jueves, 7 de abril de 2016

MARIANO MASSONE [18.383]


Mariano Massone 

Nació en 1985 en la ciudad de Luján, Argentina. Trabaja como profesor de literatura en colegios secundarios. Fuma y escribe mucho. A veces relata cosas de su vida en su blog: http://malververas.blogspot.com.ar/. Poeta, ensayista, brujo pampeano y saltimbanqui. “Cuanto más travestido uno está, más encuentra la verdad” es su frase predilecta. Publicó Fractales i por editorial CILC como un intento desesperado por acercarse a la ciencia literaria. Escribe reseñas en Plebella y en No-retornable. 


El rocín que, a tranco místico, se asoma

A Francisco Madariaga.

Tanta polvareda dejó ese caballo místico,
al tranco lento, nómada, se asoma
hacia la tierra celeste va viajando.
Acá lo espera la vieja bruja con mate
calientito y no espumoso, no de esos
mates pa’ pelar chanchos sino como
un cimbronazo suave de púas que
alientan el desparpajo general de la pava.
(ella siempre metiendo yuyo por donde mira)
El tranco, que como espejismo, se asoma
lento y agotado, implora esa salvación
a la criolla que nunca tuvo. Escaparse
por el cañaveral y ver la luz que la bruja
protege, por las noches, en el rancho.
Asumir la fuerza motriz que lo eleva y
da revancha a la muerte abrasadora.
Así, como brasitas del asado que se
van apagando mientras el tranco,
el redomón sigue cautivo de las muletas
que utiliza como patas para el cielo,
como el viento para el cielo, como la
nieve que nunca cae en el desierto
pampeano. La nieve que espera, cautiva,
indómita, el aluvión para brotar nuevamente
después de años y años de espera.
El latir del caballo y la polvareda, la marca negra
que el rocín deja en el horizonte
marca el paso de la vuelta a la cueva,
al mate bien calientito y a la bruja que espera,
con yuyos, la vuelta del pampeano nómada
que al tranco vuelve a la catrera.
(ya sin saber que el ritmo ahoga el tiempo,
que el tiempo se vuelve cosa de negros
y estadounidenses el guacho celeste
a paso lento, sin la menor idea de su latir,
encuentra el sentimiento del eterno en el horizonte)
Dale rebenque gaucho celeste
que se envuelva tu tranco en el universo,
la mueca viseral de la naturaleza que te envuelva
para volver a latir airoso en tu encuentro.
Despacio abrirás una ciudadela, un lugar
dorado que te entienda. Volver siniestras
las partículas de polvo, que ellas te ayuden
en tu vuelta. Ya el sol nos baño por completo,
ahora se aprecia el frío del atardecer, fuego
tierno que nos baña como luz de alumbrera.
Ya el cansancio de la labor, la oración de la vuelta
en esa pampa celeste que como un país se genera.
Ahí te veo, Ahí te vuelves y sin ser meloso
ni ser ternero, te busco redomón para que
me enseñes la vuelta a este campo sideral,
a este paraíso subfluvial que en el fuego se encierra.
Ni un átomo queda afuera de tu camino y tu andar
y, la bruja en el umbral, con el llantén te espera
para hacerte masajitos de esos que te gustan.
Esperar, no más, esperar, que la vuelta se haga
sola, con la voz quebrada de andar por el desierto.
Nadie como vos, gaucho místico, sabe leer las flores
de cardo, las huellas que se esconden atrás de los huecos
en la tierra. Oler la lluvia a la distancia, soñar el sol
del día que viene, ver el paraíso renacer, el árbol solo
al lado del río, la sombra que a naides da ese amigo.
Vos, a ese tranco, sabes la música atonal de las calandrias,
el cantar agónico del cuis y la mirada fija de los búhos.
La bruja, con el caldero, con el guiso para la noche,
con los yuyos en el mate que reaniman el gargero.
Te encuentro único como mi canto desairado,
fatal como tu sabiduría del libro de la naturaleza:
leer el árbol, la piedra y la bruja, los sonidos
de las brasas, el rumor de la humareda, y
presentir, como si nada, el silencio que te encierra.
Silencio que no duele en el alma que es unión con
la pampa entera. Y decían que acá había sólo dos colores…
y decían que sólo se encontraba miseria…
no saben los que hablan de vos al rumor al que se enfrentan.
Gaucho celeste, la vuelta a la casa después de la leva
es tu mayor ofrenda a la madre tierra.
Y si huyes de tu madre, vuelve con la bruja que te envenena,
que ella, con inteligencia, sabrá lo que debes hacer.
Verá en tus ojos las marcas de los árboles, el saber sencillo
de los búhos, el aroma del llantén, el ardor de la naturaleza.


