jueves, 17 de julio de 2014

PATROCINIO DE BIEDMA Y LA MONEDA [12.362]



Patrocinio de Biedma y la Moneda 

(Begíjar, Jaén, 13 de marzo de 1848- Cádiz, 14 de septiembre de 1927) fue una escritora y articulista española.


Nació en el seno de una familia de la aristocracia andaluza en Begijar(Jaén), el día 13 de marzo de 1845. Era hija de Diego José de Biedma y Marín e Isabel María de la Moneda y Riofrío.

Se casó muy joven, en 1863, con José María de Quadros y Arellano, natural de Baeza e hijo del marqués de San Miguel de la Vega, Quedó viuda el 9 de febrero de 1873, y vio también morir a los tres hijos de su matrimonio. La muerte de su primer hijo lo que la impulsó a escribir Elegías a la memoria del niño Don José María del Olvido Quadros de Biedma, muerto a los seis años de edad (1874); La oración a mi hijo José del Olvido; y Ecos de amor. A mi hijo José del Olvido, publicadas en La Margarita (1874, diciembre).

En 1877, acompañada de su amiga, la princesa Ratazzi, se instaló en Cádiz. En esta ciudad fundó y dirigió la revista Cádiz. Colaboradores del diario fueron entre otros José Jurado de la Parra dramaturgo y poeta baezano, y Enrique de Sierra Valenzuela, escritor romántico, periodista y abogado de Adra (Almería).

En 1878 fundó y presidió una Federación Literaria de Andalucía que animaba el desolador panorama cultural andaluz de la época de la que fueron miembros varios de los colaboradores del diario Cádiz.

El 11 de septiembre de 1881 falleció su madre en Begijar.

Se casó de nuevo con José Rodríguez y Rodríguez, director de la Crónica Gaditana y archivero jefe de la Diputación. Fueron apadrinados por Alfonso XII.

En 1888 tomó parte en el Congreso de Protección de la Infancia celebrado en su ciudad. En honor de sus trabajos en pro de la infancia fue distinguida con la Cruz de Beneficencia de Primera Clase.

En 1897 organizó en el Ateneo de Cádiz una velada en honor de la memoria de Concepción Arenal, escritora, jurista, socióloga y pedagoga. En esta velada solicitó del Ayuntamiento se le pusiera el nombre de Concepción Arenal, a la “calle de la cárcel”, lo que se llevó a cabo por el Ayuntamiento, a propuesta del Ateneo.

Muy concienciada con el pacifismo militó, y en 1898 fue nombrada vicepresidenta en España de la «Ligue des femmes pour le desarmement international» (Liga de las Mujeres para el desarme internacional).

Conoció e informo sobre la obra que desarrollaban las primeras mujeres en actividades poco usuales en aquella época, por ejemplo en el mundo de las artes o de las ciencias, en dos artículos suyos publicados en El Correo de la Moda: «Las mujeres artistas» (1882-febrero) y «Las mujeres doctoras» (1882-octubre), dedicado a la primera doctora española, Marina Castells. Fue la primera mujer "Socio de Merito" de "La Real Sociedad Económica de Amigos de País de la Ciudad y Reino de Jaen".

No defendió el sufragio pues en su opinión el voto femenino se decidiría «por el capricho del padre, el amigo o el marido», y no por el propio criterio de la mujer.

El día 10 de junio de 1914 moría su segundo esposo. Patrocinio falleció en Cádiz el día 14 de septiembre de 1927. En Begijar una calle lleva su nombre que es en la calle en la que ella nació y donde todavía se conserva su casa natal.

