viernes, 19 de diciembre de 2014

VERÓNICA DELGADILLO VARGAS [14.265] Poeta de Bolivia


Verónica Delgadillo Vargas 

Nació el 16 de agosto de 1977 en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Reside en La Paz desde 2007


Alada

Baja por la calle
la mujer del cielo.
Sin gestos.
Su andar va más allá
de las normas,
incluso del sueño.

Las palabras son huérfanas
de su tiempo
de su calma
de sus paredes vacías
de su vocación despoblada
sin memoria
sin sombra...

Baja por la calle
la mujer del cielo.
Toda desnuda como el ayer,
sin treguas...

Pero es ahora cuando canta.
No ayer, no mañana.
Ahora.





Boulevard y Linares

Está todo aquí.
Vos, el mundo que desamo,
todo lo que huyo,
lo que busco, lo que espero,
el desorden de la soledad.

Pero vos, entre todo ello, vos...
irrumpes con tus ojos;
y este todo, al final es nada.
Pájaros que vuelan. Otoño.
La grandeza, la distancia,
el resistir, el quedarse.
Tus ojos lejos de mí,
de vos,
del alma,
el vivir.

No sé por qué ando triste,
el verano estalla en mi piel;
pero estas calles de a pie,
estos balcones que se abrazan
como si fueran recuerdos,
no son vos,
hace tanto frío en este pedazo del país;
no puedo alzar las manos
para tocar las estrellas,
tus ojos lentos asesinan la ternura,
rostro de amor...

Todo ahora, otra vez.
Intacto, inmortal.
Arrepentido.
Gira. Duerme.
Arde, en mí.





Des pies

Puedo quererte
sin ser la misma
en cada amanecer.
Quererte
con el calor de muchas,
de las todas que hay en mí.
Tórrida lluvia
de infinitas gotas
Arcoiris
              Harén
                           Yo
                                  Mujer





De vos III

Tu boca es augurio de días buenos
de días dóciles y mansos
de descanso, consuelo
de oasis, de luz...

¡Qué fuera de tu cuerpo sin tu boca!
Fuera penurias
vacío
desgana
fuera congoja.
No habría
sonidos
canto 
besos
dulzura de palabras...
No habría música, ni tu risa.

¿Qué traición podría yo jugarle a tu boca?
Si al perderla el mundo se haría
hornacina, flagelo...
¿A qué placeres renunciaría en su ausencia? 
Si así no habría más que abandonar 
el destello
el camino
la huella
de los besos de tu boca
y el sol.

Me pasa esta noche en que no estás,
tu boca se convierte
en mi molino
y mi necedad.





De vos VI

Tu voz,
la de ideas claras
la de huellas firmes y realidades divinas
eco de retamas
la que hace esta noche en mí,
que la hace tuya de mí.

Tu voz,  
soplo de aurora
espuma de nubes
cenizas de cielo
arena
maravilla
pan del día
molino
horizonte.

Tu voz,
cómplice de la vida
en el delirio,
debajo de la noche a contraluz.

Tu voz,
sobre hojas leídas,
sobre hojas en blanco,
desposadas,
papel
nieve.

Sobre mis piernas torpes,
entre dibujos familiares
y mi cama vacía,
con labios atentos 
y manos extendidas,
en el silencio,
he convertido tu voz en letras
te escribo,
con el poder de una palabra:

Vos.





1.

La ciudad apacible
las ventanas cubiertas
esta extraña casa
la desidia entre el sueño y la obra

Yo, que soy nada

Los recuerdos que se abrigan solos
tantos ojos
el encierro
el susurro que canta el regreso
la indolencia de mis manos
las palabras ocultas,
calladas
el despertar silencioso
la contemplación
el encuentro
la distracción
una boca sosegada

Yo, que soy nada
me busco, me escondo
no me veo
espero...




2.

No hay fuerzas que aúne la vida para aquel que ha nacido muerto. La muerte es la vida ciega cuya música es el hastío.



3.

Caminan mi noche los pasos de la ausencia, pesan el mundo sobre mi alma. Mi alma es un soldado perdido que se desarma ante tus sonidos.




4.

Tu letra es un río sinuoso
que corre la tinta de
este papel que somos vos.
No es que la historia nos cuente.
No, ella nos escribe.




5.

La llave, la lluvia
¡tanta fisura, amor!
¿cómo podré?





Verónica Delgadillo Vargas  ha titulado su primer libro de poemas Las tejas de Job, una alusión a la santa paciencia del personaje bíblico y a las tejas con las que se rascaba los incómodos males con lo que el buen Dios premiaba su fidelidad. Los poemas de Delgadillo serían, entonces, como esas tejas de Job: palabras para una herida.  

El breve poema con el que se abre el libro lo dice claramente: 

“no soy nadie 
no tengo casa 
estoy sentada sobre mis cenizas 
me miro al espejo 
sólo soy angustia”.

El poeta Humberto Quino abunda sobre estos rasgos de la escritura de Delgadillo en el prólogo del libro al que ha titulado “Cada poema es una mariposa negra que huye”. Dice el bardo paceño:

“Las tejas de Job nos sitúa en un destierro (el reino de la palabra como un escenario alterno), en el que cada instante fluye agónico, desgarrador, agudo, un monólogo que balbucea en el centro de una herida. En el texto, los versos nos remiten a muchas resonancias, algunas nombradas, otras invisibles en su contundencia (Pizarnik, verbigracia); mas, también señalan a la palabra como un menoscabo: una voz fracturada por la vida”.

“Este libro de oraciones a la nada —continúa el poeta Quino— nos seduce por el brío y el rigor que encara su escritura, esa variable que va desde el desasosiego hasta la esperanza (esa quimera que encierra a la resignación); desde este espacio del desamparo, indaga y horada la mudez del poeta, su extravío y su conformismo”.

Con este libro, Verónica Delgadillo Vargas obtuvo una mención de honor en el Concurso Nacional de Poesía Yolanda Bedregal correspondiente al año  2012. La autora también ha publicado colaboraciones en revistas y suplementos culturales de periódicos de circulación nacional.



Caminan                    
                  mi  
                            noche         
                                       los     pasos     de        
                                                                                                                         la ausencia 
                    pesan 
                                     el mundo        
                                                                                       sobre mi alma. 

        Mi alma es un soldado perdido que se desarma ante tus sonidos.

Las tejas de Job, pp26. Veronica Delgadillo Vargas







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