miércoles, 31 de julio de 2013

PITSA GALASI [10.302]


PITSA GALASI 

Pitsa Galazi nació en Lemesós (Chipre) en 1940 y estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Pandion de Atenas. Ha trabajado como periodista de temas políticos en revistas y periódicos, como escritora y productora de la Institución Radiofónica de Chipre (RIK) y, más tarde, como colaboradora en la emisora radiotelevisiva La Palabra. Ha sido galardonada por el Ministerio de Educación de Chipre con el Primer Premio Nacional de Poesía en 1969 y en 1983 y, en 1987, se le concedió el Premio Magna Grecia del Sur de Italia.

Entre sus libros de poemas, excelentemente acogidos por la crítica, figuran: Instantes de juventud (1963), En los márgenes de los tiempos (1968), Ciudad blanca (1969), Árboles y mar (1969), Mosaico (1973), La hermana de Alejandro (1973), Hipnopedia (1979), Los señaleros (1983), El bello Arturo o Arthur Rimbaud en la isla de Chipre (1992) y Las aves de Evstolios y El Encerrado (1997) y, finalmente, Las épsilon de Helena (1998).



Las ésilon de Atenas

Nuestra alma es hiedra en busca de su árbol.
¿Quién su árbol, quién su hiedra?
Elena entera verde florecía
Raíz antigua y fruto de una tierra.

¿Quién nos lastra con galopes ancestrales
De carenas y espumas de olas?
¿Quién mueve los remos en la sangre
Y quién erige la muerte en las horcas?
¿Quién nuestro retorno vierte en los cuerpos
Para que se nos revuelva la hidra en los huesos?
¿Quién ha ungido pequeñas Ifigenias 
Para que propicien nuestros cantos de guerra?
¿Quién entrena dedos invisibles
Para que hagan resonar en los cuencos de metal
Las tribus de los sueños y todo lo fratricida,
Desgarros, separaciones en Carpasi?
¿Quién nos lastra, hiedra mía, árbol mío?
¿Quién decide quién es hiedra y quién es árbol?
¿Quién nos ha lastrado con desvelos
Con juramentos en los párpados
Aun teniendo por cielo la tierra que cruje?
¿Quién la vida y quién la muerte
Y quién concede alas a las palabras?

Nuestra alma es hiedra en busca de su árbol,
Eso dijiste, Elena, tú, mi árbol,
Cansado el oído como hiedra se apoya
En tu tronco verde y escucho dolor
Su savia mece lo libre en las hojas
Y sólo en los poemas responde Dios.

Traducción del griego:
Eva Latorre Broto 



El dolor de Chipre

No sé por qué extraña razón, cuando leo a un poeta de Chipre – Jrysanthis, Mon­dis, Mijanikós, Mijailidis–  me viene a la memoria, inevitablemente, un verso repetitivo y casi visual de Seferis (“Los ruiseñores no te dejan dormir en Platres”) de aquel magnífico poema titulado “He­lena”. Tal vez, porque he hecho coincidir en mí, involuntariamente, el dolor de Chipre y el dolor de Seferis. Así, no pude evitar que me ocurriese lo mismo ante la lectura de los libros de Pitsa Galazi.

Y, en esa lectura, tuve la impresión de enfrentarme a una mujer, entonces desconocida para mí, que combatía con su corazón y con su pluma en dos frentes distintos: en la desolación por su patria, dividida y sin libertad,  y en el amor más tierno e inflamado por su propia lengua. Y mis impresiones se confirmaron cuando leí un texto que sobre ella escribiera Orestis Alexakis: “Que continúe la poetisa su doble combate, duro y difícil. De su conclusión final depende un resultado verdaderamente importante”.

Tras la catástrofe de 1974, los poetas han seguido manteniendo vivos tanto el espíritu eterno de la libertad como la pura actividad creadora, en una tierra de viejas resonancias clásicas, Chipre – donde naciera Afrodita, Cipris –, cuya poesía llegó a alcanzar cotas de extraordinaria belleza durante los siglos XV y XVI (Poemas chipriotas de amor).

