jueves, 3 de abril de 2014

RAQUEL JADUSZLIWER [11.433]


RAQUEL JADUSZLIWER        

Raquel Jaduszliwer comenzó su trabajo con la escritura en el taller "Mario Jorge de Lellis" junto a Irene Gruss, Lucina Alvarez, Jorge Aulicino, Marcelo Cohen, Daniel Freidemberg, Oscar Barros, Rubén Reches, Leonardo Moledo, entre otros narradores y poetas. Para ese entonces se recibió de psicóloga en la U.B.A, dedicándose de lleno a la clínica hasta la actualidad.
En el año 2004 compartió la experiencia del taller itinerante "Viaje a los Confines"; en su recorrido en tren por la Patagonia se plasmó la "Antología del cuento fantástico argentino contemporáneo" en la que participó con "Perpetuidad". Durante el 2007 intervino en la Clínica de Novela coordinada por María Sonia Cristoff, en el Centro Cultural Recoleta.
Escribió dos novelas dentro del género de narrativa poética: "En el palacio de aguas corrientes" y "El salón de los objetos perdidos". Por esta última obtuvo en 2010 la primera mención de honor en el 4to. Certamen Internacional de Novela Corta (Ediciones Mis Escritos). En 2011 ganó el Primer Premio de Poesía de la Ed. De Los Cuatro Vientos, participando también en su Antología.

HA PUBLICADO: Los panes y los peces (De los cuatro vientos, 2012), La noche con su lámpara (Fundación Victoria Ocampo, 2014)




El fulgor 

Decidido y veloz apunta
el pájaro
hacia el pesado párpado
crepuscular y en sombra
del final del verano.

El vuelo es vertical en el instante
de luz máxima. Y no se sabe
qué hay después.

La luz arde. Lo incandescente
en la pulida cáscara de las últimas cosas
las ha vuelto intangibles y todo
lo que solíamos llamar la realidad
hoy se despide
de esta manera espléndida.

Y deberíamos temblar tal vez, y andar buscando
como a tontas y a locas una madre
en donde guarecernos del fulgor, y sin embargo
tanta potente luz nos deja boquiabiertos.
Mientras tanto, hundido está en la grieta de las últimas cosas
imperceptible el tiempo. Deberíamos
llorar por el adiós que anticipamos próximo,
abandonarnos al dolor

y sin embargo
tanta
tanta potente luz.







Venido de la noche 

El animal venido de la noche
irrumpe como una criatura del Jurásico
o de una estrella ignota (esas estrellas
que nos acribillan a mansalva
cuando no hay otra luz y somos el fatigado blanco móvil).
Y todo se nos revela de pronto tan endeble,
y despierta en nosotros tanta prudencia
el animal venido de la noche
que los mejores y peores sentimientos se multiplican
ante esas calles pobladas de huérfanos que somos,
de voces temblorosas, frágiles como estambres.
Descubrimos entonces que éramos indefensos
y que estamos solos
y que debemos volver a casa antes de que sea tarde,
de prisa, sin decir agua va.
Nos volvemos entonces diligentes, gobierna la cautela;
regresamos a nuestros hogares como niños,
una esperanza aprieta, nos devuelve al redil
a intentar guarecernos de toda pesadilla.







En la hora

Llevo conmigo tu sombra en el costado,
del aire caen las flores amarillas; estoy 
en el ahora y se abre paso el verano.
Prodigio pequeñísimo, filigrana paciente,
el tiempo sigue siendo benévolo en la hora.
La luz se amansa y el día fue tan largo,
siguen cayendo las flores amarillas
y puede que esta noche brille todavía 
un fuego. 





Despeñadero

Despeñadero del mundo.
Rueda por él la piedra
de los últimos días.
El pozo, la caída,
convicción de caída
en el descenso.

Despeñadero,
luz perdida:
oculto doblefondo 
de la noche. Fin del día.




Los panes y los peces
De los Cuatro Vientos, 2012




"Accidente geográfico 
bahía del desengaño 
península de los hundidos 
mar de los desesperados”. 




“Encuentro” 

“Llegaba con la honda
convicción
de los ahogados;
ella lo recibía en
la zozobra volátil
de la espera, a
sus orillas.”


Los panes y los peces ganó el primer premio de poesía convocado por la Editorial De los Cuatro Vientos, y algo así era de esperar cuando nos encontramos, en el primer poema, titulado Vuelo, el secreto que nunca se descubre:



Los ángeles caídos
no lo saben,
guardan en el descenso
velocísimo
el secreto por siempre
indescifrable.



Es este un poemario de milagros, a pesar de la monotonía de una noche, que puede ser interminable, o que puede ser, al contrario- o al mismo tiempo-, una interminable sucesión de noches, que se multiplican, como esas ventanas que nos vamos a ir encontrando página a página, tras descubrir el vuelo turbio de los pájaros nocturnos.

El milagro persistirá a lo largo del poemario, muchas veces son breves versos, instantes de amor convertidos en palabras nunca perdidas, nunca ausentes, porque si el viento, o el vuelo, se las llevase, la poeta se encontraría



en la espesura
de buscarte sin verte.

Por: Francisco Javier Illán Vivas





Armonía del mundo

        Los movimientos planetarios no son, así, más que una misma polifonía continua que progresa a través de tensiones disonantes hasta ciertos puntos de consumación.
                                                                                    Johannes Kepler: La armonía del mundo (1619)                       


Armonía del mundo   
ya es hora   
se abre un párpado
es el día que avanza    se hace descifrar
las cosas se disuelven y todo aguarda y tiembla
arroja su pregunta como un hilo de agua
¿quién volvió de la noche con su lámpara?
¿hay alguien que contesta?
¿por qué el sueño retiene a la presa que somos en su carcasa inmóvil?
¿y quién en esta hora responde por sus muertos?
¿por qué ninguno de ellos regresa todavía?

armonía del mundo
dónde estará ese arco perfecto en que creíamos
a ciegas en la luz comienza el día
la armonía del mundo se pliega y se despliega                           
en su limbo de luz   
en su crisálida
      
La noche con su lámpara, Fundación Victoria Ocampo, 2014




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