Colaboró en numerosas publicaciones firmando como «Ticiano Imab», entre otras en El Ángel del Hogar, La Discusión, La Margarita, El Amigo de las Damas, Los Niños, La Mesa Revuelta, El Bazar, La Crítica, El Correo de la Moda, La Iberia, El Eco de Europa, Revista de Andalucía, Flores y Perlas, La Época, La Ilustración Católica, El Museo Popular, La Correspondencia de España, El Imperial, El Resumen, Blanco y Negro, El Álbum Ibero-Americano, Revista Católica de Cuestiones Sociales, Galería de desgraciados, de Madrid; El Mundo Ilustrado, La Ilustración de la Mujer, La Ilustración Ibérica de Barcelona; El Fígaro. Almanaque... para 1880 de Málaga; El Español, El Renacimiento de Sevilla.

Su colaboración con las publicaciones de su ciudad es muy numerosa: El Álbum del Industrial de Jaén con 28 poemas, Obsequios poéticos a la Virgen de la Capilla (1866-72),, El cero de Jaén (1867-68), La Fe Católica de Jaén (1869-70). Tuvo que tener cierta implicación en la vida ciudadana, pues publicó también en el Boletín del Instituto de Segunda Enseñanza de Baeza.

A destacar sus colaboraciones en la prensa de Cádiz, La Moda Elegante, El Cocinero 1897, Revista Teatral,1898. Colombia, 1917, y, muy particularmente, en Cádiz, en la que se cuentan más de cien artículos (1877-80).

Tradujo del catalán la tragedia La sombra de César de Víctor Balaguer, en versos castellanos. Esta traducción se pueden leer en Víctor Balaguer, Tragedias, Barcelona, 1891.

Recientemente, ha sido adquirida su casa natal en Begijar (Jaén), que pronto será rehabilitada para albergar el museo monográfico con su mismo nombre, algo muy deseado y demandado por los vecinos de la localidad. El día 23 de abril de 2008, se organizó una jornada literaria en memoria de la escritora, con motivo del día del libro, la cual tuvo como clausura la inauguración de una bella placa en la fachada de la vivienda. El acto fue promovido y desarrollado por la Asociación Cultural Proyecto Cultura Joven ,que tras realizar un profundo estudio bio-bibliográfico sobre la autora Begijense, será la encargada también de llevar a buen fin y tener a buen recaudo el Centro Cultural.

Actualmente el edificio se encuentra en vias de ser catalogado como bien de interés Histórico y Cultural por la Junta de Andalucía.

Obra

Costumbrismo
Cadenas del corazón. (Madrid, A. Pérez Dubrull, 1872)
El odio de una mujer. (Madrid, Libr. de Antonio Castilla, 1876)

Novela

El secreto de un crimen (Valencia: Católica, 1877)

El testamento de un filósofo ( Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1879)
Las almas gemelas ( Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1881)
La botella azul (Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1881)
Blanca (Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1882)
El capricho de un lord (Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1882)
La muerta y la viva (Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1883)
Dos hermanas. (Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1884)
Las apariencias. (Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1884)
La boda de la niña. (Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1885)
La Marquesita. (Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1892)

Poesía

Guirnalda de pensamientos (Barcelona: Luis Tasso y Serra, 1872)

Recuerdos de un ángel. Madrid: Memorial de Ingenieros, 1874
El héroe de Santa Engracia. Poema histórico (Madrid: Memorial de Ingenieros, 1874)
Romances y Poesías (Biblioteca Escogida, Vol. IV, Cádiz, Tipografía La Mercantil, 1881, pp. 190-192)21.
El mejor castigo. Leyenda dramática en tres actos y en verso (Cádiz: La Mercantil de J. Rodríguez, 1884).

Artículos

Entre sus numerosos artículos publicados hay muchos dedicados a la mujer: «La política de las mujeres» (nº 21) y «La mujer católica» (nº 29) en La margarita; «Poesías dedicadas a las hijas de Teodoro Guerrero: María, Emma y Lidia Guerrero», en El Correo de la Moda (1875, mayo); «A Isabelita Ratazzi», en Flores y Perlas (1883-junio) en La Época: «Doña Paz de Borbón» (1883-marzo), «Biografía de la princesa doña Eulalia de Borbón» (1886-enero), «Las mujeres en la exposición de París» (1888-julio); «La mujer en la sociedad moderna», en El Resumen (1890-junio); «Liga de señoras católicas», en Revista Católica de Cuestiones Sociales (nº 151). Entre las obras colectivas en las que colaboró cabe citar los artículos publicados en Las mujeres españolas, americanas, lusitanas, dirigida por Concepción Jimeno de Flaquer: «La dama del gran mundo», «La madrileña», «La mujer de Jaén» y «La dama diplomática».