No es extraño, por ello, que, consciente de su propia tradición (lugares de Chipre y personajes tradicionales, puramente griegos, como Romanós el Melodo, Alejandro Magno, Makriyanis, Teófilo), Pitsa Galazi nos ofrezca, en sus poemas, una lengua en la que aparecen elementos populares de Chipre y de la canción popular griega, junto a formas y expresiones de lo cotidiano y de la poesía contemporánea. De la misma manera en que se siente responsable, con la utilización de esa lengua, de expresar el sufrimiento (“El hermoso Arturo guardaba silencio / porque sabía muy bien / que de los huesos del dolor / sale la libertad”), los sueños (“Mis manos / son tan sólo dos ramas / del árbol que soñabas”), la inutilidad de las modas poéticas (“Porque las manos de los poetas se han secado / y sus voces no tienen ramas / para que las aves se posen a gorjear”) y el paso del tiempo (“Allí, en donde estaban, al principio, los efebos, / ahora hay arrugas”).

[José Antonio Moreno Jurado]



13

Θἄρθης ν´ ἀνοίξης τὰ παράθυρα
καὶ νὰ καλημερίσης τὰ παιδιὰ στοὺς δρόμους.
Μ´ ἕνα μισοκαμένο τσιγάρο στὰ δάχτυλα
θὰ πῆς
γιὰ τὰ ταξίδια
κι´ ὕστερα
θ´ ἀνοίξης τὶς μεγάλες πόρτες τοῦ τείχους
καὶ κρατώντας ἀπὸ τὰ χέρια
ἕνα μπουκέτο παιδιὰ
θὰ τοὺς δείξης
τὴν ἄσπρη πολιτεία μας.

Ἄσπρη πολιτεία (1969)


13

Vendrás a abrir la ventana
y a dar a los niños en las calles los buenos días.
Con un cigarro medio consumido entre los dedos
hablarás
de viajes
y, después,
abrirás las inmensas puertas del muro
y, agarrando de la mano
a un puñado de niños,
les mostrarás
nuestra blanca ciudad.

Blanca ciudad (1969)



B

Τὸ πουλὶ σιωπᾶγεμίζοντας τὸν ἴσκιο του
νήματα θλίψης
Σκύβω στὸ ποτάμι
καὶ πίνω τὸν ἴσκιο σου
ἀντιγράφοντας τὴν καρδιά μου […]
Ὁ θεὸς περιμένει
ἀπὸ μᾶς μιὰ ἄνοιξη
κι´ ἀνησυχεῖ γιὰ τὸν προορισμό μας
Μονάχα ποὺ εἶπε
πὼς ὑπάρχει ἕνα δένδρο
καὶ μεῖς τρέχομε
πίσω ἀπὸ τὸν ἴσκιο του […]

Δεντρα καὶ θάλασσα (1969)



B

Guarda silencio el ave
llenando su sombra
de hilos de tristeza
Me inclino al río
y bebo tu sombra
copiando mi corazón […]
Dios espera
de nosotros una primavera
y se intranquiliza por nuestra predestinación
Sólo que ha dicho
que existe un árbol
y nosotros corremos
detrás de su sombra […]

Árboles y mar (1969)




Μνήμη τῆς γενιᾶς μου

1

Θὰ σὲ ὀνομάσω Ρωμανὸ
καὶ θὰ σὲ στήσω ὀρθὸ στὴν πύλη
νὰ μελωδεῖς στοὺς τέσσερεις ἀνέμους,
μ´ ἕνα χιτώνα γαλανὸ
ν´ ἀνεμίζεις κατὰ κεῖ ποὺ φυσοῦν τὰ ὄνειρα,
φθαρμένα τὰ τσαρούχια
κι ἡ φουστανέλα ἡ μεταγενέστερη λερή,
γραφίδα ὑστερότερη τοῦ γέρο-Μακρυγιάννη.
Μάταια ψηφιδωτὸ τῆς ρωμιοσύνης καημοὶ
κι ἐγὼ σὲ στήνω μέσ´ στοὺς θόλους
ποὺ τὴν ἀνάτασή τους κόβουν
κοιλιὲς ἐλέφαντα ἐπιβήτορα
Μνησίκακη φωνὴ
Κι ἐσὺ τὸ μερτικό σου Ρήγα μέσ´ στὸ χρόνο.
Θὰ σὲ ὀνομάσω Ρωμανὸ
μὲ δάφνη καὶ σταυρό,
τοῦ Κωνσταντίνου σύντροφο,
τ´ Ἀλέξανδρου φωνὴ
καὶ θὰ σὲ στήσω στοῦ Ὀνήσιλου τὴν πύλη νὰ ξαφνιάζεις,
καθὼς τὰ βήματα ξαφνιάζουν ἀγριοπούλια στὸ Μυστρὰ
καὶ κυπαρίσσια κόβουνε πληγὴ
τὸν οὐρανὸ τῆς σιωπῆς μας.

