleccionar recuerdos que no me digan nada
De tanto esperar
se me olvida qué espero
¿A quién?
¿una raíz amarga que me atraviese las venas?
¿la pupila hambrienta de la noche?
Permanezco allí
adherido a las ásperas calles
como musgo que le crece a la tristeza
y las cosas van y vienen
y la gente se queda estancada en la piedra
me pierdo en mis fracturas
mi piel es de asfalto
mis recuerdos
multitud de voces
que vende cosas como vender sueños
Espero
y en días calcinantes como hoy
espero sin saber qué es lo que espero







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