Suspensión

Hay un sabueso que observa los movimientos,
es mi juez dorado, abogado absoluto.
Hay un felino que se desenvuelve voluptuoso,
es mi asesino, criminal de las partículas.
En la devolución de los muchos que encuentro
encuentro mi sustento,
soy la bella reencarnación de lo que podría no ser.
Ausencia es lo que me encarga, suerte
profunda que restringe las necesidades, me hace
volver al cero tranquilo y susceptible.
Los rizos que heredé de mi madre
son la forma de un hilo dorado que me atraviesa.



Las nenas también escuchan The Beatles

los duendes nogales comen pastel de miel
y los hipocampos ciruelas liquidan al mono
no hay razón
sólo razón realizada en descreencia
es una revolución nueve
remasterizada
subordinada a los países del sur
y en el sur el misterio de mis ojos negros
los duendes nogales me acuestan en una cama
me hacen dormir lentamente
yo espero a mi novio dulzura amor por venir
pero él
ojitos negros sufridos
mascarita aniquilada
busca vejez
en los veintitrés años
una fiesta risueña y con sabor a anís
una nevadita fresca de Bariloche
para sacar fotitos
mostrárselas a sus amigotes
figura inhumana sos
viaje destornillador
los duendes nogales destruyen el pastel de miel


*

Armas

armás?
armo
no
mejor armá vos
yo pico
se levanta

pene ondulatorio
pene bamboleante
camina
se rasca
me mira y se ríe

armaste?
no
vos lo hacías
está bien
lo hago yo

se acuesta
besitos
ojos de gato
ojos de gato
lo conozco
un beso
otro

esperá que no puedo armar
está bien
pene resentido
sin la mamadera
no me toques
me da cosquillas
pene caprichoso
ya termino

eso armaste?
Es cualquiera
no jodas

*

No hay símbolos. Sino algo que cae plaf!
Agotamiento y desperezo, cae nunca sobre algo oxidado
nadie retumba.
no hacer como que
no saber que no
poder
hacer
o
CAGE: No hay más vuelta en el esfínter mágico
CRONENBERG: no la disolución Calcuta del salchichón
SI AL MATAPERRO
Música temblorosa en los oídos
superficialidad de Oliveiras
colectivo: persona normal que
me entrega el colectivo
no viajes bajes
mantente en estado
inerte coactivo
nada de migraciones
la música de vuelta
coacciones
podría o correr
o cantar
pero mejor disimular
las constantes del abismo
no intentar creer
o correr
de los viejos deshilachados
mejor no buscar el vestido más lindo
dejarlo ahí y
retroceder
o babosear las antorchas de esta Iglesia
hay un vestido donde mejor lo haya
lo hay
haylo en lugares vacantes de especie
o en las retacerías de moda
dónde elegir posición en esta marmolería de Once?
SOY NEOBARROCKER
Señora
Ud. no entiende
porque no es punk
o nunca lo fue
capaz que lo será
señora, la llevo
póngase unos tules negros
eso
así
despacito y busque
la muñequera que más le gusta
esa no es de su elección, lo sé
no le va a hacer carita
a la carita también hay
que hacerle algunos cambios
póngase un poco de
maquillaje acá, allá y
ahora fume
ve, señora
la pupila se abre
ahí empieza la música
despacito va aplastando
voces
otras aparecen
caen plaf
otras más
o no
los teléfonos públicos le lanzan una puteada
Ud. lo atiende
no hay mejor mataperros
que la calle en estado amorfo
dilatada
la mirada símbolo, que desaparece y
un árbol
la vista empieza a afinar un punto de cocción
no puede más
hábitos de luto
y su voz serpientina
heredada de algún culto
o los rodajes de su semen
empiezan a diluirse
en caños de goma espuma
papel maché
goma Eva
pero desaparece el ensueño
cae plaf
o no
le gustaría besarse
admirarse
penetrarse
convertir su carne
en carne suya
ser autoaniquilada
en una autopenetración
Ud. que puede
coma de mi mano
pero no se puede nacer
en un ángulo obtuso
nadie lo permite
menos las cañerías
que va a decir mi papá por esto?
nada
todo
algo
que se yo
importa un pito
no el de mi papá
otro pito
otro
escribo mal
cojo peor
por eso hablo
pero una gorda como yo puede comer perdices
y mandarse el huesito grasoso por el culo
quién no me lo permite?
yo sí
la salvación también
todo puede ser por la producción
sintomática de andenes
pero mis ansias son
o mi pelo suelto
lo que no acaba de
comprender?
son tantos
datos exacerbados en tu
mi yo
matemático
poeta yo
imantado en las concatenaciones
de brillos anticoagulantes
del insípido saludo
marrón
California...

