jueves, 25 de diciembre de 2014

EFRAÍN CARAVANTES [14.316] Poeta de El Salvador


Efraín Caravantes

Efraín Antonio Rivera Caravantes (San Salvador, 1983). Formó parte del Taller de Poesía de la Universidad Tecnológica entre los años 2003 y 2004. En el año 2004 fue el ganador del Certamen Letras Nuevas, en la rama de poesía, con “Memoria de Poemas”. Actualmente estudia Relaciones Públicas y Comunicaciones en la Universidad Tecnológica (UTEC) y Artes Visuales en el Centro Nacional de Artes (CENAR).




En el profundo mar de la noche

“How can I feel
 abandoned even when the world surrounds me?”
Dream Theater

Una ola de tierra me transporta
casi sin moverse
hacia otros lugares.
Desde aquí
muchas son las luces que flotan
en el profundo mar de la noche.

Allá abajo brillan los conciertos,
los dientes blancos de las sonrisas,
los asaltos en las calles y en las camas,
las casas vacías y las llenas,
la saliva de los besos,
las despedidas, las lágrimas
que se quedan en los ojos
y las que comulgan con el mar
de una almohada o de un hombro.

Allá arriba se juntan las otras luces
para orientar a los viajeros ciegos
con sus signos Braille.
Ellos las leen, deslizan sus manos
por el la página perforada del cielo
en busca de su destino.

Muchas son las luces que flotan
en el profundo mar de la noche
y a pesar de todo, aquí y ahora,
me siento como un viejo Adán
con sus costillas completas.




Nube

Acabas de pasar por aquí
como acaba de pasar la lluvia
por esta nostalgia llena de tarde.

Acabas de pasar por aquí
y talvez sigo amarrándote a mi cielo,
tan sólo para sentir de nuevo
tu rocío, el recuerdo
de lo que un día fue nube,
y que hoy sigue siendo nube
lejos de aquí.

Acabas de pasar por aquí
y quiero creer
que detrás de ti viene la luz.




A navegar

Construir un caballete
es construir un barco.
Echarlo al agua,
izar las velas,
es lo que queda.

El aire hace hermosas pinturas.




Árbol arriba

Bajo la lluvia
sólo alcanzo a ver
raíces de luz.




Pequeño ensayo sobre el arte

El arte es una de las voces del tiempo
que agita banderas y piedras,
tintas y papeles, fotografías
de sus propias manos,
de su propio cuerpo
moviéndose
sobre las tablas,
al ritmo de la historia.

Es una voz muy peculiar
y no es sólo una voz,
son muchas.

Más de alguna encuentra en nosotros las rocas,
las paredes que forman la cueva propicia
en donde dicha voz se convierte
en eco de carne y hueso.



Isla

Ando como isla,
tierra pequeña, aislada,
alejada de la tierra grande
donde los ciegos
construyen su oscuridad.

(Ando como Cuba o Japón.)

Eso sí, me hace bien
respirar otro aire, otra gente,
necesitar otro sol. Saberme lejos,
con otros caminos y otros árboles,
pensarme con otros horizontes.

Ando como isla y me siento bien
con tanto mar alrededor.

(En el fondo, sin embargo,
es una la tierra.)




“Y empezó a descifrar el instante que estaba viviendo”
Cien años de soledad
Gabriel García Márquez

Son largos y numerosos
los pergaminos del destino
y son inútiles.
Las palabras son siempre absurdas;
nos hablan insospechados signos
de remotos tiempos.
La soledad nos advierte,
nos abre los ojos.
Lo único que nos queda
es el instante,
la vida que se nos filtra
cuando parpadeamos
y el deseo inerme
de no querer conocer los vientos
del huracán que viene hacia nosotros.




Ojalá

Ojalá no fuera tan grande esta casa.

Ojalá tuviera sólo árboles y flores en el patio,
ojalá olvidara la soledad y las grietas del piso,
ojalá no fueran tan blancas las paredes,
ojalá recordara las sonrisas olvidadas
en los rincones más remotos del jardín,
ojalá tuviera techo sobre mis sueños,
ojalá en mis venas cargara sólo mi dolor.

Ojalá no fuera tan grande esta casa
y no estuviera en la ventana
viendo a la tristeza caer del cielo.




¿Ser o no ser?

“Yo no sé lo que quiero,
porque aún no estoy muerto.”
Luis Cardoza y Aragón

Uno es algo
hasta que se muere,
hasta que es un muerto definitivo
de pies a cabeza.

Mientras tanto me gusta ser
el peatón de la vida,
el pasajero del tiempo,
el actor del teatro del mundo
que va escribiendo su papel,
el jugador de fútbol que piensa
que la vida es algo tan hermoso
como patear un penalti
y fallar.

Y es que aún quedan cosas por hacer,
y son tan inútiles y tan necesarias
como las que ya se han hecho.
A veces tengo ganas de desescribir la historia,
de ir caminando y no encontrar las calles
donde están,
y otras veces me amanecen
las ganas de escribir algunos sueños
para el después que comienza ahora:

quiero tragarme el movimiento,
quiero que el destino sea lo que quiera ser,
quiero que me recuerden sin recordarme,
como un recuerdo sin nombre,
un recuerdo blanco que sin querer
les guiña un ojo desde no sé dónde
y les pinta una sonrisa
sin más.

Lo único que quiero, con frecuencia,
es que me confundan
con el silencio.



Poema de variétés

Se abre el telón,
la música comienza
a escribir el poema en el escenario.
Aparece el artista, el actor, el poeta,
el que es como todos: distinto,
el que con sus manos
comienza a barajar las palabras,
las corta,
las reparte entre los asistentes,
las desaparece
en labor encomiable de prestidigitador.
Y luego se vuelven duras las palabras
como esos bolos
que sirven para hacer malabares,
y dan vueltas en el aire:
roma se vuelve amor,
asir se vuelve risa
y ríen los presentes
porque el payaso hace malabares con bolsas
vacías
donde caben cada una de sus cabezas.
Otros lloran, otros no están ahí
y si están
frente al gimnasta que seduce a su pareja.
Sus cuerpos se mueven,
se unen, se mezclan como el agua
-¡agua frotándose con agua!-
en el escenario contenida
como en una vitrina.
La música sigue.
La pareja es ahora un violín y un piano,
y se hablan con música.
Él dice con notas:
“te necesito para esta canción”,
y ella responde con la mirada
de un si sostenido
mientras el telón va cerrándose,
mientras el poema sigue bailando,
cambiando de escenarios y actores
constantemente.




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