Ὑπνοπαιδεία (1978)



Recuerdo de mi generación

1

Te llamaré Romanós
y te pondré de pie en la puerta
cantando a los cuatro vientos
con una túnica azul
ondeando hacia donde soplan los sueños,
rotas las zapatillas de soldado
y las enaguas posteriores mugrientas,
pluma mucho más ulterior del viejo Makriyanis.
En vano mosaico de la grecidad, dolores,
mientras yo te levanto entre las cúpulas
cuyas elevaciones cortan
vientres de elefante semental.
Rencorosa voz
y tú, Rigas, con tu porción de tiempo.
Te llamaré Romanós
con cruz y laurel,
compañero de Constantino,
voz de Alejandro
y te levantaré en la puerta de Onísilo
para que te sorprendas,
como los pasos sorprenden
a las aves montaraces en Mistrá
y los cipreses hieren
el cielo de nuestro silencio.

Hipnopedía (1978)




VI

Ἔβγαινε ὁ ὡραίος
μὲ τὸ πρόσωπό του φεγγάρι
νὰ μὲ παίρνει στὴ νιότη μου
τὴν πληγιασμένη ἀπὸ τοὺς χαμούς.

“Αὐτὲς οἱ ρυτίδες”, ἔλεγα,
“εἶναι γεμάτες μηνύματα ἀδιάβαστα”.
Μὰ ἐκεῖνος φυσοῦσε ἀνυπόμονος
καὶ μὲ γύριζε νὰ πυροβατῶ
μ´ ὅλα μου τὰ εἰκονίσματα νὰ διαλαλοῦν τὸ θαῦμα.
Καὶ δὲν μιλοῦσα πιὰ
παρὰ τυλιγόμουν καπνὸς
ἀπ´ τῆς πατρίδας τ´ ἀποκαίδια καὶ ἀνάθρωσκα
νὰ παρηγορῶ μελλοθάνατους.

Καὶ τί ὡραῖος ποὺ ἤσουν
μ´ ὅλους τοὺς στίχους νὰ κουδουνίζουν
κωνσταντινάτα στὴν παλάμη σου!
Κι ἐγὼ νὰ βλέπω τὸν πρὶν ἀπὸ σένα
τὸν δικό μου ἀμίλητο ἔγκλειστο
καὶ τὸν ἄλλο ἐρχόμενο ἐπὶ δόξης
μ´ ὄψεις καὶ κόψεις νὰ λάμπουν
παραδίνοντας τὰ ὀστά τους
νὰ βγαίνει ὅτι ἐσὺ τραγούδησες
αὐτὴν καὶ τὴν ἄλλην ἐλευθερία
ποὺ ριζωμένη στὴν πέτρα ποὺ χτύπαγες
ἔδενε τοὺς καρπούς της στὸν οὐρανὸ
αἰώνων μελλοντικῶν.

Ἀκόμα σ´ ἀκούω νὰ χτυπᾶς τὰ νταμάρια
ὀργισμένος
ραβδοσκόπος τῆς ποίησης.

Ὁ ὡραῖος Ἀρτοῦρος ἢ Ὁ Ἀρτοὺρ Ρεμπὼ στὴ Νῆσο Κύπρο (1992)



VI

Salía el hermoso
con su rostro de luna
a tomarme en mi juventud,
herida por las pérdidas.

“Estas arrugas”, decía,
“están llenas de mensajes ilegibles”.
Pero soplaba con impaciencia
y me daba vueltas para andar sobre el fuego
con todos mis iconos pregonando el milagro.

Y ya no hablaba,
sino que me envolvía, humo
de las brasas de la patria, y me ponía
a consolar a los agonizantes.

Y ¡qué hermoso estabas
con todos tus versos campanilleando
como monedas de Constantino en la palma de tu mano!

Y yo mirando a quien estaba antes que tú,
mi silencioso encerrado,
y al otro que llegó, glorioso,
con brillos de semblantes y de cortes,
entregando sus huesos
para salir, porque tú cantaste
esta y otra libertad
que, enraizada en la piedra que golpeabas,
entregaba sus frutos al cielo
de siglos futuros.

Todavía te escucho golpear las canteras,
irritado
buscador con vara de la poesía.

