martes, 27 de marzo de 2012

6369.- JOSÉ LUIS AMÁDOZ



José Luis Amádoz Villanueva (1930-2007)
Poeta navarro nacido en Marcilla el 9 de octubre de 1930. En 1942 se traslada a Pamplona donde realiza sus primeros estudios. En 1953 se gradúa en Medicina por la Universidad de Zaragoza. En 1958, tras realizar algunos trabajos en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se doctora en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid donde se especializa en Psiquiatría. Se inscribe posteriormente en los cursos de Filosofía Aristotélica de la Universidad de Madrid y en los de Estética de esta misma universidad, cátedra que le fue impartida por Dámaso Alonso y Carlos Bousoño.

Ha dado a imprenta el libro Sangre y vida (Pamplona, Morea, ed. Leyre, 1963, reed. en 1999), que incluye los libros Poemas Primeros (1951-53) y Sangre y Vida (1955-56). Escribe asimismo Pasión de ser (1957-59) y Versión de Fondo (1960), todavía sin publicar. En todos ellos se perciben los ecos de voces maestras como las de Guillén, Salinas, Cernuda y Juan Ramón Jiménez. Vendrá después Límites del exilio (Pamplona, Gráficas Iruña, 1966, reed. en 1999), que muestra una dirección distinta por la que el autor se dirige ahora en busca de su propia voz. Límites del exilio puede ser considerado un poemario teológico en el que habitan resonancias bíblicas y proféticas. Finalmente, en 1980 entrega El libro de la creación (Pamplona, edición del autor, 1980).
Amádoz fue cofundador de la revista de poesía "Río Arga" y miembro de su consejo de redacción.




Callado retorno


(…)
adiós al pasado
que con su tenaz mordedura
me agrieta
hoy que mi amor
se escapa por mis costuras
de adoración y deseo,


adiós al futuro
de mis sombras flageladas
por el orgullo de mi pensamiento
que desea adivinarlo todo,


adiós a todo,
a lo que tanta confusión
despeña mi vida,


adiós a la luz
de tanto antepasado
que fue mi faro,


viva una vez más
mi sombra marinera,
que como pájaro
se orienta en la obscuridad
asustada de sí misma
hasta que ALGUIEN
me encuentre.








ALIVIAR LA PENA

Tu sangre y mi canción
hace morir la muerte.
Leonard Cohen



Aliviar la pena
en la esperanza,
derramar la sangre
y lanzar una canción
al viento
hasta herir de muerte
la muerte,
cuando el viento
suena melancólico
en este invierno inseguro,
aliviar la pena
en la esperanza,
colocar las manos
junto a las del hermano
y avistar el final
del mismo recorrido
mientras la música
de los antepasados suena
abriendo el camino,
hay un salto en este vacío,
algo que llama a la puerta
como un amante furtivo,
algo que al parecer
se oculta
como un grano de trigo
no nacido
al borde de este desierto,
algo que sacude
con fuerza de mar embravecida
los últimos goznes
del misterio,
alguien, algo,
que alivia el erial
en el estío,
algo que fortalece
los pasos vacilantes
de este mundo
con el peso de su sombra
compañera de oculto rostro,
indecible esperanza
de semblante desfigurado
por el aliento húmedo
de borbotones de silencio,
¿acaso sabe alguien
dónde se orientan definitivos
estos genes sumisos
que incansables llaman
a su puerta sin poder retenerlos?,
ahora que todo parece acabado
y que todo lo que habitamos
permanece,
ahora,
que resuena más que nunca
el viento bravo
de este invierno
sin hojas ni colores,
ahora que gime
con más fuerza que nunca
la melancolía de las estaciones
en este aire nocturno,
ahora,
como siempre,
en que languidecen
ebrias las fuerzas
y el cuerpo cansado
se entrega al misterio
de la sangre
mientras suena esta canción
y la muerte se duerme.


(Del libro Callado Retorno)

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