*

Lo inconmensurable, lo indecible, lo irrepresentable

No el efecto hipnótico de ver por televisión
la caída de las Torres Gemelas,
sino habitarlas en ese momento.

*

Una de amor

amor, ¿cómo te quisiera?
podría embeberte en mis mieles
saborear visualmente tus prados amargos

amor, ¿cuánto te quisiera?
podría jugar al Ludo Matic contigo
olfatear auditivamente tus cantos dorados

amor, ¿dónde te quisiera?
podría llegar hasta una poesía tan mala
mirar olfativamente tu cruel sonrisa




[Serie: fuga de poemas]


El título de este poema se fugó 
El poema también


...


este poema
está en construcción.
disculpe las molestias.
estamos trabajando
para usted.


...


este poema
se quedó
sin palabras.


...


este poema
está harto
de ser autorreferencial.


...


este poema es político:
existe.


...


este poema
ya se escribió.


...


¿esto
es
un
poema?


...


este poema
no quiere
que lo lean


...


este poema es aburrido
dice cisne, rosa
mariposa y amor
así que pasemos a otra cosa


...


(shhh! este poema
duerme)


...


esto
no es
un poema
(gracias Magritte)


...


un poema azul
-pongámosle-
espera el colectivo
en este mismo momento.


...


este poema
no es
el este poema
del principio
del poema


...


este poema
quiere todos los
aplausos de la crítica


...


este poema
escribe en contra
de la crítica


...


este poema
cree ser tan
pero tan trágico
que prefiere
no mostrarse


...


este poema
se lee
aquí


...


este poema
terminará
ahora





El gaucho celeste, Club Hem, La Plata, 2015. 

El recorrido

En el ocaso de su esperanza,
el gaucho levanta un surco de pasión con su empeine.
Pide redención a los dioses muertos
y se encomienda por el camino estrecho
que hecho ruta por la desconfianza
fiel a su misticismo, vuelve tesón su cuerpo.

En un instante de iluminación, momento divino,
ve todo y avanza, ciego.
Acaricia el cuerpo lunar como un astronauta pampeano.
El camino se vuelve recorrido.

Es una vía con nudos que comunican eco
su mirada en las partículas de polvo.
Los átomos del universo con él.

Vuelve, gaucho,
a tu jardín mental que embellece visionaria luz.
Y así, la pampa se muestra eterna, como un suspiro.

Descentrado el eje,
los ojos brillando al compás del desierto,
toda caminata es procesión,
toda procesión se abisma ante la falta de cielo.

El gaucho, en su lucha mística, perenne mete
rebenque en su caballo pero sabe
que el cielo, para él, está perdido.
No hay luz que irradie en lo celeste.
Las esferas ya no reflejan lo de abajo.
El monte de huesos quedó atrás y sólo resta
vislumbrar el camino estrecho,
la fuerza motriz que devuelva
la orientación a este pampeano.

Las liebres juegan
a las escondidas y el cuis con temor se acerca al tranco
para ver al jinete que busca celeste campos suyos
-esos campos abiertos-.

Es el almíbar de la santidad, la patria
cuando las diferencias se articulan.

Algo así su tranco, efecto de la llanura inmensa.
Encuentra de la pasión el plástico
envuelto en un pañuelo y piensa
en las enfermedades de su rancho,
en esos bichos que caen del cielo.

Los cardos predicen los movimientos a seguir,
el camino ahora no existe,
lo nuevo tiene múltiples direcciones.

Como en un sueño invade la noche y el gaucho,
que ahora todo lo ve, ciego,
se decide.

Armará su camino
y los dioses vivirán en las células de su cuerpo.

Partículas de polvo en el aire de la siesta.
Como una sombra atardecida que recorta el horizonte
el gaucho sale a buscar el sudor de su trabajo.
Prepara la tercera pava, la bruja
ya dispuesto sobre el horno a leña.
Al lado en una gran olla, el guiso de la noche, lentamente.

Cíclico redondear del día
en el infinito plano que llamamos llanura:
La luna, el sol, la luna, el sol, la luna, el sol....
La faena.

La niebla apenas deja ver
esquelética la forma del árbol solo
al lado del río,
es ausente la visión de este poblado.
Nubes grises se esparcen por esta mañana,
algunos pájaros buscan, recién despiertos,
secarse las alas de rocío.