El hermoso Arturo o Arthur Rimbaud en la isla de Chipre (1992)




Ἐπίλογος

Πόνος βαθὺς ἡ Ἀγιοσύνη
Σὰν τὰ ροῦχα της μοιράζονται
Ὅταν τῆς λιώνουνε κεριὰ γιὰ νὰ γλιστράει
Κανὲνας δὲν ἐξέτασε τὴν ρίζα της
Κοιτᾶνε μόνο τὸν καπνό της ποῦ θὰ πάει

Ἀλλοιῶς τὴν ἑρμηνεύουνε ἀνάποδα
Ληστὲς τὴν ψηλαφίζουν
Καὶ δογματίζουν μέσ´ στοὺς στίχους της
Ἀνάλγητοι μὲ βιοψίες τεμαχίζουν
Τὸν ἑαυτό τους γιὰ νὰ δοῦν στὴν σάρκα της
Καὶ τὰ ὑγρὰ της ποὺ σκορπίζουν

Βαθὺς καημὸς τὸ ἀνείπωτο
Τὸ εἰπωμένο μόνο ψῆγμα
Τοῦ Κόντε Σολωμοῦ ἡ ρεντικότα του
Τοῦ Κάλβου τὰ δεμένα φρύδια

Πρέπει τ´ ἀλύτρωτα λοιπὸν νὰ λυτρωθοῦν
Οἱ σκῆτες νὰ μιλήσουν
Οἱ πυρετοὶ νὰ ἐξατμιστοῦν
Τὰ ἐξανθήματα νὰ σβήσουν

Ἀπὸ τὴν σήραγγα περνώντας σκοτεινὰ
Νὰ δεῖς τὸ ἄλλο φῶς
Καὶ τὴν φωνὴ ν´ ἀκούσεις
Τότε ἐν χορῶ θὰ δεῖς τὸν Ρωμανὸ
Τοὺς ποιητὲς ποὺ μαρτυρῆσαν
Τότε οἱ αὐλοὶ ἀπὸ τ´ ὁστᾶ θὰ σὲ καλωσορίσουν
Τ´ ἄλλα γιὰ κατανάλωση
Γι´ αὐτιὰ ρηχά, μυαλὰ ὀπιωμένα
Γιὰ μάτια π´ ἀντικρύσαν μὰ δὲν γνώρισαν
Τὴν ποίηση τοῦ Ποιητῆ
Τοῦ Ἕλληνα τὴν φτέρνα.

Τὰ πουλιὰ τοῦ Εὐστολίου καὶ ὁ Ἔγκλειστος (1997)




Epílogo

Profundo dolor la Santidad
Si se reparten sus ropas
Cuando se le ponen velas para escaparse
Nadie ha examinado su raíz
Miran solamente a dónde irá su humo

De manera distinta, la interpretan al revés
Bandoleros la palpan
Y dogmatizan en sus versos
Hombres insensibles se despedazan con biopsias
A sí mismos para ver en su carne
Que se esparcen sus líquidos

Profundo dolor lo no dicho
Lo dicho, sólo migaja
Del Conde Solomós, su uniforme,
De Kalvos, las tupidas cejas

Entonces, lo no liberado debe liberarse
Deben hablar las celdas
Debe evaporarse la fiebre
Deben apagarse los granos

Pasando por un túnel oscuro
Verás otra luz
Y escucharás otra voz
Entonces, verás en la danza a Romanós
A los poetas que martirizaron
Entonces, las flautas de los huesos te darán la bienvenida

Lo demás, para consumo
Para oídos superficiales, para cerebros drogados,
Para ojos que miraron sin llegar a ver
La poesía del Poeta
El talón del Griego.

Las aves de Evstolios y el Encerrado (1997)




4

Ἀνάβει τὸ φῶς στὰ ψηλὰ ἡ Ἑλένη
Καὶ γράφει Ὀδύσσειες
Ἀγγίζει τὰ κοφτερὰ
Περνᾶει ἀπ´ τὰ δίκοπα ποὺ θανατώνουν
Καὶ στοὺς καπνοὺς τῆς πυρκαγιᾶς
Κοιμᾶται τὰ πρωὶ
Μὲ τὸ σῶμα της λεύτερο,
Στὸν ἐπίδεσμο τῆς φωνῆς τοῦ ποιητῆ
Καὶ ἐπιπλέει