Obras de la autora no localizadas

Tiempo perdido (1881) y las novelas Desde Cádiz a La Habana y Fragmentos de un álbum



DESEOS

A María


Quisiera ser el rayo de la aurora
que ilumina tu frente en la mañana;
ser flor que tú admirases por galana
y brindarte una esencia embriagadora.
Quisiera ser el eco que a deshora
llega hasta ti de música lejana:
la dulce sombra fugitiva y vana
que acaricias en tu alma soñadora.
Mas ¡ay! que el sol la aurora desvanece,
muere la flor y piérdese en el viento
el eco blando que vibraba en calma:
ser no quiero ilusión que desaparece…
Es mejor ocupar tu pensamiento
y ser, cual hoy, el alma de tu alma.

(Guirnalda de pensamientos. Poesías, Madrid,
Carlos Bailly-Bailliere, 1872)

http://hispanismo.org/resto-del-mundo/11575-de-sudafrica-y-etcetera.html

Pasa por ser una de las tempranas feministas andaluzas, y en 1898 fue nombrada vicepresidenta en España de la “Ligue de femmes pour le desarmement international”.

En 1877 fundó la revista “Cádiz” que dirigiría hasta 1880. En dicha revista colaboraron firmas prestigiosas del mundo político y literario del momento: D. Emilio Castelar, Echegaray, García Gutiérrez, Hartzenbusch o Salvador Rueda. Con motivo de la guerra anglo-boer, doña Patrocinio publicó un poema que se editaría en Holanda: “Los Boers”.


Este es el canto que dedicó 
a los combatientes böers:

¡Salud, Pueblo inmortal!, la heroica lucha
Con que defiendes en tu noble tierra
Tu hogar, tu libertad, tu fe, tus leyes,
El grandioso ideal de tu conciencia…

Esa explosión viril de tu entusiasmo
Que hace de cada hazaña la epopeya
De un pueblo libre, que al trabajo debe
Prosperidad y honor, gloria y riqueza.

Esa constancia en el deber cumplido,
Esa fraternidad en la entereza
Con que, al salvar los fueros del derecho,
Afirmáis la santa independencia…

Esa lealtad del hombre convencido
De su augusta misión sobre la tierra
Que, al inspirar respeto y confianza,
Ofrece ejemplos a la edad moderna.

Quedará en los anales de la historia
Formando la magnífica leyenda
Del valor y el deber que sobrevive
A los brutales golpes de la fuerza.

Quedará cual corona de este siglo,
Que pudo ser de redención emblema
Dando al hombre la paz en el derecho,
Ahogando la ambición que lo vulnera.

Que pudo hacer sagrada e inviolable
La propiedad del débil, la existencia
Del pueblo honrado, que al trabajo uncido
Nuevas corrientes a la vida lleva.

Y prefirió manchar el aureo manto
Con que el progreso proclamó su alteza,
Con señales de lágrimas y sangre,
Con injusticias de nefandas huellas.

¡Salud, Pueblo inmortal! ¡Tú reverdeces
Laureles de otras razas, de otras épocas!
Mereces libre ser, y habrás de serlo
Pésele a los tiranos de la tierra.

Que el pueblo que defiende sus hogares
Y lucha por su santa independencia,
El pueblo que sostiene sus derechos
Frente a las injusticias de la fuerza,

No puede esclavo ser, ni ser vencido,
Que de Dios el espíritu lo alienta,
Y si los poderosos lo abandonan
De su poder mostrando la flaqueza,

Los buenos, los sencillos, los humildes,
Como a hermanos los aman y respetan.
Defender a este pueblo en sus derechos
Es defender la humanidad entera.