Ahora Casilda espera a doña Bárbara
que en el horizonte se recorte tras la curva del camino.
que vuelva de dejar a su hija en la escuela,
sentada bajo la glicina que desperdiga
flores sobre la mesa de cemento.
Al lado tiene a Fernández, su perro.
Duerme hecho un bollo,
levanta su cabeza, olfatea y vuelve a dormir.
Sobre la mesa hay dos tazas de mate cocido, un pan casero.
Con la cuchara, en forma de lluvia,
tira azúcar sobre el pan con manteca.
Una radio a pilas pasa las últimas noticias,
-parece que el mundo se viene abajo y nosotros acámurmura
para sus adentros.
Bárbara llega con una bolsa de nylon, casi cuarenta años
es joven.
La bolsa contiene un dentífrico,
aceite de girasol,
un jabón
y dos atados de cigarrillos.
Casilda baja la radio sin apagarla,
apenas se escucha un leve murmullo.
-Vengo del pueblo-
Cuenta Bárbara.

Cíclico redondear del día
en el infinito plano que llamamos llanura:
La luna, el sol, la luna, el sol, la luna, el sol....

La faena.



La llanura

El campo que no quisimos arar es la huella
que nos deja a la intemperie de esos vientos,
que el gaucho celeste ve correr, inesperados.
Ya no es más la taumaturgia lo que exaspera
a la muchedumbre sino la costumbre
de guiar a todos por la misma senda.
El gaucho celeste recorre el cielo
como un diablo que, por viejo,
encuentra la corriente de su devaneo.

El testimonio floral que la bruja deja
sobre el campanario destruido,
debajo de ese ciprés que se mueve levemente
bajo la brisa del otoño,
es la contrapartida exacta
de las trenzas
que doña Bárbara le hace a su hija
para ir a la escuela.

En puntas de pie danza el gaucho celeste,
santo de su virtud una zamba ultraterrena y llana,
que deja en banda la bandada
de pájaros que se acercan.
Buitre que se esconde es la valentona nube
que ahora se arrastra
sobre la raya azul del río, cruel, instantánea.

El cielo está despejado, cueva de ese gaucho celeste
que volando con dos codornices,
una en cada mano, atraviesa el campo arado,
fiel camino de los que todavía siguen teniendo
miedo al llano.

Mañana volverá la mburucuyá a sentir
el sabor aterciopelado en la boca
alimento del criollo que pastando se acerca
al campo arado,
 y volando con recelo,
girando sobre su eje hace zumbar
el rebenque sobre las alas para que las codornices
se eleven sobre la tierra y encuentren el fruto primaveral.

El aterrizaje es lento, devastador,
el campo trata de recomponer
un lugar,
un territorio que cerque al gaucho heterodoxo pero él,
con un facón y una gramática,
perro revirado se vuelve y pechea el alambrado
se agarra a sotes con el palenque y se enrieda con las púas.

Gana el criollo y eleva el trono de su salvación,
que no resguarda
cuando el cielo se ensombrece y llega la tormenta.
En un segundo se llena de piedras lo arado y, con terror
la naturaleza golpea
los hombros del gaucho místico que, hecho bola,
como si estuviese nuevamente en la panza de Casilda,
protegido en brazos por su madre,
rechaza los golpes de las piedras de hielo.


Casilda, vieja misionera
yegua guaraní
risotada mañanera que despierta hasta los patos.
Se levanta,
y en su hacer tecnológico del dulce de membrillo,
canta chacareras mesopotámicas,
llenas de acordeones y de fuelles.
Ayer gritaba el sapucay apasionada,
hoy es torcacita de la lágrima
mientras vuelca el agua jabonosa
en las rosas de su jardín.
Con las manos destiñe alpargatas, bombachas,
refriega con el jabón blanco sobre la tabla
derruida por los años, los lavados.
La viene a visitar de vez en cuando el gaucho,
la bruja también se aparece con él.
Se sientan a la sombra del laurel
y ponen sobre el tablón de madera
hirviendo la pava
mientras charlan del ritmo de las cosechas.
El tranco sobre la pampa, la leva de la tierra 
es ver el horizonte como promesa llana.

El gaucho que tras el armado se despereza,
echando humo como locomotora,
-quizás lleve la cosecha
o quizás mejor ni hablodice
el gaucho
movilizando el pensamiento.
¿Será una promesa o el néctar de la locura?

Se extienden las vías
Sobre la planicie desértica de la pampa.
-Dos paralelas se unen en el infinitodice
la bruja suave al oído del gaucho relativista
y le alcanza, sin mirar, otro mate amargo.
Con ese grano particular
el sol desciende levemente.
Y en la garganta una voz
entona vidalita suave.

El granero de la estación se convirtió en fiesta,
los farolitos de colores juegan con el viento,
la señora que come pastelitos
habla con un nene,
le consulta problemas de la vida que seguramente
nadie podrá resolver.

Un perro olfatea a los que pasan caminando por la feria.
Doña Luisa vende dulces y especias.
El gaucho toca con las puntas de los dedos la pimienta
negra, la hace rodar sobre sus yemas
sintiendo la leve picazón,
mira a la bruja y asiente.
Así se entienden.





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