Ἑλένη, σελήνη, φεγγάρι μου,
Ἑλένη, φανάρι μου,

Ἡ ἄλλη Ἑλένη
Ὑφαίνει ἀκόμα στὸ σώσπιτο
Ἀκούω τὸν κρότο της
Τάκα-τούκου στὰ χραμωτά μου
Γυρίζω ἀνέμη καὶ μὲ τὸ νοῦ σχεδιάζω
Τὰ πλουμιστὰ τῆς συνάντησης

Ἡ Ἑλένη ἡ μικροκαμωμένη,
Ἡ χαριτωμένη, τὸ γελαστὸ πικραμύγδαλο,
Στὴν Αὐλίδα ἡ Ἑλένη
Ἀνάβει τὸ φῶς καὶ χτενίζεται
Σπέρνει ὁ ἠλεκτρισμὸς τῶν μαλλιῶν της ἄστρα
Κρατάει στὰ δώματα καὶ στὶς σκηνὲς τὸν λύχνο της
Ἡ Ἑλένη ἡ ἐγκλωβισμένη,
Τῆς χρόνιας θυσίας καὶ τῆς μοίρας της,

Κάθε νύχτα Αὐλίδα ἡ Ἑλένη
Κάθε νύχτα βωμὸς
Κάθε μέρα ἡ Ἑλένη
Σηματοδοτεῖ στὰ μικρὰ καθρεφτάκια της,
Κάθε πρωὶ τρυφεραίνει καὶ ραίνει
Καὶ σπέρνει τοὺς σπόρους τῆς γλώσσας
Κι ἀνθεῖ,

Κάθε γιόμα ἡ Ἑλένη
Ἀνοίγει ἀπὸ τὸ στῆθος της ἄνεμο
Γιὰ τὰ οὔρια, γιὰ τὰ ταξίδια
Γιὰ τοὺς χαρταετοὺς καὶ τὰ χοχλίδια

Ἡ Ἑλένη ἡ ὡραία, ἡ ἁγιασμένη
Τοῦ ξεριζωμοῦ
Ποτίζοντας τὶς ρίζες καὶ τὰ θάματα

Φτιάχνει τὰ παραμύθια καὶ τὰ πράματα,
Κάθε νύχτα Αὐλίδα ἡ Ἑλένη
Χτενίζεται γιὰ τὸν βωμό της,
Κάθε βράδυ Αὐλίδα ἡ Ἑλένη
Μὲ γερτὸ τὸν λαιμό της

Ἡ Ἑλένη ἡ ὡραία νὰ ὑπερίπταται
Ἡ Ἑλένη ἡ ἀρχαία ἡ πτητικὴ
Γλόγα Πεντηκοστῆς στὴν κόμη της ἀνάβει
Κι ἕνα φεγγάρι ὁλόγιομο κρατεῖ.

Τὰ ἔψηλον τῆς Ἑλένης (1998)



4

Helena enciende la luz en las alturas
Y escribe Odiseas
Roza lo bien afilado
Pasa por los dobles filos que matan
Y en los humos de la hoguera
Duerme por la mañana
Con su cuerpo libre,
En el vendaje de la voz del poeta
Y navega

Helena, luna, lunita mía,
Helena, farol mío,

La otra Helena
Teje todavía en el desván
Escucho su ruido
Taka-tuku en mis mantas de lino
Vuelvo la devanadera y con la mente esbozo
Los adornos del encuentro

Helena, la pequeña,
La agraciada, la sonriente almendra amarga,
Helena, en Áulide
Enciende la luz y se peina
La electricidad de sus cabellos siembra estrellas
Sostiene en las casas y en las tiendas su lámpara

Helena, la enjaulada
Del sacrificio antiguo y de su destino,

Helena, cada noche Áulide,
Cada noche, altar
Cada día, Helena
Pone señales en sus pequeños espejitos,
Cada mañana, enternece y riega
Y siembra las semillas de la lengua
Y florece,

Cada mediodía, Helena
Abre el viento de su pecho
Para lo favorable, para los viajes
Para las cometas y los guijarros

Helena, la hermosa, la santificada
De la separación
Regando las raíces y los prodigios

Construye las leyendas y las cosas
Cada noche Áulide, Helena
Se peina para su altar,
Cada tarde Áulide, Helena
Con su cuello inclinado

Helena, la hermosa, planeando
Helena, la antigua, la volátil,
Enciende llama de Pentecostés en su cabello
Y sostiene una luna completamente llena.

Las épsilon de Helena (1998)

© Pitsa Galazi · 1969-1992 | © Traducción: José Antonio Moreno Jurado [Cedido por el traductor · Dic 2013].


    



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