Es romper esos moldes que forjaron
El egoísmo y la ambición, en guerra
Con el sublime espíritu divino
Que sólo a la justicia se doblega.

Es borrar para siempre de la historia
La infamante señal de las miserias
Que manchan los Estados y los Tronos
Ocultas en brillantes apariencias.

Defender el Transvaal es redimirse
De errores que el pasado nos revela…
¡Ayudemos al pueblo que defiende
Patria y honor, virtud e independencia!


LAS RUINAS

Veo ala tiempo veloz que se adelanta
y derriba con vuelo presuroso
cuanto el hombre fabrica y cuanto planta.

HERRERA

Qué grata y celestial melancolía
nos envuelve al mirar entre la sombra
que densa avanza al expirar el día,
del freco valle en la florida alfombra
la mole colosal de unas ruinas
cuyo aspecto gigante nos asombra.
Se agrupan misteriosas y divinas
cual fantasma que se alza pavoroso
entre las vagas nubes purpurinas
que recogen el rayo tembloroso
de pálido color, con que se apagan
los reflejos del sol esplendoroso.
En esas horas que la mente halagan
la soledad a meditar convida
dulces recuerdos en la mente vagan:
¡Los recuerdos, que son del alma herida
ruinas también, de una creación de gloria
que al peso del dolor se hundió en la vida!
¡Ay! ¡Cuán triste acaricia la memoria
la idea del no ser, al ver cual quedan
las ruinas como sombra transitoria
de un poder que pasó; los siglos ruedan,
siguen de destrucción su obra gigante 
sin que parar su movimiento puedan,
pues el tiempo agitándose incesante
convierte en polvo cuanto el hombre crea,
su vida va apagando cada instante,
y antes que su obra destrozada vea
la muerte envuelve con su opaco velo
la frente altiva en que brotó su idea!...
¡Qué bello cubre el pabellón del cielo
ese cuadro que imagen de la nada
la mano del Creador trazó en el suelo!
A su severa frente abandonada
se ciñen en guirnaldas los vapores
que vagan en la atmósfera azulada;
su manto bordan las silvestres flores
matizando las orlas de la yedra
que ondulan con los vientos gemidores;
y entre los huecos de la escueta piedra
se escuchan melancólicos sonidos
cuyo eco triste al corazón arredra.
Quizás son los tristísimos gemidos
del genio del dolor, que se lamenta
entre los muros por el tiempo hundidos,
o acaso es ilusión que se presenta
para probar de Dios el poderío
que entre la destrucción la vista ostenta!
Con cuánta majestad en el vacío
se elevan esas masas, que agrupadas
en medio la extensión del bosque umbrío,
como reinas vencidas o cansadas
se hunden para ocultar entre la arena
la historia de sus vidas olvidadas.
¡Qué triste sentimiento el alma llena
al recordar en medio de su encanto
envuelta en triste misteriosa pena,
que esos escombros que le arrancan llanto
fueron un momento de grandeza
y hoy les cubre el olvido cons su manto!

¡Ay! ¡con qué melancólica tristeza
se ven estos fragmentos desprendidos
que aún conservan vestigios de belleza!...
También del corazón los bendecidos
sueños de gloria que la vida encantan
van descendiendo del dolor heridos,
y en escombros de dicha se levantan
de otra esperanza las divinas flores
que entre polvo de olvido se agigantan;
porque, cual los jazmines trepadores
tapizan esa inmensa sepultura,
en el alma que agobian los dolores
nacen también ensueños de ventura
como para ocultar bajo su manto
la fatal destrucción de su locura.
Por eso al corazón arrancan llanto
esos cuadros que imagen de la nada
tienen en sí tan misterioso encanto;
porque cual ellos sola y olvidada
el alma por pesares combatida,
ve más breve pasar su triste vida
que una obra sobre polvo levantada.

(Guirnalda de pensamientos. Poesías, Madrid, 
Carlos Bailly-Bailliere, 1872)


































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